Tú, tu hijo y la escuela

Sir Ken Robinson

Fragmento

cap-11

Agradecimientos

 

Según reza una vieja leyenda, la única pregunta de un examen imperial de la China antigua era: «¿Qué sabe?». El candidato que daba la respuesta más larga obtenía el puesto de funcionario de la corte imperial. Cuando me propuse escribir un libro sobre educación para madres y padres, tuve una sensación parecida. La educación abarca tantos temas y las familias son tan diversas que tardé un tiempo en saber qué decir, de entre todo lo que se me ocurría. La respuesta, por supuesto, fue centrarme en lo que considero más importante y reconocer que, siempre que se abordan temas como estos, es imposible dejar a un lado los valores personales. Casi todo lo que expongo aquí se sustenta en investigaciones y experiencias profesionales y lo he tratado con la mayor objetividad posible. Parte de ello está influido, como es natural, por mi concepto de educación. Espero que quede claro qué es qué y por qué ambos aspectos son importantes.

Como la educación es un campo tan amplio, y nadie lo sabe todo, estoy profundamente agradecido a todas las personas a las que acudí en busca de consejo y quienes a menudo me sacaron de mi error en hechos objetivos y me libraron de caer en un atolladero. Como de costumbre, no puedo mencionar a todo el mundo o jamás terminaría, pero sí quiero nombrar a las siguientes, quienes me dieron expertos consejos sobre temas específicos: Lily Eskelsen Garcia, Laura Gross, Bob Morrison, Andy Hargreaves, David Price, Peter Gamwell, Hadley Ferguson, Richard Gerver, Pasi Sahlberg, Kate Robinson, Anthony Dunn, Jerry Mintz, Elliot Washor, James Robinson, Cynthia Campoy-Brophy, Mitchell Bass, Michele Kinder y Heather Bryant.

Debo un agradecimiento especial a mi colaborador, Lou Aronica, por sus sabios consejos en la redacción y por encargarse de gran parte de las investigaciones, entrevistas y estudios de casos prácticos iniciales, en los que se basa este libro. Como de costumbre, doy las gracias a nuestro agente literario Peter Miller, por su incansable entusiasmo por mi obra y su incomparable capacidad para promocionarla. Gracias a Jodi Rose, por organizar mi agenda y mantener a la gente a raya cuando necesité más tiempo para escribir. De no ser por la experta guía de Kathryn Court, nuestra excepcional editora de Penguin Random House, y su excelente asistente, Victoria Savanh, no tendrías este libro en las manos. Sobre todo, doy las gracias a mi compañera de trabajo y de vida, Terry, por creer siempre en todo lo que hago y por apoyarlo sin vacilar. Gracias. Como siempre.

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