Sánate a ti mismo

Deepak Chopra
Rudolph E. Tanzi

Fragmento

Sánate a ti mismo

INTRODUCCIÓN

BIENESTAR AHORA: DIVERSAS AMENAZAS Y UNA GRAN ESPERANZA

A finales de julio de 2017 apareció en televisión e internet una historia médica asombrosa. Era la punta del iceberg. Una historia reveladora, a pesar de que muy pocas personas cayeron en cuenta de ello en ese momento. En esa época se hablaba mucho sobre los riesgos de salud que la gente enfrentaba. Entre los riesgos más novedosos se mencionaba que trabajar más de 50 horas a la semana puede ser malo para tu salud y que las mujeres embarazadas corren un mayor riesgo de no producir suficiente yodo.

Estas historias no eran la punta del iceberg, sino los consejos habituales que la gente acostumbra no escuchar. Pero había un elemento diferente. Veinticuatro expertos en demencia senil, la mayor amenaza a la salud alrededor del mundo, fueron consultados para valorar las probabilidades de prevenir cualquier tipo de demencia, incluyendo el Alzheimer. Su conclusión publicada en The Lancet, la prestigiosa revista médica británica, decía que una tercera parte de los casos de demencia puede ser prevenida. No existe en la actualidad ningún tratamiento farmacéutico para curarla o prevenirla. Éstas fueron las noticias asombrosas.

¿Cuál era la clave para prevenir la demencia? Cambios en el estilo de vida con un enfoque distinto para cada etapa de la vida. Los expertos resaltaron nueve factores específicos que sumaban 35% de los casos de demencia: “Para reducir el riesgo, entre los factores que marcan una diferencia está recibir una educación (asistir a la escuela hasta por lo menos los 15 años de edad); reducir la alta presión arterial, la obesidad y la diabetes; evitar la pérdida auditiva durante la adultez o tratarla; no fumar; ejercitarse; disminuir la depresión y el aislamiento social en una etapa tardía de la vida”.

Sobresalía un elemento de la lista: seguir en la escuela hasta por lo menos los 15 años. ¿Qué? ¿Una enfermedad horrible en la vejez puede ser evitada o disminuida si haces algo en la adolescencia? También era peculiar que tratar la pérdida auditiva en la edad adulta estuviera relacionado con reducir el riesgo de demencia. Algo nuevo estaba sucediendo. Al observarlo de cerca, esta noticia evidenciaba una tendencia en la medicina que prometía ser una gran revolución. No sólo con respecto a la demencia, sino en toda la tabla de prioridades para la investigación de enfermedades y síndromes que amenazan la vida y que los investigadores buscan que retrocedan: hipertensión, enfermedades del corazón, cáncer, diabetes e incluso desórdenes mentales como la depresión o la esquizofrenia.

Cuando te resfrías notas los síntomas y te das cuenta, con molestia, de que estuviste expuesto al virus unos días antes. El periodo de incubación es corto e invisible, y sólo te diste cuenta de todo cuando aparecieron los síntomas. Pero las enfermedades generadas por el estilo de vida no son así. Su periodo de incubación es invisible y muy largo, puede detonarse en años o incluso décadas. Este hecho tan sencillo se ha vuelto cada vez más crítico en el pensamiento médico. Hoy en día abarca mucho más que cualquier otro factor en quien se enferma y quien no.

Los médicos, en lugar de enfocarse en enfermedades del estilo de vida hasta que los síntomas aparecen, o aconsejar la prevención cuando ya se ha desarrollado un alto riesgo, ahora exploran y se enfocan en la vida sana y normal 20 o 30 años antes de que los síntomas aparezcan. Está surgiendo una nueva perspectiva sobre la enfermedad y trae consigo muy buenas noticias. Si practicamos el bienestar desde el inicio de la vida, podremos vencer las diversas amenazas que nos atacan desde la adultez en adelante. El secreto es actuar antes de que surja cualquier signo amenazante.

Esto es conocido como “medicina progresiva”: el iceberg en cuya punta estaba la historia de la demencia. Tomemos como ejemplo lo que en apariencia es un descubrimiento extraño: los expertos estiman que la demencia podría ser reducida 8% alrededor del mundo si los niños permanecieran en la escuela hasta los 15 años. Por sí misma, ésta es una de las mayores reducciones de la lista. Las razones de lo anterior recorren un largo camino. Mientras más educación recibas, tu cerebro almacena una mayor cantidad de información y accede con más facilidad a lo que has aprendido. Esta construcción de conocimiento, que empieza en la infancia, nos lleva a algo que los neurocirujanos han bautizado como “reserva cognitiva”, que es aceite para el cerebro en términos de conexiones y caminos entre neuronas. Cuando te aceitas de esta manera, la pérdida de memoria asociada al Alzheimer y otras formas de demencia se ven limitadas porque el cerebro tiene rutas de sobra para seguir si otras se debilitan o enferman (discutiremos esto con más detalle en nuestra sección sobre Alzheimer al final de este libro).

