Introducción
El arte es nuestro legado. Es la forma que tiene la humanidad de dejar su rastro, de darle forma a su historia.
Cuando tuve que tomar la decisión de abandonar la idea de ser artista y ponerme a estudiar algo para lo que no fuera negada, en mi lista de opciones solo había una: Historia del Arte. Desde que tengo memoria, el arte ha sido una de mis grandes pasiones. El arte en todas sus formas y procesos: la literatura, la música, la arquitectura… Y es que el arte va mucho más allá de todas nuestras formas y posibilidades, el arte siempre dice quiénes fuimos y qué hicimos bien, pero también qué hicimos mal.
Y por todo este pequeño rollo que te acabo de soltar, estoy en contra de que la historia y la historia del arte sean materias aburridas. Vale que necesitan una vuelta de tuerca y un poco de revisionismo, pero, en las manos adecuadas, ambas disciplinas te pueden aportar un montón de cosas que desconocías.
Mi propuesta es precisamente esa: crear un manual de arte que no sea un tostón, pero que, además, aporte una nueva visión a algunas cuestiones que a lo mejor dabas por sentado, pero que no son necesariamente así. No solo hay pirámides en Egipto, el arte abstracto no es exclusivo de la era contemporánea y podemos identificar movimientos arquitectónicos rápidamente si nos fijamos en algunas cositas para que nos den pistas.
He intentado hacer un recorrido un poco diferente por toooda la historia del arte, he metido chistes malos para que no pierdas la atención y, de paso, creo que aprenderás alguna cosa que no sabías. Porque he pasado de explicar lo típico que todos nos sabemos ya, para darle la vuelta a la tortilla y ofrecerte una historia alternativa.
Muchas gracias por tener este libro entre las manos, porque en realidad estoy cumpliendo un sueño y lo estoy cumpliendo gracias a ti, así que espero que lo disfrutes tanto como lo he disfrutado yo escribiéndolo. Y ahora sí, voy a contarte toda la historia del arte a mi manera, y lo voy a hacer de una forma muy rápida.
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La abstracción: del Paleolítico superior a Hilma af Klint y Kandinsky
A lo largo de la historia, los historiadores y las historiadoras han buscado crear un relato que ayude a entender la evolución de la historia del arte desde un punto de vista lineal, estudiando los estilos, autores y obras desde una perspectiva temporal.
Entender la historia del arte mediante estilos separados puede ayudarnos a comprender su evolución, pero también hace que tengamos un punto de vista sesgado y que, cuando llegamos a ciertos periodos históricos o movimientos artísticos, como por ejemplo la abstracción, se nos haga «bola» y no entendamos qué tenemos delante ni por qué hemos de admirar un cuadrado negro sobre otro rojo. Para comprender la historia del arte lo mejor es tener presente que, detrás de las obras, hay personas y momentos de la humanidad que nos han hecho llegar a un objetivo concreto. Vamos, que el arte no nace de los árboles ni se reproduce por esporas, sino que es fruto de la mente de las personas y de su naturaleza creativa.
Si te digo que la abstracción no la inventó Kandinsky (sin desmerecer al ruso, ni mucho menos), sino que es un movimiento que puede remontarse al Paleolítico superior, a lo mejor se te cae un mito. Pero, en lugar de verlo todo como una mentira, intentemos vislumbrar la verdad y lo que realmente significa todo esto que te estoy contando.
Vasili Kandinsky (1866-1944) fue un pintor ruso que hoy en día es considerado uno de los grandes revolucionarios del arte. Y es que, aunque no fue el inventor del arte abstracto, su contribución fue clave para comprender la abstracción y la concepción que tenemos de esta en la actualidad.
Kandinsky defendió la idea de que el arte podía prescindir de la figuración y comunicar emociones a través del color, la forma y la composición. Lo que yo considero más importante de este artista es su cuerpo teórico. Con De lo espiritual en el arte (1911) sentó las bases teóricas del movimiento. En este libro, el ruso argumentó que el arte debería trascender a lo espiritual, como lo hacía la música.
Su gran influencia como teórico de la abstracción hace que su legado sea indiscutible, aunque eso no quita que su figura haya sido revisada con respecto a las atribuciones que se le suelen hacer como «el primer artista abstracto».
En honor a la verdad, vamos a explicar un poco a qué nos referimos cuando hablamos de los primeros artistas abstractos.
Para ello, nos remontaremos a hace unos 36.000 años. Para una mente humana, es una tarea un tanto difícil. Pero con este ejercicio al más puro estilo Marty McFly, nos trasladaremos al momento en que se produjo la primera gran obra de arte de la humanidad: la cueva de Chauvet (la puedes ver en la imagen 1 del cuadernillo incluido en este libro).
Lo primero de todo es aclarar que Europa hace 36.000 años era geográficamente un pelín distinta a como es ahora. Por ejemplo, podrías haber cruzado el canal de la Mancha a pie y continuar caminando. Había una capa de hielo de tres kilómetros de grosor sobre la península escandinava y todo ese hielo cubría gran parte del norte del continente. Se trata del último periodo glacial, y el clima del sur de Francia se caracterizaba por tener temperaturas frías y templadas. Todos estos datos ya te ponen en el contexto de dos cuestiones importantes:
1. Menos mal que hemos nacido en esta época, porque yo hubiera dejado de existir en mi primer mes de vida.
2. Los grupos de personas que tuvieron la suerte de vivir durante este periodo se veían en la obligación de deambular en busca de recursos materiales. Personalmente, me gusta imaginármelos como los caminantes blancos de Juego de tronos.
