A veces llegan cartas

Joaquín Guzmán

Fragmento

Contents
Índice
Portadilla
Índice
Dedicatoria
Agradecimientos
Preámbulo
Parte primera: Desde mi libertad
Parte segunda: Con Dios de nuestra parte
Parte tercera: Atrapados en la red
Parte cuarta: Debajo del puente
Parte quinta: Mundo de cristal
Parte sexta: ¿Entiendes?
Parte séptima: Por mucho que pase
Parte octava: Viaje con nosotros
Parte novena: Una lluvia violenta y salvaje
Parte décima: La familia unida
Biografía
Créditos
Grupo Santillana
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A los remitentes que me abrieron un pedazo de sus vidas,

y al motor de la mía, Rosa, María y Natalia

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Agradecimientos

 

 

 

 

A los músicos, por prestarnos sus canciones, especialmente los que aparecen en el libro. A Raquel G., no fue contigo pero sí gracias a ti. A Javier Pons y Luis Merino por la confianza. A mi familia (gracias Eva por la casa). A Gregorio de Mera y Jorge de Antón, donde quiera que estéis os siento cerca. A Alicia Bajo y Alicia Sastre que me ayudaron a leer cartas. A Luis Del Val por los sabios consejos, a Erika por la disposición. Y especialmente a todos los «Gramoleros» por oír y haceros sentir. A todos ellos, gracias.

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Preámbulo

 

 

 

 

Debo confesar que no es éste el primer preámbulo que escribo para presentar el libro que ahora tenéis entre las manos. Cuando envié un primer boceto a la editorial, lo que escribí en esta primera página era una breve historia de La Gramola en la que contaba cómo Javier Pons, que por 1995 era director de M80 Radio, me propuso hacer un programa nocturno de tres horas de duración en las que el oyente fuera protagonista: a través de sus peticiones musicales y de sus historias personales. También recordaba aquel primer programa, el «programa cero», el 4 de septiembre de 1995, a las once de la noche. Y era el programa cero porque partíamos de la nada: los oyentes no sabían de qué iba aquella historia y apenas empezaban a familiarizarse con el nombre de La Gramola. Por eso solicité la colaboración de algunos compañeros de la emisora para que nos sirvieran de «conejillos de Indias» haciendo sus peticiones musicales para que la maquinaria de La Gramola hiciera su primer rodaje. Rosa, Amadeo, Alfredo y otros se prestaron al experimento con tanta ilusión que los oyentes captaron enseguida la fórmula de aquel nuevo programa.

Cuando empecé a escribir este libro me figuraba todo lo que iba a suponer. Pero mis previsiones se han desbordado. A medida que he ido releyendo cada una de las historias que están incluidas en este A veces llegan cartas, he comprendido que es posible acercarse a la vida y los sentimientos de los que nos rodean a través de la música. La vida en una cárcel, el sentimiento de repulsa ante los atentados terroristas, las penas y alegrías de la vida a través de la convivencia en familia, de los amigos, de las personas que no pierden la esperanza de hacer de este mundo algo mejor, la cercanía de otros mundos y los viajes, la experiencia de sentirse diferente... Todas y cada una de las cartas, recopiladas en varios capítulos, nos acercan al día a día de personas que tienen algo que contar.

Comprobaréis también que la música puede ser protagonista en las páginas de un libro. Cada uno de los capítulos está basado en el título de una canción: Una lluvia violenta y salvaje, Viaje con nosotros, Por mucho que pase, etc., etc. La música también es cultura y no cejaré en mi empeño de tratarla como merece, dándole la importancia que realmente tiene. Cuando llega una carta al programa, siempre lo hace, al menos, con una petición musical. Una canción que, si a alguno nos puede resultar simplemente bonita, para quien la pide significa parte de su propia historia.

Reconozco que muchas de las cartas, faxes o correos electrónicos estaban ya arrinconados y olvidados pero, gracias a este libro, han vuelto a recobrar todo su sentido. Porque ése es realmente el motivo por el que en su día se molestaron en dedicar un poco de su tiempo para escribir unas líneas. Para hacer llegar a los demás su lección de vida, ya fuera triste o alegre, y comunicarse de ese modo con los que a través de la radio quisieran oír lo que tenían que contar. Ha sido todo un orgullo ser portavoz de esas miles de personas que en todos estos años han adoptado a La Gramola como amiga y confidente, depositando en nosotros su confianza y su afecto. Por eso, he reescrito esta presentación. Porque me han hecho reencontrarme con todas aquellas historias que estuvieron vivas durante unos minutos de radio y que, a partir de ahora, se convierten en presente y futuro.

Las cartas. Echando números... por las que llegan al mes, mu

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