Según la lógica médica, los caminos largos están cambiando el pensamiento de todas las personas, porque existen en muchas enfermedades, si no es que en la mayoría. De pronto ya no se trata de factores aislados como no fumar, perder peso, ir al gimnasio o preocuparse por el estrés. Se trata de un estilo de vida continuo en el que el cuidado de uno mismo es importante todos los días y de todas las maneras. No fumar, perder peso e ir al gimnasio siguen teniendo sus beneficios. Pero el bienestar a lo largo de la vida no es lo mismo que disminuir tu riesgo para el trastorno A o el trastorno B. Al final, sólo funciona un acercamiento holístico. El bienestar dejó de ser sólo una alternativa válida para la prevención regular. Es el iceberg, el gorila de 200 kilos y el elefante en la habitación, todos en uno. El bienestar es la gran esperanza que aparece por todos lados a nuestro alrededor. Cuando la sociedad realmente tenga conocimiento de este hecho, la prevención nunca será lo mismo. Pero para entender qué tan radical será el cambio, necesitamos dar un paso atrás y examinar la situación actual en el cuidado de la salud, donde la amenaza es cada vez mayor que la esperanza.

Crisis de inmunidad

Hoy en día la medicina moderna aparece en tantos encabezados de periódicos que todo parece lo mismo y se vuelve casi imposible diferenciar lo que sí es importante aquí y ahora. Pareciera que el simple hecho de estar vivo es un riesgo para la salud. Así que simplifiquemos las cosas. La crisis más urgente que enfrenta la salud humana hoy en día viene de algo que la mayoría damos por sentado: nuestra inmunidad. Aquí es donde la salud y la enfermedad chocan. La inmunidad es definida por la medicina como la defensa que constituye tu cuerpo contra amenazas invasoras, conocidas como patógenos. En el habla coloquial éstos son entendidos en conjunto como gérmenes, los huéspedes de las bacterias y los virus que existen por un propósito (y no es el de enfermarnos): promover su ADN. Como una biósfera, la Tierra es un campo amplio en el que el ADN evoluciona y, aunque nos sintamos especiales o incluso únicos por ser humanos, nuestro ADN es sólo una configuración más entre millones.

La inmunidad es lo que hace que nuestros genes se antepongan a amenazas por la supervivencia, y hasta la fecha ha tenido éxito. A pesar de eventos catastróficos en la historia de la enfermedad que han barrido nuestro ADN como un tsunami —la viruela en el mundo antiguo, la plaga bubónica en la Edad Media, el sida en tiempos modernos, sólo por mencionar algunos ejemplos terribles—, nuestro sistema inmune nunca se ha enfrentado a un nivel de amenazas como a las que se enfrenta hoy. La viruela, la plaga y el sida no aniquilaron al Homo sapiens como especie, así como no lo ha hecho ningún otro patógeno, todo gracias a estos tres factores de salvación:

  1. Ninguna de estas enfermedades se puede comunicar tan bien como para que todas las personas en la Tierra se contagien. O bien, el germen no podría resistir al aire libre o la gente vivía con suficiente distancia la una de la otra para que la enfermedad no sobreviviera la separación entre ellas.

  2. Nuestro sistema inmune es capaz de improvisar nuevos tipos de respuesta genética con mucha rapidez por un proceso conocido como hipermutación somática, que constituye una táctica inmediata para combatir patógenos desconocidos en el momento en que entran al cuerpo.

  3. El desarrollo de la medicina moderna ha llegado al rescate con medicamentos o tratamientos quirúrgicos cuando el sistema inmune del cuerpo no puede pelear contra la enfermedad por sí mismo.

Estos tres poderosos agentes son necesarios para que te mantengas sano, pero han llegado a un punto de quiebre. La competencia global entre millones de variedades de ADN se ha calentado a niveles alarmantes. La inmunidad ya no puede darse por sentada, sin importar en qué parte del mundo vivas. Nuestro sistema de defensa contra la enfermedad está sobrecargado y cayéndose a pedazos. Esto es por una multitud de problemas que van más allá del aterrador potencial de una nueva epidemia: ya sea del virus del Zika o de la gripe aviar. Estas amenazas acaparan los titulares de los diarios, pero con mucha menos publicidad la situación general de la salud está llena de peligros desde distintos frentes.

¿Por qué estamos llegando a un punto de no retorno?

  • En el mundo moderno, la posibilidad de viajar ha reducido drásticamente la distancia entre las personas, y gracias a ello es mucho más fácil y rápido para los nuevos patógenos esparcirse y encontrar nuevos huéspedes.

  • Los virus y las bacterias mutan más rápido que nunca porque los huéspedes humanos continúan multiplicándose a una velocidad nunca antes vista en cuanto a crecimiento poblacional.

  • Los nuevos medicamentos no pueden ser desarrollados tan rápido como las peligrosas variantes de ADN que mutan a nivel microscópico en las bacterias y los virus.

