Apocalipsis y libro de Job

Anónimo

Fragmento

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Apocalipsis de San Juan

Capítulo 1

1Revelación de Jesucristo, que Dios le encargó mostrar a sus siervos acerca de lo que tiene que suceder pronto. La dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan, 2el cual fue testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo de todo cuanto vio. 3Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca.

4Juan a las siete iglesias de Asia:

Gracia y paz a vosotros

de parte del que es, el que era y ha de venir;

de parte de los siete Espíritus que están ante su Trono;

5y de parte de Jesucristo,

el testigo fiel,

el primogénito de entre los muertos,

el príncipe de los reyes de la tierra.

Al que nos ama,

y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre,

6y nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre.

A él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

7Mirad: viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron. Por él se lamentarán todos los pueblos de la tierra.

Sí, amén.

8Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y ha de venir, el todopoderoso».

9Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. 10El día del Señor fui arrebatado en espíritu y escuché detrás de mí una voz potente como de trompeta 11que decía: «Lo que estás viendo, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias, a Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea». 12Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro, 13y en medio de los candelabros como un Hijo de hombre, vestido de una túnica talar, y ceñido el pecho con un cinturón de oro. 14Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve, y sus ojos como llama de fuego. 15Sus pies eran semejantes al bronce bruñido incandescente en el crisol; y su voz como rumor de muchas aguas. 16Tenía en su mano derecha siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de doble filo; su rostro era como el sol cuando brilla en su apogeo. 17Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, diciéndome: «No temas; yo soy el Primero y el Último, 18el Viviente; estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. 19Escribe, pues, lo que estás viendo: lo que es y lo que ha de suceder después de esto. 20En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi derecha, y los siete candelabros de oro, las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias; y los siete candelabros que has visto son las siete iglesias».

Capítulo 2

1Escribe al ángel de la Iglesia en Éfeso: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su derecha, el que camina en medio de los siete candelabros de oro. 2Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos. 3Tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. 4Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero. 5Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras primeras. Si no, vendré a ti y removeré tu candelabro, si no te conviertes. 6Con todo, tienes esto a favor: que aborreces las obras de los nicolaítas, que yo también aborrezco. 7El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.

8Escribe al ángel de la Iglesia en Esmirna: Esto dice el Primero y el Último, el que estuvo muerto y ha vuelto a la vida. 9Conozco tu tribulación y tu pobreza —aunque eres rico— y las calumnias de los que se llaman judíos pero que no son sino sinagoga de Satanás. 10No tengas miedo de lo que vas a padecer. Mira, el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida. 11El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda.

12Escribe al ángel de la Iglesia en Pérgamo: Esto dice el que tiene la espada aguda de doble filo. 13Sé que habitas donde está el trono de Satanás; pero mantienes mi nombre y no has renegado de mi fe ni siquiera en los días de Antipas, mi testigo fiel, a quien han dado muerte entre vosotros, ahí donde Satanás habita. 14Pero tengo algo contra ti: tienes ahí a los que profesan la enseñanza de Balaán, el que enseñó a Balac a poner tropiezos a los hijos de Israel, a comer de lo sacrificado a los ídolos y a fornicar. 15De la misma manera también tú tienes a los que profesan igualmente la doctrina de los nicolaítas.16Conviértete, pues; si no, vendré pronto a ti y combatiré contra ellos con la espada de mi boca. 17El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré el maná escondido, y una piedrecita blanca, y escrito en ella un nombre nuevo, que nadie conoce sino aquel que lo recibe.

18Escribe al ángel de la Iglesia en Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene sus ojos como llama de fuego y sus pies como bronce bruñido. 19Conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio, tu perseverancia, que tus obras últimas son mejores que las primeras. 20Pero tengo contra ti que permites a esa mujer Jezabel, que se llama profetisa, enseñar y engañar a mis siervos a fornicar y comer de lo sacrificado a los ídolos. 21Yo le he dado un tiempo para que se convierta, pero no quiere convertirse de su fornicación. 22Mira, voy a postrarla en cama, y a los que adulteren con ella los someteré a una gran tribulación, si no se convierten de sus obras; 23y a sus hijos los heriré de muerte; y todas las iglesias conocerán que yo soy el que sondea entrañas y corazones, y os daré a cada uno según vuestras obras. 24Pero a vosotros, los demás de Tiatira, a cuantos no profesáis esta doctrina, los que no habéis conocido las profundidades de Satanás, como

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