La cocina pop de El Comidista

Mikel López Iturriaga

Fragmento

PRÓLOGO

PRÓLOGO

Antes que nada, una explicación. Como sé que el concepto de «cocina pop» va a dar pie a múltiples confusiones, les cuento rápidamente de qué va esto. No quiero que me pase como con el primer libro, que la gente piensa que es de dietas porque sale una alcachofa en la portada.

La cocina pop es una cocina que se mezcla con la cultura pop. Es decir, que incluye referencias al cine, la televisión, la música, la moda, los libros, el diseño, la publicidad, los famosos o la actualidad. Es también una cocina fácil, directa, sin complicaciones y con ánimo de ser accesible a todo el mundo, como el pop. Es, en definitiva, el tipo de cocina que practico en mi blog, El Comidista, en el que no sólo hablo de cuestiones culinarias, sino que relaciono la comida con todo ese mundo del que me confieso adicto.

Y ahora, despejadas las dudas, suelto el rollo que tenía preparado.

Si hace tres o cuatro años hubiera llamado a Esperanza Gracia, a Sandro Rey o a cualquier otro vidente de la tele y me hubiera dicho que iba a escribir dos libros de cocina, habría pensado que eran unos charlatanes. Pero aquí estoy, lanzando al mercado una segunda obra maestra un año después de haber vendido miles de ejemplares de la primera. Y eso sin ser un profesional del ramo ni haber trabajado en una cocina en mi vida.

Puede que a algunas personas del mundillo no les parezca bien este intrusismo. Tendrían razón. Soy lo que se dice un advenedizo, que ha tenido la suerte de caer en gracia a una audiencia algo despistada que no alcanza a comprender las esencias de la alta gastronomía, entre otras cosas porque no tiene dinero para pagarla. Al parecer, este público al que yo imagino relativamente joven, interesado en la cocina pero sin grandes conocimientos culinarios y con ganas de pasarlo bien sin demasiadas complicaciones, encuentra útiles mis recetas y divertidos mis artículos. Es un fenómeno inexplicable, como las caras de Bélmez o el aeropuerto de Castellón, pero existe, está ahí.

Desde que se publicó Las recetas de El Comidista, el blog de El Comidista ha crecido de manera notable, a veces incluso desbordándome un poco. Ha alcanzado unas cifras de tráfico de las que estoy muy contento, porque significan que me lee mucha gente y porque garantizan —dentro de lo posible en estos tiempos— mi continuidad en el circo de los medios. A la vez, estos números dan un poco de vértigo, porque a veces lo que escribo se magnifica, alcanza un eco insólito a través de las redes sociales y adquiere una trascendencia que en realidad no tiene.

Ha habido entradas memorables a este respecto, como las dedicadas a las boutiques del pan, al presidente de Mercadona, a la dieta Dukan o a Arguiñano como comentarista político. En todas ellas, los comentarios de los lectores han acabado superando en interés al propio post: una buena tangana colectiva es siempre más atractiva que la opinión de un solo señor, por muy formada que sea. También ha habido recetas con gresca incluida, especialmente las que aludían a especialidades nacionales o regionales. Pregunten en Perú por mis cebiches o en Andalucía por mis gazpachos, que seguro que les hablan muy bien de mí.

Mención aparte merece la sección más exitosa con diferencia de este último año de blog: «Aló, Comidista». Este consultorio que abrí inocentemente para que los lectores me enviaran sus dudas se transformó a toda velocidad en un lugar en el que la cocina se mezclaba con los asuntos más disparatados. Lo cierto es que yo induje un poco al personal a que sacara los pies del tiesto, puesto que me aburría sobremanera la idea de hacer un consultorio estrictamente culinario. Pero nunca pensé que las preguntas fueran a llegar tan lejos en su extravagancia, en su curiosidad, en su inteligencia o en su idiotez.

Este libro recopila los momentos más desternillantes del «Aló», y también los más prácticos. Creo que ese equilibrio entre la utilidad y el despropósito es lo que define mi trabajo, y por eso en La cocina pop de El Comidista uno recetas y artículos tutoriales, como las antiguías o el revuelto de trastos, con historias más disparatadas, como las entrevistas a las comidas viejunas. A la vez, la presencia de la cultura pop es más intensa que en el anterior libro: recomiendo películas para cada plato (unas veces porque tienen alguna relación; otras, porque me gustan sin más), incluyo un capítulo de menús para ver series de televisión que me encantan, como Juego de Tronos o Dexter, y abro el recetario a las aportaciones de artistas que me caen bien y que no tienen nada que ver con el ámbito gastronómico, como Elvira Lindo, Miqui Puig o mi hermano Juanma.

