El regreso al infierno electoral

Bernardo Barranco

Fragmento

El regreso al infierno electoral

Introducción

Bernardo Barranco

El infierno existe. Está sembrado en las entrañas políticas del Estado de México. En el infierno electoral se perpetúa bajo el dominio de una clase política que se ha eternizado por generaciones. El infierno es un lugar gemebundo donde pululan las existencias más perversas y pagan aquellos seres pecadores que han desobedecido las leyes de Dios. No puedo dejar de pensar en prominentes figuras del llamado Grupo Atlacomulco. En muchas grandes religiones el infierno está pensado como la ciudad de las sombras. En Mateo 16, el infierno es descrito como un lugar de lava ardiente y cielo rojo. En la tradición helénica, el infierno es un lugar prohibido, donde solo los más osados se atreven a inspeccionar como lo hizo el poderoso Hércules.

El Estado de México es, electoralmente, la Sodoma y Gomorra de la antigüedad remota. Territorios de excesos, permisividad y perversión política. El desenfreno tiene una sola consigna: ganar a como dé lugar, ganar, no importa cómo, ni cuánto ni a costa de quién. Dinero, dinero y más dinero son la fórmula perniciosa bajo tres principios del poder mexiquense: la corrupción, la disciplina y el sometimiento. Los líderes de los partidos de oposición son destinatarios preferenciales.

Este libro se inscribe en otro, titulado El infierno electoral (Grijalbo, 2018), el cual registró el enorme fraude electoral de 2017 que llevó a la gubernatura a Alfredo del Mazo Maza, heredero de una dinastía de gobernadores, como si se tratara de una monarquía bananera. La obra fue escrita por ocho diferentes autores que fueron autoridades electorales mexiquenses y que conocen a fondo los manejos internos de los procesos, así como las presiones tóxicas del partido en el poder. El texto fue prologado por ­Lorenzo Meyer, quien menciona que el libro no dice nada que no imagináramos sobre las rapacidades mexiquenses. El valor real de la obra, continúa el doctor de El Colegio de México, fue haber documentado y exhibido con fundamentos las diversas dimensiones del gran fraude de 2017. Estos ejes son los siguientes: a) el uso de la infraestructura del gobierno convertida en una gran maquinaria electoral y mucho dinero; b) uso electorero de los programas sociales; c) violencia política y terrorismo electoral (intimidación y cabezas ensangrentadas de cerdos en casillas); d) interferencia indebida del gobierno federal encabezado por el entonces presidente Enrique Peña Nieto, como la presencia continua de secretarios de Estado, en especial de Rosario Robles como operadora principal; f) medios de comunicación sometidos y controlados, y g) autoridades electorales colonizadas, cuya docilidad las llevó a la manipulación del Programa de Resultados Electorales Preliminares (prep) y del conteo rápido. Así como poca disposición para abrir paquetes electorales, ser laxos al permitir la violencia electoral en la entidad y haber aprobado millonarios topes de campaña.

En el fondo, asistimos en el Estado de México a una relación pervertida entre ética y política. El uruguayo José Mujica lamenta, así lo ha reiterado en diferentes ocasiones, el desvío de los principios éticos de la clase política en la región por la seducción a privilegios y corrupción por el dinero público. El problema es que la actual generación de políticos ha empobrecido la relación entre los valores sociales y el ejercicio de la representación política. Enrique Dussel, filósofo, experto en el tema, dice: “Padecemos una generación de políticos en México que carecen de calidad ética. Buscan enriquecerse y han naturalizado la corrupción al grado que se ha cosificado y han desnaturalizando la sociedad”.

