Alto en mitos

Dr. Nico Soto

Fragmento

Índice

Índice

Cubierta

Prólogo

Parte 1. Mitos médicos

1. Solo existe la medicina convencional

2. Los alimentos no tienen poder medicinal

3. La medicina integrativa no funciona

4. Solo los fármacos convencionales funcionan

5. Un médico general no cacha na’

6. Lo dijo San Google, así que es verda’ po

7. Todo lo natural es weno

8. Los estudios científicos no son manipulados

9. Los remedios enferman más

Parte 2. Mitos generales

10. Eres lo que comes

11. Los alimentos son «buenos» o «malos»

12. No comas fruta en la noche porque engorda

13. Come cada tres horas, si no vai a engordar

14. El desayuno es la comida más importante del día

15. Comer todo en su justa medida, todo hace mal

16. No comas carbohidratos post 6 pm

17. Si tiene sellos es malo

18. Es comida casera, así que es wena

19. La comida de campo es sanita

20. Hay que combinar legumbres y cereales proteína completa

21. No debes mezclar carbos con proteínas

22. No se te ocurra mezclar las frutas

23. Los batidos son malos, tienen mucha

24. No necesito suplementos, la comida me

25. Agüita con limón en la mañana pa alcalinizar la sangre

26. Hacer detox y dieta alcalina pa curar el

27. Tomar agua alcalina pa prevenir enfermedades

28. Congelar la comida hace que se pierdan nutrientes

29. Ayunar te dará cálculos a la vesícula

30. No vayas a entrenar en ayunas

31. Siempre debes comer orgánico

32. Los transgénicos son terribles

Parte 3. Mitos veggies

33. Es imposible comer vegano

34. El médico y nutri siempre sabrán de alimentación vegana

35. Te enfermarás grave si eres vegano

36. La nutrición vegana siempre es sana

37. Comer vegano es fome y muy caro

38. Si eres vegana engordarás; mucho carbo

39. Te faltarán proteínas si no comes carnes

40. Te dará anemia si no comes carnes

41. Te faltará calcio si no tomas lácteos

42. La vitamina B12 solo viene en la carne

43. Tendrás déficit de vitamina D si eres vegano

44. Hay que comer pescado por el omega 3

45. Niñes, embarazades, mujeres en lactancia y tu abuelito no pueden ser veganos

46. Comer huevo es esencial

47. No podrás tener hijos si eres vegano

48. Las leches vegetales no tienen calcio

49. Las plantas sienten

50. La fibra bloquea la absorción de nutrientes

51. Te va a doler la guata si comes tanta fibra

52. Las plantas hacen mal porque tienen antinutrientes

53. Necesitas proteína animal pa cicatrizarte

54. Los veganos tienen más riesgo de apendicitis

55. Se te van a caer los dientes si eres vegano

56. Por algo tenemos colmillos, pa comer carne

57. No eres lo suficientemente vegano

58. La leche de almendras está destruyendo a las abejas

59. Si eres vegano no serás inteligente

Parte 4. Mitos de cosas específicas

60. La soya es lo peors y altera tus hormonas

61. Solo las legumbres fermentadas sirven

62. No comas gluten porque es malo

63. El «pan perfesto» es terrible weno

64. Si le quitas la miga al pan es más sano

65. El choclo, la betarraga y la zanahoria tienen mucha azúcar

66. La avena engorda

67. La palta es pura grasa

68. Las papas son pura azúcar

69. El maní es malo y engorda

70. El jamón de pavo es mas sanito

71. El café y el té inhiben la absorción de todo el hierro

72. Un Chamyto al día porque es weno

73. La sandia es puro carbo y da diabetes

74. Sopita de arroz con pollo si tai enfermo de la guata

75. Lavar el arroz pa sacarle el almidón

76. El limón adelgaza la sangre

77. La pepas del tomate dan cáncer

78. El jengibre aumenta la presión

79. Tomar jugo de apio pa sanarte de todo y desintoxicarte

80. El aceite de coco es milagroso

81. Comer plátano si te dan calambres

82. Las semillas producen divertículos

83. El kéfir solo funciona con leche de vaca

84. La marraqueta es de primera necesidad

85. Pastillas «naturales» pa quemar grasa

86. Comer tomate aumentará tu ácido úrico

87. No comas espinaca porque tiene oxalatos

88. Cloruro de magnesio pa curar enfermedades

89. Hay que comer «superalimentos» pa ser sano

90. Una copita de vino al día porque es buena

91. No hacer ejercicio más de tres veces a la semana

92. Dieta del genotipo pa adelgazar

93. La dieta cetogénica / High Fat Low Carb (HFLC) es super sana

94. El método Grez mantiene tu salud

95. Si le quitas la piel al pollo es mejor

96. Tomar Gatorade pa la resaca y la diarrea

97. El microondas es lo peor

98. La leche de vaca no tiene hormonas

99. Más gordito, más sanito

100. Me llegó el viejazo, así que mal

Agradecimientos

Notas

Créditos

Dedicado a todes les wachinis.

Prólogo

Prólogo

Este libro lo comencé a escribir muchos años antes de que lo redactara como ahora lo ves.

Primero comencé escribiendo trazos novelísticos cuando niño, tomando prestadas historias de esos mundos fantásticos y creativas aventuras en las que vivía sumergido.

Ya en esos años mi curiosidad por la escritura iba tomando formas que quedaron escondidas por rocosos y oscuros senderos de bullying colegial, transformándose en horas de devorar libros, en las que llenaba estantes de conocimiento intelectual mientras me sumía en introspectivos momentos de silencio alejado del mundo real. Ahora que lo pienso, fueron esas páginas de infinitas historias las que le permitieron sobrevivir a mi corazón adolescente tristón.

Este libro continuó armándose en ese joven que vislumbraba en la carrera de medicina una salida a sus ansias de saber más del mundo y sus misterios, y que miraba siempre hacia las estrellas en aquellas noches solitarias, mientras vivía en Rancagua.

En esos momentos comenzó a construirse una persona más libre y con nuevos amigos, junto a quienes preparaba la segunda oportunidad para dar la PSU, acompañado también de su fiel compañerita perrita Pluma. Todo esto mientras observaba cómo sus padres envejecían y atravesaban las dificultades de sus vidas.

Este libro ya tenía su esqueleto construido al irme embebiendo de toda la anatomía, fisiología, semiología y medicina que, entre tropezones, risas y llantos, debí aprender en la carrera. Pero también tejió sus fibras musculares acuosas en esas tardes de bailes salseros en el hall de la facultad, en los divertidos encuentros con compañeros que hasta hoy permanecen a mi lado y en aquellas alocadas noches santiaguinas pueril-adultonas de pop, arcoíris y cuerpos masculinos.

El sistema nervioso anímico de estas páginas nació, si mal no recuerdo, por ahí por los veinticuatro, cuando me di cuenta de que existía un mundo más allá del médico tradicional, uno lleno de matices culturales, plantas curanderas, pociones energéticas, ásanas liberadoras, retiros espirituales y sesiones psicoterapéuticas. Aquí comenzaron a integrarse las partes del todo en mi cuerpo, con un cambio progresivo hacia una alimentación 100 % vegetal, un hábito de actividad física y la bienvenida a otra etapa más oscura: el internado. Allí, pese a no escribirse mucho, se fortalecieron tapa, hojas y tinta, que son los cimientos de esta historia.

Y una vez fuera de esos siete arduos años como estudiante, la escritura prosiguió con un rumbo bastante inesperado. Una vez dedicado a la salud pública en un CESFAM de Santiago, vivía fuerte esa convicción, incomprensible para el resto, de que la medicina debía ser diferente, cercana, mirando a los ojos e «integrada». Ahí mi persona comenzó a hacerse pública y mis ansias de enseñar otra forma de ver la sanación y la enfermedad comenzaron a hacerse reales.

Una cosa llevó a la otra, y un diplomado chileno me llevó a un viaje de postgrado de tres años intermitentes en las Alemanias. Mi consulta mutó a otra totalmente antroposófica. Y bajo el filo del ojo de Saturno y su insondable tiempo, pude dedicarme a eso en menos de lo que había pronosticado, lo que me ha llevado a ayudar a la gente como siempre soñé.

Y así se forma este libro, luego de veinte largos años se hizo un espacio entre posts de redes sociales e stories cibernéticas; entre conversaciones con gente de buenas intenciones y otras no tanto; entre tardes de creatividad e inspiración sorpresiva.