Espero que este gran batiburrillo os guste, y que si no cocináis, al menos paséis un rato agradable con mis bobadas. Este libro no tiene otra pretensión que la de animaros a guisar y divertiros en tiempos revueltos, que para desdichas ya están los informativos. Así que vamos a ello.

facebook.com/elcomidista

Twitter: @mikeliturriaga

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APERITIVOS

1. OLIVADA NEGRA Y VERDE

La olivada es un puré de aceitunas que se suele usar para untar pan, pero también resulta útil para aliños de ensaladas, carnes o pescados. Aunque entiendo que en un ataque de perezón te la puedas comprar ya hecha —soy el primero que sucumbe a la vagancia, lo reconozco—, lo sensato de verdad es hacerla en casa, por varios motivos.

Primero, su preparación es más simple que un cubo: basta con poner unos cuantos ingredientes juntos y triturarlos. Segundo, ahorras dinero, porque sale mucho más barata. Y tercero, la puedes tunear a tu gusto, poniendo tus aceitunas favoritas y condimentándolas con lo que te venga en gana. Sí, vale, deshuesar las aceitunas es una «ladilla», como dirían los venezolanos. Con las verdes quizá puedas tirar con unas ya deshuesadas, o incluso rellenas, pero en el caso de las negras... Sinceramente yo todavía no he encontrado una aceituna negra deshuesada que se acerque al sabor que tienen las enteras. Siempre puedes comprar un deshuesador, o tomarte esta actividad como un proceso zen en el que no necesitas movilizar a ninguna de tus neuronas. Yo deshuesando aceitunas entro como en trance, lo juro. Estas dos recetas de olivada las aprendí de mi amiga Aurora Sulli, y doy fe de que son de las mejores que he probado nunca. La verde es impresionante, pero la negra ya es como para hacerte un bocata con ella como único ingrediente. Para alcanzar el éxito con las olivadas sólo hay que tener un principio filosófico en la cabeza: «Una aceituna cutre produce siempre una olivada cutre».

DIFICULTAD Cociente intelectual 0.

INGREDIENTES

Olivada negra

Para unos 250 g de aceitunas negras carnosas de buena calidad

4 tomates secos

5 hojas de albahaca

½ diente de ajo

Aceite de oliva

Olivada verde

Para unos 250 g de aceitunas verdes tipo manzanilla de buena calidad

1 cucharada de almendras

2 filetes de anchoas

1 cucharadita de alcaparras

Aceite de oliva

PREPARACIÓN

1. Deshuesar las aceitunas con santa paciencia.

2. Triturar todos los ingredientes con una batidora o un robot de cocina hasta que se forme un puré grueso.

3. Ir añadiendo aceite poco a poco y removiendo hasta que la olivada tenga una consistencia cremosa, pero espesa.

4. Servir acompañado de tostaditas, palitos de pan o pan de pita. También se puede usar en aliños de ensaladas, disolviéndola en más aceite.

NOTA DEL COCINERO La olivada aguanta bien en la nevera un par de semanas si se guarda en las condiciones adecuadas; esto es: en un tupper y con un chorrito extra de aceite por encima para evitar que se seque.

CINE PARA EL PLATO Gomorra, de Matteo Garrone (2008).

2. PEPINO PICANTE CON LIMA Y FETA

Esta receta fue escrita en pleno ataque de pepinofilia causado por la crisis provocada por el gobierno alemán en el verano de 2011, cuando vertió falsas acusaciones sobre los agricultores españoles —en concreto, sobre los andaluces— y unos pepinos infectados con la bacteria E. coli. Unos cuantos blogs gastronómicos decidimos publicar a la vez recetas con la maltratada verdura como protagonista, que fue finalmente exculpada al saberse que el brote provenía de una plantación de soja de la baja Sajonia. Mi fórmula es bastante simple, pero efectiva: el yogur, los cítricos y el picante acompañan fantásticamente al pepino, mientras que el queso feta pone la nota salada en un invento que está a medio camino entre el aperitivo y la ensalada. Una versión también muy satisfactoria, y más ligera, prescinde del yogur: se desmiga el feta directamente sobre el pepino y se espolvorean las especias.