Las elecciones no están aisladas de la cultura y prácticas políticas de la entidad. La fundación alemana Conrad Adenauer patrocinó un estudio, en el que participó el Instituto Nacional Electoral (ine), el Centro de Estudios Políticos y Sociales (Cepos) y la Unión Social de Empresarios de México (usem), sobre el avance democrático del país en 2021. La investigación y encuestas muestran el grave déficit en materia de democracia en la entidad y la ineficacia de las instituciones, incluidas las electorales, para atender las demandas de la ciudadanía. De las 32 entidades del país, el Estado de México ocupa el lugar 17. Sin embargo, es el que más gasta en sus instituciones electorales. Son considerables los recursos económicos, respecto de otros estados, que se otorgan al Instituto Electoral del Estado de México (ieem) y el Tribunal Electoral del Estado de México (teem). El estudio sentencia: “En democracia de las instituciones mexiquenses en su proceder ha sido declinante casi en forma sostenida desde 2010”. Entre las propuestas y oportunidades para mejorar el desarrollo democrático sugiere lo siguiente: 1) promover la participación ciudadana en los procesos electorales; 2) generar procesos de construcción de ciudadanía; 3) reforzar el respeto de las libertades civiles y de los derechos políticos; 4) conseguir una mayor democratización de los partidos políticos; 5) reforzar la lucha contra la delincuencia derivada del narcotráfico, y 6) generar políticas efectivas de lucha contra la corrupción.1 A pesar de generar cuantiosa riqueza al producto interno bruto (pib) nacional, es uno de los estados con mayores desigualdades sociales. Está entre las 10 entidades con el mayor índice de pobreza.

Este libro presenta diversos enfoques y aristas para entender la trascendencia de la elección mexiquense. Ahora, los autores ya no solo son actores ligados a lo electoral, también escriben académicos y periodistas tanto de medios nacionales como locales, lo cual le da una riqueza extraordinaria de enfoques y de fuentes. El objetivo del libro es comprender las principales coordenadas de la elección de 2023. Esto es, el entorno, las apuestas de los actores, los intereses en disputa y los entretelones que permitan al lector tener una visión amplia de lo que está en juego en la elección a gobernador en el Estado de México. Me llamó la atención que casi todos los ensayos para explicar los escenarios electorales tienen como referencia central el partido y la cultura política en el poder. No es para menos, el Partido Revolucionario Institucional (pri) ha hegemonizado la vida y la cultura política del estado, y ha monopolizado el poder; es decir, las configuraciones políticas, económicas, burocráticas y mediáticas.

El pri en el Estado de México, el partido eterno

En la batalla electoral de 2023 el pri afrontará su sobrevivencia tanto a nivel estatal como nacional. Si pierde la elección, entrará en un tobogán de extinción. Así de contundente. La elección a gobernador no es una edición más, en definitiva: el pri se juega su disolución. Se tendrá que resignar a ser como el Partido de la Revolución Democrática (prd), un partido reducido. La elección mexiquense es un punto de inflexión. Está en juego la larga historia del pri en la entidad y todo su andamiaje institucional, en algunos casos ya oxidado, que se ha forjado a lo largo de décadas. No nos referimos solo a estructuras, ni a diversas generaciones de militantes, sino a símbolos y referencias de potestad absolutista; lenguaje y códigos de poder que imperan en la cultura política de la entidad. Todo este ensamble político y burocrático se ve amenazado como pocas veces en su historia.

El futuro inmediato dependerá de los resultados de la contienda mexiquense. El pri tiene el desgaste de más de 93 años en el poder de manera ininterrumpida. A pesar de ser el partido hegemónico en la entidad, sus propuestas están envejecidas. Sus líneas discursivas que ya no emocionan ni conmueven a un electorado que lo mira con recelo. El pri acusa falta de resultados, ungido por la corrupción y el abuso como forma de gobierno. Hay aumento crónico de la violencia, la impunidad intacta, la insultante desigualdad y los negocios desde el poder, como un sello genético que 29 gobernadores emanados de ese partido no han podido corregir. El Estado de México se ha convertido en uno de los más peligrosos para las mujeres pese a justificaciones pomposas que a nadie convencen.

En suma, el tricolor llega mermado. El Estado de México se convirtió en el último gran bastión y refugio del pri. Tiene a nivel nacional una tendencia electoral a la baja. Ha sido derrotado en comicios intermedios que vienen desde 2016 y 2018. Pese a un ligero repunte en 2021, el partido enfrenta un severo deterioro. Y peor aún, su dirigencia llega fracturada con una severa crisis. Su presidente, Alejandro Moreno, envuelto en numerosos escándalos de corrupción y manejo deshonesto de lo político, se convirtió en un lastre. El pri carga el desprestigio y necedad política de Alito. Un escollo que es referente, porque refresca la memoria de los mexiquenses, las corruptelas y enjuagues sucios como eje de la práctica política del priismo en la entidad. En suma, Alito es la némesis interna, portador desventurado de una práctica política gemela a la clase política mexiquense.

Para sobrevivir, el pri necesita de la alianza electoral con el Partido Acción Nacional (pan) y el prd, y según los lineamientos del ine, se deberá acordar una alternancia de género con la elección de Coahuila. Pareciera que el futuro del pri está en manos del pan, si quiere seguir siendo oposición, o plegarse al partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) con una orientación oportunista.

Flotan muchas preguntas sobre viabilidad de la alianza con el pan y el prd. Pareciera que la alianza electoral va a correr paralela a la dinámica política nacional. El Congreso local estableció un puente pragmático creando gobiernos de coalición que más bien parecen de cuotas. Todo indica que la existencia de la alianza pasa a la cancha mexiquense. Los panistas deberán negociar con el “otro” pri, con el llamado Grupo Atlacomulco. Alfredo del Mazo, cuyo desempeño ha sido mediocre, tiene a cuestas una negociación que se ha enredado. La crisis de la dirigencia nacional priista resta gravitación para reconstruir óptimos acuerdos aliancistas en el Estado de México. Del Mazo primero debe alinear de manera interna a la élite política para consensuar la candidata; segundo, pactar los términos de la alianza electoral con el pan y el prd, bajo el señuelo de los gobiernos de coalición, recién aprobado, y tercero, lograr que la candidata priista sea la abanderada de la alianza. El pan tiene la oportunidad de subir sus apuestas, e incluso promocionar su propio candidato, Enrique Vargas.

Según encuestadoras serias, ni al pri y menos al pan les alcanza para ir solos a la elección de 2023. El pri detenta militancia, presencia territorial, aparato electoral de gobierno y sobre todo mañas, sin embargo, padece una corrosiva erosión. Si la elección es copiosa, no le alcanzará al pri para ganar, a pesar de sus trapacerías, ni con la subordinación de las instituciones electorales como el ieem y el teem. Por otro lado, desde hace lustros el pan está encajonado en las zonas urbanas del poniente de la Ciudad de México. Aunque en 2021 recuperó el llamado corredor azul, arrastra vergonzosos resultados en los últimos procesos para gobernador. Sobresale el lejano cuarto lugar en 2017 con una pésima campaña abanderada por Josefina Vázquez Mota.

Hay algunos actores, como Arturo Montiel, que declaran que pueden ir solos, y que con y sin alianza podrán salir airosos. A lo largo de décadas el partido ha logrado construir un sólido aparato electoral, un armazón de Estado capaz de convertirse en su momento en una eficaz maquinaria electoral, preparada para resistir amenazas y embates opositores que no han logrado arrebatarle el poder. El propio Eric Sevilla, presidente estatal del pri, dice haber renovado el aparato y fortalecido un extraordinario ejército electoral capaz de llegar a cada casa de cada uno de los distritos electorales. Sin embargo, la circunstancia es distinta, Morena está en el poder, tiene también base social y posee recursos y programas sociales. No obstante, varios colaboradores de este libro se preguntan: ¿seremos testigos de una nueva versión de una elección de Estado?

Inicia el proceso electoral de 2023,
atropellado, atípico e ilegal

Se dice que todas las elecciones son diferentes. Pero la elección por la gubernatura del Estado de México de 2023 presenta rasgos inéditos y caóticos. No solo está en juego el Ejecutivo estatal, su resultado impactará en la recomposición política de la entidad y probablemente del país. Como decíamos, para el pri esta elección mexiquense tiene tintes apocalípticos.

Desde hace lustros se señalaba que las elecciones del Estado de México eran el preámbulo de las elecciones federales presidenciales, por su importancia en la política nacional. Ahora la ecuación se ha invertido. La política nacional está determinando las elecciones locales, al grado de modificar drásticamente los escenarios y tiempos políticos para el Estado de México.

Desde junio de 2022 se fue destapando el nombre de Delfina Gómez como favorita de Andrés Manuel López Obrador. Será a principios de agosto que Morena la designe, mediante encuestas, como candidata a la gubernatura. Morena adelantó ocho meses los tiempos electorales. Por ello esta elección se desenvuelve diferente a las demás. Morena, con ventaja, empuja el proceso, presiona a todos los actores a reaccionar, bajo el riesgo de precipitarse. Se ha saltado los periodos marcados por el código y compromete incluso a las autoridades electorales.

