Cientificos Nazis En Argentina

Carlos De Nápoli

Fragmento

Corporativa

SÍGUENOS EN
Megustaleer

Facebook @Ebooks        

Twitter @megustaleerarg  

Instagram @megustaleerarg  

Penguin Random House

A los periodistas Héctor Amuedo y Ángel De Vitta por compartir con el autor los importantes documentos inéditos sobre el criminal Joseph Mengele hallados en la República Oriental del Uruguay

INTRODUCCIÓN

Con la rendición de los nazis en Reims, Francia, el 7 de mayo de 1945, finalizaba la Segunda Guerra Mundial en el teatro europeo. Japón resistiría en el Pacífico un poco más, hasta que dos bombas atómicas lanzadas por los EE.UU. contra Hiroshima y Nagasaki terminarían con el sueño imperial.

Subyacente dentro de los acontecimientos bélicos que se mostraban al mundo en infinidad de periódicos, navegaba el enfrentamiento entre lo que por entonces se llamaba capitalismo occidental y el comunismo soviético. Ese enfrentamiento ideológico y la lucha por la posesión de reservas petrolíferas signarían un siglo XX de violencia inaudita, cuyas esquirlas afectarían especialmente a los países denominados tercermundistas.

La controversia ideológica resultó ser tan fuerte que permitió a quienes eran considerados durante la guerra como los mayores criminales de la historia, sirviendo de mejor ejemplo el emperador nipón Hirohito, se salvaran milagrosamente de la horca y permanecieran en el poder. Hirohito resultó muy necesario para los Estados Unidos como elemento cohesionante para el pueblo japonés, ya que la Unión Soviética, con las manos libres en Europa luego de la caída de Berlín, avanzaba por el norte de Japón, tomando rápidamente isla por isla.

En ese contexto sociopolítico los nazis que huían pronto se transformaron para Occidente en valiosos “luchadores por la libertad”. Diversas resoluciones de las Naciones Unidas propiciadas por estadounidenses y británicos impidieron toda posibilidad de extraditar a los nazis hacia los países donde más crímenes habían cometido, como la Unión Soviética, Polonia o Yugoslavia. La visión occidental de las cosas indicaba que todo se saldaría durante el juicio de Núremberg. Sin embargo, allí, solo pagarían sus crímenes un puñado de criminales, en su mayoría hoy desconocidos para el ciudadano no especializado en estos temas.

Puede alegarse que hubo ejecuciones sumarias de nazis, sobre todo en los territorios ocupados por las fuerzas soviéticas y en Asia, pero estas cuestiones quedaron cubiertas por un manto piadoso y muy pronto los vencedores las relegaron al olvido.

Uno de los más fervientes defensores que tuvieron los nazis fue el conde Folke-Bernadotte, presidente de la Cruz Roja Sueca. A cambio de la vida de algunos cientos de compatriotas nórdicos, pactó con el criminal Heinrich Himmler la entrega de miles de pasaportes de la Cruz Roja Internacional que facilitarían la fuga, entre muchos otros, de Otto Adolf Eichmann, Helmut Gregor y Joseph Mengele, alias Beppo, alias “El ángel de la muerte”; de quienes se sabe residieron en la Argentina.

Pero Folke-Bernadotte hizo mucho más. Propuso oficialmente una estrategia para sacar a Adolf Hitler de la escena política alemana y reemplazarlo por Himmler, responsable del asesinato de millones de personas en los campos de trabajo y exterminio, cuya administración ejercía con mano de hierro y sin límite alguno. En los meses siguientes a la finalización de la guerra, decenas de sumergibles nazis comenzaron a rendirse por todo el mundo, siendo el destino principal de los mismos los Estados Unidos de América, el Reino Unido, Portugal y la República Argentina.

Fueron estos submarinos los últimos en rendirse. El 10 de julio de 1945 arribó a la base de submarinos de Mar del Plata el U-530 al mando de Otto Wermuth y el 17 de agosto de 1945, hacía lo propio el U-977 al mando de Heinz Schäffer. Decenas de testigos informaban sobre el avistaje de otras naves en las costas del Atlántico bonaerense y en el litoral patagónico.

Este período de masivas y secretas fugas fue regenteado por el general Edelmiro Farrell, presidente de facto de la República Argentina. El lapso mencionado contiene los mayores interrogantes sobre quiénes llegaron a estos lares; poco se sabe del asunto ya que la Cruz Roja Internacional, que recientemente se disculpó por la entrega del pasaporte a Otto Adolf Eichmann, se niega a dar datos sobre “los refugiados” que protegió.

Con el retorno al orden constitucional y la llegada de Juan Domingo Perón a la presidencia, se formalizó y reguló la entrada al país de los llamados científicos nazis, aunque en realidad llegaron también italianos, franceses, holandeses y belgas por mencionar algunas nacionalidades de los técnicos inmigrantes.

Con el tiempo, la estructura se transformó en un negocio ilícito.

Esta estructura será aquí analizada para conocer mejor el contexto sociopolítico y económico que fundamentó que llegaran a estas tierras verdaderos genios mezclados con criminales. Esta separación resulta imprescindible para comprender el fenómeno y atribuir responsabilidades.

Entre los primeros puede sin duda mencionarse al hasta ahora desconocido premio Nobel de Química del año 1931 Friedrich Bergius y al profesor Reimar Horten, y entre los últimos a Otto Adolf Eichmann y Joseph Mengele.

La mayoría de los emigrantes nazis cuya contratación fue oficial trabajarían en div

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos