Cartas de amor a la vida

Osho

Fragmento

Cartas de amor a la vida

Amor.

He recibido tu carta y tus preguntas.

A propósito he callado acerca de la muerte porque quiero despertar en ti una indagación sobre la vida.

Los que cavilan sobre la muerte no llegan a ningún lado, porque ¿cómo se puede saber de la muerte sin morir? Por eso el único resultado de tal pensamiento será una creencia en que el alma es inmortal, o que el final de la vida es un final total y nada queda después.

Las dos simplemente son creencias. Una se basa en el miedo a la muerte, y la otra en la idea de que el final del cuerpo es un final total. No quiero que la gente se enrede con creencias y opiniones, pues no es esa la dimensión de la experiencia, del conocimiento.

¿Qué otra cosa, aparte de creencias y dogmas, puede encontrarse al pensar en la muerte? El pensamiento nunca nos lleva más allá de lo conocido. La muerte es lo desconocido, así que no se puede conocer por medio del pensamiento. Quiero que vuelvas tu atención a la vida. La vida es… aquí y ahora. Uno puede entrar en ella. La muerte nunca es aquí y ahora; está en el futuro o en el pasado. Nunca está en el presente. ¿Alguna vez te había llamado la atención esto: que la muerte nunca está en el presente? La vida siempre está en el presente, ni en el pasado ni en el futuro. Si hay vida, es ahora; de otro modo, jamás es. Así que puede ser conocida porque puede ser vivida. No hay necesidad de pensar en ella. De hecho, quienes piensan en ella se la perderán, porque el pensamiento sólo se mueve en el pasado o el futuro; el pensamiento no se encuentra en el presente. El pensamiento es compañero de la muerte. En otras palabras, el pensamiento está muerto; no hay un elemento de vida en él.

Estar vivo es siempre en el presente: es el presente. Su manifestación es ahora, absolutamente ahora; aquí, absolutamente aquí. Por eso no cabe pensar acerca de la vida; sólo puede haber experimentación: no una experiencia, sino experimentar.

Experiencia significa que ya ha ocurrido; experimentar significa que está ocurriendo. La experiencia ya se ha convertido en pensamiento, porque ya ha ocurrido.

Experimentar no tiene pensamiento, ni palabras; es silencio, vacío. Por eso a la consciencia sin pensamiento la llamo la puerta a experimentar la vida.

Y quien llega a conocer la vida llega a conocer todo. También llega a conocer la muerte, porque la muerte no es nada más que un malentendido que nace de no conocer la vida.

Uno que no conoce la vida naturalmente cree que su cuerpo es su ser. Como el cuerpo muere, el cuerpo perece, la entidad llamada cuerpo desaparece, surge la idea de que la muerte es un final total. Los insensatos viven con esa creencia. El temor de la muerte procede también de la falacia de creer que uno es el cuerpo.

Quienes sufren de este temor comienzan a cantar: «El alma es inmortal, el alma es inmortal». De esta forma buscan refugio los temerosos y los débiles. Pero ambos conceptos nacen de uno y el mismo malentendido. Son dos formas del mismo malentendido y dos reacciones diferentes de dos diferentes tipos de personas. Pero recuerda: ambos tipos tienen el mismo malentendido, y en ambos casos el mismo malentendido se fortalece.

No quiero dar ningún apoyo a este malentendido. Si digo que el alma no es inmortal, será falso. Si digo que el alma es inmortal, sencillamente convertirás mis palabras en un sistema de creencias y lo usarás para escapar de tu miedo a la muerte… pero los que viven con temor jamás podrán conocer la verdad. Por eso digo que la muerte no se puede conocer.

Conoce la vida. Sólo eso se puede conocer. Y al conocer la vida, también se conocerá la inmortalidad. La vida es eterna. No tiene principio y no tiene fin. Se manifiesta, no se manifiesta. Se mueve de una forma a la otra.

En nuestra ignorancia, estos puntos de transición parecen muerte. Pero para alguien que sabe, la muerte no es más que un cambio de casa. Existe el renacer, sin duda, pero para mí no es una doctrina, es una experiencia. Y tampoco quiero convertirlo en una doctrina para otros. Las doctrinas han socavado la verdad en forma muy dañina. Quiero que cada persona lo sepa por sí misma.

