Así habló Zaratustra

Friedrich Nietzsche

Fragmento

Introducción

INTRODUCCIÓN

ZARATUSTRA Y LAS METAMORFOSIS DEL ESPÍRITU

El lector tiene en sus manos el mejor libro de Friedrich Nietzsche y uno de los textos de referencia de todo el pensamiento ético, filosófico y religioso de los últimos casi dos siglos. Un libro hermoso, poético, lleno de imágenes y poderosísimas reflexiones que lo golpearán con dureza, sacudiéndolo y agitándolo. No en vano su autor dijo que este libro era «el mayor regalo que había hecho a la humanidad».[*]

Nietzsche ha sido siempre un pensador polémico, que gozó de gran eco en el siglo XX, aunque ahora su larga sombra empieza a declinar. Fue profesor de cultura griega, polemista, moralista, ateo, reformador y fundador de una nueva religión. Nadie se muestra indiferente ante su legado: creyentes y fieles seguidores del cristianismo ven en él una figura demoniaca; los ideólogos de izquierdas y los materialistas de este siglo lo tienen por su profeta y precursor; los más reconocidos pensadores contemporáneos de diferentes orientaciones toman imágenes, postulados o máximas de su rico arsenal de ideas; por un lado, destacan su dimensión poética y simbólica, y por el otro, descartan todo aquello con lo que no concuerdan o con lo que están en marcado desacuerdo. En su época, Nietzsche fue casi un perfecto desconocido; y su discurso sobre la «muerte de Dios», algo trasnochado y pasado de moda —pues ya lo habían adelantado los ateístas franceses del siglo XVIII y los grandes ilustrados—, de un claro cariz positivista, materialista y ateo, o al menos deísta.

Sin embargo, acercarse a Nietzsche hoy —con la distancia de casi dos siglos, y a pesar de que sus ideas forman parte de nuestras creencias compartidas y vividas, lo cual nos vuelve incapaces de advertirlas o reflexionar sobre ellas— constituye una tarea no tan solo necesaria, sino ineludible y oportuna. Empezar a releer a Nietzsche por su obra magna tiene la desventaja de desconocer el camino previo de su pensamiento hasta el periodo de 1883 a 1885, pero ofrece la clara ventaja de que nos sitúa en una cima desde la cual se vislumbra con claridad el itinerario recorrido hasta dicha cumbre, y a partir de la cual, además, se entiende perfectamente la lógica de las obras restantes que jalonarán el camino de Nietzsche hasta la locura.

Así habló Zaratustra, como cima del pensamiento nietzscheano, no constituye, sin embargo, una cómoda planicie en la que asentarse, sino un espinoso, escarpado y difícil promontorio en el que nunca se acaba de tener un mapa claro, un asidero firme ni una sensación de conquista. Este libro es un enigma. Quizá por eso ha fascinado a las generaciones posteriores de pensadores, poetas, músicos y literatos que han intentado desentrañarlo. No obstante, aunque el misterio persista —a modo de corazón incógnito del modus vivendi nietzscheano—, se perfilan en él las grandes líneas de su pensamiento, su propuesta de un nuevo código moral, el dibujo nítido de una nueva meta para el vivir heroico, formulado en un lenguaje vital, religioso, profundamente poético y lleno de sabiduría experiencial. Y es que en sus páginas se destila todo lo vivido por el autor hasta entonces; una vida marcada por la soledad y el sufrimiento continuos, que ha sido ineludiblemente reflexionada y pensada hasta el extremo.

Dado que en ningún otro pensador occidental es tan imposible dividir vida y pensamiento como en Nietzsche, permítasenos proporcionar unas breves indicaciones biográficas, antes de introducirnos en esta selva simbólica, plagada de escenarios y paraísos desconocidos, que es Así habló Zaratustra.

1. SEMBLANZA BIOGRÁFICA DE NIETZSCHE (1844-1900)

Friedrich Wilhelm Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Röcken, una pequeña ciudad de la Sajonia prusiana, hijo de Carl Ludwig (1813-1849) y Franziska Oehler (1826-1897). Su padre, pastor luterano, falleció cuando Nietzsche tenía cinco años, de manera que el niño quedó al cuidado de su madre, su abuela Erdmuthe y dos tías, Auguste y Rosalie.

En 1858 ingresa en el famoso internado de Pforta, en el que recibirá una educación de corte prusiano, estricta y rígida, y donde conocerá a sus primeras y más fieles amistades. Aquí se familiarizará con los clásicos griegos y la gran literatura alemana, a la par que se fraguará su afición a la música, que dio lugar a sus primeras composiciones.

Proseguirá sus estudios universitarios en Bonn, donde conocerá al famoso profesor Ritschl, joven catedrático de Filología Clásica, y trabará amistad con Paul Deussen, quien le descubrirá la figura de Schopenhauer y la filosofía oriental. Cuando Ritschl se desplace a Leipzig, para ocupar su nueva cátedra, Nietzsche le seguirá y se afianzará como su discípulo predilecto y secretario. De esta época datan su amistad con Erwin Rhode —que expondrá la opinión contraria a Nietzsche en su obra en torno al concepto de alma en los griegos— y sus primeros contactos con la música de Wagner, al que conocerá y con quien coincidirá en Tribschen, junto a su mujer, Cosima Wagner. Ambos jugarán un papel decisivo en su posterior evolución.

Los trabajos iniciales de Nietzsche son puramente filológicos: estudios sobre la vida de los primeros filósofos griegos, relacionados con las fuentes de la famosa compilación biográfica de Diógenes Laercio. En 1869 la Universidad de Basilea (Suiza) le ofrecerá una plaza vacante para la cátedra de Filología Clásica. Nietzsche la ganará gracias al informe favorable que redacta su mentor, Ritschl. Permanecerá en ella diez años, hasta 1879, fecha en la que, debido al recrudecimiento de sus dolores de cabeza y estómago, pedirá su licencia, con una retribución del setenta por ciento del sueldo, que le será concedida y renovada hasta su muerte.

La lectura de Schopenhauer y el abandono definitivo del cristianismo coinciden con su actividad como filólogo, que se refleja en varios trabajos en la revista especializada en cultura clásica Rheinisches Museum, por los que obtiene un gran prestigio entre los especialistas. En 1872 publica El nacimiento de la tragedia, mezcla extraña de filología, historia y filosofía de la música, en la que sale en defensa de la obra musical de Wagner, a su entender un renovador de la tragedia griega en suelo alemán. Para ello hace pivotar toda la fuerza de la tragedia griega en el coro y el supuesto acompañamiento musical de la obra, que respondería a la dimensión dionisiaca tal como Schopenhauer la emprendió. Esta obra le genera todo tipo de críticas y determina la orientación de su labor hacia la filosofía y la crítica moral, que abordará de manera libre, ensayística y poética.

Entre 1873 y 1876 aparecen sus famosas Consideraciones intempestivas, compuestas por cuatro ensayos: uno dedicado a David Strauss, otro a la utilidad del conocimiento de la historia, el tercero a la figura de Schopenhauer como educador y el último a Wagner. Se trata de la réplica de Nietzsche a los críticos de El nacimiento de la tragedia. El filósofo reprende a David Strauss y el historicismo, en las dos primeras; y alaba a Schopenhauer y Wagner, en las

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