El caballero de Sajonia

Juan Benet

Fragmento

Nota de los editores

Nota de los editores

El caballero de Sajonia es la última novela escrita por Juan Benet. Es también el último de los libros que publicó en vida, y quizá el que ha recibido menos atención por parte de la crítica.

En el breve texto de Benet que se da a continuación de esta nota (publicado originalmente en El Sol, el 22 de noviembre de 1991), éste explica que la obra es fruto de un encargo que le hizo Rafael Borrás para la editorial Planeta. El encargo consistía en escribir una falsa autobiografía de Martín Lutero destinada a «Memoria de la Historia», una colección divulgativa de amplia tirada en la que, junto a libros de carácter panorámico, se proponía el acercamiento a grandes personajes de la Historia mediante una estrategia consistente en fingir que ellos mismos hacían el recuento de su vida. Buena parte de los libros de la colección se presentaban empleando la misma fórmula para el título: Yo, Nerón; Yo, Mahoma; Yo, Julio Verne... De modo que, de haberse desarrollado el encargo conforme a las previsiones, el libro de Benet se habría titulado muy probablemente Yo, Lutero. En la colección «Memoria de la Historia» publicaron sendas autobiografías ficticias autores de muy diverso pelaje, entre ellos Eduardo Chamorro, amigo de Benet. No resulta del todo insólita, así, la iniciativa de los editores de encargar a Benet un libro de este tipo. Conviene recordar, además, que de encargos semejantes derivaron libros que, por razones diversas, quedaron asimismo fuera de la colección, como es el caso de la Autobiografía del general Franco, de Manuel Vázquez Montalbán, publicada en 1992, o de Vida de San Francisco de Asís, de Álvaro Pombo, publicada en 1996. En cuanto a «las otras dos ocasiones» previas en que, conforme a sus propias palabras, Benet habría aceptado encargos de Rafael Borrás, sólo puede tratarse de El aire de un crimen, la novela con que quedó finalista en el Premio Planeta de 1980, y de Londres victoriano (1989), ensayo destinado también a una colección de alta divulgación, «Ciudades en la Historia».

En una entrevista realizada con motivo de la publicación de El caballero de Sajonia («El descrédito de las doctrinas ha hecho desaparecer a los santones de la cultura», por Helena Molero, El Independiente, Madrid, 31 de octubre de 1991), Benet la describe como «una novela bastante lineal», y explica del siguiente modo cuál es el contexto en el que se encuadra el episodio novelado: «Después de la Dieta de Worms, Lutero fue secuestrado y durante casi un año vivió disfrazado y protegido por el elector de Sajonia. Simultáneamente colgó los hábitos y, para eludir cualquier acción de los imperiales sobre él, el elector le prestó una estancia en el castillo y vivió durante un año como seglar. El hecho de que en mi novela adopte de nuevo las vestimentas y la andadura de un caballero es una ficción, pero que tiene una cierta apoyatura en la biografía real de Lutero».

En la misma entrevista, Benet se refiere a El caballero de Sajonia como «una novela bastante ligera...». Así fue tomada, en general, por la crítica del momento, más sorprendida que aliviada ante un libro que no reclamaba al lector grandes esfuerzos. En la reseña que se da aquí «a modo de epílogo», escrita por quien redacta esta misma «Nota de los editores» y publicada en El País a los pocos días de aparecida la novela, se hace patente esa sorpresa, despachada con alguna condescendencia y una estéril especulación (tanto más estéril en cuanto está hecha sin saber que la novela derivaba de un encargo) acerca de los nuevos rumbos a que quizá se abocaba la narrativa de Benet, cada vez mejor dispuesto a asumir el estatuto de escritor profesional y adaptarse a las demandas de un público más amplio del que le era natural. Releída la novela casi un cuarto de siglo después de su publicación, lo cierto es que esa linealidad y esa ligereza que su propio autor le atribuye no lo parecen tanto. El caballero de Sajonia admite ser leída en la actualidad como un perfecto modelo de novela histórica, muy bien ambientada, magníficamente estructurada, y capaz de trazar ambiciosas y complejas perspectivas en varias direcciones, empezando por la que apunta a las posibilidades que tuvo Europa de evitar fracturarse a consecuencia de la Reforma.

Cualquiera sabe cuáles fueron los motivos reales que apartaron a Juan Benet del encargo inicial; lo más probable es que, como él mismo dice, conforme pasara el tiempo cobrara conciencia de que el proyecto no se conciliaba con sus gustos ni sus intereses. Por otro lado, es cierto que Lutero escribió varios textos de corte autobiográfico y confesional, lo cual hacía más gratuito y comprometedor el reto de simular uno.

No cabe duda de que, para cumplir con el encargo, Benet se documentó con amplitud, rigor y fruición. El caballero de Sajonia delata un conocimiento profundo tanto del personaje y de la época que aborda como de las importantes cuestiones y debates que los rodean. Otra cosa es que, hecho el acopio de materiales, Juan Benet se sintiera incapaz de enderezarlos del modo convenido. Afortunadamente, cabe añadir. Pues, apartándose del relato de divulgación, y ciñendo su enfoque a un único episodio de la vida de Lutero (por lo demás fingido), Benet arma un texto de elevados vuelos, que hoy, superada la perplejidad que en su día suscitó, se revela como una novela extraordinaria, resuelta con una capacidad de riesgo, una solvencia y una profundidad muy superiores a las que el subgénero al que pertenece nos tiene acostumbrados.

Acerca de «El caballero de Sajonia»

Acerca de «El caballero de Sajonia»

Esta breve novela surgió de la transformación de un encargo realizado por Rafael Borrás, en nombre de Editorial Planeta, que tuve a bien aceptar al igual que en otras dos ocasiones. Si Rafael Borrás persevera en sus instancias es muy posible que en breve tiempo sustituya en alguna de sus funciones a mi imaginación, sin duda necesitada a estas alturas de alguna ayuda externa.

El encargo consistía en una sucinta —y ficticia— autobiografía de Lutero. Comoquiera que durante dos años me vi en la imposibilidad de cumplirlo, hallándome ocupado con otras cosas de muy distinta naturaleza, tuve tiempo más que sobrado para comprender que el proyecto no se conciliaba con mis gustos, mis conocimientos y mi interés, dirigido más hacia el relato imaginario que hacia el retrato de una figura histórica. Y por si fuera poco, existe una autobiografía del reformador

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos