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Guía para invertir

Robert T. Kiyosaki

Fragmento

Agradecimientos

Agradecimientos

El 8 de abril de 1997 salió a la venta Padre rico, padre pobre. Imprimimos mil ejemplares pensando que esa cantidad nos duraría por lo menos un año. Después de vender un millón de copias sin gastar un dólar en publicidad formal, el éxito de Padre rico, padre pobre y El cuadrante del flujo de dinero continúa sorprendiéndonos.

La Guía para invertir de mi padre rico es una manera de agradecer su ayuda para que Padre rico, padre pobre y El cuadrante del flujo de dinero hayan sido tan exitosos.

Hemos hecho muchos nuevos amigos por medio de este éxito, y algunos de ellos han contribuido al desarrollo de este libro. Las siguientes personas son amigos, antiguos y nuevos, a quienes deseamos agradecer personalmente por su contribución a este libro. Si usted no está en esta lista, y ha ayudado de alguna manera, por favor disculpe que lo hayamos pasado por alto y sepa que también le agradecemos.

Por su apoyo tanto técnico como moral agradecemos a Diane Kennedy, contadora; Rolf Parta, contador; doctora Ann Nevi, psicóloga educativa; Kim Butler, asesor financiero; Frank Crerie, banquero de inversión; Rudy Miller, empresario capitalista; Michael Lechter, abogado especializado en propiedad intelectual; Chris Johnson, abogado especializado en valores; doctor Van Tharp, psicólogo especializado en inversionistas; Craig Coppola, bienes raíces comerciales; doctor Dolf DeRoos, inversión en bienes raíces; Bill y Cindy Shopoff, inversión en bienes raíces; Keith Cunningham, reestructuración corporativa; Wayne y Lynn Morgan, educación en bienes raíces; Hayden Hollan, fideicomisos; Larry Clark, empresario en bienes raíces; Marty Weber, empresario social; Tom Weisenborn, corredor de bolsa; Mike Wolf, empresario; John Burley, inversionista en bienes raíces; doctor Paul Johnson, profesor de negocios de la Universidad Thunderbird; The American School of International Management; Carolita Ontiveros, profesora de la Universidad de Arizona y la Universidad Thunderbird; Larry Gutsch, asesor de inversiones; Liz Berkenkamp, asesora de inversiones; John Milton Fogg, publicaciones; Dexter Yager y la familia de internet Services; John Addison, Trish Adams, banqueros hipotecarios; Bruce Whiting, contador, Australia; Michael Talarico, inversionista en bienes raíces, Australia; Harry Rosenberg, contador, Australia; doctor Ed Koken, asesor financiero, Australia; John Hallas, dueño de negocio, Australia; Dan Osborn, asesor de cambio de divisas, Australia; Nigel Brunel, operador bursátil, Australia; David Reid, abogado especializado en valores, Canadá; Thomas Allen, abogado especializado en valores, Canadá; Kelvin Dushnisky, consejero general, Canadá; Alan Jacques empresario, Canadá; Raymond Aaron, empresario, Canadá; Dan Sullivan, empresario, Canadá; Brian Cameron, valores, Canadá; Jannie Tay, inversión en negocios, Singapur; Patrick Lim, inversión en bienes raíces, Singapur; Dennis Wee, inversión en bienes raíces, Singapur; Richard y Verónica Tan, empresarios, Singapur; Bellum y Doreen Tan, empresarios, Singapur; C. K. Teo, empresario, Singapur; Nazim Kahn, abogado, Singapur; K. C. See, empresario, Malasia; Siew Ka Wei, empresario, Malasia; Kevin Stock, Sara Woolard, Joe Sposi, Ron Barry, Loral Langemeier, Mary Painter y Kim Arries.

Con profundo aprecio y nuestro cariñoso recuerdo, agradecemos a Cynthia Oti. Cynthia fue comentarista de finanzas para la estación de radio KSFO de San Francisco, California; corredora de bolsa, compañera maestra, y lo que es más importante, nuestra amiga. En verdad la extrañaremos.

Nuestra lista no estaría completa si no agradeciéramos a los miembros del increíble equipo que tenemos en CASHFLOW Technologies.

Gracias.

Robert T. y Kim Kiyosaki
Sharon L. Lechter

Nota

Nota

El consejo de un padre sobre invertir:
Hace muchos años le pregunté a mi padre rico:
“¿Qué consejo le darías a un inversionista promedio?”
Su respuesta fue: “Que no sea promedio.”

La regla 90-10 del dinero

La mayoría de nosotros hemos escuchado sobre la regla de 80-20. En otras palabras, 80 por ciento de nuestro éxito proviene de 20 por ciento de nuestros esfuerzos. Esa regla, creada por el economista italiano Wilfrido Pareto en 1897, es también conocida como “el principio del menor esfuerzo”.

Mi padre rico estaba de acuerdo con la regla de 80-20 respecto al éxito en general en todas las áreas, excepto en lo relacionado con el dinero. Cuando se trataba de dinero, él creía en la regla de 90-10. Mi padre rico se dio cuenta de que 10 por ciento de la gente tenía 90 por ciento del dinero. Señaló que en el mundo de las películas, 10 por ciento de los actores ganaban 90 por ciento del dinero. También advirtió que 10 por ciento de los atletas ganaban 90 por ciento del dinero, igual que 10 por ciento de los músicos. La misma regla del 90-10 se aplica al mundo de la inversión, por lo que su consejo a los inversionistas era: “No sea promedio.” Un artículo publicado recientemente en The Wall Street Journal confirmó su opinión. El artículo afirmaba que 90 por ciento de las acciones de las empresas de Estados Unidos eran propiedad de 10 por ciento de la gente.

Este libro explica cómo algunos de los inversionistas de ese 10 por ciento han ganado 90 por ciento de la riqueza, y cómo puede usted hacer lo mismo.

Introducción: ¿Qué aprenderá al leer este libro?

INTRODUCCIÓN

 ¿Qué aprenderá al leer este libro?

La Comisión de Valores y Transacciones (Securities and Exchange Comission, o SEC por sus siglas en inglés) de Estados Unidos define a un individuo como un inversionista acreditado si tiene:

• 200 mil dólares o más de ingreso anual, o

• 300 mil dólares o más de ingreso anual como pareja, o

• un millón de dólares o más como patrimonio neto.

La SEC estableció esos requisitos para proteger al inversionista promedio de algunas de las peores y más riesgosas inversiones del mundo. El problema es que esos requisitos para los inversionistas también apartaron al inversionista promedio de algunas de las mejores inversiones del mundo, lo cual constituye una razón por la que el consejo de mi padre rico al inversionista promedio era: “No sea promedio.”

Comenzar sin nada

Este libro comienza con mi regreso de Vietnam en 1973. Yo tenía menos de un año de haber sido liberado de mis deberes con el Cuerpo de Marines. Eso significaba que en menos de un año yo me quedaría sin empleo y no tendría dinero ni activos. De manera que este libro comienza en un punto que muchos de ustedes quizá reconocen y ese punto es el de comenzar sin nada.