DIFICULTAD Para pólipos.

INGREDIENTES

Para 4 personas

2 pepinos medianos

150 g de feta

125 g de yogur natural

1 lima (si tiene poco jugo, 2)

½ cucharadita de guindilla en copos (picada vale igual)

½ cucharadita de zatar (opcional)

Una pizca de comino

Aceite de oliva virgen extra

Sal y pimienta negra recién molida

PREPARACIÓN

1. Cortar los extremos al pepino y pelarlo. Cortarlo en rodajas muy finas con una mandolina, un pelador o un cuchillo. Salarlo bien, removerlo y dejarlo sobre un colador entre media hora y una hora para que suelte agua.

2. Desmigar el queso feta con un tenedor. Mezclarlo con el yogur, el comino y el zatar si se tiene, hasta obtener una especie de crema (no tiene que ser fina, pueden quedar grumos de queso).

3. Lavar un poco el pepino para que pierda el exceso de sal y escurrirlo bien. Se puede secar un poco con papel de cocina. Aliñar con la guindilla y el zumo de lima, remover y dejar reposar otra media hora como mínimo.

4. Extender la crema de feta en un plato. Escurrir bien el pepino otra vez y repartirlo sobre ella. Terminar con un chorrito de aceite de oliva y servir.

NOTA DEL COCINERO Una opción vistosa, y según dice la leyenda, menos repitiente, es dejar algo de piel en el pepino pelándolo a rayas.

CINE PARA EL PLATO Boogie nights, de Paul Thomas Anderson (1997).

3. PATATAS ALIÑADAS CON PIMIENTOS AL VAPOR

Qué bueno, bonito y barato se come en Cádiz. Hacía siglos que no iba por allí, y este verano me encantó reencontrarme con algunas de las maravillas que la provincia depara a los glotones. Consultando al oráculo de Twitter, descubrí algunos sitios fantásticos en los que me zampé toda clase de pescaditos, gambas, ensaladas o pasteles. La pena más grande es que no pude adentrarme mucho en el mundo del vino, porque conducía yo. Las deliciosas tortillas de camarones, los langostinos envueltos en berenjena, el atún de almadraba o las ortiguillas con los que me regocijé son platos difíciles de replicar si no cuentas con el producto local. Lo que sí me pareció más imitable fueron las papas aliñás que comí en un par de sitios. Aunque en realidad esta receta no tiene mucho que ver con ellas: más bien obedece a las ganas que me entraron de comer patatas en ensalada después de devorarlas con entusiasmo en Cádiz.

La gracia del plato es que sus tres ingredientes principales —patata, pimiento verde y ajo— están hechos al vapor. La patata conserva mejor el sabor que cocida y mantiene un cuerpo más firme, mientras que el pimiento y el ajo se relajan hasta no resultar ni dominantes ni indigestos. El contraste salado lo ponen las aceitunas, a las que conviene acompañar con un aceite de oliva virgen poderoso. Y si quieres ponerle más chicha a la ensalada, no tienes más que añadirle melva o bonito.

DIFICULTAD Para epsilones.

INGREDIENTES

Para 4 personas

800 g de patata nueva, a poder ser pequeña

3 pimientos verdes grandes

3 dientes de ajo

100 g de aceitunas negras con hueso

Bonito o melva en aceite (opcional)

Aceite de oliva virgen extra

Sal

PREPARACIÓN

1. Limpiar a fondo las patatas bajo el chorro de agua, con un cepillo si se tiene. Ponerlas sin pelar con los pimientos enteros y los dientes de ajo también sin pelar en un cestillo o vaporera. Cocer 20 minutos.

2. Sacar los pimientos y los ajos y dejar cociendo las patatas 30 minutos más.

3. Mientras, picar los pimientos desechando las pepitas y el tronco. Ponerlos en un bol junto a los ajos pelados y picados en grueso. Cubrirlos casi del todo con aceite y reservar media hora como mínimo.

4. Una vez cocidas las patatas, tras comprobar que están hechas pinchándolas con un cuchillo, cortarlas aún calientes en rodajas gruesas y disponerlas en una fuente. Salarlas y mojarlas con el aceite con pimientos y ajo, dejando que maduren una media hora. Corregir de sal, repartir aceitunas al gusto por encima y el bonito o la melva desmigada si se quiere, y servir.

NOTA DEL COCINERO Un aliño alternativo para estas patatas puede ser una mayonesa muy ligera con perejil picado.

