LOS PERSONAJES
Los Ventura y Ventura | Los cónyuges | Los primos | Edad |
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1. Adelaida | Cesareón del Real | 1) Melania | 16 |
(57 años) | y Ventura, muerto | 2) Higinio | 15 |
3) Aglaée | 13 | ||
4) Ruperto | 10 | ||
5) Cirilo | 8 | ||
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2. Hermógenes | Lidia Frías | 1) Casilda | 16 |
(55 años) | y Ventura | 2) Colomba | 16 |
3) Cosme | 15 | ||
4) Justiniano | 15 | ||
5) Clarisa | 12 | ||
6) Casimiro | 12 | ||
7) Amadeo | 5 | ||
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3. Silvestre | Berenice Galaz | 1) Mauro | 16 |
(53 años) | y del Real | 2) Valerio | 15 |
3) Alamiro | 13 | ||
4) Clemente | 6 | ||
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4. Celeste | Olegario Ventura | 1) Juvenal | 17 |
(52 años) | y de la Mora | 2) Abelardo | 15 |
3) Morgana | 12 | ||
4) Hipólito | 10 | ||
5) Avelino | 7 | ||
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5. Terencio | Ludmila de la Mora | 1) Fabio | 16 |
(50 años) | y Frías | 2) Arabela | 13 |
3) Rosamunda | 12 | ||
4) Cipriano | 10 | ||
5) Olimpia | 8 | ||
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6. Anselmo | Eulalia Valle y Galaz | 1) Cordelia | 16 |
(50 años) | 2) Malvina | 15 | |
3) Esmeralda | 13 | ||
4) Clelia | 12 | ||
5) Teodora | 10 | ||
6) Zoé | 7 | ||
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7. Balbina | Adriano Gomara | 1) Aída, muerta | 869 |
(47 años) | 2) Mignon, muerta | ||
3) Wenceslao |
Primera parte
LA PARTIDA
Capítulo uno
La excursión
1
Los grandes habían hablado muchísimo de que era absolutamente indispensable partir temprano esa mañana, casi al amanecer, si querían llegar a su destino a una hora que justificara el viaje. Pero los niños se guiñaban un ojo al oírlos, sonriendo sin levantar la cabeza de sus torneos de bésigue o de ajedrez que parecían durar todo el verano.
La noche anterior a la excursión que me propongo usar como eje de esta novela, Wenceslao dejó a su madre roncando con el láudano que tomó para poder dormir después de la efervescencia de los preparativos, y se escabulló de su lecho para ir a acurrucarse junto a Melania. Con la voz atenuada para que los lacayos no los sorprendieran hablando después del toque de queda, le apostó una corona a que sus padres, que se complicaban con todo, serían incapaces de partir antes de las once de la mañana, si es que partían, y que tanta exaltación y preámbulo quedarían convertidos en la insoportable retórica con que acostumbraban encubrir sus fracasos. Melania le tironeó los bucles para castigarlo por este irrespetuoso vaticinio: en la intimidad de las sábanas le hubiera gustado reducirlo al llanto para secarle las lágrimas de sus ojos azules con besos, y sus mejillas de muñeca de loza con su trenza negra.
Pero como Wenceslao no cejó ni lloró, a la mañana siguiente Melania no le pagó ni media onza de la apuesta al comprobar que el pronóstico del niño se cumplía: sonaron las doce antes de que los grandes terminaran de cerrar la historiada cancela de la reja del parque, y de echar llave a esas ventanillas del pa