El pediatra en tu casa

Martín Gruenberg

Fragmento

Corporativa

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PRÓLOGO
Leer a Martín es como escucharlo en el consultorio

Tenemos el privilegio de ser pacientes de Martín desde antes de que naciera nuestra hija mayor. Éramos padres primerizos, es decir, padres ansiosos y asustadizos. Por recomendación del obstetra, a los ocho meses de embarazo hicimos una consulta prenatal. Una ecografía había mostrado una dilatación de la pelvis renal de la nena. Entonces, nos pusimos a buscar en internet y todo lo que leíamos era catastrófico. Tan inquietos estábamos que adelantamos el turno para poder calmar nuestros miedos.

Cuando llegamos a la consulta y pudimos hablar del tema, Martín nos hizo sentir contenidos. Tanto, que enseguida los dos pensamos: ¡Él va a ser nuestro pediatra! Después descubrimos su página —Pediatradefamilia— y vimos que nos permitía buscar información antes de llamarlo. Resultó que la mayor parte de las veces nuestras dudas se despejaban y evitábamos así una consulta innecesaria.

Leer a Martín es como escucharlo en el consultorio. Sus palabras son siempre tranquilizadoras. Regalamos su primer libro, ¡Vamos a dormir!, a todos nuestros amigos que habían tenido familia y, ahora, compartimos pediatra con la mayoría de ellos. Este nuevo libro contiene el top ten de los problemas pediátricos. Y junto con el anterior son, sin duda, “el dúo dinámico” de las respuestas a esos problemas. En casa ya tienen un lugar en nuestra mesita de luz.

Mariela y Santiago,

papás de Jazmín (17), Micaela (14) y Simón (10)

Nota del autor: Me considero un privilegiado. Estoy bendecido por todas las familias que me eligieron para que los acompañara en la intensa, difícil y maravillosa tarea de la maternidad y la paternidad.

PREFACIO
La importancia de preguntar

Me gusta mucho leer. Cada vez que un libro o una revista llegan a mis manos, siento la imperiosa necesidad de sumergirme en ellos. Sin embargo, sé que no a todo el mundo le pasa lo mismo. Hay personas que buscan específicamente algo puntual sin sentirse empujadas, como en mi caso, a ir más allá de ahí. Sabiendo esto, escribí mi primer libro: ¡Vamos a dormir!, de manera que pudiera ser leído de dos modos distintos. Aquellos padres que quieran saber, por ejemplo, por qué su hijo duerme mal, pueden encontrar el diagnóstico y la solución buscando la edad y una consulta parecida. Y los que además de saber el motivo estén interesados en conocer de qué modo prevenir otros problemas o cómo es la maduración en cada etapa del crecimiento, pueden leerlo completo, etapa por etapa.

Este libro, en cambio, lo escribí pensando en quienes buscan en internet la solución a un problema y solo encuentran… mayor angustia y preocupación.

Mucha gente se sorprende cuando va al médico por una consulta puntual (un dolor de garganta, por ejemplo) y él les pregunta acerca de las enfermedades en la familia (¿Qué tiene que ver mi tía Graciela con que me duela la garganta?), los síntomas previos al dolor (¿No puede revisarme, decirme qué tengo, darme un remedio y ya?), si tiene mascotas o estuvo en contacto con animales (¿Debí haber traído a mi gata Felisa?), o si se fue de viaje últimamente. Después de eso, el médico no solo revisa el órgano en cuestión (la garganta), sino aquellos órganos y sistemas que podrían estar asociados a la molestia o ser asiento de complicaciones. Por ejemplo, un dolor de garganta podría estar indicando la incubación de una enfermedad eruptiva (deben revisarse muy bien los ganglios detrás de las orejas y de la nuca, y la piel), o una angina bacteriana (hay que buscar placas en la garganta y ganglios debajo del maxilar y a los lados del cuello) o una mononucleosis (una inflamación en el hígado y el bazo).

Ahora bien, si para un síntoma tan común hay que seguir todos estos pasos, ¡imagínense lo que se deberá hacer ante síntomas más complejos! Quiere decir que a un diagnóstico difícilmente se llegue navegando por internet, y solo es capaz de realizarlo un profesional capacitado en un ambiente médico adecuado. Por eso es importante destacar que no pretendemos reemplazar la consulta médica ni al pediatra de cabecera. Preguntar y cuestionar son actitudes positivas de los padres cuando creen que necesitan una segunda opinión, y este libro es la herramienta ideal para despejar esas dudas.

He incluido las consultas que con mayor frecuencia me hicieron en el consultorio a lo largo de casi treinta años de dedicación a la pediatría ambulatoria. Afortunadamente, la mayoría de los problemas en la infancia se resuelve de modo sencillo y sin complicaciones, por eso los padres encontrarán en su lectura mucha tranquilidad y contención. Preguntar siempre genera serenidad, y cuando los padres se sienten tranquilos y seguros, pueden contener y acompañar mejor a sus hijos.

CAPÍTULO 1
Preparándonos para la llegada del bebé

La llegada del bebé no debería tomarlos por sorpresa. Lentamente pueden ir comprando todo lo necesario para armar su habitación: la cunita, el cambiador, los elementos para la higiene, los pañales, la ropita, etcétera. Pero, además, la consulta prenatal con el pediatra es muy importante no solo para poder elegir un profesional que coincida con las creencias y costumbres de la familia, sino para tener un referente de confianza por si existiera algún problema durante la internación luego del parto.

1) ¿Cómo elegimos al pediatra?

El pediatra los acompañará durante el crecimiento de sus hijos, guiándolos, asesorándolos, previniendo enfermedades, y tratará de contenerlos y acompañarlos en caso de que se presentase alguna enfermedad. Por eso es fundamental que confíen y que se sientan contenidos por él.

La mayoría de los padres dicen “mi pediatra” y no “el pediatra de mi hijo”, y por este motivo yo me considero un pediatra de familia. No porque vaya a tratar a toda la familia, sino porque es imposible separar la salud del niño de la salud de la familia, y la salud de la familia de la de la sociedad donde se encuentra inserta.

Les recomiendo que entrevisten a varios pediatras antes del nacimiento de su hijo, así conocerán su formación, su disponibilidad horaria, su manera de trabajo, y lo más importante: registren cómo se sintieron durante la consulta. Si tuvieron “química” o “feeling”, lo que médicamente se llama “rapport”.

El rapport se produce cuando dos o más personas sienten que están en “sintonía” psicológica y emocionalmente. Sienten empatía porque se relacionan bien entre sí. El rapport se establece de manera bidireccional: el médico debe cumplir correctamente su función, pero también es importante que el paciente respete las indicaciones, y en caso de existir dudas, debe haber un espacio para poder discutirlas.

Las opiniones del médico no son dogmas indiscutibles. Debe haber tiempo y espacio para discutir las decisiones y disipar las dudas.

Quién nos puede recomendar un pediatra

  • El obstetra, que trabaja en el hospital o la maternidad junto a los neonatólogos y pediatras y los ve interactuar con los pacientes y las familias.
  • El médico clínico, generalista o médico de familia. Si confían en el médico de cabecera, quien les transmite tranquilidad con su forma de trabajar, seguramente podrá recomendarles a un pediatra con quien también se sientan cómodos.
  • Una amiga cercana o familiar que tenga una buena experiencia con su pediatra.

Los médicos recomendarán de acuerdo a la formación y el conocimiento, las amigas valorarán más su parte humana, la facilidad para explicar y traducir el lenguaje médico, y su capacidad de contención.

Encontrar pediatra es importantísimo. Incluso puede ser necesario tener muchas entrevistas antes de elegir al indicado.

Preguntas para la consulta prenatal

La disponibilidad del pediatra en el consultorio es muy importante porque los bebés no eligen cuándo enfermarse. Existen pediatras que atienden uno o dos días por semana en su consultorio y el resto de los días trabajan en un hospital donde no están accesibles.

Averigüen si responde consultas telefónicas o por mail, si tiene un equipo para recurrir en casos de urgencia, si hace visitas a domicilio o seguimiento en internación. También es importante saber con qué centro médico trabaja en caso de una urgencia o de necesitar estudios u observación.

Con estas preguntas pueden ir haciéndose una idea del grado de compatibilidad que existe con el pediatra, y si en la consulta se sintieron cómodos y contenidos, entonces este es el “doctor correcto” para ustedes.

2) ¿Pediatra o médico de familia?

El pediatra es el médico de cabecera de bebés, niños y adolescentes. El único motivo válido por el cual un niño deba ser atendido por un médico de familia o médico generalista es que no haya acceso a un pediatra.