Viene la respuesta. Entre julio y agosto las principales avenidas de la entidad mexiquense estaban tapizadas de espectaculares promoviendo aspirantes a la gubernatura del Estado de México. Se generó una atmósfera de desorden, un carnaval electoral, porque cada uno traía su elección ante la complacencia de las autoridades electorales. Contraviniendo los calendarios y la normatividad electoral, las y los aspirantes se impulsaron en los medios de la entidad, aprovechando los vacíos jurídicos: “No hay proceso electoral, por tanto no hay materia y en los espectaculares no se promueve explícitamente la candidatura ni se llama al voto”, declararon algunos magistrados chatos que le daban la vuelta al espíritu de la ley.

Con un sombrero ranchero, tipo vaquero Marlboro, Enrique Vargas aparece aplaudiendo con la leyenda: “Vamos a seguir trabajando por el bienestar de los mexiquenses”. Eric Sevilla aparece apuntando con el dedo de manera ridícula como el Tío Sam, bajo la sentencia: “Tu causa es la nuestra”. En muchos otros aparece Alejandra del Moral, también apuntando con el dedo, emulando carteles bélicos del Tío Sam, bajo el color rosa de los programas sociales en favor de la mujer con la leyenda: “Es el tiempo de las mujeres”. La también secretaria de Desarrollo Social ha sido denunciada por repartir despensas. De Ana Lilia Herrera, más sobria, aparece solo su nombre con la siguiente leyenda: “Ni me rajo ni me bajo”, propaganda de la que se deslindó la diputada. Usando su plataforma 50+1, colectivo de mujeres, Herrera recrea una segunda fase de promoción política, bajo el lema: “Me la rifo por ti”.

El 12 de junio se realizó un magno evento de Morena en la explanada del Teatro Morelos, en Toluca, mostrando músculo militante, exaltando a los aspirantes del Grupo Texcoco, para ser los abanderados del partido guinda. El 21 de agosto líderes y militantes del pan mostraron apoyo a su candidato a la gubernatura del Estado de México, Enrique Vargas del Villar, en un evento realizado en el interior del Teatro Morelos. Ahí requirieron reglas claras para conformar una gran alianza para cerrarle el paso a Morena. Vargas del Villar fue recibido por los simpatizantes panistas entre aplausos y al grito de “¡Enrique gobernador, Enrique gobernador!”2

¿Dónde están las autoridades electorales que eviten que el caos provoque un universo electoral paralelo? ¿Con qué recursos se están pagando todas estas iniciativas y eventos? Esos hechos, en sentido estricto, son actos anticipados de campaña de un extraño proceso electoral 2023. Con base en el artículo 235 del Código Electoral, el calendario oficial aprobado por las autoridades electorales, con el consentimiento de los partidos políticos, es el siguiente: las precampañas serán del 23 de enero al 3 de marzo de 2023; las intercampañas del 4 de marzo al 2 de abril; las campañas electorales del 3 de abril al 31 de mayo, y habrá un periodo de reflexión del 1º al 3 de junio.

Las y los aspirantes

Al momento de escribir estas líneas aún está en ciernes la alianza electoral pri, pan y prd. Independientemente de la crisis de la dirigencia del pri, la alianza es imprescindible para frenar en seco a Morena, y para el pri es un acto de sobrevivencia política. Ya se han decantado los principales aspirantes en los distintos partidos. No hay caras nuevas ni sorpresas. Hay que decirlo, el horizonte ético, moral y político de los aspirantes no es abundante ni esperanzador. Sobre cada uno de ellos pesan copiosos cuestionamientos. Casi todos están imbuidos en el viejo pentagrama de una clase política tradicional.

Aspirante de Morena: Delfina Gómez

La candidata de la que más se habla tiene 59 años. Es licenciada en Pedagogía por la Universidad Pedagógica Nacional, maestra en Pedagogía con especialidad en Planeación Educativa por el Centro de Estudios Superiores en Educación (cese) y maestra en Educación con especialidad en Administración de Instituciones Educativas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (itesm). Aparece en primer lugar en las encuestas. Paradójicamente, ha abierto poco la boca, pero todos hablaban de ella y sus opositores le hicieron una campaña involuntaria. La maestra, como le llaman, fue presidenta municipal de Texcoco, Estado de México, de 2012 a 2015, diputada federal de 2015 a 2018, senadora de la República en 2018, delegada estatal de Programas para el Desarrollo Integral en el Estado de México de 2018 a 2021 y secretaria de Educación Pública de 2021 a 2022.

