¿Hacer deberes en verano?
Pequeños preguntones 3 min.

¿Hacer deberes en verano?

Finalizado el curso escolar nos encontramos frente al verano y se nos presentan las mismas dudas cada año: ¿Es positivo reforzar los aprendizajes adquiridos a lo largo del curso en estos meses sin colegio? ¿Cómo podemos repasar lo aprendido sin caer en la repetición o en la misma aburrida rutina? ¿Es necesario hacer deberes o es preferible no hacer nada? ¿Qué es lo que necesita realmente mi hija o mi hijo?

Sigue leyendo para saber cuál es la mejor decisión. 

ALEJANDRA_MELÚS

Experta en Atención Temprana y primera infancia

Como en todos los temas no existe una respuesta correcta ni única, ya que habrá quienes defiendan que el verano es para el descanso y que estos meses son necesarios para desconectar, y quienes que por el contrario, afirmen que es necesario seguir manteniendo una rutina de repaso de los contenidos que se han adquirido a lo largo del curso escolar.

Ambas decisiones son igualmente respetables y válidas y ante todo debemos seguir la corriente más afín a nuestro modo de educar, a las necesidades de nuestro hijo o hija y a las rutinas que queramos o podamos establecer en estos meses de verano.

¿Logrará Kitty ser una superheroína como su madre?

Cada familia tiene su modo de organizarse durante estos meses donde la conciliación es parte esencial, y en muchas ocasiones los niños o niñas no están ni siquiera a nuestro cargo en algún momento del día, o acuden a un campamento de verano o están siendo cuidados por los abuelos u otra persona.

Es por esto que debemos plantearnos escoger según nuestras creencias, necesidades y nuestro caso en particular.

Y ¿cuál puede ser una buena opción para repasar contenido si así lo deseamos?

A veces no es necesario un material concreto, sino tener algunas ideas claras y partir desde ahí para favorecer conceptos que aparecen en nuestro día a día.

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El juego es el principal motor de aprendizaje a lo largo de la infancia.

Si encontramos el modo de acceder a los aprendizajes adquiridos a través de éste, tendremos logrado el principal objetivo que nos hayamos planteado.

A través del juego el niño adquiere aprendizajes de manera automática, integrándolos en su día a día y haciéndolos funcionales.

Por ejemplo, si este año ha comenzado a practicar el concepto numérico de la suma, podemos practicarlo con cualquier material agrupando por parejas, de tres en tres o clasificando por categorías y empleando la suma de manera sencilla. Por ejemplo con coches, con animales, pompones, pelotas o piedras.

De este modo el niño observa que lo aprendido no es solo un concepto sobre papel sino que es funcional en su día a día y tiene un papel útil.

En la etapa de Educación Infantil el principal objetivo debe ser favorecer el juego libre, potenciar las escapadas al aire libre donde se fomente el juego simbólico, de creatividad, con elementos de la naturaleza, jugar con texturas (arena, piedras, agua, barro, hierba, plastilina, pinturas de dedos, arcilla, harina, amasar una pasta, comer con las manos…), disfrutar del tiempo en familia, cantar canciones, bailar, correr o saltar.

En la etapa 3-6 años no deberíamos plantearnos tareas más allá de las nombradas, o de aquellas que nos demande nuestro hijo o hija.

En los primeros años de la etapa de Educación Primaria, las necesidades siguen siendo muy similares a las ya nombradas en la etapa anterior, pero además se une su curiosidad continua por aprender sobre nuevos temas, conocer todo su entorno, estar en continuo aprendizaje y descubrimiento de todo a través de la ilusión y el entusiasmo.

Nuestro papel como adultos es saber observar estas señales en nuestros hijos e hijas y acompañarlas adecuadamente con los materiales y las herramientas que tengamos a nuestro alcance.

Si observamos interés por la lectura, la escritura, los números, los conceptos como los contrarios, los antónimos u otras lenguas e idiomas, podemos buscar algún cuaderno de actividades que le atraiga y que pueda realizar de manera puntual cuando así lo demande.

No se trata de hacer un cuaderno de repaso aburrido, lleno de tareas repetitivas y fichas, sino de un juego más dentro de todas las posibilidades que tenga a su alcance, para poder tener donde seguir aprendiendo en aquellos momentos que así lo demande.

