Un Robinson cercano

Pablo Montoya

Fragmento

PRÓLOGO

Francia, o mejor, su literatura, me ha enseñado a cultivar el descontento y el escepticismo, la ironía y el asombro, la sed del viaje y el saber enciclopédico, la tolerancia hacia los otros pero también la indignación hacia ellos. Los ensayos que conforman este libro son una conversación personal con libros y autores franceses de una literatura que quiero. El período que reúne su escritura abarca la manera en que ese afecto ha crecido. Las reflexiones se han construido con cierta lentitud y las ha estimulado el carácter de cada obra leída. De algún modo, su esencia es polifacética y su estilo voluntariamente literario. Creo que el ensayo es el espacio fundamental del diálogo literario y la polémica intelectual, y si el lector de estos que ofrezco aquí discute con sus ideas, y aprueba el modo en que se expresan, me sentiré justificado en su factura.

Quiero explicar, brevemente, ciertos aspectos de este libro. Las obras visitadas las he leído en su lengua original, pero me he cuidado de no abrumar el texto con citas en francés. Siempre he pensado que el interlocutor de estas consideraciones es el desocupado lector hispanoamericano. Las traducciones que aparecen, es bueno precisarlo, son de mi autoría. Los ensayos aquí reunidos fueron publicados, desde 1997 hasta 2011, en la Revista Universidad de Antioquia. Su director, Elkin Restrepo, estuvo atento a ellos. Su presencia y su estímulo ayudaron a que el libro fuese adquiriendo ritmo y espesor. El orden de los ensayos es el de su publicación cronológica. Me parece que el libro adquiere así una especie de ascenso en la madurez de sus formulaciones. Y sus temas son los propios de una mentalidad literaria como es la francesa: el viaje, el exilio, la guerra, la utopía, la música, la crítica estética, la homosexualidad. Es verdad que hay un cierto tono de denuncia social y una valoración americana en los primeros ensayos que los tornan un poco candentes. Pero me gusta ver, en las primeras tentativas de esta escritura ensayística, esa mezcla de la devoción del lector por la literatura de un país con la rebeldía ideológica de un escritor que iba naciendo.

Pablo Montoya

UN BÁRBARO EN ECUADOR

1

Henri Michaux se embarca, en Ámsterdam, rumbo al Ecuador en diciembre de 1927. El poeta tiene veintiocho años y su salud es precaria. El corazón no le funciona bien y se siente cansado del mundo parisino. El objetivo de este viaje es conocer los Andes, el Amazonas y escribir un diario. Michaux lo publica con el título de Ecuador en 1929. Al leerlo, el lector supone que la idea del poeta francés era “ver” (“conocer” es un verbo asaz pretencioso) esas dos realidades un poco míticas, un poco maravillosas, un poco desmesuradas. Notas rápidas, frescas, cargadas de humor, conforman este libro representativo de una vertiente nómada muy característica de la literatura francesa de comienzos del siglo XX.

Ecuador refleja algo de la sensibilidad y el estilo que años más tarde mostrará Michaux en Un bárbaro en Asia. Pero el primero, en cierta medida, es un libro desafortunado. Si se compara con el segundo, elogiado y traducido por Borges, Ecuador es una suerte de preámbulo. Cumple el necesario papel de libro peldaño. Michaux parece que hubiera necesitado, como preparación, un año de vida entre la selva y las montañas suramericanas para penetrar, con su prosa poética (o al decir de Juan José Arreola, uno de sus mejores discípulos latinoamericanos, “poesía prosaica”), los antiguos mundos de Asia. Ahora bien, ¿por qué Michaux no logra la plena observación en Ecuador? ¿Se trata de la incapacidad o la insensibilidad de un joven escritor francés ante el Nuevo Mundo? ¿O se debe, más bien, a un juego engañoso producido por una poética basada en el sarcasmo? Los reproches que acarrea la lectura de Ecuador, la visión de turista padecida por su autor hacia una parte del universo americano, que se aumenta al pensar en la afortunada proximidad del viajero en Un bárbaro en Asia, podrían resumirse en varios argumentos. Uno de ellos, y este acaso sea el más convincente, es: Asia es misteriosa y anciana; América del Sur, farragosa y adolescente. Otro, más simple pero no menos plausible, tratándose de seres humanos que aman la trashumancia, es que a Michaux le impactó más el Asia que América, y en cuestión de gustos es mejor no entrometerse.

Ecuador forma parte de una tendencia literaria cultivada en Francia desde los tiempos en que el monje franciscano Guillaume de Roubrouck, emisario de Luis IX, viajó a las enigmáticas tierras del Asia. Tendencia que en el siglo XIX, cuando Francia se convierte en el gran imperio en el que colonización y cultura intentan abrazarse, es decir, en el que saqueo y expoliación se revisten de exquisiteces artísticas y exotismos varios, tiene uno de sus momentos culminantes con los viajes que Gérard de Nerval, Gustave Flaubert y René de Chateaubriand harán al lejano y cercano Oriente. Hay en Ecuador una cronología de eventos “novedosos” (en principio lo son para el autor, deben serlo de algún modo para el lector) que se puede rastrear con cierta facilidad porque está registrada por medio de fechas. Un bárbaro en Asia, en cambio, es una de esas obras inclasificables. Allí el asombro del viajero se disemina en cada párrafo llevando a reconocer, más que a descubrir, el palpitar de civilizaciones remotas. Acaso la ausencia de fechas en Un bárbaro en Asia, y la escasez de lo anecdótico, hacen de sus páginas un inolvidable itinerario poético. Michaux pasa primero por la India, luego va al Ceilán, se dirige a la China y al Japón, para terminar en Malasia. De entrada, el narrador, y por consiguiente el lector, es atrapado por una realidad que, aunque no descodifica por completo la observación occidental, estremece con fuerza su modo de entender el mundo. Basta con leer su primer epígrafe, “En la India nada para ver, todo para interpretar”, para tener una idea de lo que Michaux se propone. En Ecuador, al contrario, el choque de la realidad es débil. La travesía resulta empapada de trivialidad. No hay penetración al mundo andino ni al selvático. Si en Un bárbaro en

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