La segunda vida de Bree Tanner

Stephenie Meyer

Fragmento

Introduccion.xhtml

Introducción

No hay dos autores que aborden las cosas del mismo modo exacto. Todos nos inspiramos y nos motivamos de formas diferentes; y tenemos nuestras propias razones para que determinados personajes permanezcan a nuestro lado mientras que otros desaparecen en una maraña de archivos abandonados. Yo, personalmente, no he sabido nunca por qué algunos de mis personajes han adquirido una vida independiente con tanta fuerza, pero siempre me alegra cuando lo hacen. Ésos son los personajes que se desarrollan con menor esfuerzo, y son por tanto sus historias las que llegan a buen puerto.

Bree es uno de esos personajes y, además, la principal razón de que este relato se encuentre ahora en tus manos y no se haya perdido en el laberinto de carpetas olvidadas de mi ordenador (las otras dos razones se llaman Diego y Fred). Empecé a pensar en Bree cuando estaba editando Eclipse. Editando, no escribiendo: mientras escribía el primer borrador de Eclipse, llevaba puestas las anteojeras de la narración en primera persona; todo aquello que Bella no podía ver, oír, sentir, saborear o tocar era irrelevante. Aquella historia era exclusivamente la de su experiencia.

El siguiente paso en el proceso de edición consistía en alejarse de Bella y ver cómo fluía la historia. Mi editora, Rebecca Davis, desempeñó un papel fundamental en dicho proceso: tenía gran cantidad de preguntas que hacerme sobre las cosas que Bella no sabía y acerca de cómo podíamos aclarar más las claves de esa historia. Dado que Bree es la única neófita a quien ve Bella, la perspectiva de Bree fue la primera a la que me aproximé al analizar lo que estaba pasando en segundo plano. Empecé a pensar en la vida en el sótano con los neófitos y en la caza al estilo tradicional de los vampiros. Me imaginé el mundo tal y como Bree lo entendía. Y resultó sencillo hacerlo. Desde el principio, Bree estuvo muy definida como personaje, y algunos de sus amigos cobraron vida sin esfuerzo. Así es como me suele ir a mí en estas situaciones: intento escribir una breve sinopsis de lo que está sucediendo en cualquier otra parte de la historia y acabo garabateando diálogos. En este caso, en lugar de una sinopsis, me sorprendí a mí misma escribiendo un día en la vida de Bree.

Con Bree era la primera vez que me metía en la piel de un narrador que fuese un vampiro «de verdad»: un cazador, un monstruo. Llegué a mirarnos a nosotros, los humanos, a través de sus ojos rojos; de repente éramos débiles y patéticos, presas fáciles, sin importancia ninguna excepto como un apetitoso bocado. Sentí cómo era estar sola y rodeada de enemigos, siempre en guardia, sin ninguna certeza excepto que la propia vida está en peligro. Llegué a sumergirme en una raza totalmente distinta de vampir

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos