¡Gol! 35 - ¡Llegamos a la final!

Luigi Garlando

Fragmento

cap-1

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Armando está conduciendo el autobús número 54.

Siempre se ha sentido afortunado como chófer, porque la línea que le ha tocado pasa por el barrio en el que vive y así, cada vez que recorre el paseo de la Florida, ve su casa y puede saludar por la ventanilla a los amigos con los que se cruza por la calle, e incluso distinguir a Tomi jugando en la parroquia de San Antonio de la Florida.

En el fondo, su trabajo se parece al de un barquero: recoge a la gente de su zona, la lleva a la Moncloa o al centro de Madrid, saluda a la puerta del Sol y luego vuelve al barrio con otras personas a bordo.

Al doblar la última curva antes de la parada de la parroquia, Armando advierte a una multitud agolpada bajo la marquesina.

«¡Vaya, cuántos pasajeros! —comenta para sus adentros el padre del capitán—. No van a caber en el autobús. Más de uno se tendrá que quedar esperando al próximo. Pero ¿por qué hay tantos? No es hora punta...»

Armando se detiene y aprieta el botón que abre las puertas.

El primero en entrar es Nico, que sube de un salto ágil y anuncia a todo el mundo:

—Queridos pasajeros, les rogamos perdonen las molestias, pero tenemos el placer de comunicarles que el conductor de este autobús, el señor Armando Ferrero, ¡es el nuevo concejal de barrio! Se acaban de publicar los datos oficiales de las elecciones del domingo pasado, ¡y Armando ha sido el más votado!

Los viajeros, sorprendidos y divertidos por el anuncio, aplauden calurosamente, mientras los Cebolletas y los demás amigos suben al autobús para felicitar al nuevo concejal, que se lo agradece con satisfacción, chocando una mano tras otra.

Hasta que Armando pide silencio con dos sonoros bocinazos:

—Les pido perdón por la interrupción. Trataré de recuperar el tiempo que hemos perdido a lo largo del trayecto. Permítanme solo dar las gracias oficialmente a mi comité electoral, que ha hecho una labor encomiable y ha contribuido de manera decisiva a mi victoria. Y añadiré algo más: los árboles que ven en ese jardín han estado a punto de ser talados para dejar su puesto a una explanada de cemento. Ahora que soy concejal de barrio, tendrán muchas más probabilidades de sobrevivir. ¡Les prometo que lucharé por ellos!

Un gran aplauso estalla de nuevo en el autobús.

—¿Y Charli? —inquiere Armando.

—Ha recibido muy pocos votos —responde Nico—. No le han apoyado ni los clientes de su taller...

Todos se echan a reír.

—¡Esta noche lo celebramos, chicos! —se despide el padre de Tomi.

—¡Y entrenamos! —le recuerda Sara.

Los Cebolletas bajan del autobús de Armando, que se pone en marcha entre bocinazos festivos.

Como recordarás, Nico y algunos Cebolletas lucharon para apoyar la candidatura del padre de Tomi al consejo de barrio: inventaron eslóganes, imprimieron carteles y organizaron un cara a cara con Charli en el ring del gimnasio KombActivo... En resumen, trabajaron como locos.

Pero, a pocas horas de la votación, el padre de Pedro asestó a su contrincante un golpe bajo al empapelar el barrio con carteles anti-Armando. Por suerte, su estrategia no tuvo éxito, y el conductor del 54 obtuvo muchos más votos.

Armando, sin embargo, sigue teniendo batallas pendientes y ahora, como entrenador de los Cebotigres, ¡aspira a ganar la liga de la ciudad para equipos de siete jugadores!

De hecho, el equipo de los tigres blanquirrojos, capitaneado por Sara, ha llegado a la cima del grupo C gracias a su victoria contra los Duros de Pelar y se ha clasificado para las semifinales.

También han superado esta fase los Cebogoles de Tomi, que, en el encuentro de la última jornada, derrotaron a sus amigos y rivales de los Encebollados, haciéndose con el primer puesto del grupo A.

Los otros dos grupos de la liga han acabado con los Intrépidos Azulones y los Abejorros en cabeza.

Mañana por la tarde, en la sede del comité organizador del torneo, se sortearán los emparejamientos de las semifinales, que se disputarán el próximo domingo. Los vencedores saldrán al campo una semana más tarde para la gran final, que tendrá lugar en el legendario estadio Bernabéu.

Sentados en un banco al borde del campo, João y Becan juegan al Ziao, el famoso juego de cartas de los Cebolletas, mientras siguen el entrenamiento de los Cebogoles.

—A veces el fútbol es injusto, ¿no? —pregunta el brasileño—. Somos el mejor equipo del campeonato y nos han eliminado.

—Si nos han eliminado, será porque no somos los mejores —rebate el extremo albanés.

—¡Nadie ha jugado tan bien como nosotros este año! —insiste João—. ¿O crees que alguien ha desplegado un juego más espectacular que el que nos ha enseñado Felipão?

—Es posible que no, pero un partido de fútbol no es un concurso de belleza canina —replica Becan.

—¿Qué tienen que ver los perros con el fútbol? —exclama el brasileño al tiempo que suelta la carta de un portero para interceptar un disparo del adversario.

—En los concursos de belleza canina, los jueces levantan una paleta donde anotan los puntos que dan a cada perro en función de su belleza —explica Becan—. En cambio, en un partido de fútbol, se cuentan los balones que entran en la red. A lo mejor hemos tenido un juego más bonito que nadie, pero para ser campeones tenemos que aprender de los Cebotigres a luchar con más saña y de los Cebogoles a ser más despiadados delante de la portería contraria.

—No estoy de acuerdo —repone João—. Los Encebollados ya son un equipo diseñado para ganar, no les hace falta cambiar. Solamente nos ha faltado un poco de suerte.

—A lo mejor. Pero, sea como sea, nosotros estamos jugando a Ziao, y los Cebogoles y los Cebotigres todavía pueden ganar la liga...

Mientras tanto, Elena ha reunido en el centro del campo a los Cebogoles, que se han colocado en círculo, cada uno sentado sobre un balón. La maestra-entrenadora, vestida con su clásico chándal blanco, está de pie en medio.

—Siempre digo a mis alumnos que abrir sus libros y repasar diez minutos antes del examen no sirve para nada. Lo que de verdad cuenta es lo que se ha estudiado los días anteriores. Y esta regla también se puede aplicar a los futbolistas. Nos quedan los dos últimos partidos: la semifinal del domingo y, si todo va bien, la gran final en el Bernabéu. No tendría sentido que nos pusiéramos a hacer entrenamientos muy duros a estas alturas: ya sabemos todo lo que podemos saber. Así que en los próximos entrenamientos trataremos sobre todo de divertirnos. Vamos, poneos por parejas y empezad a pelotear para calentar. Luego echaremos un partidito.

Los Cebogoles intercambian sonrisas de satisfacción, como cuando el profe entra en clase y les da permiso a todos para salir a jugar al patio.

Mientras los chicos se pasan la pelota, Elena, con la ayuda de Lucía, demarca un campo rectangular con conos y coloca dos cajas grandes en el centro de los lados cortos. Al cabo de un cuarto de hora, la maestra-entrenadora pita para señalar el fin del peloteo y reúne a sus pupilos.

—Como veis, en lugar de porterías, hay dos cajas, que contienen cinco balones cada una. Los dos equip

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