Nadie puede hacer esto por nadie. Pero, a causa de las doctrinas, todo el mundo parece creer esto, y la búsqueda individual de todos se ha vuelto aburrida y yerta.

Si uno cree en doctrinas y escrituras puede uno yacer en silencio, como si nunca hubiera sabido nada por sí mismo ni hubiera hecho nada para buscar la verdad. Eso es suicida a final de cuentas. Por eso no quiero que participes para nada en esta vasta conspiración que está destruyendo al hombre mediante la repetición de doctrinas. Quiero voltear de cabeza todas las doctrinas porque, para mí, parece lo único compasivo que se puede hacer. De esta forma, todo lo que es falso será destruido.

Pero la verdad nunca es destruida; siempre está disponible en su frescura eterna para quienes la buscan.

Dale mis respetuosos recuerdos a todos allá.

Cartas de amor a la vida

Amor.

Has estado esperando respuestas a tus dos cartas; te pido perdón por el retraso, he estado extremadamente ocupado.

  1. Expresiones como avatar, tirthankara y profeta sólo indican la indefensión del hombre. Esto es cierto: algunos seres llegan a tal punto en el camino ascendente de la consciencia que llamarlos simplemente seres humanos no es significativo. Sin embargo, uno tiene que llamarlos de alguna manera, así que esas expresiones se usan para describir los estados trascendentales del hombre.
  2. La «educación religiosa» significa ofrecer una oportunidad para despertar lo que esté dormido en el interior. Sin duda se necesitarán guías, pero serán amigos. El solo esfuerzo de volverse un gurú significa que alguien se impondrá. El hombre debe ser salvado de los gurús.
  3. Las personas en el pasado eran muy similares. Tenían menos estudios, así que se les podía explotar en todas formas. Sus explotadores solían llamar simplicidad a la facilidad con que podían ser explotadas. Eso era menos simplicidad que estupidez. No soy partidario de la estupidez en ninguna forma. La simplicidad que es resultado de la ignorancia no vale un centavo.

    Sólo una simplicidad nacida del conocimiento tiene algún valor espiritual.

    En el periodo de transición, el conocimiento proporciona astucia. Esto es natural, pero si la humanidad se educa bien, este problema transitorio desaparecerá. Y luego el estado de conocimiento, junto con la simplicidad que lo seguirá, será todo lo que haga falta.

  4. Los pobres son pobres porque su pensamiento es erróneo. La pobreza es resultado de nuestro pensamiento erróneo acerca de la vida. Por eso cuando haya un cambio en la forma en que vemos la vida el sistema social también cambiará. El pensamiento sistematiza. No por nada Estados Unidos es próspero. No por nada India es pobre. Nuestra filosofía es una filosofía de pobreza. La filosofía de ellos es una de prosperidad.

    Por eso digo que mientras nuestra filosofía no cambie, la pobreza tampoco cambiará.

  5. El sufrimiento no le ocurre al cuerpo ni al alma. Este sufrimiento le ocurre a la combinación de los dos, es decir, al hombre. El hombre es una combinación de los dos. El impacto es en el cuerpo; el impacto es físico. Pero la experiencia le ocurre al alma. La experiencia es espiritual. No puede haber experiencia sin impacto. No puede haber percepción del impacto sin el que experimenta. Es similar al hombre ciego y al hombre débil que escapan y se salvan la vida uno al otro de un incendio en el bosque. Por separado, ninguno podría haber sobrevivido. Juntos, los dos sobrevivieron. Su unión los salvó, su estar juntos los salvó. Así ocurre con la experiencia del sufrimiento.
  6. Un interés en la metafísica, en conocer la verdad, está en todos. No importa quién se vuelva el medio para su despertar. El medio es secundario, sólo hay que tener en mente esto: el discípulo es primario, el maestro es secundario. Pero los gurús enseñan lo opuesto. Mi objeción sencillamente es ésa.
  7. He conocido a Pandit Sukhlal. Él conoce mis libros y charlas. Ha escuchado muchas grabaciones de mis charlas. He visto un volumen de su libro en hindi, Darshan Aur Chintan.
  8. Entre los pensadores occidentales se puede encontrar cierta similitud con mis procesos de pensamiento en los existencialistas; también en los buscadores del zen, en los místicos sufíes, en Krishnamurti y Gurdjieff.

Mis respetuosos recuerdos a todos allá.

Cartas de amor a la vida

Amor.