Escribir este libro ha constituido un desafío. Lo he escrito y reescrito cuatro veces. El primer borrador comenzó en el nivel de inversionista acreditado de la SEC, el nivel que comienza con un ingreso anual mínimo de 200 mil dólares. Después de haber terminado el libro por primera vez, fue Sharon L. Lechter, mi coautora, quien me recordó la regla de 90-10 sobre el dinero de mi padre rico. Sharon dijo: “Aunque este libro trata acerca de las inversiones que realizan los ricos, la realidad es que menos de 10 por ciento de la población de Estados Unidos gana más de 200 mil dólares al año. De hecho, creo que menos de tres por ciento gana suficiente para calificar como inversionista acreditado.” De manera que el desafío de este libro consistía en escribir acerca de las inversiones que realizan los ricos, inversiones que comienzan con un requisito mínimo de 200 mil dólares en ganancias, y aun así agregar a todos los lectores sin importar si tienen o no dinero para invertir. Ése era un gran desafío y fue la razón por la que fue necesario escribir y reescribir este libro en cuatro ocasiones.

Ahora comienza en los niveles más básicos de inversionista y asciende a los niveles más sofisticados. En vez de comenzar en el nivel de inversionista acreditado, el libro comienza ahora en 1973 porque fue entonces cuando yo no tenía empleo, dinero ni activos. Se trata de un punto en la vida que muchos hemos compartido. Todo lo que yo tenía en 1973 era el sueño de que algún día sería muy rico y me convertiría en un inversionista que calificaría para realizar las inversiones de los ricos. Inversiones de las que han escuchado muy pocas personas, sobre las que se escribe poco en los periódicos financieros, y que se venden en el mercado informal por los corredores de inversiones. Este libro comienza cuando yo no tenía nada más que un sueño y la guía de mi padre rico para convertirme en un inversionista que pudiera realizar las inversiones de los ricos.

Así que sin importar si usted tiene poco o mucho dinero para invertir, y sin importar si usted sabe poco o mucho acerca de inversiones, este libro debe ser de interés para usted. Está escrito de la manera más sencilla posible acerca de un tema muy complejo. Está escrito para incluir a cualquier persona interesada en convertirse en un inversionista mejor informado, sin importar cuánto dinero tenga.

Si éste es su primer libro sobre inversiones y a usted le preocupa que pudiera ser demasiado complicado, por favor no se preocupe. Todo lo que Sharon y yo le pedimos es que tenga la disposición para aprender y que lea este libro de principio a fin con la mente abierta. Si hay partes del libro que usted no comprende, entonces sólo lea las palabras, pero siga hasta el final. Incluso si usted no lo comprende todo, tan sólo con leer este libro hasta el final sabrá más acerca del tema de inversión que mucha gente que actualmente invierte en el mercado. De hecho, al leer todo el libro, usted sabrá mucho más sobre inversiones que muchas personas que ofrecen servicios de asesoría sobre inversiones y a quienes les pagan por hacerlo. Este libro comienza de lo sencillo y va a lo sofisticado sin entretenerse demasiado en los detalles y los aspectos complejos. En muchos sentidos comienza de manera sencilla y sigue de manera sencilla, a pesar de que aborda algunas estrategias de inversión muy sofisticadas. Ésta es la historia de un hombre rico que guía a un hombre joven, con ilustraciones y diagramas que ayudan a explicar el —a menudo desconcertante— tema de las inversiones.

La regla de 90-10 del dinero

Mi padre rico admiraba el descubrimiento de la regla de 80-20 del economista italiano Wilfrido Pareto, también conocida como “el principio del menor esfuerzo”. Sin embargo, cuando se trataba de dinero, mi padre rico prefería la regla de 90-10, que significaba que 10 por ciento de la gente siempre gana 90 por ciento del dinero.

El ejemplar del 13 de septiembre de 1999 de The Wall Street Journal publicó un artículo que apoyaba el punto de vista de mi padre rico sobre la regla de 90-10 del dinero. Una parte del artículo decía:

A pesar de todo lo que se dice acerca de los fondos de inversión para las masas, acerca de peluqueros y limpiabotas que proporcionan consejos de inversión, el mercado de valores sigue siendo el espacio privilegiado de un grupo relativamente elitista. Sólo 43.3 por ciento de los hogares eran propietarios de alguna acción en 1997, el último año sobre el que hay información disponible, de acuerdo con el economista Edward Wolf, de la Universidad de Nueva York. De ellos, muchos portafolios son relativamente pequeños. Cerca de 90 por ciento de todas las acciones eran propiedad de 10 por ciento más rico de los hogares. Lo importante es que ese 10 por ciento superior era dueño de 73 por ciento de la riqueza total del país en 1997, en contraste con 68 por ciento en 1983.

En otras palabras, a pesar de que más gente está invirtiendo actualmente, los ricos continúan volviéndose más ricos. En lo que se refiere a las acciones bursátiles, la regla de 90-10 del dinero es verdadera.

Personalmente estoy preocupado porque cada vez más familias están contando con sus inversiones para subsistir en el futuro. El problema es que mientras mucha gente está invirtiendo, muy pocos de ellos son inversionistas bien educados. Si el mercado se desploma —o cuando el mercado se desplome—, ¿qué ocurrirá con todos esos nuevos inversionistas? El gobierno federal de Estados Unidos asegura nuestros ahorros contra pérdida catastrófica, pero no asegura nuestras inversiones. Por eso, cuando le pregunté a mi padre rico: “¿Qué consejo le darías a un inversionista promedio?”, su respuesta fue: “Que no sea promedio.”

Cómo no ser promedio

Yo cobré conciencia del tema de la inversión cuando sólo tenía 12 años de edad. Hasta entonces el concepto de la inversión no estaba en mi mente en realidad. Tenía en mente el beisbol y el futbol, pero no la inversión. Yo había escuchado la palabra, pero no le había prestado mucha atención hasta que vi lo que el poder de la inversión podía hacer. Recuerdo que caminaba por una pequeña playa con el hombre al que llamo “mi padre rico” y con su hijo Mike, mi mejor amigo. Mi padre rico nos mostraba a su hijo y a mí una propiedad inmobiliaria que había comprado recientemente. A pesar de que yo sólo tenía 12 años de edad, me daba cuenta de que mi padre rico había adquirido una de las propiedades más valiosas de nuestro pueblo. Aunque yo era joven, sabía que la propiedad junto al océano, frente a una playa arenosa, era más valiosa que una propiedad sin playa. Mi primer pensamiento fue: “¿Cómo puede pagar el padre de Mike una propiedad tan cara?” Me paré en ese lugar, con las olas bañando mis pies, mirando a un hombre de la misma edad que mi verdadero padre, que estaba haciendo una de las inversiones financieras más importantes de su vida. Yo estaba asombrado de que pudiera pagar ese terreno. Yo sabía que mi padre ganaba mucho dinero porque era un funcionario gubernamental que recibía un salario más alto. Pero también sabía que mi verdadero padre nunca podría comprar un terreno junto al océano. Así que, ¿cómo podía pagar el padre de Mike ese terreno cuando mi padre no podía hacerlo? Yo no sabía que mi carrera como inversionista profesional había comenzado en el momento en que me di cuenta del poder implícito en la palabra “invertir”.

Cuarenta años después de aquella caminata por la playa con mi padre rico y su hijo Mike, ahora hay personas que me formulan las mismas preguntas que yo comencé a formularme ese día. En las clases sobre inversión que ofrezco, la gente me hace preguntas similares a las que yo comencé a hacer a mi padre rico; preguntas como:

1. ¿Cómo puedo invertir cuando no tengo dinero?