Cada mito que salía a la luz me permitió escudriñar en ese humor bailado y olvidado de mi primer septenio. Con cada video aprendí a contentarme con mi propio reflejo frente a la cámara. Con cada charla logré traspasar lo que una vida con mayor consciencia puede generar en nuestra existencia.

Terminé de escribir este libro como solo el inicio de algo mucho más grande, ya que lo que busca es seguir sentando las bases de una revolución que la salud debe ser capaz de observar, para poder deconstruirse y mutar en algo mucho mejor.

La transición hacia el cambio que vivimos hoy en día lleva gestándose desde hace varias generaciones. No era raro que la explosión de un despertar ocurriese en el intertanto.

Estos mismos procesos se están viviendo en todos lados, incluyendo a la medicina y nutrición prehistóricas, sedientas de un cambio porque los mitos, faltos de ciencia y sentido común, se las comieron vivas.

Incluso tú ya debes haber comenzado a vivir la necesidad inherente de esos cambios, pero con tanta información apabullante y estresante, no sabes con qué quedarte.

Que este libro te sirva de guía, wachini, para sondear con gracia, sabiduría, paciencia, seguridad y una pizca de ironía las transformaciones globales venideras que deberás atravesar tú y todes quienes te rodean.

Dr. Nico Soto

Parte 1. Mitos médicos

Parte 1

MITOS MÉDICOS

1. Solo existe la medicina convencional

1

Solo existe la medicina

convencional

La idea de que las enfermedades solo pueden abarcarse desde la visión tradicional occidental es bastante nueva si exploramos la historia completa del ser humano1. Nace con el paradigma reduccionista que separa la cuerpa en partes2 un mueble de diferentes cajones dividido en lo físico, lo mental y, con suerte, lo espiritual (y esto último no existe para los médicos occidentales; que mejor se encarguen de esto los curas o chamanes entre las cuatro paredes de iglesias y templos o en los bosques ancestrales).

Sin embargo, ninguna de las culturas antiguas —previas al descubrimiento de bacterias, antibióticos y genes— hizo esta distinción3. No encontraremos separatividad en cosmovisiones como la mapuche, inca, hindú o china. Para ellos, la medicina convivía con los alimentos, con los rezos y con la experiencia de las emociones. La dualidad entre lo físico y el esoterismo no existía.

Menos mal que hoy día esa brecha, una vez insondable, entre lo concreto y abstracto está desapareciendo gracias al advenir de conceptos médico-científicos de «lo holístico» o «integral»4. Esa medicina que siempre fue medicina no más, pero que ahora suena con nombres rimbombantes que buscan integrar lo que se perdió entre farmacéuticas, hospitales y quimioterapias. Esclavos aún de hábitos normalizados basados en exámenes, comestibles procesados, sedentarismo y enfermedades crónicas, raras o irreversibles, nacen estos paradigmas «modernos», al menos en occidente.

Y aunque lo duden, la ciencia también se ha volcado hacia la integración. Ahora incluso la prestigiosa Clínica Mayo tiene una sección de Medicina Integrativa5. En lugares como ese se llevan a cabo múltiples investigaciones que muestran cómo el cuerpo funciona integradamente entre sus múltiples sistemas. El hígado nunca estuvo separado del sistema inmune, lo nervioso-emocional siempre estuvo entrelazado al sistema digestivo. Hasta se ha descubierto un nuevo sistema no-humano llamado Microbiota Intestinal (la antigua flora bacteriana) que sale en primera plana del Nature6 o el British Medical Journal 7 como el principal ente regulador de cualquier cosa que te puedas imaginar: desde un buen tránsito intestinal —a.k.a. no andar trancao—, hasta mantener la inflamación a raya.

O sea... ¡wachini, date cuenta! Ya entramos a la era en que incluso las creencias y prácticas espirituales como el yoga, la meditación o el arte tienen una ciencia concreta que las respalda8. Y como siempre se puede másss: enfermedades que hasta hace unos años se creían «para siempre, tome esta pastilla el resto de su vida», hoy están tomando un nuevo rumbo de sanación. Lo «idiopático» (sin causa) comienza a tener sentidos diferentes.

Bienvenides a una nueva era con menos mitos, más ciencia y, por supuesto, más plantas, po.