Contiende por segunda vez por la gubernatura del estado. Ya no tendrá la frescura que ofreció en la campaña de 2017, como la maestra y sindicalista que se presentó como una offsider que disputó el poder. En estos seis años sabemos más de ella, sobre todo de sus limitaciones. Además de su paso opaco como senadora, delegada y secretaria de Educación Pública, pesa sobre ella el señalamiento de desvío de recursos de trabajadores para financiar a Morena. Durante el proceso electoral estatal de 2017, Gómez obtuvo 30.7% de los votos, quedándose a poco menos de tres puntos porcentuales de Alfredo del Mazo. En realidad, como partido obtuvo más votos que el actual gobernador. Este ganó por los votos aportados por sus aliados, el Verde, Encuentro Social y Nueva Alianza.

El proceso de selección no ha sido satisfactorio y ha dejado heridas abiertas. Higinio Martínez, el gran aspirante del Grupo Texcoco, que posee la estructura partidaria de Morena en el Estado de México, ha sido relegado. Se reconoció como buen perdedor, pero en la realidad Higinio Martínez ha protagonizado roces. Lo peor que podría ocurrirle a Morena sería una profunda división interna que debilitaría la campaña. Propio de la izquierda histórica en México. Delfina cuenta con el respaldo de AMLO como su principal activo, y con la presencia del experimentado Horacio Duarte como coordinador de campaña. Además de contar con toda la militancia morenista, Delfina deberá reinventarse y ser más contundente como candidata.

Las dos principales aspirantes del pri

Alejandra del Moral

Del Moral es la más joven de las aspirantes, tiene 38 años de edad. Es licenciada en Derecho por la Universidad Iberoamericana y tiene una maestría en Administración Pública y Política Pública por el itesm. En 2006 fue directora de Relaciones Internacionales del Gobierno del Estado de México, y en 2009 se convirtió en la primera alcaldesa de Cuautitlán Izcalli. Participó activamente en la campaña de Enrique Peña Nieto por la presidencia de la República. En 2012 fue elegida diputada federal por el Distrito VII, con cabecera en Cuautitlán Izcalli; en febrero de 2015 fue nombrada por Enrique Peña Nieto directora general del entonces Bansefi, hoy Banco del Bienestar; en 2016 fue secretaria del Trabajo del Estado de México, y en febrero de 2017 tomó protesta como presidenta del Comité Directivo Estatal del pri en el Estado de México. Como presidenta estatal del pri Edomex, se le atribuye que en 2021 recuperó 51 municipios y 13 distritos. A finales de 2017 fue nombrada secretaria de Desarrollo Económico por el gobernador Alfredo del Mazo Maza, teniendo como programa insigne el Salario Rosa. Es cercana a Peña Nieto, y todas las voces la señalan como la candidata del gobernador Alfredo del Mazo. El programa Salario Rosa es uno de sus activos más importantes, ya que alcanza a casi 600 mil mujeres.

Ana Lilia Herrera

Tiene 51 años. Es maestra en Derechos Humanos por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (itam) y licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). En la administración pública sobresalen las siguientes responsabilidades: en 2016-2017 fue secretaria de Educación en el gobierno del Estado de México; en 2002-2004 secretaria de Desarrollo Social; en 2006 fue electa diputada local; en 2009-2012 fue presidenta municipal de Metepec, y en 2012-2018 fue senadora por el Estado de México, electa por el principio de mayoría relativa en la LXII Legislatura. Actualmente es diputada federal por el Estado de México. Herrera tiene una larga trayectoria en el servicio público y posee considerable experiencia política. Se le identifica con el grupo de Arturo Montiel, quien, desde que ella era muy joven, ha sido su maestro y mentor.

¿Qué de nuevo van a aportar Ana Lilia Herrera y Alejandra del Moral?, cuando por lustros han formado parte de la nomenclatura del poder. Son históricas insiders. Han sido parte de diferentes gobiernos que han sumido a la entidad en el abandono, la desigualdad y la inseguridad cotidiana. Han montado sus trayectorias de “servicio público”, léase largas carreras, a costa del erario público sin resultados significativos. Ahora acopladas en temas rentables de género, uno se pregunta, siendo el Estado de México durante los últimos 20 años la entidad más violenta contra las mujeres: ¿qué hicieron Ana Lilia y Alejandra en sus largas carreras políticas para detener los feminicidios? Frente al descrédito de casi 90 años del pri en el poder y el hondo desgaste de un proyecto envejecido las candidatas destellan: más de lo mismo.