Existen sistemas médicos que, con el fin de ahorrar costos, atienden a todos los pacientes con médicos de familia, quienes luego derivan a un especialista para resolver problemas específicos. ¿Por qué está mal esto? Luego de recibirse de médico, el pediatra realizó una residencia de tres a cuatro años atendiendo exclusivamente a bebés, niños y adolescentes. El pediatra trabajó mucho tiempo en neonatología, consultorio de niño sano, internación general, terapia intensiva y rotación por especialidades, lo cual le dio un profundo conocimiento y mucha experiencia sobre las enfermedades pediátricas, mientras que el médico de familia debió rotar por todas las especialidades (incluyendo las pediátricas) muy poco tiempo en cada una. Tiene una idea vaga y general de todas las enfermedades, pero menor experiencia.

En la publicación Archivos Argentinos de Pediatría el doctor Emilio Boggiano afirma que: “El médico pediatra es indudablemente el médico de cabecera de niños y adolescentes. La pregunta de quién tiene que atender a un niño o adolescente tiene una sola respuesta: los pediatras. Tenemos la educación continua, desde las residencias, concurrencias, congresos, cursos a distancia y certificación. ¿Por qué quitarles a los niños —que son los que más han sufrido el subdesarrollo, la mortalidad, la desnutrición y la exclusión— un bien que vienen recibiendo?”.

3) ¿Qué tengo que comprar antes de la llegada de mi bebé?

El embarazo dura nueve meses, por lo que el nacimiento del bebé no debería tomarte por sorpresa. Luego del nacimiento al bebé habrá que alimentarlo, cambiarle los pañales, abrigarlo, limpiarlo; además, viajará en auto, andará por la calle y dormirá en una cuna o catre. Como mínimo debés estar preparada para afrontar estas situaciones.

Con respecto a la alimentación, mi deseo es que todos los bebés puedan recibir el mayor regalo de la naturaleza: la lactancia materna. Y no hay por qué pensar que vos no vas a poder. No es necesario comprar mamaderas, esterilizadores, fórmulas lácteas, etcétera.

Si existe un bebé recién nacido y una mamá con deseos de cuidar y alimentar a su bebé con pecho exclusivo, tenemos casi asegurada la lactancia materna.

Cosas importantes

  • Ropa: es muy común que los bebés regurgiten o la caquita se les pase del pañal ensuciando mucha ropa. Por eso tenés que tener varias mudas completas: body, pantalón largo, saquito, gorrita, medias (todo de algodón) y una frazadita o sobre de abrigo. Telas para colocar sobre el hombro para hacer el provecho (también llamadas babitas).
  • Pañales: una bolsa de pañales de recién nacido de buena marca. Algodón y óleo calcáreo para limpiar la cola. La piel de los bebés se irrita fácilmente con el agua y los perfumes. Las toallitas húmedas (wipes) con agua o perfume también irritan la cola del bebé. Podés comprar unas toallitas especiales para recién nacidos que contienen óleo calcáreo.

El cordón umbilical debe limpiarse con una gasa embebida en alcohol. Importante: ¡Nunca dejar la gasa con alcohol alrededor del ombligo porque el alcohol se absorbe a través de la piel y el bebé puede sufrir una intoxicación muy grave!

  • Transporte: el 80% de los recién nacidos viajan de la maternidad a casa de manera insegura. Cuando el bebé viaja en auto debe estar en una sillita especial para recién nacidos, en el asiento de atrás mirando hacia atrás ¡desde la primera salida! En la calle debe andar en el carro, acostado o levemente reclinado, mirando hacia la mamá.
  • Sueño: desde la llegada de la maternidad el bebé debe dormir en su cuna al lado de la mamá para que tenga libre contacto con ella y acceso más directo al pecho posible. El colecho (compartir la cama de los padres con el bebé) es un factor de riesgo de muerte súbita; existe un colecho seguro si se siguen las dieciocho recomendaciones de la OMS, UNICEF y la Academia Americana de Pediatría. Averiguá acerca de las cunas para colecho, que son un recurso seguro para tener el mayor contacto directo con el bebé.

Salvo la cuna o el catre, el día del parto tenés que llevar a la maternidad todo lo que acabamos de enumerar.

4) Tenemos una mascota. ¿Hay que prepararla para la llegada del bebé?

Definitivamente sí. La Argentina es el país de América Latina con mayor cantidad de mascotas. El 78% de los hogares argentinos tiene una mascota (más frecuentemente perros) seguido por Chile (71%), México (54%), Brasil (44%) y Colombia (35%).

La llegada de un bebé genera un movimiento en la dinámica familiar que puede alterar a las mascotas, por lo que les recomiendo que hablen este tema con el veterinario. En primer lugar, deben consultarle acerca de las vacunas y si es necesario desparasitarlo.