  • Mientras la amenaza sigue escalando, los sistemas médicos están sobrecargados por la inercia, la desigualdad económica, los gastos astronómicos y una gigantesca complejidad científica.

  • La prevención ha existido desde hace 50 años, pero no ha logrado erradicar la enfermedad cardíaca crónica, la hipertensión, la diabetes del segundo tipo, la depresión, la ansiedad y la epidemia más nueva: la obesidad.

  • La población que envejece se enfrenta a una mayor incidencia de cáncer y a la amenaza de la demencia, sobre todo el Alzheimer.

  • El cambio hacia una cultura de dependencia a los medicamentos ha causado una suma de problemas, que incluye la adicción a los opiáceos. Incluso dejando de lado los problemas drásticos se estima que, en promedio, las personas de 70 años toman al menos siete medicamentos de prescripción.

  • Nuevas variedades de “superbacterias”, como el SARM, les llevan la delantera a los antibióticos y antivirales.

La lista es demasiado larga y alarmante como para ignorarla. Tu salud está mezclada con cada factor en ella, y aunque sería sumamente serio que el mundo pasara el punto de no retorno, el problema inmediato es que tú no lo pases.

El secreto es expandir la definición de inmunidad y después usar una rica variedad de opciones con un objetivo: sobrecargar tu inmunidad. De acuerdo con el conocimiento estandarizado, ésta se fortalece cuando desarrollas un nuevo anticuerpo contra el resfrío del invierno de este año, por ejemplo, pero no cuando sigues una dieta antiinflamatoria, a pesar de que una inflamación crónica de bajo grado, una enfermedad que por lo general no muestra signos reconocibles, está asociada a cada vez más síndromes, incluyendo la cardiopatía y el cáncer. En una definición expandida, luchar contra la inflamación es absolutamente crítico para una inmunidad total.

Inmunidad total y el autosanador

La inmunidad total es la medida para la salud holística. Un aspecto crucial fue cubierto en nuestro libro Supergenes, donde introdujimos el concepto de ADN como algo dinámico, cambiante y con una respuesta absoluta a la experiencia de vida de una persona. Si el ADN fuera congelado, almacenado y no sufriera cambios, sobrecargar tu inmunidad sólo sería un pensamiento esperanzador. Sin embargo, este punto de vista se mantuvo anclado por décadas. Una nueva era comenzó en cuanto el ADN fue liberado por un modelo que mostró cómo nuestra actividad genética se ve totalmente afectada por el mundo a nuestro alrededor. Así, la competencia entre variedades globales de ADN se volvió mucho más urgente.

Sentimos que la inmunidad total demandaba más. ¿Qué hay de la mente y sus efectos en la salud? ¿Qué hay del comportamiento, los hábitos y la contribución de la familia? ¿Por qué se les da más importancia a los gérmenes que a otras causas comunes de enfermedad, como el cáncer, el cual casi nunca está vinculado con microorganismos invasores? Para abarcar todo era necesario abolir la frontera entre la mente y el cuerpo. Se requería un salto de imaginación. Por lo tanto, introdujimos un nuevo término: el autosanador, que satisface el verdadero significado de plenitud. Dos roles que están implicados diariamente para mantenernos sanos y que han estado separados por demasiado tiempo. El primero es el sanador; el segundo es quien está siendo sanado. Estos dos roles son interpretados por un curador externo y el paciente que depende de él. El curador externo no significa un médico. La palabra importante aquí es exterior, que pone la carga del cuidado en alguien a tu lado.

En lo que concierne a tu cuerpo, la separación tradicional de roles no es realista. La inmunidad está centrada en el yo. El rol de un médico no es potenciar tu respuesta inmune día a día; por lo regular, el cuidado médico se vuelve activo sólo cuando los síntomas aparecen, y para entonces la respuesta inmune ya fue derrotada. En una visión más amplia, la respuesta sanadora en su totalidad se ha roto, y su pieza central es la inmunidad. Siempre ha existido un error de compatibilidad entre lo que la medicina puede hacer y lo que el cuerpo necesita para protegerse en la competencia global de ADN.

La relación entre médico y paciente no está diseñada para alcanzar a la competencia y ganar. Pero el autosanador, al fusionar sanador y sanado, puede anteponerse a la amenaza acechante. (Nota importante: Está claro que no te recomendamos ignorar o evitar el cuidado médico cuando lo necesites.) Si te vuelves proactivo con respecto a tu inmunidad, la situación total cambia. Volviendo a la lista de amenazas con la que empezamos, será necesario y urgente que realices algunas mejoras cuando aprendas lo que significa adaptarte al autosanador.

Beneficios del autosanador

  • No es invasiva y no involucra dependencia en terapias externas.

  • Mantiene el equilibro natural y potencia tu sistema inmune por medio de decisiones cotidianas.

  • Las decisiones de estilo de vida pueden prevenir muchos tipos de cáncer, ayudar a prevenir el Alzheimer e incluso revertir síntomas de demencia.

  • Envejecer exitosamente consistirá en un prolongado periodo de salud así como una vida longeva.

  • La dependencia a los medicamentos se mantiene a raya porque la sanación sucede antes de que comience la etapa de los síntomas. La vasta mayoría de los fármacos es prescrita muy tarde en el proceso de enfermedad, y no tendrías por qué alcanzar esa etapa si actúas a tiempo. Esto es verdad para casi cualquier padecimiento relacionado con el estilo de vida, incluyendo la deficiencia cardiaca y el cáncer, las cuales crean una mayor necesidad de tratamiento con medicamentos.

Éstos son los resultados que derivan de adoptar el rol dual —sanador y sanado— del autosanador. Lo que hace que ello sea posible es aumentar tu conciencia. No puedes cambiar aquello de lo que no eres consciente. Y lo más grande de lo que la mayoría de la gente no está consciente es de la posibilidad de la autosanación. Veamos cómo funciona con la inmunidad.

Todos los seres vivientes necesitan repeler las amenazas exteriores a su ADN. La medicina moderna reconoce dos tipos de inmunidad: la activa y la pasiva. Lo que implica este último término es que la inmunidad pasiva está fuera de tu control, ya que está basada en los genes. Tú heredaste los anticuerpos de tu madre en el útero, y después de que nacieras otros anticuerpos fueron transferidos mediante la leche materna. (También hay medios médicos para trasladar anticuerpos de una persona a otra por medio de infusiones de sangre o plasma, o incluso transferir los linfocitos T de otra persona, pero estos métodos son poco comunes y conllevan riesgos altos.)

La inmunidad activa, el otro tipo de inmunidad, combate a los organismos de enfermedad (patógenos) directo en el frente. Después de un cierto nivel, las criaturas vivientes tienen defensas inmunes innatas: esto incluye a las plantas, los hongos y los animales pluricelulares. El sistema inmune innato es muy general. Puede detectar que un patógeno está invadiendo al huésped y después liberar químicos para luchar de vuelta. Pero la inmunidad activa en animales mayores, incluyendo a los humanos, ha evolucionado más allá de este estadio. Tenemos células inmunes específicas (por ejemplo, los linfocitos T y B) que han evolucionado a una capacidad milagrosa de respuesta a los invasores.

Un sinnúmero de veces al día la respuesta inmune identifica un tipo de germen dentro de miles de posibilidades y se apresura a actuar para desarmar químicamente al invasor. Células blancas específicas rodean sus restos y lo drenan fuera del cuerpo a una gran velocidad. Por otro lado, es inevitable notar cuando esta cadena específica de eventos comete errores. El resultado es una alergia, la cual es el resultado de confundir una sustancia inocente (polen, pelo de gato, gluten, etc.) con una enemiga, desencadenando así una reacción química que suele ser dañina. Esta respuesta inmune a menudo se debe a una bacteria que va de la mano con otra sustancia en el cuerpo. ¡Incluso el polen tiene un microbioma! En otros casos, el sistema inmune puede activarse para atacar una proteína específica en el cuerpo, causando un síndrome autoinmune, como la artritis reumática o el lupus.

Mantenerse con vida depende de minimizar estos errores. Por lo tanto, cada enfermedad que tus ancestros lograron vencer está almacenada en los anticuerpos que heredaste, y cuando luchas contra una nueva enfermedad, como una nueva variedad de gripe, lo incorporas a este vasto banco de memoria. Aunque la función de la inmunidad activa fue descubierta desde 1921 por el inmunólogo inglés Alexander Glenny, sus mecanismos precisos esperaron décadas para ser comprendidos. El escenario es muy complejo en términos biológicos, aunque por lo menos uno de los métodos externos para potenciar la inmunidad activa tiene más de dos siglos de antigüedad: la vacuna.

Como aprendimos en la escuela, a finales del siglo XVIII el médico rural Edward Jenner desarrolló la primera vacuna —y fue conocido como “el padre de la inmunología”— después de observar cómo las ordeñadoras de vacas eran inmunes a la viruela, enfermedad que había alcanzado proporciones epidémicas. En Francia, el filósofo Voltaire estimó que 60% de la población contrajo viruela y 20% murió a causa de ella. El acercamiento de Jenner consistía en tomar pus de una ordeñadora que había contraído una enfermedad menor, la viruela bovina, e inyectársela a sus pacientes para transmitirles la inmunidad que tenía la ordeñadora.

A pesar de la controversia real alrededor de las vacunas en algunos lugares, lo que hizo Jenner demostró que la inmunidad activa puede ser potenciada. No es necesario esperar a que el curso de la evolución, que ocurre en decenas o cientos de miles de años, traiga consigo una mejoría. Las recomendaciones habituales acerca de la dieta, el ejercicio, las horas de sueño y mantener un buen peso benefician el estatus inmune de una persona. Estas recomendaciones estándar aparecen en el sitio web de la escuela médica de Harvard (www.health.harvard.edu) con dos consejos adicionales para evitar la infección: recordar lavarte las manos con frecuencia y cocinar bien la carne.

