El verbo de las culturas

Clotaire Rapaille

Fragmento

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INTRODUCCIÓN

Amo los estereotipos. ¿Por qué? En primer lugar, porque no son políticamente correctos. En segundo lugar, porque sobreviven a la corrección política. Por último, porque la mayor parte del tiempo son verdaderos…

En cada cultura existe un verbo que funciona como la llave para abrir la puerta hacia el inconsciente colectivo.

El verbo es como una llave que nos da entrada a una comprensión más profunda del porqué en ciertas culturas las personas actúan y reaccionan como lo hacen.

El verbo va más allá de los clichés y los estereotipos. De hecho, explica el origen de esos clichés y estereotipos al decodificar las fuerzas en tensión en el inconsciente colectivo de esa cultura.

Por supuesto, conozco a algunos franceses que no son groseros (aunque debo decir que no son demasiados) y algunos italianos que no hacen trampa (aunque son raros) y algunos estadounidenses que no son ruidosos ni padecen sobrepeso (normalmente se trata de inmigrantes que acaban de llegar).

Es ridículo afirmar que todos son iguales, pero es razonable decir que la mayoría de los franceses se ha puesto en huelga o que la mayoría de los italianos disfruta de la pasta y los expresos, así como que muchos estadounidenses no saben la diferencia entre Suiza y Suecia.

Así que disfrutemos de los estereotipos por lo que son, nos hacen reír y sabemos que guardan algo de verdad. Aunque, claro, no aplican para nosotros…

  • ¿Por qué los franceses no quieren trabajar?
  • ¿Por qué los alemanes son tan buenos en las ingenierías?
  • ¿Por qué los italianos hacen las mejores fiestas y por qué los ingleses tienen las mejores casas?
  • ¿Por qué los estadounidenses tienen casas móviles que no van a ningún lado?

Cuando era niño y estuve encerrado en un internado en Francia, pedí un deseo. Quería viajar, quería ver el mundo. A los dieciséis años descubrí Venecia. A los diecisiete, a Escandinavia. A los dieciocho, fui a trabajar a un kibutz en Israel. También gané un concurso para viajar a Japón. Tiempo después, manejé en mi pequeño auto, un Citroen Deux Chevaux, de París a Benarés, cruzando por Yugoslavia, Grecia, Turquía, Irán, Afganistán, Pakistán y la India.

A los veinticinco, fui nombrado agregado cultural de la Embajada de Francia en Nicaragua. Por supuesto, aproveché la oportunidad para visitar algunos países vecinos de Centroamérica y Sudamérica. En 1969, estudié un grupo indígena de la región del Amazonas, en Brasil. Jugué polo en Argentina; realicé investigaciones antropológicas sobre la tribu de los lacandones y manejé hacia San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, para conocer a Gertrude Blom, una renombrada antropóloga suiza, quien había pasado medio siglo ahí.

Desde entonces, mi trabajo me ha llevado a muchos sitios alrededor del mundo. Como antropólogo cultural he estudiado China, la India, Rusia, Australia, América y la mayor parte de Europa. He trabajado en Turquía, Irán, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos.

“Cada vez que viajo a algún lugar, busco el verbo, la llave hacia su cultura”

Cada vez que viajo a algún lugar, busco el verbo, la llave hacia su cultura, la clave para abrir el cofre del tesoro del inconsciente colectivo. Algunas veces me toma años de investigación antes de que el verbo se haga evidente. A veces, el momento eureka ocurre de forma casi instantánea. Una vez que descubro el verbo, puedo comenzar la verificación. Primero escudriño las artes, las novelas, el teatro o la poesía de esa cultura, que deben ser una expresión del verbo. Después, tomo en cuenta a los filósofos de esa cultura, quienes me ofrecen nuevas perspectivas sobre mi hipótesis.

Finalmente, he tenido la suerte de trabajar en más de la mitad de las compañías del Fortune 100 del mundo, ayudándoles a vender sus productos alrededor del globo. Desde Boeing hasta P&G, pasando por Kellogg’s y Fiat, así como en Cartier y Petrobras. Me han pedido que encuentre la llave para abrir la mente de sus clientes. Y también he aprendido de ellos.

Trabajar con compañías japonesas no es lo mismo que hacerlo en compañías coreanas.

“Una cultura es una herramienta de sobrevivencia que se heredó durante el nacimiento, que ha pasado de generación en generación.”

Las compañías francesas se dirigen de una forma muy distinta a las alemanas, así como las canadienses son diferentes de las estadounidenses. También he estudiado el origen de las culturas, de dónde provienen. Por ejemplo, uno no puede comprender la mente mexicana sin entender que es un producto de la brutalidad española y los rituales indígenas del sacrificio. Uno no puede comprender la mente coreana sin recordar que Corea estuvo ocupada por Japón durante 35 años.

Una cultura es una herramienta de sobrevivencia que se heredó durante el nacimiento, que ha pasado de generación en generación. Incluye mitos, héroes, rituales y tradiciones. Emiliano Zapata no es Voltaire, Thomas Jefferson no es Winston Churchill y Vladimir Putin no es Mahatma Gandhi. Sin embargo, todos son expresiones y productos de sus propias culturas, y son ilustraciones maravillosas del verbo de cada cultura.

Así que te invito a disfrutar este libro, que te brindará útiles pistas para comprender cómo se comporta la gente y por qué lo han hecho de esa forma. Mi intención no es juzgar. No soy partidario de nada, así que nunca te diré lo que está bien o mal.

Dependerá de ti seguir tus propias inclinaciones en preferir una cultura sobre otra. Mi propósito sólo es generar conciencia. Primero, todo mundo debería estar al tanto de su propio verbo, de su propia cultura y de sus prejuicios. Segundo, deberías estar al tanto de los verbos de las culturas con las que intentas comunicarte. La comunicación transcultural es crucial para resolver conflictos sin violencia. Con suerte, podrías sacar una lección o dos de otras culturas y, como resultado, comunicarte mejor. Y quién sabe, podrías elegir ser británico por la mañana, alemán en el trabajo e italiano por la noche.

Este libro busca darte un nuevo par de lentes con los que observarás otras culturas y, con suerte, la oportunidad de aprender lo mejor y alejarte del resto.

¡Disfrútalo!

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