2. Tengo 10 mil dólares disponibles. ¿En qué recomienda que invierta?

3. ¿Me recomienda que invierta en bienes raíces, fondos de inversión o acciones bursátiles?

4. ¿Puedo comprar bienes raíces o acciones sin dinero?

5. ¿Se necesita dinero para ganar dinero?

6. ¿No es riesgoso invertir?

7. ¿Cómo obtiene rendimientos tan altos con bajo riesgo?

8. ¿Puedo invertir con usted?

Hoy en día cada vez más gente comienza a darse cuenta del poder oculto en la palabra “invertir”. Muchos quieren averiguar cómo adquirir ese poder para sí mismos. Después de leer este libro, mi intención es que muchas de esas preguntas tengan respuesta, y si no la tienen, debe inspirarlo a investigar más y encontrar las respuestas que funcionen para usted. Lo más importante que mi padre rico hizo por mí hace 40 años fue atizar mi curiosidad sobre el tema de la inversión. Mi curiosidad fue alimentada cuando me di cuenta de que el padre de mi mejor amigo, un hombre que ganaba menos dinero que mi verdadero padre, al menos al comparar sus sueldos, podía realizar inversiones que sólo podían hacer los ricos. Me di cuenta de que mi padre rico tenía un poder que mi padre verdadero no tenía, y yo quería tener también ese poder.

Muchas personas tienen miedo de ese poder, permanecen lejos de él y muchas de ellas incluso son sus víctimas. En vez de alejarme de ese poder o condenarlo al decir cosas como: “Los ricos explotan a los pobres”, o “invertir es riesgoso”, o “no estoy interesado en volverme rico”, me volví curioso. Fueron mi curiosidad y mi deseo de adquirir poder, conocimiento y habilidades los que me empujaron a recorrer un camino en la vida de investigación y aprendizaje.

Invertir como una persona rica

Aunque este libro quizá no le proporcione todas las respuestas técnicas que quisiera, la intención es ofrecerle una perspectiva sobre la manera en que los individuos que se han vuelto más ricos ganaron su dinero y continuaron adquiriendo una gran riqueza. Parado en la playa a la edad de 12 años, mirando la propiedad inmobiliaria recién adquirida por mi padre rico, mi mente se abrió al mundo de posibilidades que no existían en mi casa. Me di cuenta de que no fue el dinero lo que convirtió a mi padre rico en un inversionista rico. Me di cuenta de que mi padre rico tenía un patrón de pensamiento que era casi exactamente el opuesto y que a menudo contradecía el pensamiento de mi verdadero padre. Me di cuenta de que necesitaba comprender el patrón de pensamiento de mi padre rico si quería tener el mismo poder financiero que él tenía. Supe que si yo pensaba como él, sería rico siempre. Supe que si no pensaba como él, nunca sería realmente rico, sin importar cuánto dinero tuviera. Mi padre rico había invertido recientemente en una de las propiedades inmobiliarias más caras de nuestro pueblo y él no tenía dinero. Me di cuenta de que la riqueza era una manera de pensar y no una cantidad de dólares en el banco. Es este patrón de pensamiento de los inversionistas ricos lo que Sharon y yo deseamos transmitirle en este libro, y la razón por la que lo hemos reescrito cuatro veces.

La respuesta de mi padre rico

Parado en la playa hace 40 años, finalmente reuní el valor para preguntarle a mi padre rico: “¿Cómo puedes pagar la compra de estos 10 acres de terreno muy caro junto al océano, cuando mi padre no puede pagarlo?” Mi padre rico puso entonces su mano en mi hombro y me dio una respuesta que nunca olvidaré. Con su brazo apoyado en mi hombro, dimos vuelta y comenzamos a caminar por la playa junto a las olas; comenzó a explicarme los aspectos fundamentales de la manera en que él pensaba acerca del dinero y la inversión. Su respuesta inició con: “Yo tampoco puedo pagar este terreno. Pero mi negocio puede hacerlo.” Caminamos por la playa por cerca de una hora ese día; mi padre rico al centro, con su hijo a un lado y conmigo al otro. Mis lecciones sobre inversión habían comenzado.

Hace unos años yo impartía un curso de tres días sobre inversión en Sydney, Australia. Pasé el primer día y medio analizando los detalles de la creación de un negocio. Finalmente, un participante frustrado levantó su mano y dijo: “Yo vine a aprender acerca de inversión. ¿Por qué pasa tanto tiempo en el tema de los negocios?”

Mi respuesta fue:

Existen dos razones. La número uno es porque en lo que invertimos en última instancia es un negocio. Si usted invierte en acciones, está invirtiendo en un negocio. Si adquiere una propiedad inmobiliaria, como un edificio de apartamentos, ese edificio también es un negocio. Si compra obligaciones, también está invirtiendo en un negocio. Para ser un buen inversionista, usted necesita primero ser bueno en los negocios. La razón número dos es que la mejor manera de invertir es tener un negocio que compre las inversiones para usted. La peor manera de invertir es invertir como un individuo. El inversionista promedio sabe muy poco sobre negocios y a menudo invierte como individuo. Por eso dedico tanto tiempo al tema de los negocios en un curso sobre inversión.

Y esa es la razón por la que este libro dedicará tiempo al tema de cómo crear un negocio, así como a la manera de analizarlo.

También dedicaré tiempo al tema de invertir por medio de un negocio porque esa es la manera en que mi padre rico me enseñó a invertir. Como dijo él hace 40 años: “Yo tampoco puedo comprar este terreno. Pero mi negocio sí puede.” En otras palabras, la regla de mi padre rico era: “Mi negocio compra mis inversiones. La mayoría de las personas no son ricas porque invierten como individuos y no como dueños de negocios.” En este libro usted verá por qué la mayoría de las personas que componen 10 por ciento que posee 90 por ciento de las acciones, son dueños de negocios e invierten por medio de sus negocios, y cómo puede usted hacer lo mismo.

Más adelante, en el curso, el individuo comprendió por qué dedicaba yo tanto tiempo al negocio. Él y toda la clase comenzaron a darse cuenta de que los inversionistas ricos del mundo no compran inversiones; la mayoría de los inversionistas de 10 por ciento crean sus propias inversiones. La razón por la que tenemos multimillonarios que no han cumplido 30 años no es porque compraron sus inversiones. Crearon sus inversiones, llamadas negocios, que millones de personas quieren comprar.

Casi todos los días escucho a personas que dicen: “Tengo una idea sobre un nuevo producto que ganará millones.” Desafortunadamente, la mayoría de esas ideas creativas nunca se convertirán en fortunas. La segunda mitad de este libro se concentra en la manera en que 10 por ciento convierte sus ideas en negocios multimillonarios en los cuales otras personas invierten. Por eso mi padre rico pasó mucho tiempo enseñándome a construir un negocio, así como a analizar negocios en qué invertir. De manera que si tiene una idea que considera que podría volverlo rico, quizá incluso ayudarle a unirse al club de 90-10, la segunda mitad de este libro es para usted.