CINE PARA EL PLATO Dos tontos muy tontos, de Peter Farrelly (1994).

4. ZALUK DE BERENJENAS

Hay cosas en la cocina que nunca habría hecho por puro prejuicio, y una de ellas es cocer berenjenas en agua. Las he frito, salteado, asado en el horno o pasado por vapor, pero nunca las habría metido a flotar en agua hirviendo. ¿Por qué? Supongo que pensaba que la porosa y corchificada pulpa de este fruto se arruinaría con una técnica de cocción como ésa, y no debo de ser el único porque no conozco un solo plato en la tradición española que la utilice. Pero da la casualidad de que en Marruecos existe un puré llamado zaluk en el que las berenjenas se hierven. Y aunque parezca que va a quedar una pasta aguachada y sosonga, resulta una manera muy sutil de consumirlas. Es cierto que se debe añadir una cantidad notable de especias y de ajo para animarlas, pero como este último también va cocido, no repite ni sienta mal: os lo dice un semialérgico al ajo. A la suavidad se le añade otra ventaja, que es una ligereza poco frecuente en los platos con berenjena. Vamos, que te puedes poner como un ceporro sin lamentarte después por las lorzas adquiridas. El zaluk es fantástico como aperitivo frío, para ser tomado con pan de pita, un poco de yogur y unas aceitunas negras.

DIFICULTAD Para tarugos.

INGREDIENTES

Para 6 personas (como aperitivo)

1 kg de berenjenas

8 dientes de ajo

2 cucharadas de zumo de limón

1 cucharadita de comino en polvo

1 cucharadita de semillas de cilantro (si no encuentras, no pasa nada)

½ cucharadita de pimentón dulce

½ cucharadita de pimienta cayena o de guindilla roja en copos

Aceite de oliva virgen extra

Sal

PREPARACIÓN

1. Poner agua abundante con sal a hervir. Pelar las berenjenas, cortarlas en cubos de 1 a 2 cm y cocerlas junto a los dientes de ajo pelados hasta que estén muy tiernas (unos 20-30 minutos).

2. Escurrir las berenjenas y los ajos. En un colador, aplastarlos bien con un tenedor para que pierdan la máxima cantidad de líquido posible.

3. Seguir aplastando las berenjenas y los ajos hasta que queden hechos puré. Mezclar con unas 4 cucharadas de aceite, el zumo de limón, las especias y sal.

4. Dejar que se enfríe, corregir de sal y de cayena para ajustar el punto de picante deseado y servir. Está mucho mejor si reposa unas horas o de un día para otro.

NOTA DEL COCINERO Si buscas un plato más completo, hay quien pone tomate salteado al zaluk.

CINE PARA EL PLATO El hombre que sabía demasiado, de Alfred Hitchcock (1956).

5. MUHAMMARA

Nunca he viajado a Siria, pero sí conozco algunas cosas de su fantástica gastronomía a través de libros y de algunos restaurantes en Barcelona. Llevaba tiempo queriendo publicar alguna receta de por allí, y el otro día me lancé a preparar muhammara, un aperitivo que me apasiona. La muhammara es una pasta/crema para untar que proviene de la ciudad de Alepo, bastante popular en todo Oriente Próximo. De hecho, los libaneses también reclaman su paternidad. Si estás hasta el gorro del hummus que te pone hasta tu abuelita para picar, supone una alternativa colorista y algo más exótica. Lleva pimiento asado, nueces, pan y granada, y como en el caso de su pariente garbancero, la dificultad de prepararlo es máxima: trituras los ingredientes, los aliñas y a correr. El mayor obstáculo para hacer una buena muhammara es conseguir la melaza de granada, tarea nada sencilla en España. Lo bueno es que si no la pillas en alguna tienda de comida árabe, siempre la puedes hacer en casa: basta con reducir zumo de la fruta con un poco de azúcar y limón hasta conseguir una textura de sirope.

DIFICULTAD Para mamelucos.

INGREDIENTES

Para 4 personas

2 pimientos rojos grandes (pueden comprarse ya asados de lata)

100 g de nueces peladas

2 rebanadas de pan de molde integral

200 ml de zumo de granada (casero o comprado en tienda de dietética)

1 diente de ajo

1 limón

1 cucharadita de comino

½ cucharadita de guindilla roja seca picada o en copos

60 g de azúcar

Aceite de oliva y sal

PREPARACIÓN

1. Si se van a usar pimientos frescos, precalentar el horno a 220 grados. Disponer los pimientos sobre una bandeja de horno, a poder ser sobre una superficie antiadherente. Asar unos 40 minutos, dándoles la vuelta cada 10. Ponerlos en un bol y dejarlos enfriar tapados con plástico (su vapor hará que la piel se despegue mejor). Despepitarlos y pelarlos.

