Poder, política y cultura

Edward W. Said

Fragmento

cap-1

Prefacio

Esta recopilación de entrevistas abarca desde 1976 hasta 2000 y una amplia variedad de temas. A excepción de la primera, que apareció en Diacritics, publicación de la Universidad de Cornell, y que fue un diálogo escrito con los redactores, todas las demás fueron, por decirlo así, cara a cara. De modo que reflejan necesariamente la inmediatez de tales encuentros, el toma y daca, el lenguaje informal de preguntas y respuestas, las vueltas y revueltas en torno a un tema, la formulación y reformulación de un argumento, el reto y el contrarreto del entrevistador y el entrevistado. Estas conversaciones fueron revisadas inicialmente por los periódicos o las revistas que las llevaron a cabo (y donde fueron publicadas), luego por Gauri Viswanathan y Shelley Wanger, y finalmente por mí. Como entonces, son una mezcla de discurso directo y aclaración posterior. Ninguno de los que han participado en estas entrevistas ha hecho ningún esfuerzo para que parecieran «mejor escritas». Por ello son, principalmente, el reflejo de diversas circunstancias, situaciones, preocupaciones y estados de ánimo en varios lugares (de Estados Unidos, Europa u Oriente Próximo), en diferentes publicaciones y con distintos entrevistadores.

El papel de las entrevistas no es el de los libros y los ensayos. En mi caso, estas han surgido a menudo como respuesta a lo que había escrito en mis libros y artículos, y como tales, reflejan los intereses del entrevistador. Debo decir, de todos modos, que son un elemento constante en la vida del profesor que publica y del crítico público. Siempre que doy una conferencia o publico un libro estoy muy agradecido a esos individuos amables e intelectualmente generosos que me brindan la oportunidad de responder a sus preguntas, a bocajarro y sin preparación. De muchas maneras, las entrevistas son actos de continuo descubrimiento, no solo para la persona entrevistada, sino para el entrevistador más experto. Así, resulta reconfortante que quien ha preparado una larga serie de preguntas escritas de forma meticulosa descarte la lista y pase simultánea y directamente a hablar conmigo —a partir de nuestra discusión más que a partir de una página escrita—, con lo que se suelen descubrir más cosas, con resultados por lo general impredecibles. Toda situación, por tanto, refleja un conjunto particular de circunstancias, y puesto que he andado metido en la vida pública como activista político, como intelectual y estudioso, surgen todo tipo de desafíos que siempre he procurado afrontar. En cualquier caso, espero que, a pesar de su informalidad y su naturaleza relativamente variada, estas entrevistas también respondan a los intereses y las preocupaciones del lector… en otro tiempo, en otro lugar.

EDWARD W. SAID

Nueva York, 20 de marzo de 2001

cap-2

Introducción

Pocos escritores actuales son tan prolíficos como Edward W. Said. Autor de casi dos docenas de libros, Said ha escrito acerca de una amplia variedad de temas que van de la crítica literaria a la política en Oriente Próximo pasando por la ópera, el cine y los viajes. Sus opiniones, marcadas por una seductora energía comunicativa, han alcanzado a un vasto público a través de sus publicaciones, artículos y libros, ya traten de Joseph Conrad o de Palestina y el proceso de paz. También se le han dedicado varias obras íntegras y antologías de ensayos críticos; de hecho, cada año aparece media docena de publicaciones sobre su obra, y los libros que ofrecen una perspectiva crítica sobre Edward Said se han convertido en una industria en sí mismos. Hay tanto escrito por él y sobre él que deberíamos perdonar a quien preguntara qué nuevas ideas puede ofrecernos un libro de entrevistas, ideas que no estén ya presentes en los textos de Said o en los libros sobre él.

La respuesta es sencilla: las entrevistas concedidas por Said en las tres últimas décadas proclaman con audacia que ni sus libros ni los ensayos escritos sobre él tienen la última palabra. Lo primero que conviene observar es no solo la cantidad de entrevistas concedidas por el autor, tanto a los medios escritos como a los audiovisuales, sino también los distintos lugares donde se efectuaron (Asia y Oriente Próximo, Europa y Estados Unidos). Todo ello confirma su presencia en la escena internacional como uno de los intelectuales más vehementemente públicos de nuestro tiempo, un hombre que despierta el interés del lector por su apasionado humanismo, su refinamiento y erudición, sus opiniones provocativas y su inquebrantable compromiso con la causa de la autodeterminación palestina. Dispersas en numerosas publicaciones de todo el mundo, estas entrevistas no habían sido recogidas en libro. Juntas revelan una mente en perpetua exploración que regresa a ideas anteriores de sus libros o artículos para reelaborarlas. La fluidez y variedad del pensamiento de Said se puede medir por su capacidad para retomar argumentos aparecidos en sus libros y ensayos, no solo para defenderlos y ampliarlos, sino, lo que es más importante aún, para señalar sus límites y sondear sus ulteriores posibilidades, sobre todo en contextos distintos de aquellos que los originaron. En otras palabras, Said viaja con sus ideas tan lejos como puede mucho tiempo después de haberlas expresado por primera vez, y aplica a la asimilación acrítica de su obra el mismo escepticismo que reserva en general para su formulación ahora famosa acerca de la «teoría itinerante». En el ensayo del mismo nombre publicado en El mundo, el texto y el crítico (1983), Said argumentaba que las teorías desarrolladas en contextos locales suelen perder su elasticidad y diluirse en potencia y significado cuando se transportan a otro lugar. En su forma más débil, las teorías no pueden ser más que métodos estratégicos en los que el sistema y el procedimiento ocupan el lugar del pensamiento genuino.

La fuerza debilitada de las teorías itinerantes pone en entredicho la idea convencional de que una de las maneras de que la influencia sea válida consiste en reivindicar su aplicación general y borrar las distinciones entre gentes y lugares. Ese es también el poder del imperio, que «lo universal siempre se alcanza a expensas de lo nativo» («Crítica, cultura y música»). Solo cuando el saber local sea relevante para los textos y estos se reinstalen en sus situaciones y escenarios, las lecturas podrán enfrentarse a los lenguajes del universalismo y la estandarización. Un ejemplo de los usos productivos del contexto local es la descripción que hace Said de cómo Albert Camus se sirve del discurso cultural de la escuela francesa para demorar la aparición de una Argelia independiente (p. 143). Es un método interpretativo que Said utiliza cuando lee su propia obra en respuesta a las preguntas de los entrevistadores. Al extender la crítica del universalismo a su propia obra, Said llama la atención hacia las condiciones localizadas de producción del saber que afectan a la manera como uno comprende no solo las obras que estudia, sino también las que escribe. Al ser entrevistado en tantas partes del mundo, invariablemente se le pide que responda a las preocupaciones más pertinentes en esos lugares, y reconsidere su propia

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