Comprar, conservar y rezar

A lo largo de los años mi padre rico señaló que invertir significa diferentes cosas para diferentes personas. Hoy en día a menudo escucho a individuos que afirman cosas como las siguientes:

1. Acabo de comprar 500 acciones de la compañía XYZ a cinco dólares por acción; el precio subió a 15 dólares y las vendí. Gané 5 mil dólares en menos de una semana

2. Mi esposo y yo compramos casas viejas, las arreglamos y las vendemos para obtener ganancias

3. Comercio con futuros de mercancías

4. Tengo cerca de un millón de dólares en mi cuenta para el retiro

5. Tan seguro como el dinero en el banco

6. Tengo un portafolios diversificado

7. Estoy invirtiendo a largo plazo

Como decía mi padre rico: “Invertir significa cosas diferentes para personas diferentes.” Aunque las afirmaciones anteriores reflejan distintos tipos de productos y procedimientos de inversión, mi padre rico no invertía de la misma forma. En vez de eso decía:

La mayoría de las personas no son inversionistas, sino especuladores o jugadores. La mayoría tiene la “mentalidad de comprar, conservar y rezar para que el precio suba”. La mayoría de los inversionistas vive con la esperanza de que el mercado permanecerá a la alza y con el miedo de que el mercado se desplome. Un verdadero inversionista gana dinero sin importar si el mercado sube o se desploma; genera dinero sin importar si están ganando o perdiendo, y si han comprado acciones o han “vendido en corto”. El inversionista promedio no sabe cómo hacer eso y por eso la mayoría son inversionistas promedio que constituyen 90 por ciento que gana sólo 10 por ciento del dinero.

Más que comprar, conservar y rezar

Invertir significaba para mi padre rico más que comprar, conservar y rezar. Este libro cubrirá temas como los siguientes:

1. Los 10 controles del inversionista: Muchas personas dicen que invertir es riesgoso. Mi padre rico decía: “Invertir no es riesgoso. Estar fuera de control es riesgoso.” Este libro abordará los 10 controles del inversionista de mi padre rico, que pueden reducir el riesgo e incrementar las utilidades

2. Las cinco fases del plan de mi padre rico para guiarme, desde no tener dinero hasta invertir mucho dinero. La primera fase del plan consistía en preparar mi mente para convertirme en un inversionista rico. Ésta es una etapa sencilla pero muy importante para cualquiera que desee invertir con confianza

3. Las diferentes leyes fiscales para diferentes inversionistas. En el segundo libro, El cuadrante del flujo de dinero, me referí a los cuatro tipos diferentes de personas que se encuentran en el mundo de los negocios. Éstas son:

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La “E” representa al empleado. La “A” significa auto empleado o dueño de un pequeño negocio. La “D” significa dueño de negocio. La “I” significa inversionista.

La razón por la que mi padre rico me alentó a invertir desde el cuadrante “D” es porque las leyes fiscales son más favorables para invertir desde ese cuadrante. Mi padre rico siempre decía: “Las leyes fiscales no son justas; fueron escritas para los ricos y por los ricos. Si quieres ser rico, necesitas utilizar las mismas leyes fiscales que los ricos utilizan.” Una de las razones por las que 10 por ciento de la gente controla la mayor parte de la riqueza es porque sólo 10 por ciento sabe qué leyes fiscales debe usar.

En 1943 el gobierno federal eliminó la mayoría de las ambigüedades fiscales para todos los empleados. En 1986 el gobierno federal eliminó las ambigüedades fiscales del cuadrante “D” para los individuos del cuadrante “A”, individuos como doctores, abogados, contadores, ingenieros y arquitectos.

En otras palabras, otra razón por la que 10 por ciento de los inversionistas ganan 90 por ciento del dinero, es porque sólo 10 por ciento de ellos saben cómo invertir desde los cuatro cuadrantes diferentes con el fin de obtener diferentes ventajas fiscales. El inversionista promedio frecuentemente sólo invierte desde uno de los cuadrantes.

4. Por qué y cómo un verdadero inversionista ganará dinero sin importar si el mercado sube o se desploma

5. La diferencia entre los inversionistas fundamentales y los inversionistas técnicos

6. En El cuadrante del flujo de dinero analicé seis niveles de inversionistas. Este libro comienza por los últimos dos niveles de inversionistas y los clasifica a su vez en los siguientes tipos de inversionista:

El inversionista acreditado

El inversionista calificado

El inversionista sofisticado

El inversionista interno

El inversionista consumado

Al llegar al final de este libro, usted conocerá diferentes requisitos de aptitud y educación entre cada tipo diferente de inversionista.

7. Mucha gente dice: “Cuando gane mucho dinero, mis problemas de dinero habrán terminado.” De lo que no se dan cuenta es que tener mucho dinero constituye un problema tan grande como no tener suficiente dinero. En este libro usted aprenderá la diferencia entre los dos tipos de problemas de dinero. Uno es el de no tener suficiente dinero; otro es tener demasiado. Pocas personas se dan cuenta cuán grande puede ser el problema de tener mucho dinero.

Una de las razones por las que muchas personas quiebran después de ganar mucho dinero es porque no saben cómo manejar el problema de tener mucho dinero.

En este libro usted aprenderá cómo comenzar con el problema de no tener suficiente dinero, cómo ganar mucho dinero y a continuación, cómo manejar el problema de tener demasiado dinero. En otras palabras, este libro no sólo le enseñará cómo ganar mucho dinero, sino lo que es más importante, le enseñará cómo conservarlo. Como decía mi padre rico: “¿De qué sirve ganar mucho dinero si usted termina perdiéndolo todo?”

Un corredor de bolsa amigo mío me dijo una vez: “El inversionista promedio no gana mucho dinero en el mercado. Ellos no necesariamente pierden dinero, simplemente no logran ganar dinero. He visto a muchos inversionistas que ganan dinero en un año y lo pierden al siguiente.”

8. Cómo ganar mucho más que sólo 200 mil dólares, el nivel mínimo de ingreso para comenzar a invertir en las inversiones de los ricos. Mi padre rico me decía: “El dinero es sólo un punto de vista. ¿Cómo puedes ser rico si piensas que 200 mil dólares es mucho dinero? Si quieres ser un inversionista rico, necesitas considerar que ésta, la cantidad mínima para calificar como un inversionista acreditado, es sólo una gota en un vaso de agua”. Y por eso la primera etapa de este libro es tan importante

9. La primera etapa de este libro, que consiste en que usted se prepare mentalmente para ser un inversionista rico, incluye una pequeña prueba mental para usted al final de cada capítulo

A pesar de que las preguntas de la prueba son sencillas, han sido diseñadas para hacerle pensar y quizá discutir sus respuestas con sus seres queridos. Se trata de las preguntas relacionadas con el análisis interior que mi padre rico me formulaba y que me ayudaron a encontrar las respuestas que yo buscaba. En otras palabras, muchas de las respuestas que yo buscaba, en relación con el tema de la inversión, se encontraban en mi interior.

¿Qué hace que el inversionista 90-10 sea diferente?