2. Poner el zumo de granada con el azúcar y un chorro de zumo de limón en una cazuela pequeña a fuego suave. Dejar que hierva y espese hasta que se convierta en un sirope ligero. Dejar enfriar.

3. Echar 2 cucharadas del sirope de granada junto con los pimientos, las nueces, el pan, el ajo, una cucharada de zumo de limón, el comino, la guindilla y sal. Triturar mientras añadimos 5 cucharadas de aceite de oliva. Tiene que quedar espeso: si no, añadir más pan y más nueces.

4. Dejar reposar un par de horas como mínimo (está mejor de un día para otro) y servir a temperatura ambiente con pan de pita.

NOTA DEL COCINERO También puede usarse para untar el pan de los bocadillos o, diluido en un poco de aceite, como aliño de ensalada o de verduras al horno.

CINE PARA EL PLATO Syriana, de Stephen Gaghan (2005).

6. HUMMUS DE JUDÍAS BLANCAS

Otra alternativa al hummus tradicional de garbanzos consiste en prepararlo con judías blancas. Así lo venden en L’Altra Riba, uno de mis puestos favoritos del Mercado de la Abacería en Barcelona. Esta parada, cuyo dueño es un iraquí que se vino a España tras la guerra del Golfo, vende excelentes platos de comida árabe preparada: shawarma, bulgur con verduras, falafel y cremas varias para untar, desde labneh hasta muhammara. La receta es mi interpretación personal de lo que venden allí, con el añadido un tanto estrambótico de la cebolla tierna. Además del sabor, me parece que le da un punto crujiente y fresco a la crema, aunque seguramente añadirla sea un crimen para los tradicionalistas del hummus.

DIFICULTAD Para cortimers.

INGREDIENTES

Para 4 personas

400 g de judías blancas cocidas

1 cebolla tierna con su parte verde

1 lima

2 cucharaditas de tahina

1 cucharadita de comino

1 cucharadita de zatar o sésamo y tomillo mezclado

Perejil

Aceite de oliva virgen extra

Sal y pimienta negra

Pan de pita para acompañar

PREPARACIÓN

1. Separar la parte blanca del tallo de la cebolla tierna. Picarla, ponerla en un bol, mojarla con el zumo de la lima y dejar que pierda fuerza durante 15 minutos como mínimo. Desechar las capas exteriores del tallo, cortar en rodajitas finas y reservar.

2. Triturar las judías blancas. Añadir la cebolla con limón, la tahina, el comino, el zatar, dos cucharadas de aceite, sal y pimienta negra. Mezclar bien e incorporar agua hasta conseguir una textura espesa pero cremosa.

3. Decorar con un chorrito de aceite, más zaatar, la parte verde de la cebolleta y perejil

NOTA DEL COCINERO El hummus es delicioso untado en pan de pita tostado, y va muy bien con aceitunas negras morunas.

CINE PARA EL PLATO Brüno, de Larry Charles con Sacha Baron Cohen (2009).

7. CANAPÉS DE SETAS SIMON & GARFUNKEL

Esta receta fue diseñada para un menú que relacionaba diferentes grupos musicales con sus respectivas recetas. En el caso de Simon & Garfunkel estaba clarísimo: nunca el título de un disco mencionó tantas hierbas. El combinado de Parsley, sage, rosemary & thyme (Perejil, salvia, romero y tomillo) suena perfecto para sazonar unas setas encebolladas.

DIFICULTAD Para hippies sin cerebro.

INGREDIENTES

Para 4 personas

250 g de rebozuelos u otras setas

1 cebolla grande

1 cucharada de vinagre de Módena

100 ml de vino blanco

1 cucharadita de perejil picado

1 cucharadita de salvia picada

1 cucharadita de romero picado

1 cucharadita de tomillo picado

Aceite de oliva

Sal

Pimienta negra

Tostaditas de pan para servir

PREPARACIÓN

1. Cortar la cebolla en juliana fina y pocharla a fuego lento en una sartén con un chorro de aceite durante 35-45 minutos, hasta que esté blanda y caramelizada.

