¡Gol! 6 - ¡Vacaciones de campeonato!

Luigi Garlando

Fragmento

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LAS ROSAS DE TITÍ

U¿Reconoces a ese gato que va en la jaula de plástico transportada por una señora que no está precisamente delgada y lleva en la cabeza un gran sombrero amarillo?

Te daré una pequeña pista: los Cebolletas lo conocieron en el mismo lugar en el que se encuentran ahora, el aeropuerto de Barajas, el día en que partieron hacia Río de Janeiro.

¡Correcto! ¡Es él!: ¡el formidable Biro Biro!

Y, como en aquella ocasión, hoy vuelve a correr un grave peligro. Tomi y sus amigos están a punto de embarcar en dirección a la hermosísima París, donde pasarán unas nuevas y apasionantes vacaciones, y Sara acaba de proponer un juego:

—Antes de disparar el balón hay que cantar un número, entre el uno y el tres. Quien lo reciba debe hacer el número de toques indicados y pasarlo a otro diciendo un nuevo número.

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¡GOL!

—¡Estupendo, es una gran idea! —aprueba Nico, el empollón del grupo, que siempre disfruta cuando puede jugar al fútbol empleando las matemáticas y los números.

—¡Atención, que empezamos! —avisa Sara, que lanza la pelota con las manos a João al tiempo que dice—: ¡Tres!

El brasileño primero hace botar la pelota con el muslo, da unos toques con la cabeza y exclama:

—¡Dos!

Luego pasa con el pie izquierdo a Nico, que la toca con el derecho y, antes de lanzársela a Tomi, grita:

—¡Tres!

Cada vez que la pelota cae al suelo, los chicos vuelven a empezar, tratando de batir su propio récord, que ya hace unos minutos era de 36 toques.

Pero los Cebolletas están a punto de superarlo. —¡Ya hemos llegado a 34! —grita Sara—. ¡Ánimo, capitán, que batimos el récord!

Lamentablemente, el taconazo de Becan no ha sido preciso: Tomi tiene que lanzarse al suelo para alcanzar el balón y, con una especie de chilena, lo envía hacia sus compañeros. Sin embargo, el balón pasa por encima de João y aterriza contra la jaula de plástico, que se vuelca.

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EL GATO SALE PITANDO,

COMO SI HUBIERA VISTO UN RATÓN.

Los chicos se lanzan de inmediato a la caza del gato, pero este los esquiva a todos, como Tomi cuando está en forma. Hace falta un portero de manos veloces y que sepa escoger el mejor momento para tirarse al suelo.

Ahí está, escondido detrás de una columna, tendiendo una emboscada al minino. En cuanto Biro Biro pasa por su lado, se tira y... ¡logra atraparlo!

—¡Fantástico! —gritan de alegría los compañeros—. ¡Una parada de campeón!

¿Sabes quién es el portero que ha atrapado al gato? No, lo siento, no es Fidu... Es un portero que conoces, pero no el de los Cebolletas. Lleva una cinta roja sobre el pelo, largo y rubio...

Sí, es el Gato del Real Baby, que ahora devuelve a Biro Biro a su ama. La señora se abanica con su gran sombrero amarillo, le da las gracias, saca una tarjeta de visita y se la entrega a Tomi.

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¡PERO SI ES

BIRO BIRO! ¡SOCORRO! ¡ATRAPADLO!

¡CARIÑO, VEN CON MAMÁ!

U

U

A

A

A

I

M

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¡GOL!

—Cogedla, lleva mi número de teléfono. La próxima vez que salgáis de viaje, ¡avisadme, por favor!, así me aseguraré de que no nos volvamos a encontrar...

Los chavales sonríen y se ponen a jugar otra vez.

Ahora te estarás preguntando qué hace el Gato en el aeropuerto con los Cebolletas. Enseguida te lo explico.

El tobillo de Fidu necesita todavía algo de reposo y por eso el entrenador, Gaston Champignon, ha tenido la idea de invitar al portero del Real Baby al torneo de París, que es un auténtico minicampeonato del mundo en el que participarán equipos de todos los continentes, representando a sus respectivos restaurantes. El torneo ha sido organizado por la Asociación de Cocineros de Francia, que premiará con el Tenedor de Oro los mejores platos del año. Será precisamente Gaston Champignon quien recoja ese prestigioso galardón, pues ha logrado imponerse a sus competidores gracias al genial menú a base de flores que sirve en su restaurante madrileño: el Pétalos a la Cazuela.

Como ves, el Gato ha aceptado la invitación y se ha presentado en el aeropuerto con un extraño estuche en bandolera.

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LAS ROSAS DE TITÍ

«Es un violín —ha explicado a sus nuevos compañeros de equipo—. Me divierte tocarlo, y además es un buen entrenamiento para los dedos de un portero.»

Los Cebolletas le han enseñado enseguida a chocar la cebolla: puño cerrado y pulgar levantado. ¡Porque todos en el equipo están unidos como los dedos de un puño y, para ellos, no hay problemas insuperables: todo es dulce y sabroso como las cebollas!

Pero las sorpresas de los Cebolletas no han hecho más que empezar, ya que los partidos del torneo de París se disputarán con ocho jugadores y no siete, como en el campeonato. Por eso les hacían falta refuerzos, teniendo en cuenta también el accidente de Fidu. Así que, además del Gato, Champignon ha invitado a un par de chicos más, aunque sin revelar sus nombres.

—Míster, sea bueno, ¡díganos cuáles son los dos refuerzos! —insiste Sara, la más curiosa.

—Denos al menos una pista —añade Lara—. ¿Los conocemos?

—Vale —responde el cocinero-entrenador—. Vosotras los habéis marcado durante el campeonato...

Las gemelas se miran con cara de preocupación. Probablemente han tenido la misma sospecha:

—No serán por casualidad...

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¡GOL!

No han acabado la frase cuando, en la zona de salidas, aparecen Pavel e Ígor, los dos rubitos del Arco Iris, los delanteros gemelos que en el campo tienen la costumbre de parlotear sin parar...

Sara y Lara se llevan las manos a la cabeza. —Nooo... ¡Adiós a la tranquilidad!

Pavel e Ígor van arrastrando una maleta con ruedas acompañados por Antonio, su padre, quien agradece a

Gaston Champignon la invitación. En la excursión a París tenía que participar también el padre de las gemelas, pero en el último minuto, como

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