Uno de los aspectos más importantes de este libro estriba en las diferencias mentales entre el inversionista promedio y el inversionista 90-10. Mi padre rico decía frecuentemente: “Si quieres ser rico, sólo averigua qué están haciendo todos los demás, y haz exactamente lo opuesto.” Al leer este libro descubrirá que la mayoría de las diferencias entre 10 por ciento de los inversionistas que gana 90 por ciento del dinero, y 90 por ciento que gana 10 por ciento no está en qué invierten, sino en que su pensamiento es diferente. Por ejemplo:

1. La mayoría de los inversionistas dice: “No corra riesgos.” El inversionista rico corre riesgos

2. La mayoría de los inversionistas dice: “Diversifica.” El inversionista rico concentra sus recursos

3. El inversionista promedio trata de reducir su deuda. El inversionista rico incrementa la deuda en su favor

4. El inversionista promedio trata de reducir sus gastos. El inversionista rico sabe cómo incrementar sus gastos para enriquecerse

5. El inversionista promedio tiene un empleo. El inversionista rico crea empleos

6. El inversionista promedio trabaja duro. El inversionista rico trabaja menos y menos para ganar más y más

La otra cara de la moneda

De manera que un aspecto importante de leer este libro es advertir que sus pensamientos se encuentran frecuentemente opuestos en 180 grados a las ideas más importantes de mi padre rico. Mi padre rico decía:

Una de las razones por las que pocas personas se vuelven ricas es porque se quedan atrapadas en una forma de pensar. Ellos piensan que sólo existe una forma de pensar o hacer algo. Mientras el inversionista promedio piensa: “Juega a lo seguro y no corras riesgos”, el inversionista rico debe también pensar en cómo mejorar sus aptitudes para correr más riesgos.

Mi padre llamaba a esta clase de ideas “pensar en ambas caras de la moneda”. A continuación decía:

El inversionista rico debe tener ideas más flexibles que el inversionista promedio. Por ejemplo, aunque el inversionista promedio y el inversionista rico deben pensar en la seguridad, el rico también debe pensar en cómo correr más riesgos. Mientras el promedio piensa en cómo reducir la deuda, el rico piensa en cómo incrementarla. Mientras el promedio vive bajo el temor de que el mercado se desplome, el rico espera con ilusión que eso ocurra. Aunque esto pueda sonar contradictorio para el inversionista promedio, se trata de la contradicción que hace que el inversionista rico sea rico.

Conforme avance en la lectura de este libro, tenga en cuenta las contradicciones en el pensamiento entre los inversionistas promedio y los inversionistas ricos. Como decía mi padre rico: “El inversionista rico está muy consciente de que cada moneda tiene dos caras. El inversionista promedio sólo ve una. Y es la cara de la moneda que el inversionista promedio no ve lo que hace que sea promedio y el rico sea rico. La segunda parte de este libro trata de la otra cara de la moneda.

¿Quiere usted ser más que un inversionista promedio?

Este libro es mucho más que un texto acerca de inversión, consejos y fórmulas mágicas. Uno de los principales propósitos para escribirlo fue ofrecerle la oportunidad de obtener un punto de vista diferente sobre el tema de la inversión. Comienza con mi regreso de Vietnam en 1973 y la etapa en que me preparé para comenzar a invertir como un inversionista rico. En 1973 mi padre rico empezó a enseñarme cómo adquirir el mismo poder financiero que él poseía, un poder del que me di cuenta por primera vez a los 12 años de edad. Mientras estábamos parados en aquella playa frente a la última inversión de mi padre rico, hace 40 años, me di cuenta de que, en lo que se refería al tema de la inversión, la diferencia entre mi padre rico y mi padre pobre iba mucho más allá que solamente cuánto dinero tenía cada uno de ellos para invertir. La diferencia se encuentra en el profundo deseo de una persona de ser mucho más que sólo un inversionista promedio. Si usted tiene ese deseo, continúe su lectura.


¡GRATIS!

Un informe especial en audio de Robert T. Kiyosaki, únicamente para los lectores de Guía para invertir.

Como una manera de agradecerle por asumir un papel activo en su educación financiera, Robert ha preparado un informe especial en audio. “Mi padre rico decía que una de las aptitudes más importantes que un inversionista puede aprender es cómo volverse rico cuando el mercado se está desplomando. Cómo puede usted permanecer en calma, quedarse en el mercado y ganar mucho dinero cuando todos los demás son presas del pánico y venden?”

Por favor escuche: “Mi padre rico decía: ‘lucre, no se espante’.”

Todo lo que usted tiene que hacer para obtener este informe en audio es visitar nuestro sitio especial en internet en la dirección electrónica: www.richdadbook3.com y el informe será suyo de manera gratuita.

Gracias y buena suerte.

Primera etapa. ¿Está usted preparado mentalmente para ser un inversionista?

PRIMERA ETAPA

 ¿Está usted preparado mentalmente
para ser un inversionista?

Control 1 del inversionista:
Obtenga el control sobre usted mismo

Capítulo 1. ¿En qué debo invertir?

CAPÍTULO 1

 ¿En qué debo invertir?

En 1973 regresé a casa de mi viaje a Vietnam. Me consideré afortunado por haber sido asignado a una base en Hawai, cerca de mi hogar, en vez de ser enviado a una base en la costa este. Después de instalarme en la estación aérea del Cuerpo de Marines, llamé a mi amigo Mike y nos pusimos de acuerdo para almorzar con su padre, el hombre a quien llamo mi padre rico. Mike estaba ansioso por enseñarme a su nuevo bebé y su nuevo hogar, así que acordamos almorzar en su casa al sábado siguiente. Cuando la limusina de Mike llegó a recogerme al gris edificio de la residencia para oficiales solteros de la base, comencé a darme cuenta de cuántas cosas habían cambiado desde que nos graduamos juntos de la preparatoria en 1965.

“Bienvenido a casa”, dijo Mike cuando me vio entrar al vestíbulo de su bella casa, con pisos de mármol. Mike sonreía de oreja a oreja mientras sostenía en sus brazos a su hijo de siete meses de edad. “Estoy contento de que regresaste vivo.”

“Yo también”, le respondí, mientras miraba a sus espaldas el resplandeciente Océano Pacífico, que tocaba la playa de blancas arenas frente a su hogar. La casa era espectacular. Se trataba de una mansión tropical de un piso, con toda la gracia y el encanto de la vida antigua y moderna de Hawaii. Tenía bellas alfombras persas, macetas con grandes plantas de color verde oscuro y una gran alberca que estaba rodeada por la casa en tres de sus lados y que colindaba en el lado restante con el océano. Era una casa abierta y bien ventilada, el modelo de la vida elegante con los más finos detalles. La casa se ajustaba a mis fantasías de vivir la vida lujosa en Hawai.

“Te presento a mi hijo James”, dijo Mike.

“Ah”, dije con voz sobresaltada. Debo haber estado con la boca abierta mientras me hundía en el trance al admirar la impresionante belleza de su casa. “Qué lindo niño”, respondí, como respondería cualquier persona al ver a un bebé. Pero mientras estaba allí saludando y haciendo gestos al bebé que me miraba fijamente, mi mente todavía estaba impactada por cuánto habían cambiado las cosas en ocho años. Yo estaba viviendo en una antigua base militar y compartía mi habitación con otros tres jóvenes pilotos, desordenados bebedores de cerveza, mientras Mike vivía en una propiedad multimillonaria con su bella esposa y su hijo recién nacido.

“Entra”, dijo Mike. “Mi padre y Connie esperan en el patio.”

El almuerzo fue espectacular, servido por una sirvienta de tiempo completo. Me senté a disfrutar de la comida, la vista y la compañía, mientras pensaba en mis tres compañeros de habitación, quienes probablemente estaban cenando en el comedor de oficiales en ese mismo momento. Como era sábado, el almuerzo en la base consistía probablemente en un emparedado y un tazón de sopa.