2. Añadir las setas picadas, salpimentar y rehogar aproximadamente un par de minutos.

3. Mojar con el vinagre y el vino y cocer suave hasta que pierdan todo el líquido.

4. Añadir las hierbas y rehogar un par de minutos más.

5. Corregir de sal y servir sobre tostaditas de pan.

NOTA DEL COCINERO Si se quiere un color más oscuro y un sabor algo más intenso, se puede usar vino tinto.

CINE PARA EL PLATO El graduado, de Mike Nichols (1967).

8. PINTXO DE TXISTORRA AL TXAKOLI

En los dos últimos años he escrito reportajes de cocina para El País Semanal de lo más variopinto, pero el que salió el día de las elecciones generales superó todo lo imaginable. Se trataba de relacionar la política con unas recetas, algo nada fácil de hacer sin resultar extravagante o incomprensible. Tras barajar muchas ideas, algunas de ellas bastante peregrinas, decidí preparar platos propios de la comunidad autónoma de origen de los candidatos de los cinco partidos más votados en las anteriores elecciones. Esta tapa es la de Josu Erkoreka, del PNV. Me pareció que, además de estar preparada con el embutido y el vino típicos de Euskadi, venía al pelo porque tenía muchas «tx». No sé si Erkoreka vio la receta publicada, pero estoy seguro de que un pintxo así le encantaría.

DIFICULTAD Para «txoriburus».

INGREDIENTES

Para 8 pintxos

1 txistorra

8 huevos de codorniz

1 botella de txakoli

1 barra u hogaza de pan casero

Aceite de oliva

Sal

PREPARACIÓN

1. Cocer la txistorra en el txakoli unos 20 minutos a fuego suave.

2. Freír los huevos de codorniz en aceite abundante.

3. Escurrir la txistorra, cortarla en trozos y pasarlos por la plancha.

4. Montar los pintxos poniendo la txistorra y el huevo sobre una rebanada de pan tostado.

NOTA DEL COCINERO Si se quiere ser cien por cien vasquista y aspirar a miembro honorario del partido, sustituir el pan por talo.

CINE PARA EL PLATO Vacas, de Julio Medem (1992).

9. SEGUNDO DESAYUNO HOBBIT

Con motivo de la ceremonia de los Oscars preparé para El País Semanal diferentes recetas de inspiración cinematográfica. Este plato está dedicado a los hobbits de El Señor de los Anillos, que como sabéis aman tanto la comida que desayunan dos veces. Con sus aires nórdicos, esta tostada con arenques y queso fresco cremoso volvería locos a los héroes de la aventura de Tolkien.

DIFICULTAD Para orcos.

INGREDIENTES

Para una persona

1 rebanada de pan negro con cereales

2 filetes de arenque en aceite o ahumados

2 rábanos

2 pepinillos medianos en vinagre

2 cucharadas de queso fresco cremoso

1 limón

2 cucharaditas de cebollino picado

PREPARACIÓN

1. Mezclar el queso con uno de los pepinillos picado, una cucharadita de cebollino y un chorro de zumo de limón.

2. Cortar los rábanos en rodajas finas y repartir la mitad sobre el pan tostado.

3. Cubrir con la crema de queso, poner encima los arenques y decorar con el otro pepinillo laminado y el resto del rábano y el cebollino.

NOTA DEL COCINERO Se puede sustituir el arenque por una sardina en salazón, salmón o trucha marinados en casa.

CINE PARA EL PLATO El Señor de los Anillos. La comunidad del anillo, de Peter Jackson (2001).

10. BOQUERONES EN VINAGRE PERFECTOS

Los boquerones en vinagre son una de las creaciones más brillantes de la cocina española, pero no es fácil comerlos buenos. Lo habitual es que estén demasiado ácidos, o pasados de cocción (versión puré) o duros cual cadáveres con rigor mortis. Eso por no mencionar los hechos con pescado poco fresco o de mala calidad, camuflados por el artista de turno con una buena tonelada de ajo. Creo que después de una tortilla de patatas tipo tabla y una ensaladilla rusa de verdura congelada/escarchada no existe una tapa más espantosa que ésa. Los mejores boquerones caseros que he probado son los que hace una amiga de Barcelona, que prefiere mantenerse en el anonimato. Ella asegura que ha conseguido dar con los boquerones perfectos después de muchas pruebas con los tiempos y las proporciones de vin

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