En el proceso de 2023 no basta la extraordinaria maquinaria electoral del gobierno para garantizar el triunfo. La campaña de cualquiera de las dos aspirantes debe sustentarse en un nuevo modelo de aproximación con la población. Los acarreos son insuficientes, así como tener a modo las instituciones electorales. La mayor vulnerabilidad de ambas aspirantes es el pri mismo, envuelto en escándalos y falta de resultados. La candidata deberá recrear una nueva narrativa política, crítica incluso, para poder generar credibilidad ante un electorado que a nivel municipal y distrital es muy volátil. En pocas palabras, el pri y su candidata deberán constituir una oferta política novedosa y creíble.

La opción panista: Enrique Vargas

Vargas tiene 48 años. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Nuevo Mundo. En el año 2000, a los 25 años, formó parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (cidh); en 2004 se afilió al pan; en 2006-2008 se desempeñó como asesor en el ayuntamiento de Tlalnepantla de Baz, durante el trienio del panista Marco Antonio Rodríguez; en 2008 fue asesor del secretario de Gobernación del expresidente Felipe Calderón, Juan Camilo Mouriño, quien falleció el 4 de noviembre de 2008 en un accidente aéreo; en 2009-2012 fungió como regidor en el municipio de Huixquilucan; en 2012-2015 fue electo diputado del Congreso del Estado de México; fue electo por primera vez como presidente municipal de Huixquilucan en 2016-2018; resultó reelecto para el cargo en 2019-2021, y su esposa, Romina Contreras Carrasco, es actualmente la presidenta municipal de Huixquilucan, y fue electo diputado del pan en el Congreso del Estado de México en 2021. En la actualidad es coordinador de la bancada panista.

Ante la crisis interna del pri e indefiniciones de la alianza electoral, el pan postuló a Enrique Vargas como su propuesta para la gubernatura del estado. De manera sorprendente, en un tuit del 5 de agosto de 2022 Marko Cortés lo destapa diciendo: “Frente al cinismo y corrupción [se refiere al ‘robo de dinero de Delfina a los trabajadores de Texcoco’], estamos listos con quien ha demostrado que sabe ganar y gobernar @EnriqueVargasdV”. El domingo 21 de agosto, en el Teatro Morelos, repleto de figuras panistas, incluidos gobernadores, el pan lanza a Vargas del Villar como su propuesta. Marko Cortés expuso en el magno evento: “Acción Nacional tiene con quién competir, Acción Nacional sí tiene un proyecto para mejorar las cosas en el Estado de México, y ese proyecto se llama Enrique Vargas del Villar”.

Aunque desde muy joven su carrera ha orbitado en la política y el servicio público, Vargas se dice empresario con 30 años de trayectoria. Señala que posee una empresa inmobiliaria, otra de espectaculares, una más de cocinas europeas, además de constructoras. Como muchos empresarios, tiene impronta ambiciosa y pragmática. Hace recordar el estilo ramplón de Vicente Fox, quien llegó a decir, durante la campaña de 2000, que en cinco minutos resolvería el conflicto armado en Chiapas. Ha sabido conjugar la política con los negocios. ¿Tendrá como paradigma al profesor Carlos Hank González? Enrique Vargas se dice el aspirante “mejor posicionado”, según sus mediciones y encuestas. El Estado de México es un río revuelto donde ha sabido introducir su nombre para posicionarse como una alternativa. Con alianza o sin ella, se percibe como el candidato ganador. Se rumoró que Vargas viajó a Madrid para entrevistarse con Peña Nieto para pedir su apoyo. Su historial guarda zonas oscuras, es temperamental, quisquilloso, puede llegar a ser violento. Por momentos se siente propietario del partido en el Estado de México; probablemente es el aspirante panista con el mayor sello priista, pues tiene la escuela del inefable Ulises Ramírez. Puede ser un aspirante funcional para la actual nomenclatura. Ha sido sujeto de duros ataques de la prensa sobre maneras inapropiadas para hacer negocios. Vargas del Villar se ostenta como un político muy guadalupano. En sus diversas entrevistas termina invocando a Dios,

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