Después de las formalidades y de ponernos al día con las noticias, mi padre rico me dijo: “Como puedes ver, Mike tiene un excelente trabajo invirtiendo las utilidades de los negocios. Hemos ganado más dinero en los últimos dos años de lo que yo gané en los primeros 20. Hay mucho de verdad en la afirmación de que el primer millón es el más difícil.”

“¿De manera que les ha ido bien en los negocios?”, pregunté, alentando a que me explicaran cómo habían crecido tanto sus fortunas.

“Los negocios son excelentes”, dijo mi padre rico. “Esos nuevos aviones 747 traen a Hawaii tantos turistas de todo el mundo que los negocios no pueden hacer otra cosa que seguir creciendo. Pero el verdadero éxito proviene de nuestras inversiones, más que de nuestros negocios. Y Mike está a cargo de las inversiones.”

“Felicidades”, le dije a Mike. “Bien hecho.”

“Gracias”, dijo Mike. “Pero yo no tengo todo el crédito. Es la fórmula de inversión de mi padre lo que en realidad está funcionando. Yo sólo estoy haciendo exactamente lo que él nos enseñó acerca de los negocios y la inversión durante todos esos años.”

“Debe estar dando frutos”, dije. “No puedo creer que vivas aquí, en el vecindario más rico de la ciudad. ¿Recuerdas cuando éramos niños pobres, corriendo con nuestras tablas de surf entre las casas, tratando de llegar a la playa?”

Mike rió. “Sí, lo recuerdo. Y recuerdo que nos perseguían todos esos viejos ricos y ruines. Ahora yo soy el viejo rico y ruin que persigue a los niños para alejarlos. ¿Quién hubiera pensado que tú y yo estaríamos viviendo…?”

Mike se detuvo repentinamente, una vez que se dio cuenta de lo que estaba diciendo. Se dio cuenta de que mientras él vivía allí, yo vivía del otro lado de la isla en un monótono cuartel militar.

“Lo siento”, dijo. “No quise decir que…”

“No son necesarias las disculpas”, le dije sonriente. “Estoy contento por ti. Estoy contento de que seas tan rico y exitoso. Lo mereces porque dedicaste tiempo a aprender a dirigir el negocio. Yo saldré del cuartel en un par de años, tan pronto como termine mi contrato con el Cuerpo de Marines.”

Mi padre rico, al sentir la tensión entre Mike y yo, intervino y dijo: “Él ha hecho mejor trabajo del que yo hice. Estoy muy orgulloso de él. Estoy orgulloso tanto de mi hijo como de su esposa. Son un gran equipo y se han ganado todo lo que tienen. Ahora que has regresado de la guerra, es tu turno, Robert.”

¿Puedo invertir contigo?

“Me gustaría invertir contigo”, dije de manera apremiante. “Ahorré casi 3 mil dólares mientras estuve en Vietnam y me gustaría invertirlo en vez de gastarlo. ¿Puedo invertir contigo?”

“Bien, te daré el nombre de un buen corredor de bolsa”, dijo mi padre rico. “Estoy seguro que te dará buenos consejos, incluso compartirá contigo uno o dos secretos.”

“No, no, no”, le dije. “Quiero invertir en lo que tú estás invirtiendo. Vamos. Tú sabes hace cuánto tiempo los he conocido a ambos. Yo sé que tú siempre tienes algo en que estás trabajando o en que estás invirtiendo. No quiero ir con un corredor de bolsa. Quiero estar en algún negocio con ustedes.”

La habitación quedó en silencio mientras esperaba que mi padre rico o Mike respondieran. El silencio se convirtió en tensión.

“¿Dije algo malo?”, pregunté finalmente.

“No”, dijo Mike. “Papá y yo hemos estado invirtiendo en un par de nuevos proyectos que son emocionantes, pero creo que es mejor que llames primero a uno de nuestros corredores de bolsa y comiences invirtiendo con él.”

Nuevamente se produjo un silencio, interrumpido únicamente por el sonido de los platos y vasos que la sirvienta retiraba de la mesa. Connie, la esposa de Mike, se disculpó y se llevó al bebé a otra habitación.

“No comprendo”, dije. Dirigiéndome más a mi padre rico que a Mike, continué: “Todos estos años he trabajado al lado de ustedes construyendo sus negocios. Lo he hecho por casi nada. Fui a la universidad como tú me aconsejaste y peleé por mi país tal y como dijiste que debía hacer un joven. Ahora que soy lo suficientemente grande y que finalmente tengo unos cuantos dólares para invertir, parecen dudar cuando digo que quiero invertir en lo que ustedes invierten. No comprendo. ¿Por qué el rechazo? ¿Están tratando de despreciarme o alejarme? ¿No quieren que sea rico como ustedes?”

“No se trata de un rechazo”, respondió Mike. “Y nosotros nunca te despreciaríamos, ni desearíamos que no obtuvieras una gran riqueza. Es que las cosas son diferentes ahora.”

Mi padre rico asintió con la cabeza, lenta y silenciosamente.

“Nos gustaría que invirtieras en lo que nosotros invertimos”, dijo finalmente mi padre rico, “pero eso sería contra la ley”.

“¿Contra la ley?”, repetí con incredulidad. “¿Están ustedes haciendo algo ilegal?”

“No, no”, dijo mi padre mientras se reía. “Nosotros nunca haríamos algo ilegal. Es demasiado fácil volverse rico legalmente como para arriesgarse a ir a la cárcel por algo ilegal.”

“Y es porque deseamos mantenernos en el lado correcto de la ley que decimos que sería ilegal que invirtieras con nosotros”, dijo Mike.

“No es ilegal para Mike y para mí invertir en lo que invertimos. Pero sería ilegal para ti”, trató de resumir mi padre.

“¿Por qué?”, pregunté.

“Porque no eres rico”, dijo Mike, con voz suave y amable. “Aquello en lo que invertimos es sólo para gente rica.”

Las palabras de Mike me llegaron directamente. Dado que él era mi mejor amigo, yo sabía que le era difícil decirme esas palabras. Y aunque las dijo de manera tan suave como le fue posible, aun así me hirieron como un cuchillo en el corazón. Yo comenzaba a sentir qué tan grande era la brecha financiera entre nosotros. Aunque su padre y mi padre comenzaron sin nada, él y su padre habían logrado una gran riqueza. Mi padre y yo todavía estábamos “del otro lado de las vías”, como reza el dicho. Yo podía sentir que esa gran casa con la adorable playa de arenas blancas estaba todavía muy lejos de mi alcance y que la distancia se medía en más que sólo millas. Me recliné en mi silla y crucé mis brazos en posición meditabunda mientras repasaba nuestras vidas. Ambos teníamos 25 años de edad, pero en muchos sentidos Mike me llevaba 25 años de ventaja desde el punto de vista financiero. Mi propio padre había sido despedido de su empleo gubernamental y estaba comenzando otra vez desde el principio, a los 52 años de edad. Yo todavía no comenzaba.

“¿Estás bien?”, me preguntó amablemente mi padre rico.

“Sí, estoy bien”, respondí, haciendo mi mejor esfuerzo para ocultar el dolor que me producía sentirme apenado por mí mismo y por mi familia. “Sólo estoy pensando profundamente y mirando mi interior”, dije esbozando una sonrisa valiente.

La habitación estaba en silencio mientras escuchábamos el romper de las olas y la brisa fresca que soplaba por esa bella casa. Mike, mi padre rico y yo nos sentamos allí mientras yo digería el mensaje y su realidad.