El verano es muy largo y en muchas ocasiones estos materiales pueden resultar muy buenos compañeros de viaje, de ratos de inactividad o donde aparece la sobre demanda de pantallas, por ejemplo.

Buscaremos que los cuadernos sean atractivos, que tengan juegos, que no sean repetitivos ni exijan mucho tiempo al niño o la niña frente a la misma tarea, que tengan actividades variadas y favorezcan su creatividad e imaginación.

Si dejamos que lo escojan también ellos y ellas, seguro que esto será mucho más motivador y atractivo.

Además debemos comprender que todo lo adquirido durante tantos meses no se va a olvidar en dos meses de verano, sino que podemos reforzarlo también con otras actividades como los juegos tradicionales tales como son la oca, el parchís, las palabras encadenadas, el veo-veo, la rayuela, la comba, la goma o el escondite, entre otros.

Y no olvidemos que la memoria y la atención, hitos que tanto nos preocupan, podemos seguir potenciándolas con actividades del día a día, como cocinar en familia siguiendo una receta, yendo a la compra juntos apuntando lo que hace falta o sumando el total del ticket, observando los carteles de la calle, buscando números entre los portales y también compartiendo ratitos de atención conjunta leyendo cuentos antes de ir a la cama o a cualquier hora del día, haciéndonos cosquillas, realizando un masaje favoreciendo la calma y la relajación, inventando una canción juntos o representando películas en familia.

Y sobre todo y más importante, se trata de disfrutar del verano, en familia, con amigos, en compañía de nuestros seres queridos, en soledad, en la naturaleza, en la playa o en el pueblo, pero siempre como escojamos, como lo sintamos, nos apetezca y deseemos.

Conoce a la Patrulla Gatuna

Mandarino es un gato
callejero anaranjado que
adora a Kitty. 

Fígaro es un gato negro con la
cara y las patas blancas. Es
inquieto y siempre está dispuesto a correr aventuras.
Conoce el vecindario como la
almohadilla de sus patas.

A Misi, una gatita de pelo
blanco y esponjoso, le gusta
meterse en líos y tiene una
imaginación desbordante.

Katsumi es sofisticada y
elegante. Llama a Kitty en
cuanto huele problemas y es
fácil de identificar por sus
manchas de tigre y sus ojos de
color ámbar.

Mandarino es un gato
callejero anaranjado que
adora a Kitty. 

Fígaro es un gato negro con la
cara y las patas blancas. Es
inquieto y siempre está dispuesto a correr aventuras.
Conoce el vecindario como la
almohadilla de sus patas.

A Misi, una gatita de pelo
blanco y esponjoso, le gusta
meterse en líos y tiene una
imaginación desbordante.

Katsumi es sofisticada y
elegante. Llama a Kitty en
cuanto huele problemas y es
fácil de identificar por sus
manchas de tigre y sus ojos de
color ámbar.

¿Sabes cuáles son sus superpoderes?

  • Supervelocidad ¿Alguna vez has visto a un gato escapar a toda pastilla de un perro? Si lo has hecho, te gustará saber que corren muy rápido, a más de 45 km/h.
  • Superoído: Los gatos tienen un sentido del oído espectacular y pueden girar las orejas para detectar hasta el sonido más leve.
  • Superreflejos ¿Has oído decir que los gatos siempre caen de pie? Se cree que es porque tienen unos reflejos excelentes. Cuando caen, los gatos pueden detectar cómo mover el cuerpo para colocarlo en la posición correcta y aterrizar sanos y salvos.
  • Superagilidad Un gato puede alcanzar una altura de 2,5 m de un solo salto gracias a los potentes músculos de sus patas.
  • Supervisión Los gatos tienen una capacidad de visión nocturna increíble. Su habilidad para ver con poca luz les permite cazar a sus presas cuando fuera está oscuro.
  • Superolfato Los gatos tienen un sentido del olfato muy desarrollado, catorce veces más sensible que el de los humanos. ¿Sabías que las estrías de la nariz de un gato son tan únicas como las huellas dactilares de los humanos?

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