Sentir el bosque

Álex Gesse

Fragmento

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Para mi abuelo, que me enseñó a amar a la tierra y a cuidarla con mis manos

A Carla, Emma y Lía, mis hijas, por cada vez que dicen:

«Mi padre trabaja en el bosque»

 

A Joana, mi mujer, por su apoyo incondicional y sus largas esperas

 

A todos mis mentees y asistentes en formaciones que me inspiran hoy y siempre:

Sarah, Nell, David, Caitlin, Gorana, Zorana, Mari, Maria do Carmo,

Andrea, Armando, Eliz, Irene, Michelle, Tom, Youmin, Amanda, Nick, Kara,

Hanna, Leandro, Julián, Kirsten, Nicole, Gisela, Ran, Katarina,

Estefania, Geert, Maritjke, Serge, Charlotte, Kristian, Saija, Laurence,

Estell, Silje, Katerina, Katherine, y los que están por llegar

 

A Cristina, mi editora, por desafiarme y hacer este libro posible

 

A mis compañeros de cohorte y otros guías

 

A los participantes que conectan con...

 

Al bosque…

Portadilla

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En la ciudad

Nota tus pies apoyados sobre el suelo. Balancea tu cuerpo. Mira al suelo. Casi con total seguridad tus pies están posados sobre alquitrán, cemento, madera muerta tratada, arcillas cocidas mezcladas con materiales sintéticos, material plástico o cualquier otro material artificial. Da unos pasos, te mueves sobre naturaleza tratada. Minerales, piedras, arenas y árboles que estaban aquí mucho antes de que el primer homínido se irguiera sobre dos piernas. Andas sobre un pedazo de vida descontextualizada. Retazos de naturaleza que el ser humano ha ajustado para cubrir las necesidades de la especie. Sin duda, el ser humano es capaz de adaptar el medio. Domina y subyuga al medio. Como domina los fuegos que asolan cada vez más territorios, los tsunamis, las erupciones volcánicas, las intensas lluvias, las olas de calor y otros fenómenos climáticos. Hermosa e ilusa percepción infantil de una especie joven. La realidad es que los seres humanos siguen huyendo de estos fenómenos como hace milenios. ¡Divina humanidad!

Volvamos sobre los propios pasos de la historia. Los pasos que se dan pueden definirse de una forma simple. Te acercan a algo o te alejan de algo. Los del género Homo dieron sus primeros pasos en África. Usaron el fuego que les permitió calentarse y cocinar alimentos, y los protegió de los depredadores. Les dio una mayor protección frente a otros animales y frente a las adversidades climatológicas y, con el tiempo, facilitó la manipulación de materiales, como trabajar una lasca. Los alejó de los ciclos del día, una vez que pudieron realizar actividades en las horas nocturnas.

Más pasos, y salieron de África. ¿Hacia dónde? Unas décimas de segundo después, en el reloj del Big Bang, estaban cultivando y domando animales. También se volvieron sedentarios. Era la denominada Revolución neolítica o agrícola, un cambio progresivo que es considerado uno de los dos más transcendentales de la historia de la humanidad. En el mismo reloj, una o dos décimas de segundo después se construyeron las primeras ciudades. Los acercó a la modificación de paisajes, a la selección de animales para la cría y de semillas para la siembra, a la creación de estructuras sociales más complejas, reguladas por normas y códigos; en definitiva, leyes. Progresivamente los alejó de la recolección, de la caza y de conocimientos ancestrales fruto de la sabiduría que se genera en la relación con la naturaleza. Paulatinamente, los fue alejando del contacto con la naturaleza.

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Fotografía cedida por el autor

Al mismo tiempo, la espiritualidad se fue transformando. Los diversos grupos con un similar sentido de la espiritualidad y creencias las fueron transformando en religiones. Estas se fueron imponiendo unas a las otras. Unas se extinguieron, otras se hibridaron, y se crearon nuevas. Racionalizándose, extendiéndose e imponiendo diferentes dogmas.

Con el tiempo, sus pasos y las diferentes ideas, categorías y conceptos que surgirían espaciosamente durante y después de la Edad Media los acercó a la Razón, al método científico y al concepto que se define en Occidente como Progreso. Gradualmente, el hombre adquirió un papel de centralidad en el mapa de la realidad que le rodea y se aproximó, de este modo, a la comprensión intelectual de la naturaleza.

Un paso más. Un milisegundo. La segunda gran transformación de la humanidad, la Revolución industrial. También fue acompasada, en dos periodos. Los acercó a un mayor control de la producción agrícola, ganadera y pesquera. A la explotación intensiva de los recursos naturales y la producción masiva de productos. Los llevó al desarrollo de más infraestructuras y de medios de transporte y comunicación más veloces. También los acercó a una mayor especialización del trabajo, al uso de maquinaria y a las estructuras de estados administrativos, en sus diferentes modelos. Los concentró aún más en las ciudades o centros de producción, despoblando los campos. Los alejó de los ciclos naturales, de las estaciones, de las relaciones sociales y de la comunidad. Los alejó del trabajo manual y de los procesos creativos en los que el individuo se expresa y se realiza a sí mismo. Los alejó de la variedad y de la diversidad, que quizás es fruto de la propia naturaleza como seres humanos.

En mucho menos de un milisegundo llegó la Revolución digital. La que dicen que la generación actual está viviendo. ¿A qué te acerca? ¿De qué te aleja? Así, de primeras, sin pensarlo, me hiperconecta. Todo está más estructurado, incluso el tiempo libre. Ayuda –o mejor dicho, obliga– a producir más. Aunque eso no hace que los individuos dispongan de más tiempo libre. Y, sobre todo, pone una pantalla entre el Yo y el Tú. Te acerca a la rapidez, al «ya» y sus posibles conse

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