“Así que yo no puedo invertir con ustedes porque no soy rico”, dije finalmente cuando salí de mi trance. “¿Y si yo invirtiera en lo que ustedes invierten, sería contra la ley?”

Mi padre rico y Mike asintieron. “En algunos casos”, agregó Mike. “¿Y quién hizo esa ley?”, pregunté.

“El gobierno federal”, respondió Mike.

“La SEC”, dijo mi padre rico.

“¿La SEC?”, pregunté. “¿Qué es la SEC?”

“La Comisión de Valores y Transacciones*”, respondió mi padre rico, “fue creada en 1930 bajo la dirección de Joseph Kennedy, el padre de nuestro finado presidente John Kennedy”.

“¿Por qué fue creada?”, pregunté.

Mi padre rico rió. “Fue creada para proteger al público de los negociantes, hombres de negocios, corredores e inversionistas sin escrúpulos.”

“¿Por qué te ríes?”, le pregunté. “Eso parece algo bueno.”

“Sí, es algo muy bueno”, dijo mi padre rico, todavía con una risa furtiva. “Antes del crack de la bolsa de 1929, muchas inversiones oscuras, dudosas o fraudulentas fueron vendidas al público. Se dijeron muchas mentiras y se difundió mucha desinformación. Así que se integró la SEC para ejercer vigilancia. Se trata de la agencia que ayuda a hacer las reglas, así como a hacerlas cumplir. Desempeña un papel muy importante. Sin la SEC, habría caos.”

“¿Entonces por qué te ríes?”, insistí.

“Porque aunque protege al público de las malas inversiones, también impide que el público tenga acceso a las mejores inversiones”, respondió mi padre rico, con un tono de voz más serio.

“Así que si la SEC protege al público de las peores inversiones y de las mejores inversiones, ¿en qué invierte el público?”, pregunté.

“En inversiones saneadas”, respondió mi padre rico. “Inversiones que siguen los lineamientos de la SEC.”

“Bien, ¿y qué hay de malo en eso?”, pregunté.

“Nada”, dijo mi padre rico. “Creo que es una buena idea. Debemos tener reglas y hacer cumplir las reglas. La SEC se encarga de ello.”

“¿Pero por qué te reías?”, pregunté. “Te he conocido por muchos años y sé que no has dicho algo que provoca que te rías.”

“Ya te lo he dicho”, dijo mi padre rico. “Me reí porque al proteger al público de las malas inversiones, la SEC también impide que el público tenga acceso a las mejores inversiones.”

“¿Y ésa es una de las razones por las que los ricos se vuelven más ricos?”, pregunté dudoso.

“Lo comprendiste”, dijo mi padre rico. “Me reí porque veo la ironía en la imagen global. Las personas invierten porque quieren volverse ricas. Pero dado que no son ricas, no se les permite invertir en las inversiones que podrían volverlas ricas. Solamente si eres rico puedes invertir en las inversiones de los ricos. Así que los ricos se vuelven más ricos. Eso me parece irónico.”

“¿Pero por qué se hace de esta manera?”, pregunté. “¿Es para proteger a los pobres y a la clase media de los ricos?”

“No, no necesariamente”, respondió Mike. “Pienso que es para proteger a los pobres y a la clase media de sí mismos.”

“¿Por qué dices eso?”, pregunté.

“Porque hay más negocios malos que buenos. Si una persona no está consciente, todos los negocios —buenos y malos— le parecerán iguales. Se necesita mucha educación y experiencia para distinguir las inversiones más sofisticadas y clasificarlas en buenas y malas. Ser sofisticado significa que tú tienes la capacidad de saber qué hace que una inversión sea buena y las otras sean peligrosas. Y la mayoría de la gente simplemente no tiene esa educación y experiencia”, dijo mi padre rico. “Mike, ¿por qué no traes el negocio más reciente que estamos considerando?”

Mike se levantó de la mesa, fue a su oficina y regresó con una carpeta de tres argollas de cerca de cinco centímetros de espesor, llena de páginas, imágenes, gráficas y mapas.

“Éste es un ejemplo de algo en que consideraríamos invertir”, dijo Mike mientras se sentaba. “Se le conoce como un valor no-registrado o extrabursátil. Esta inversión en particular es llamada en ocasiones un prospecto privado de colocación.”

Mi mente quedó en blanco mientras Mike pasaba las páginas y me mostraba las gráficas, tablas, mapas y páginas de texto escrito que describían los riesgos y recompensas de la inversión. Me sentí mareado mientras Mike me explicaba qué estaba buscando y por qué pensaba que ésa era una gran oportunidad de inversión.

Mi padre rico, al advertir mi desazón ante la sobrecarga de información nueva, detuvo a Mike y dijo: “Esto es lo que yo quería que Robert viera.”

Mi padre rico señaló entonces un pequeño párrafo en la parte inicial del libro que decía: “Exenciones de la Ley de Valores de 1933.”

“Esto es lo que quiero que comprendas”, dijo.

Me incliné para leer la letra menuda que su dedo señalaba. El texto decía:

Esta es una inversión exclusiva para inversionistas acreditados. Se acepta generalmente que un inversionista acreditado es alguien que:

• Tiene un patrimonio neto de un millón de dólares o más, o

• Tiene un ingreso anual de 200 mil dólares o más en los años más recientes (ó 300 mil dólares de manera conjunta con su cónyuge) y que tiene la expectativa razonable de alcanzar el mismo nivel de ingreso este año.

Me recliné contra mi asiento y dije: “Ésta es la razón por la que no puedo invertir en lo que ustedes invierten. Esta inversión es sólo para gente rica.”

“O para personas con altos ingresos”, dijo Mike.

“No solamente son difíciles los lineamientos, sino que la cantidad mínima que puedes invertir en este negocio es de 35 mil dólares. Eso es lo que cuesta cada ‘unidad’ de inversión, como se le llama.”

“¡35 mil dólares!, dije luego de pasar saliva. “Esa es una gran cantidad de dinero y un riesgo muy grande. ¿Quieres decir que es lo menos que una persona puede invertir en este negocio?”

Mi padre rico asintió. “¿Cuánto te paga el gobierno como piloto del Cuerpo de Marines?”

“Yo estaba ganando cerca de 12 mil dólares al año por pago de vuelo y pago de combate en Vietnam. No sé realmente cuánto me pagarán ahora aquí, estacionado en Hawai. Quizá obtenga un pago por costo de vida, pero seguramente no será mucho, y estoy seguro de que no cubrirá el costo de vivir en Hawai.”

“Así que el hecho de que hayas ahorrado esos 3 mil dólares fue realmente un logro”, dijo mi padre rico, haciendo su mejor esfuerzo por animarme. “Has ahorrado casi 25 por ciento de tu ingreso bruto.”

Asentí, aunque en silencio me di cuenta cuán lejos estaba de convertirme en un inversionista acreditado. Me di cuenta de que incluso si me convertía en un general en el Cuerpo de Marines, probablemente no ganaría suficiente dinero para ser considerado un inversionista acreditado. Ni siquiera el presidente de Estados Unidos, a menos de que fuera rico de antemano, podía calificar con base únicamente en su sueldo.

“¿Entonces qué debo hacer?”, pregunté finalmente. “¿Por qué simplemente no les entrego mis 3 mil dólares y ustedes lo combinan con su dinero y dividimos las utilidades cuando el negocio dé rendimientos?”