2. Los alimentos no tienen poder medicinal

2

Los alimentos no tienen

poder medicinal

Muero un poco por dentrsho cuando llega a mi consulta el wachini apesadumbrado, agonizante y entristecido porque el súper-especialista le dijo que su alimentación no ayuda a mejorar su dolencia. Me pica el que te jedi baby yoda cuando un nutri le da pan blanco con jamón light dentro de la pauta al resistente a la insulina o al diabético. Y me sale una cana rosada en el ala cuando coachs onlines, sin estudios ni títulos profesionales serios, dan recomendaciones alimenticias basadas en proteína animal y lechuga todos los días pa bajar de peso.

Hace aproximadamente diez años, la ciencia se volcó aún más hacia los efectos que la comida podría tener en el body humanoide1. Más allá del burdo y cansador conteo de calorías, descubrieron todo un mundo que crece con cada publicación médica.

Por ejemplo, ese dato brígido de que los fitoquímicos, polifenoles y trabalenguas similares presentes en frutas y verduras tienen un efecto directo en regular la inflamación química corporal2 —pusha que es importante esta custión, ya que gran parte de las enfermedades actuales tienen una base inflamatoria crónica— o que el reemplazo de grasas saturadas por poliinsaturadas vegetales en la dieta del wachini con el azúcar por las nubes, permitirá una mejor regulación de sus niveles de glicemia3. Incluso el datito de que, si no comes fibra, además de andar toa trancá, también tus probabilidades de infarto4, Alzheimer5 y depre6 son abismantemente superiores.

De hecho, existen varios centros terapéuticos around the world (y en Chile hay otros tantos más), en donde se ocupan dietas basadas en plantas para «revertir» patologías que antes creíamos que eran para siempre7.

Te irás dando cuenta que las protagonistas del futuro de la medicina comienzan a ser las plantitas. Sí, esa lechuguiwi o ese tomatiwi, esos que no matan a nadien, que están ahí terrible piola en la tierrita, esos siguen siendo investigados con lupa, ojo, oreja y esternón por los científicos más pro.

Otsea, Minsal, yapo, espabila (y tú también, wachini): uno de los primeros tópicos a preguntar dentro de los flujogramas médicos modernos debería ser «¿oie, y qué tai comiendo?». La frase «da lo mismo lo que comes» de la boca de un médico nace más de la ignorancia, la desinformación y las creencias, antes que de la ciencia real. Si algún profesional de la salud te llega a decir eso... CORRE WACHINI, corre por tu vida.

3. La medicina integrativa no funciona

3

La medicina integrativa

no funciona

¿Qué cresta es la medicina integrativa? Easy breeze: la unión entre la medicina convencional y la no convencional, es decir, medicina sin la separación del ser humano y su salud1. No es «complementaria» ni «alternativa», ya que en estos tiempos sería un poco absurdo negar la ayuda que han entregado los exámenes y avances científico-occidentales. Of course que los síntomas y signos (semiología) son esenciales y también serán abarcados en una consulta integrativa. Y ooobvio que se realizarán diagnósticos clínicos, si no es magia esta custión. Pero también se preguntarán cosas tan relevantes como el estrés, las emociones, la biografía personal, los intereses y la alimentación. ¿Y en quince minutos? Nah... ¿quién podría atender bien así? ¿Quién queda conforme con un doc. que, apurado y sin mirar a los ojos, te saca la info rápidamente mientras anota una receta de fármacos, te la entrega y que pase el siguiente? Aquí el tiempo de consulta es mucho más extendido. Quizás se buscará reemplazar medicamentos tradicionales —que producen múltiples efectos adversos—2 por otros de naturaleza diferente, integrando visiones distintas de hacer salud, pero siempre respetando el progreso individual de la persona en cuestión.

Y aunque parezca imposible, ya hay muchos lugares del mundo que realizan esta «hazaña», observada con ojos dubitativos por médicos tercermundistas al extremo del mundo3. Chile nunca fue la guinda de la torta y se huele a la legua el ego narciso de sub-especialistas diciendo «eso no existe, es falso», quizás porque nunca han salido de sus cuatro paredes hospitalarias.

Yo viví por tres años consecutivos en un lugar donde estas «aberraciones inexistentes» son pan de cada día en clínicas y hospitales público-privados: Alemania4. Allí conviven sin problema lo tradicional con este aproach «nuevo-diferente» —allá llamado Medicina Antroposófica5, un tipo de medicina integrativa—, y observé con mis propias pupilais que atenderse con estos médicos está incluido en el plan de salud del país y cubierto por los seguros6. Estos médicos —con años de formación— hacían malabares para medicalizar lo mínimo posible el tratamiento y, con ello, disminuir el riesgo de mortalidad o daños secundarios que los fármacos convencionales generan, usando distintas herramientas no invasivas para mejorar la salud de las personas.