Es importante también que les diga especialmente qué cosas deben hacer para que la mascota no se sienta desplazada y demuestre hostilidad hacia el recién nacido. Por ejemplo, si el perro o el gato dormían en la cama de ustedes y ahora, por la llegada del bebé, no pueden hacerlo, ¡es probable que no se sienta muy feliz!

Otro problema que generan las mascotas son las alergias producidas por los pelos, la saliva y la descamación. No permitan que duerman en el mismo lugar donde luego va a estar el recién nacido, de esta manera el bebé recibirá la menor cantidad posible de alérgenos.

La llegada al hogar con el recién nacido puede generar miedo, ansiedad y angustia. Tener todo preparado, la primera visita al pediatra programada y la ayuda de alguien cercano (familiar, amigo, puericultora, especialista en crianza) les dará mucha tranquilidad y podrán concentrarse exclusivamente en conocer, contener y cuidar a su bebé.

CAPÍTULO 2
Lactancia materna

La lactancia materna es un milagro de la naturaleza. Es uno de los puntos más altos en la evolución de las especies, que solo los mamíferos han conseguido. Cuando observamos a una madre (de la especie que sea) amamantando a sus cachorros, no podemos dejar de sorprendernos por la entrega, el amor, el cuidado y el esmero que le dedica a la tarea. En su mirada podemos ver que es consciente de la importancia que esta alimentación tiene para la supervivencia y el bienestar de sus crías y, al mismo tiempo, se da cuenta de que ella misma crece como mamá.
Los humanos compartimos este privilegio, pero pareciera ser que la lactancia nos resulta más difícil y menos natural que al resto de las especies. Las inseguridades, la falta de contención y de acompañamiento son, en mi experiencia, la principal causa de esas dificultades.
Saber de qué modo responder a las demandas del bebé y hacer que se calme y mire a su madre a los ojos con amor y tranquilidad es el comienzo de una relación única. Este capítulo tiene como finalidad que los padres se conecten emocionalmente con su bebé para que puedan descifrar y aportarle todo lo que necesita para crecer y desarrollarse.

5) ¿Cómo puedo asegurarme una lactancia exitosa?

Nadie puede asegurarte una lactancia exitosa, pero tené en cuenta que los siguientes son los tres requisitos imprescindibles que deben estar presentes: las hormonas del embarazo, un bebé que va a estimular el pecho y los deseos de dar de mamar.

Mis pacientes han tenido una lactancia exclusiva de 90% a los tres meses y de 80% a los seis (las madres que retomaron el trabajo debieron complementar con fórmula) gracias a un modelo de estímulo que diseñé y que consta de cuatro puntos:

  • Consulta prenatal con el pediatra.
  • Consulta con una puericultora o especialista en lactancia.
  • Visita de una puericultora, especialista en lactancia o el pediatra a la maternidad luego del nacimiento.
  • Visitas ilimitadas o posibilidad de contacto telefónico con el pediatra o la puericultora hasta que la lactancia esté establecida.

Luego del parto, y durante los primeros días de vida del bebé, la madre suele encontrarse muy abrumada. Por este motivo, y basándome en la experiencia de acompañar a miles de madres en esta situación, me focalizo en dar una respuesta sencilla a cada uno de los tres interrogantes más frecuentes que se producen luego del parto.

  • ¿Cada cuánto dar el pecho?
  • ¿Cuánto tiempo dar el pecho?
  • ¿Cuánto tiempo puede estar el bebé sin tomar el pecho?

La respuesta a estos interrogantes cubre la mayoría de las dudas de los padres y demandas del recién nacido durante los primeros días de vida.

¿Cada cuánto dar el pecho?

Hasta que la lactancia esté bien establecida y tu bebé aumente de peso, debés ofrecerle el pecho lo más seguido y el mayor tiempo posible. Cuantas más veces y más tiempo el recién nacido esté al pecho, más rápido bajará la leche, más rápido aumentará de peso, más rápido estará satisfecho, más rápido dormirá y más rápido dormirán los padres. Hasta que constates que tu bebé está creciendo bien, tenés que darle el pecho lo más seguido posible; como mínimo, quince a veinte minutos de cada pecho, cada dos o dos horas y media.

¿Cuánto tiempo dar el pecho?

Durante los primeros diez minutos de amamantar sale una leche inmadura que contiene menos de 2% de grasa. Luego de los diez minutos comienza a formarse más grasa, y a los quince minutos la leche materna tiene hasta 8% de grasa, responsable del aumento de peso del bebé y generador de saciedad. Por este motivo se debe dar quince minutos como mínimo del primer pecho. Si luego de quince a veinte mi

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