Aun así, con respecto a potenciar la respuesta inmune, el sitio de Harvard es algo escéptico:

Muchos productos del supermercado afirman que potencian o ayudan a tu inmunidad. Pero el concepto de potenciar la inmunidad no tiene mucho sentido científico. De hecho, potenciar el número de células en el cuerpo —ya sean inmunes o de otro tipo— no es necesariamente algo bueno. Por ejemplo, los atletas que hacen “dopaje sanguíneo” —inyectándose sangre en el sistema para aumentar el número de células sanguíneas y mejorar su rendimiento— corren el riesgo de sufrir infartos.

El sitio web de Harvard Health Publishing dice:

Esto no significa que los efectos de estilo de vida en el sistema inmune no sean intrigantes y no deban ser estudiados. Los investigadores exploran los efectos de la dieta, el ejercicio, la edad, el estrés psicológico y otros factores del sistema inmune de respuesta, tanto en animales como en humanos. Mientras tanto, las estrategias de una vida sana son una buena manera de llevarle la delantera a tu sistema inmune.

La principal razón para esta actitud escéptica es que hay muchísimos tipos de células en el sistema inmune que llevan a cabo un sinnúmero de funciones. Pero del lado contrario hay evidencia poderosa de la conexión cuerpo-mente. Múltiples estados psicológicos que van del duelo a la depresión reducen la inmunidad de las personas y las vuelven más susceptibles a enfermarse. Este deterioro no puede ser visto en un microscopio: no aparece como un cambio físico en células específicas. No existen muchos estudios que relacionen el estrés con cambios físicos en el sistema inmune, aunque la conexión entre un alto nivel de estrés y enfermarse está muy bien documentada y nadie lo pone en duda. Si expandimos nuestra definición de inmunidad a todo lo que nos mantiene sanos, hay incluso más evidencia acerca de cómo los síndromes del estilo de vida, como la hipertensión o la deficiencia cardiaca, se vuelven una amenaza mayor cuando alguien es pobre, está deprimido, solo o vive sin apoyo social.

Todos estos descubrimientos apuntan en la misma dirección. La inmunidad puede ser transformada en inmunidad total, pero no por restringir nuestro enfoque en el sistema inmune, que sólo incluye el lado físico. La mente debe ser tratada con la misma importancia, y por eso el yo es la clave para el autosanador.

El misterio de la sanación

El yo suena como a algo psicológico, una entidad invisible que posees pero que no está relacionada con tu cuerpo. Si desarrollas un quiste ovárico o presión arterial alta, son problemas enraizados físicamente en el cuerpo, no en el yo. ¿Pero en verdad es así? La forma en que te ves a ti mismo hoy hace una gran diferencia en cómo será tu cuerpo mañana. Imagina que dos extraños tocan a tu puerta. Ambos tienen propuestas sorprendentes.

El primer extraño dice: “Soy un médico y realizo investigación avanzada sobre el envejecimiento. La meta de mi vida ha sido encontrar una píldora que altere los genes que causan el envejecimiento. Creo que he encontrado una fórmula prometedora y necesitamos sujetos en quienes probarla”.

Te muestra una botella con píldoras azules.

“Las pruebas empiezan hoy y me gustaría que fueras voluntario —dice—. Esto es estudio doble ciego. Tomarás estas píldoras dos veces al día por seis meses. La mitad de los sujetos recibirá una píldora falsa, un placebo. Sólo imagina lo que significaría lograr detener el envejecimiento. ¿Por qué deberíamos aceptar que envejecer es inevitable cuando podemos activar la clave genética que cambia todo?”

Su entusiasmo te impresiona, pero la otra desconocida no parece sonreír mucho. Le preguntas si ella es parte del mismo experimento.

“No, pero estoy aquí para demostrarte cómo detener el envejecimiento —te dice—. No hay medicamentos ni placebos involucrados. Tu envejecimiento empezará a revertirse en cinco días. Después de una semana puedes esperar muchos otros cambios benéficos. Mi experimento es corto, pero efectivo.” Señala al primer desconocido. “Su pastilla podría tener efectos secundarios muy graves. La FDA tendrá que aprobar su medicamento experimental si obtiene resultados, y el proceso de aprobación cuesta millones de dólares y necesita muchos años para concluir —una ligera sonrisa asoma en sus labios—. Pero claro, la decisión es tuya.”

¿Cuál elegirías? Aunque pensamos la situación como algo imaginario, de hecho es muy real. Las compañías farmacéuticas experimentan constantemente con medicamentos antienvejecimiento, donde la tendencia más actual involucra alterar tu ADN. Podría haber descubrimientos que tuvieran un gran impacto en el envejecimiento humano, aunque considerándolo bien son “un camino sin regreso hacia la incapacidad”, como afirma la profesora Ellen Langer, una psicóloga de Harvard que ha llevado a cabo importantes experimentos independientes. Langer podría ser la segunda extraña que toca a tu puerta. Es reconocida por revertir los signos del envejecimiento y extender la longevidad sin usar medicamentos. De hecho, pasa de largo por el cuerpo y se enfoca directo en la mente.