O más cerca, en América del norte, Gringolandia se abre a este impulso con múltiples universidades prestigiosas que imparten esta «especialidad» como parte de sus posgrados —como es el caso de Yale7, Harvard Osher Center8 y Johns Hopkins9—, y allí te encontrarás con futuros médicos haciendo masajes, estudiando botánica aplicada a la clínica (fitoterapia científica), colocando agujas de acupuntura y moviendo su cuerpo de «formas extrañas» (euritmia, chi-kung).

La medicina integrativa sí funciona10 y tiene una amplia ciencia que la apoya. Y esto va in crecento11.

Dioh meo, pabre de esos médicos anticuados que prefieren tapar el sol con un dedo y quemarse, antes que salir de su zona de confort; querer ser «solo» médicos convencionales y preferir estar ciega sorda muda, es masiao old school to be true.

4. Solo los fármacos convencionales funcionan

4

Solo los fármacos

convencionales funcionan

Si un día cualquiera, así muy tranqui, súper normal, nos ponemos a hojear como que no quiere la cosa TODAS las publicaciones científicas que han salido desde el 2010 en adelante (lo que claramente no sucederá), nos daremos cuenta de algo: la idea de que las sustancias medicinales son solo esas pastillitas que te tomas en la mañana fue desmentida hace caleta1.

En algún momento de la historia se llegó a creer que la sanación era una especie de interruptor: pa’rriba salud, pa’bajo enfermedad. Hasta se buscó un «ideal» de fármacos tipo llave-cerradura y «magic-bullet» (bala mágica)2, es decir, un medicamento para cada dolencia o diagnóstico, que con una sola acción mejorarán toda la custión y sha está, boludo. Pero not, eso es pensar en pretérito imperfecto: era.

En la actualidad, estas concepciones pasadas se enfrentan a terminologías nuevas como: medicina de sistemas, enfermedad como «un continuo»3, lo macro y lo micro complejo o autorregulación4.

Concordante con lo anterior, aparecen nuevas drogas multi-tarjet 5 —con muchos objetivos— en base a plantas y minerales no-diluidos, algo diluidos6 o ultra-diluidos que buscan estimular «el propio» proceso del cuerpo para sanarse7. What? ¡Brujería! ¡Eso no existe!, saltan los dinosaurios. Sorry not sorry, wachi, tai vieja parece.

Sabemos hoy que nuestra salud depende de una gran olla de factores, por lo que claramente un fármaco «magic-bullet» se queda corto. ¡Di la verdad, Rosa! Esa es la pura y santa true: un anti-inflamatorio, antibiótico, anti-viral, anti-psicótico, anti-ácido, anti-espasmótico o anti-pirético no nos sanará de todos nuestros males. La cultura médica de guerrilla «anti-todo» (que históricamente tuvo su auge en un momento en que los humanos se mataban por la conquista de terrenos), está siendo reemplazada por drogas «reguladoras»8, «inmuno-moduladoras»9 y «probióticas»10

Por fin la medicina11 está12 dejando de hacerle la guerra a algo que quizás es un proceso necesario, si por algo tení fiebre po, wachi, los órganos son más clever de lo que creíamos. La medicina comienza a hablar en términos más realistas en función de cómo se manejan nuestras células.

Hoy hablamos en términos de exposomas13, epigenética14, matriz-extracelular15 y autopoyesis16, que son la pata’ po, perritis.

Luego de la pandemia de bacterias multi-resistentes17, efectos adversos farmacológicos y extrema medicalización de la salud que nos heredó la visión convencional, se hacía necesaria una evolución científica.

Los efectos de utilizar la planta completa —en formato de «tinturas madres»— vs usar solo un componente de ellas18, se toma las investigaciones de laboratorios sobre fitoterapia, biorregulación y aceites botánicos.

Los preparados ultradiluidos en gotas, comprimidos sublinguales o polvos19 ya son mejor entendidos por esas mentes científicas que en un pasado, incrédulas y sesgadas por la desinformación, vapuleaban la idea de una homeopatía inservible20. Sin darse cuenta que se puede hacer mucho y existe todo un mundo antes —o más allá— del número de Avogadro.

Por ejemplo, existen los fitoquímicos y antioxidantes que ahora se utilizan en diferentes medicamentos, actuando en «el todo». Nos encontramos con la curcumina, molécula que se extrae de una raíz (cúrcuma), y que ha sido ampliamente estudiada para dolores e inflamaciones tanto agudas como crónicas21. O los poderosos efectos anti-tumorales, viscotóxicos y protectores celulares del muérdago22, planta utilizada en clínicas de alta complejidad en Alemania como tratamiento integral pre23, durante y post-cáncer24 (y otras enfermedades), descubrimiento que sigue investigándose de la mano de la medicina antroposófica con promisorios resultados25.

Y así, el mito de que solo el paracetamol, el losartán o el omeprazol funcionan, no tiene cabida a partir del 2020.

Obvio que son necesarios y altamente efectivos en ciertos procesos (sobre todo si son agudos), pero dejaron de ser la única opción terapéutica en el mundo actual. Y a lo Dra. Ana María Polo... ¡caso cerrado!

5. Un médico general no cacha na’

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Un médico general

no cacha na’

En Chile existe esa fantasiosa y folklórica tradición de que «mejor atiéndete con un especialista, ¿no veí que cacha más?». Entonces, si andai a puro churrete vas al gastroenterólogo. O si te da la terrible jaqueca irás al neurólogo. O si sentí lo pesho apretao anda a llamarte al cardiólogo right now. Y si te salió algún granito en un cachete partiste al dermatólogo, ¿no?

Esta cultura basada en los «ólogos» —la olología—, incluso echa raíces en entre los mismos colegas médicos en ambientes ultra clínicos y hospitalarios. En estos contextos escucharás frases como «¿y en qué te vas a especializar?», «es que tienes que hacer una especialidad», «si no eres especialista no eres nadien» o «si eres médico general te vai a morir de hambre». Lo digo por experiencia po, perrita. ¿Cuantas veces no me vi expuesto a ese tipo de cuestionamientos por parte de los diostores regordetes en los turnos?

Y así, al interno de medicina le entra un pavor de aquellos y mejor se queda callade o inventa cualquier respuesta. Imposible decir que le gusta la medicina general o familiar. Pareciera como si los primeros siete años de estudio, sacrificio y noches sin dormir no hubiesen servido de nada. Y peor aún, solo son válidas pal consultorio/CESFAM o si andai apura’ y necesitas una orden rápida de exámenes generales.

Lo weno es que, como todo mito, fácilmente podemos desarticularlo y hacerlo mierdd, sobre todo si miramos un poquito más allá de nuestro metro cuadrado chileno y sobrevolamos esa cordillera de los Andes que parece que termina sofocando la mente del wachini estudiante de mitos.

En países desarrollados como Reino Unido, Finlandia, Suecia, España y Portugal, antes de la visita a cualquier médico terminado en «ólogo», debes pasar por las manos de un médico general o de familia1. Este será el indicado para tratarte, solicitar exámenes, descartar enfermedades y, en último caso, derivar a especialista de ser necesario. Tarea que también debiese ser de los médicos generales acá en Chile, pero ya sabemos lo que sucede po: el ciudadano sin conocimientos médicos decide por sí mismo que quizás tiene una enfermedad teshible y parte altoke al especialista, gastando más plata y realizándose muchos exámenes que quizás se habría ahorrado de haber ido al médico general. No es raro que la salud pública en un país tercermundista como el nuestro esté patas pa’rriba. Este raciocinio de pensamiento no se le enseña a la población, por lo que se alargan los procesos y se llega, muchas veces, a caminos sin salida. Es obvio, por tanto, que se dé el fenómeno en el que los wachinis van saltando de ólogo en ólogo... ¡porque se saltaron el primer paso!

Científicamente hablando, y observando cómo se realiza en países más antiguos y que están un poquitín más mejol que nosotros, podemos sacar la conclusión siguiente: al primer síntoma o signo que te suceda, wachini, ya sabí ya, partiste al médico general.

6. Lo dijo San Google, así que es verda’ po

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Lo dijo San Google, así que es verda’ po

Wachini teclea: «dolor de cabeza + baja de energía, ¿qué es?».

Google responde: «resfrío, estrés o tumor cerebral».

El wachini comienza un frenesí de sudor helado y recuerda a ese tío lejano que le dio un infarto al celebro hace poco, o que a una amiga cercana le dio cáncer de mama. Fuck. Agarra el celu, llama al centro médico pa pedir hora con el mejor especialista, y ojalá que sea neurocirujano —si es graduado afuera mejor— por si hay que operar el tumor rápidamente. No hay hora hasta mañana, my gosh, y es terrible d’caro, pero qué importa. Con todo si no pa qué.

El wachini duerme como la callampa y al otro día comienzan los estornudos, escalofríos y ya no hay duda de que el tumor creció. «Por eso me siento tan mal y no pude dormir», piensa.

El wachini le pregunta al ¡santo Google, yo te canto, santo de mi devoción! qué exámenes le harán: resonancia, por supuesto... ¿y punción lumbar? Gorda, qué atroh, qué cresta es eso. Ah claro, claro para descartar meningitis (sea lo que sea eso). Suena horrible y sangriento y al wachini le da indigestión. Se va por el baño de solo imaginarse el dolor del procedimiento. «Pero no importa, soy muy joven pa morir» se dice a sí mismo. ¿Qué le dirá a su familia? ¿Cómo les comunicará tan nefasto diagnóstico cerebral? Quizás necesitará quimioterapia, enflaquecerá y no podrá salir de la cama por meses. No le aceptarán las licencias, perderá su trabajo y deberá partir todo de nuevo. Concha, San Expedito, porfa que todo termine rápido.

Llega la mañana y el wachini corre a la consulta. Llega adelantado por culpa de la angustia y la diarrea mental que se acumula en un torbellino de rumiación vacuna con taquicardia explosiva irrisoria.

El wachini sale de la consulta con una receta de paracetamol, hidratación, manejo de ansiedad y «coma sanito, un pancito» pa la gripe. ¿Pero cómo? ¿No tenía un tumor cerebral?

San Google no tuvo la razón, y generalmente no la tiene.

7. Todo lo natural es weno

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Todo lo natural es weno

Esa frase típica, tan normalizada, que nos dice que «todo» lo que provenga de la naturaleza será weno pal ser humano, que te entregará salud1. «Tranqui, si es una dieta de pura fruta, ¿qué es más natural que eso?», o «los gorilas comen así, nada más cercano a lo natural» o «fuimos cazadores de animales así que hay que comerlos porque vienen de la madre tierra».

¡Ay, la pobre naturaleza! Tan manoseada por la falacia naturalista2, rodeada de expertos humanos utilizando esta moralidad manipulable pa su conveniencia mezquina: vender dietas, suplementos, métodos y asesorías online. Entonces, según este razonamiento, puedo decir con total libertad que las siguientes cosas naturales son súper duper pa ti:

4 Veneno de serpiente

4 Mordida de araña de rincón

4 Estiércol de vaca

4 Picaduras de pulgas

4 Secreción mamaria de vaca

4 Infecciones virales mortales

4 Plantas abortivas

4 Sangre de otro ser humano

4 El desierto o lo más alto del Himalaya

Dah... porque son cosas naturales, ¿no? Y, por consiguiente, todo lo sintético deberá ser malo pues. Así que deberás alejarte del listado de a continuación:

4 Antibióticos para la neumonía complicada

4 Vacunas para enfermedades erradicadas

4 Insulina transgénica para diabéticos

4 Celulares y notebooks

4 Netflix

4 Condones, y anticonceptivos orales

4 Triterapia para el VIH

4 Redes sociales

4 Todo lo envasado

4 Suplementos vitamínicos para déficit severos

¡Qué irónico! ¿Te dai cuenta de que este mito puede caer hasta en los radicalismos más new age around the world? Pues no, no todo lo «natural» será necesariamente bueno. Y no, tampoco todo lo «no-natural» será nivel evil infierno 2.0 muerte y desolación.

8. Los estudios científicos no son manipulados

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Los estudios científicos

no son manipulados

Hay que ser muy ingenua po, neeeña. Si incluso le he escuchado decir a mis colegas «ay, esas son puras teorías conspirativas, ciencia hay una sola». ¡Pero si hay hasta papers (estudios) que hablan del tema! Y de revistas sumamente prestigiosas en el ámbito médico1.

Por si no lo sabías, la industria alimentaria2 y farmacológica no solo incide en lo que te venden3

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