Nota del editor
La reciente recuperación de dos obras inéditas de Irène Némirovsky, Suite francesa y El ardor de la sangre, con el clamoroso éxito que siguió a su publicación en Europa y América, es una prueba más de que el destino literario de los grandes escritores suele estar en manos de una misteriosa conjunción de los caprichos del azar y la voluntad de las personas próximas a su obra. En el caso de El ardor de la sangre, el minucioso trabajo de investigación emprendido por Olivier Philipponnat y Patrick Lienhardt, actuales biógrafos de Némirovsky, los condujo al hallazgo de unos ignotos manuscritos y borradores de la autora que se encontraban en los archivos del IMEC (Institut Mémoires de l’Édition Contemporaine), en París. Los documentos habían pertenecido a André Sabatier, antiguo editor y amigo de Némirovsky, a quien ésta había conf