El experimento más famoso de Langer funcionó de la siguiente manera. En 1981, ocho hombres de 70 años que tenían buena salud pero mostraban signos de edad avanzada fueron trasladados a un antiguo monasterio en New Hampshire. Al entrar, los hombres se encontraron inmersos en el pasado, en 1959 para ser específicos, escuchando el crooning1 de Perry Como. Ahí se vestían con ropas de la época. Veían televisión en blanco y negro y leían periódicos repletos de historias acerca de la toma de Cuba por parte de Castro, y la actitud hostil de Nikita Jrushchov, el jefe de Estado de la Unión Soviética. Vieron la película Anatomía de un crimen, de Otto Preminger, que fue estrenada en 1959, y la plática deportiva se concentró en figuras icónicas como Mickey Mantle y Floyd Patterson.

Como control, otro grupo de ocho hombres siguió viviendo como habituaba y sólo se les dijo que recordaran el pasado. Al grupo del ambiente encapsulado se le dijo algo muy distinto: deberían actuar exactamente como si fuera 1959 y fueran 20 años más jóvenes. Por cualquier estándar médico razonable, los resultados del supuesto viaje en el tiempo deberían haber sido nulos. Pero Langer había realizado estudios en Yale con residentes de asilos para ancianos. Ahí descubrió que los signos de envejecimiento, en particular la pérdida de memoria, podían ser revertidos con el refuerzo positivo más sencillo. Dándole a alguien un incentivo para recordar, algo como pequeñas recompensas que dependían del resultado de los exámenes, traía recuerdos que todo el mundo había asumido como irrecuperables.

Pero incluso Langer no esperaba unos resultados tan dramáticos como los de su experimento de inmersión total. Antes de entrar al ambiente cápsula, los hombres fueron evaluados con distintas pruebas de envejecimiento, como la fuerza de agarre de las manos, la destreza y qué tan bien veían y escuchaban. Al final de cinco días, el grupo inmerso en el mundo de su juventud mostraba señas de haber recuperado la flexibilidad, la destreza y la postura. También mostraron mejorías en siete de ocho pruebas, incluyendo una mejor vista, lo que fue un descubrimiento asombroso. Se veían más jóvenes incluso para los testigos externos. Estos resultados fueron mucho mejores que los del grupo de control, el cual también mostró avances en las mismas áreas físicas y mentales sólo con recordar el pasado. Por ejemplo, 63% de los sujetos del grupo encapsulado tuvo resultados más altos en una prueba de inteligencia en comparación con 44% en el grupo de control.

“Lo que importa aquí es lo que de hecho sucedió —explica Langer—. Hombres que cambian de perspectiva cambian sus cuerpos.” Treinta y seis años atrás la profesora Langer avanzaba más o menos de manera intuitiva. En 2017 tenemos investigaciones que muestran que cambiar experiencias puede alterar la expresión genética y entrenar al cerebro para continuar desarrollando nuevos caminos, como cuando aprendemos nuevas cosas o cambiamos nuestra perspectiva (hablaremos más acerca de estos avances en los próximos capítulos).

(En 2010, BBC One produjo una serie de televisión titulada The Young Ones, en la que seis celebridades de edad avanzada vivían juntas en un escenario de 1975. Como en los experimentos previos de Langer 30 años atrás, los participantes rejuvenecían ante nuestros ojos. Una celebridad que cuando llegó al programa apenas podía agacharse para atarse los zapatos, empezó a mostrar un gran vigor en la pista de baile. Por lo general, todos y cada uno empezaron a verse más jóvenes, desde su postura hasta sus expresiones faciales.)

La reversión del envejecimiento está muy ligada a la sanación debido a que por mucho tiempo ambas han sido consideradas físicas y confinadas a procesos corporales que se desarrollan de manera independiente a la mente. Langer fue de las primeras en desmentir estas suposiciones. Es fácil perderse en la fascinación y el misterio de por qué pretender vivir en el pasado cambia a una persona tan rápido. Pero la pista más relevante es que los cambios eran holísticos. Los médicos están entrenados para lidiar con el cuerpo por células, órganos o tejidos como asuntos separados. No hay razón médica que explique cómo tantas funciones mejoran de golpe, sobre todo a partir de simulaciones. Los resultados de Langer arrojan el efecto placebo al olvido, porque éste implica engañar a un paciente al decirle que está tomando una poderosa medicina cuando en realidad sólo ingiere un dulce de menta.

Durante el experimento del viaje en el tiempo no se hizo ninguna promesa, no se creó ninguna expectativa. La única medicina involucrada era una nueva experiencia, y era suficiente para enfrentarse a todas las premisas médicas de ese tiempo.

En uno de sus primeros experimentos, Langer fue a un asilo y volvió a dividir a sus sujetos en dos grupos. A ambos les dieron plantas de interior para sus cuartos. A un grupo se le dijo que era responsable de mantener las plantas con vida y que podía tomar decisiones en sus horarios cotidianos. Al otro grupo se le dijo que el personal se ocuparía de las plantas y que además no podría decidir sobre sus horarios cotidianos. Al final de los ocho meses, del primer grupo seguía vivo el doble de sujetos, en comparación con el segundo grupo.

Toda la comunidad médica debió sorprenderse con estos experimentos. Pero sólo décadas después se ha vuelto posible usar nuevas experiencias como medios para sanar a los viejos y los enfermos. A los residentes de los asilos se les dan mascotas para que las cuiden. Los pacientes con Alzheimer mejoran si escuchan música. De hecho, Rudy y sus colegas produjeron una aplicación llamada SPARK Memories Radio que provee terapia musical a los pacientes con Alzheimer. Un miembro de la familia que cuida al paciente escribe la fecha de nacimiento de éste, así como toda la información disponible sobre sus gustos musicales. La aplicación reproduce canciones que eran éxitos cuando el paciente tenía entre 13 y 25 años, ya que ésta es la música con la que la mayoría de la gente se identifica el resto de su vida.

La bandeja de entrada del equipo de Rudy se llenó de correos, hablando de cómo los pacientes con Alzheimer inicial se volvieron más tranquilos y menos agitados, y cómo los pacientes en un estadio avanzado y en estado vegetal de pronto “despertaron” otra vez. Una familia contó la historia de su afligido padre, quien sufría en las etapas avanzadas de la enfermedad y llevaba meses sin hablar. Después de escuchar cinco canciones de su juventud, de pronto se sentó en la cama y empezó a contar una historia acerca de una camioneta roja y su primera novia, ¡tal vez dio demasiados detalles! Los familiares se sonrojaron de vergüenza, pero estaban muy emocionados de escucharlo hablar otra vez, tan vivo y feliz. De igual forma, es posible encontrar videos de YouTube en los que se observan pacientes con Parkinson que apenas pueden caminar sin la ayuda de una enfermera, y de pronto encuentran su equilibrio e incluso empiezan a bailar cuando escuchan música. Éste es el poder sanador de la música o, más precisamente, el poder sanador de nuestras respuestas a memorias placenteras.

En breve, estamos entrando a una edad dorada para la salud y la sanación que depende de cómo cada persona usa las herramientas más comunes y poderosas al alcance de todos: la experiencia diaria, las elecciones sobre el estilo de vida y otras técnicas para aumentar la conciencia. En realidad esta noción es antigua. Adi Shankara, un filósofo y sabio indio de la Edad Media, dijo que la gente envejece y muere porque ve como las demás personas envejecen y mueren.

El cuerpo-mente

Hace 30 años los médicos eran suspicaces con respecto a la conexión entre el cuerpo y la mente, la cual generaba bastante escepticismo porque, a diferencia del corazón o la gripe, la mente es invisible y no física. Hoy en día, gracias a décadas de investigación sobre cómo se comunica el cerebro con cada célula en el cuerpo, encontrar un proceso físico que no sea influenciado por la mente se ha vuelto un reto bastante complicado. El cerebro, que alguna vez fue el emperador de la mente, ha sido destituido. La “mente” está distribuida a lo largo de tu cuerpo. Una célula del corazón o del hígado no piensa con palabras o frases, pero sí envía mensajes químicos complejos todo el tiempo. El flujo sanguíneo, junto con el sistema nervioso central, es una superautopista de información con un tráfico de hasta 50 000 millones de células que ayudan a un objetivo único: mantenerse con vida, sanas, palpitantes. En la siguiente ilustración podrás observar cómo se ven realmente los caminos de información de la superautopista.

La fuente de la ilustración original es cortesía de Blake Gurfein. Ilustración realizada por Digital Mapping Specialists.

Para cualquier estudiante de medicina actual o de hace décadas, los órganos en esta ilustración son lo más normal del conocimiento médico. Pero en el futuro, el texto adjunto será muy común. Un médico docto deberá saber todo acerca de las “vías de señalización clave” que salen del cerebro y vuelven a entrar a él. Estas vías son lo que mantiene tu cuerpo unido. Si no se le dijera a cada célula qué hacer, si no mantuviera informados a otros 50 000 millones de células y jugara su parte en el equilibrio holístico del cuerpo, no habría un cuerpo: sólo una colección de células separadas e independientes, como las que componen un arrecife de coral o un molusco.

Décadas de investigación lograron validar la realidad de esta superautopista, e incluso hoy en día hay más descubrimientos que demuestran lo negativo de la separación entre cuerpo y mente. En este libro abandonaremos esa división artificial. El término correcto debería ser cuerpo-mente, por sólidas razones biológicas. Los mismos químicos cerebrales conocidos como neurotransmisores —las moléculas esenciales que le permiten funcionar a tu cerebro— están en todas partes, hasta en tus intestinos. Este descubrimiento, realizado hace tres décadas, impactó a la ciencia médica y ayudó a generar una explosión en la inteligencia.

De pronto, el sistema inmune, que está separado físicamente del cerebro, fue entendido como una vasta red de mensajes químicos a lo largo del cuerpo que compiten con los mensajes enviados por este órgano —los investigadores empezaron a referirse al sistema inmunológico como un cerebro flotante. No importa si la conexión cuerpo-mente es invisible a nuestro nivel, porque no lo es a un nivel molecular. Hay suficientes pistas químicas para convencer a cualquiera de que el estado de ánimo, las creencias, las expectativas, los miedos, los recuerdos, las predisposiciones, los hábitos y el viejo condicionamiento —todo ello centrado en la mente—, son de vital importancia para la salud de una persona.

Y eso nos trae al eje de este libro. Entre los procesos que están influenciados por la conciencia de una persona, la sanación es el más vital. Las células ya tienen su forma propia de conciencia química. La respuesta inmune está despierta y consciente todo el tiempo, supervisando de manera constante, en un estado vigilante, atenta a cualquier posible invasor u otra amenaza exterior. La respuesta inmune es tan autosuficiente como el latido del corazón o la respiración. Aunque, como cualquier estudiante de medicina aprende como conocimiento básico, la respuesta inmune tiene una gran falla en sí misma. Para encontrar la falla, detente y sólo respira. Respirar es una función involuntaria y automática, pero puedes interceder y hacerla voluntaria cuando quieras. La misma habilidad está en casi todo. Puedes inducirte estrés yendo a ver una película de terror. Puedes alterar tu metabolismo al hacer ejercicio o cambiar de dieta. En un encuentro sexual tendrás grandes cambios como los enlistados arriba, e incluso más. La línea divisoria entre lo que sucede de manera automática y lo que sucede voluntariamente no está fija. Las elecciones importan y es ahí que el yo sanador entra en escena. El cuerpo sabe cómo sobrevivir por sí mismo. Depende de nosotros enseñarle cómo florecer.

1 Crooning es un estilo de canto originado en el jazz que se comenzó a usar en los pop-standards. Implicaba una voz masculina grave y una orquesta. [N. de la T.]

Sánate a ti mismo

PRIMERA PARTE

El viaje hacia la sanación

Sánate a ti mismo

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ENFRENTAR LA REALIDAD Y COMENZAR

Hablemos con franqueza acerca de estar saludables. Todo mundo quiere mantenerse sano el mayor tiempo posible, pero estamos confundidos sobre cómo lograrlo. Constantemente surge información conflictiva, secundada por estudios que a veces se ponen de acuerdo y a veces lo niegan todo. Las modas van y vienen. Incluso las preguntas más básicas son puestas en duda, como: ¿La leche es buena para los adultos? ¿Los huevos aumentan los niveles de colesterol? ¿Cómo se relaciona la obesidad con la diabetes tipo 2? ¿Por qué hay cada vez más alergias?

Terminamos asumiendo que la vida es una apuesta y que si alguien se mantiene vital y vigoroso por 70 u 80 años, es sólo cuestión de suerte. Pero la razón subyacente es que sentimos que las probabilidades están en nuestra contra. La vida no es una pendiente en crecimiento. Es inevitable enfermarse una vez que pasamos la flor de la vida. En las estadísticas, cada adulto corre algún riesgo de problemas cardiacos y de cáncer, las dos principales causas de muerte en Estados Unidos. El Alzheimer, el mayor miedo de la mayoría de la gente, aparece de manera aleatoria y es incurable.

Este modelo, de mantenerse sano como si se tratara de una apuesta, está presente en la escuela de medicina, sólo que se explica de una manera científica. A pesar de las maravillas de la medicina moderna, hay mucho que se mantiene en la oscuridad. Un resfriado, que es una causa específica de enfermedad, sólo enferma a un porcentaje específico de individuos, nunca a todos. Todos los tratamientos estándar son impredecibles en algún nivel. Funcionan mejor para algunos pacientes que para otros, y a menudo no sirven en lo absoluto. La predicción se define como reducción de riesgos. El hecho de comer bien, hacer ejercicio con regularidad y evitar toxinas como el alcohol o el tabaco no es realmente la forma de atacar la causa de enfermedades mayores como la diabetes, la enfermedad coronaria o el cáncer. La persona promedio no se da cuenta de que estos riesgos sólo aplican a grandes grupos estadísticos. No predicen lo que le sucederá a un individuo. Siempre habrá alguien que lo hace todo bien y aun así se enferma, mientras que alguien más nunca le ha puesto atención a su salud y sale librado.

Aunque la buena suerte te acompañe, llegará el día en el que ni siquiera el Dr. House podrá ayudarte. Sin que tengas la culpa, tu salud se romperá en pedazos y la casa siempre gana. He aquí el porqué:

Siete razones por las que la atención médica no funciona

  • El médico no conoce la causa de tu enfermedad.

  • No existe un medicamento o cirugía que resuelva la situación.

  • Los tratamientos disponibles son demasiado riesgosos, tóxicos o costosos, o las tres cosas juntas.

  • Los efectos secundarios del tratamiento son m

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