Me complace haber recibido tu carta.

Sé que estuviste callado ese día en que viniste a verme. El silencio dice mucho. Lo que las palabras no dicen, el silencio puede transmitirlo.

Me has preguntado sobre el amor y el matrimonio.

El amor es perfecto en sí mismo. No desea nada más. El matrimonio es el deseo de algo más. Pero ¿dónde hallarás este amor perfecto? Nada en la tierra es perfecto. Por eso el amor quiere convertirse en matrimonio. No es algo antinatural, pero sin duda va a ser problemático, porque el amor es la libertad del cielo y el matrimonio es una atadura de la tierra.

Si uno puede ser colmado por el amor, ¡estupendo! Pero ¿quién ha sido colmado por el matrimonio? Nunca escapes de la vida. Escapar es suicida. Vive la vida: sus éxitos y sus fracasos. Victoria y derrota: las dos son necesarias. Flores y espinas; al pasar por todo uno llega al templo de la existencia.

Nunca pidas nada de la existencia porque existe una contradicción entre pedir y amar. El amor sólo da. Y el amor que da todo —incluso el propio ser— se vuelve plenitud de plegarias.

P. D. Cuando vaya a Ajmer, ven también. Tus preguntas son tales que podré responderlas con más facilidad si estás sentado frente a mí, porque entonces, sin que nada se diga, mucho se dirá.

Cartas de amor a la vida

Amor.

Estás a punto de entrar en el templo del amor y no podré estar presente. Eso aflige mi corazón, pero sin duda mis buenos deseos estarán allá. Sentirás su presencia en el aire.

Que tu vida se vuelva una vida de libertad en el cielo del amor. Ése es mi deseo para la existencia.

Muchas veces, en nombre del amor, la dependencia sienta sus reales, y el amor perece. Las flores del amor sólo pueden brotar en libertad. No dejes que tu matrimonio se vuelva un «matrimonio». Deja que siga siendo amor.

¡Cuántas tumbas de amor se han erigido en nombre del matrimonio! No asuman derechos uno sobre el otro; más bien, libérense uno al otro… porque el amor libera. Lo que encadena no es amor.

Mis respetuosos saludos a todos allá.

Cartas de amor a la vida

Amor.

Tus cartas han llegado, llenas con los cantos de tu alma, con sus sinfonías y música, como si tú mismo hubieras venido.

Veo que te acercas, que danzas hacia mí de modo que puedes desaparecer en mí. Tu cuerpo sutil ha venido a mí a menudo de esa forma. ¿No lo sabes?

Lo sabes, sin duda lo sabes; ¡lo sabes muy bien!

Amor a todos los de allá.

Cartas de amor a la vida

Amor.

Estoy sumamente contento de haber recibido tu carta.

Extrañar el hogar es natural, y te tortura hasta que has aprendido a convertir todo sitio en tu hogar. Es un arte que vale la pena aprender.

Ahora, mientras estés allá, vive, aceptando ese sitio como tu hogar. Toda esta tierra es tu hogar, y todo lo de la vida es tu familia.

Lo demás, cuando nos reunamos.

Dale mis saludos a todos allá.

Cartas de amor a la vida

Amor.

Me alegra mucho recibir tu carta.

La vida es el nombre de experiencias siempre nuevas.

Sólo quien es capaz de experimentar lo nuevo cada día está vivo. Así que acércate con amor a esta tierra extranjera. Aprende lo nuevo. Familiarízate con lo desconocido. Conoce, entra en contacto con lo desconocido.

Sin duda en todo esto tendrás que cambiar. Los viejos hábitos perecerán; deja que perezcan. Y no tengas miedo de cambiar tú mismo. El cambio siempre es bueno. La inercia siempre es mala.

Y estar siempre mirando el pasado es peligroso porque obstruye la creación del futuro.

La vida siempre está delante de nosotros, no detrás. Así pues, mira delante, más y más delante. Vive en sueños, no en recuerdos. Lo que haya allí, no lo mires con condena. Esa forma de mirar es errónea.

Dondequiera que estés, busca siempre lo bueno, lo hermoso. Y lo hermoso reside en cada lugar, en cada persona. Todo lo que hace falta son ojos para verlo.

Recuerda que nos convertimos en lo que vemos: el bien, si vemos bien; mal, si vemos el mal. No veas, pues, el m

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