“Podríamos hacer eso”, dijo mi padre rico. “Pero yo no lo recomendaría. No para ti, en cualquier caso.”

“¿Por qué?”, pregunté. “¿Por qué no para mí?”

“Tú ya tienes una buena base de educación financiera. Así que puedes ir más lejos que sólo ser un inversionista acreditado. Si lo deseas, podrías convertirte en un inversionista sofisticado. Entonces encontrarías una riqueza que iría más allá de tus sueños más ambiciosos.”

“¿Inversionista acreditado? ¿Inversionista sofisticado? ¿Cuál es la diferencia?”, pregunté, sintiendo una chispa de esperanza.

“Buena pregunta”, dijo Mike con una sonrisa, al sentir que su amigo estaba superando la depresión.

“Un inversionista acreditado es por definición alguien que califica porque tiene dinero. Por eso se le llama frecuentemente inversionista calificado”, explicó mi padre rico. “Pero el dinero por sí solo no te hace calificar como inversionista sofisticado.”

“¿Cuál es la diferencia?”, pregunté.

“Bien, ¿viste los titulares del periódico de ayer acerca de la estrella de cine de Hollywood que perdió millones en una estafa de inversión?”, preguntó mi padre rico.

Asentí con la cabeza y dije: “Sí, los vi. No sólo perdió millones, sino que además tuvo que pagar a la oficina de impuestos por los ingresos no gravados que dedicó al negocio.”

“Bien, ese es un ejemplo de un inversionista acreditado o calificado”, continuó mi padre rico. “Pero el solo hecho de que tienes dinero no significa que eres un inversionista sofisticado. Por eso escuchamos a menudo que tantas personas de altos ingresos como doctores, abogados, estrellas de rock y atletas profesionales pierden dinero en inversiones que no son sólidas. Tienen dinero pero carecen de sofisticación. Tienen dinero pero no saben cómo invertirlo de manera segura para obtener grandes utilidades. Todos los negocios les parecen iguales. No pueden distinguir una inversión buena de una mala. La gente como ellos debe quedarse en las inversiones saneadas o contratar a un administrador financiero profesional en quien confíen para invertir en su nombre.”

“¿Cuál es tu definición de un inversionista sofisticado?”, pregunté.

“Un inversionista sofisticado conoce las tres ‘E’,” dijo mi padre rico.

“Las tres ‘E’”, repetí. “¿Qué son las tres ‘E’?”

Mi padre rico dio la vuelta al prospecto privado de colocación que estábamos viendo y escribió lo siguiente al reverso de una de las páginas:

1. Educación

2. Experiencia

3. Excedente de efectivo

“Esas son las tres ‘E’,” dijo al levantar la vista de la página. “Si logras esos tres elementos, te convertirás en un inversionista sofisticado.”

Al mirar los tres elementos, dije: “Así que la estrella de cine tenía excedente de efectivo, pero carecía de los dos primeros elementos.”

Mi padre rico asintió. “Y existen muchas personas con la educación correcta pero que carecen de experiencia, y sin experiencia en la vida real, frecuentemente carecen del excedente de efectivo.”

“La gente dice a menudo: ‘Lo sé’, cuando les explicas las cosas, pero ellos no hacen lo que saben”, agregó Mike. “Nuestro banquero siempre dice: ‘Lo sé’ en relación con lo que mi padre y yo hacemos, pero por alguna razón, él no hace lo que dice que sabe.”

“Y por eso tu banquero carece de excedente de efectivo”, dije. Mi padre rico y Mike asintieron.

La habitación quedó en silencio nuevamente cuando terminó nuestra conversación. Los tres nos hundimos en nuestros pensamientos privados. Mi padre rico hizo una seña a la sirvienta para que sirviera más café, y Mike comenzó a guardar la carpeta de argollas. Me senté con los brazos cruzados, mirando el azul intenso del Océano Pacífico desde la bella casa de Mike y contemplando la nueva dirección en mi vida. Yo había terminado mi educación superior como habían deseado mis padres, mis deberes militares terminarían pronto y entonces quedaría en libertad de escoger el mejor camino para mí.

“¿En qué piensas?”, preguntó mi padre rico, mientras bebía su taza de café.

“Estoy pensando en qué quiero convertirme ahora que he crecido”, respondí.

“¿Y qué es?”, preguntó Mike.

“Estoy pensando en que quizá deba convertirme en un inversionista sofisticado”, respondí en voz baja. “Lo que sea que eso signifique.”

“Esa sería una sabia decisión”, dijo mi padre rico. “Has tenido un buen inicio, la base de una educación financiera. Ahora es tiempo de que obtengas alguna experiencia.”

“¿Y cómo sabré cuándo tengo suficiente de ambos elementos?”, pregunté. “Cuando tengas excedente de efectivo”, sonrió mi padre rico.

Con eso, los tres reímos y levantamos nuestros vasos de agua para brindar. “Por el excedente de efectivo.”

Mi padre rico brindó entonces: “Y por ser un inversionista sofisticado.”

“Por ser un inversionista sofisticado y por el excedente de efectivo”, repetí nuevamente en silencio para mis adentros. Me gustó el sonido de esas palabras en mi mente.

El conductor de la limusina de Mike me llevó de vuelta a la residencia de oficiales solteros, donde pensé qué iba a hacer por el resto de mi vida. Yo era un adulto y había cumplido las expectativas de mis padres, como obtener una educación universitaria y servir a mi país durante tiempos de guerra. Ahora era el momento en que yo decidiría lo que quería hacer por mí mismo. La idea de estudiar para convertirme en un inversionista sofisticado me agradaba. Podría continuar mi educación con mi padre rico y obtener la experiencia que yo necesitaba. Esta vez mi padre rico me guiaría como adulto.

Veinte años después

Hacia 1993 la riqueza de mi padre rico fue dividida entre sus hijos, sus nietos y sus futuros descendientes. Sus herederos no tendrían que preocuparse por dinero durante los próximos 100 años, aproximadamente. Mike recibió los activos del negocio y ha hecho un magnífico trabajo para hacer crecer el monto del imperio financiero de mi padre rico, un imperio financiero que éste había construido de la nada. Yo lo vi comenzar y crecer durante mi vida.

Me tardé 20 años en lograr lo que consideré que debía hacer en 10. Hay algo de verdad en el dicho de que: “El primer millón es el más difícil.”

En retrospectiva, ganar un millón de dólares no fue tan difícil. Fue conservar el millón y hacer que trabajara para mí, lo que descubrí que era difícil. Sin embargo, pude retirarme en 1994 a la edad de 47 años, con libertad financiera y suficiente dinero para disfrutar de la vida.

Sin embargo, no fue el retiro lo que encontré emocionante, sino el hecho de ser finalmente capaz de invertir como un inversionista sofisticado. Invertir con Mike y mi padre rico fue una meta que valió la pena lograr. Ese día de 1973, cuando Mike y mi padre rico dijeron que yo no era lo suficientemente rico para invertir con ellos, constituyó un parteaguas en mi vida, y fue el día en que fijé la meta de convertirme en un inversionista sofisticado.

La siguiente es una lista de algunas de las inversiones que realizan los inversionistas acreditados y los sofisticados:

1. Colocaciones privadas

2. Sindicación de bienes raíces y sociedades de responsabilidad limitada

3. Preofertas públicas primarias (de valores)

4. Ofertas púb

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