La cueva de Chauvet se encuentra en un entorno impresionante, en las gargantas del Ardèche, concretamente junto a un arco natural en la Pont d’Arc. Un sitio increíble en el que te querrías sacar muchísimas fotos, y es que este puente de caliza mide aproximadamente cuarenta y ocho metros de altura. Este paraje natural ya existía en aquel entonces, pues el arco fue esculpido por el propio río Ardèche; la diferencia está en que sus pobladores habrían visto una estepa helada, típica del clima frío.
¿Te cuento un secreto? Los seres humanos creemos en cosas, desde siempre. Los lugares emblemáticos y místicos se han asociado con las creencias tradicionales desde tiempos inmemoriales y, a menudo, un lugar geográfico de estas características tan espectaculares está ligado a un significado especial. Las leyendas son fundamentales para las comunidades que creen en ellas, y para entender precisamente el arte de esta época tenemos que comprender las preocupaciones místicas de estos grupos humanos. Es muy probable que Pont d’Arc y la cueva de Chauvet estén ligados por este simbolismo.
En tu mente debes tener clara una cosa: esta cueva es enorme. Enorme para ser una cueva, quiero decir. La cueva de Chauvet es mucho más grande que algunos de los pisos que puedes ver en ciertos anuncios por ahí, eso seguro. Mide unos doscientos cincuenta metros de largo y las salas tienen su punto más alto a unos diecisiete metros. Hay una sucesión de cámaras, pero es muy probable que los paleolíticos frecuentaran de forma asidua solo algunas de ellas.
Lo que te voy a pedir ahora es que elimines todas las ideas preconcebidas que puedas tener sobre los paleolíticos europeos para que creas lo que voy a decirte: estas personas seleccionaban los espacios, las paredes y las técnicas para realizar sus representaciones. Sabían perfectamente lo que querían hacer en cada sitio y cómo lo querían llevar a cabo. De hecho, interpretaban la propia topografía de la cueva, y se han conservado restos de pinturas de animales en actitud de estar entrando o saliendo de algunas grietas de la pared, lo que hace que el propio soporte sobre el que se pintaba sea también parte de la obra.
Es evidente que una de las representaciones más repetidas por los humanos de aquel momento eran los animales. Para empezar, porque para ellos eran la fuente de alimentación y también la moda de la época, eran un recurso imprescindible. Pero, además, porque los animales formaban parte de su sistema de creencias. Puedes pensar en la cueva de Chauvet como una gran iglesia, con un recorrido, con una finalidad decorativa y espiritual.
Hay una sala conocida como la Galería de las Escenas Rojas (cero creatividad en la elección del nombre) en la que se conserva un fresco con una gran cantidad de animales asociados a símbolos, así como una de mis representaciones favoritas y de las más populares del Paleolítico: las manos. En este fresco podemos ver felinos y un rinoceronte enorme, y también unas manos en medio de todos esos animales. En Chauvet no hay figuras humanas representadas, pero las personas están presentes entre toda la fauna mediante las manos, que simbolizan lo que somos. Hay también algunos símbolos que, a día de hoy, no hemos podido interpretar con claridad, como por ejemplo una «W» gigante que se aprecia en un lateral. Además, se han conservado diferentes acumulaciones de rocas, en montículos, casi a modo de esculturas.
Ahora yo me pregunto: ¿acaso no es esto arte abstracto? ¿No es la representación de un bisonte mediante puntos similar a lo que haría Piet Mondrian más tarde al representar un árbol a través de cuadrados y rectángulos?
La abstracción es una manera de conformar nuestro simbolismo y de hacernos entender las creencias de las sociedades más antiguas.
Llegados a este punto, y de nuevo sin querer hacer de menos a nuestro querido Kandinsky, vuelvo a decir que la abstracción no fue inventada por este pintor abstracto. Ni siquiera si nos remontamos al movimiento abstracto tal y como lo conocemos, y no a como quiero que os lo planteéis para que vuestro cerebro haga crac.
Este hombre, al que admiro mucho, escribió en 1935 una carta a su galerista en Nueva York en la que decía algo así como: «Sin duda, es la primera pintura abstracta del mundo», refiriéndose a su obra Primera acuarela abstracta, pintada en 1910. Bueno, lo cierto es que esto no es del todo verdad. Kandinsky sí pudo traernos las bases de la teoría del color y sí creó un cuerpo teórico fascinante sobre la abstracción, pero inventar, no inventó nada. Hilma af Klint, una artista sueca que ha pasado completamente desapercibida para la historia del arte hasta hace muy poquito, fue la verdadera pionera de este movimiento del modo en que lo entendemos hoy en día, y después de la influencia de las vanguardias del siglo XX.
En 1896 Hilma af Klint fundó De Fem (o, traducido al castellano de Cervantes, Las Cinco), un grupo de mujeres con el que empezó a llevar a cabo sesiones de espiritismo. Debemos tener presente que, por entonces, la ciencia estaba haciendo descubrimientos que ponían en el punto de mira la relatividad de la luz o la composición de la materia. En aquellos años el espiritismo no era como lo entendemos hoy en día, sino que era una práctica un poco más habitual de lo que creemos. Durante esas sesiones, estas mujeres creaban obras para explicar los «mensajes que recibían» mediante la pintura y la escritura automática. Es así como realmente surgió la primera serie de obras abstractas, que son anteriores a Primera acuarela abstracta, de Kandinsky. Esta serie de obras se llamó «Las pinturas para el templo». De este modo, Af Klint fue realmente la primera en utilizar tonos planos pastel, trazando formas geométricas como círculos, óvalos, triángulos y líneas rectas. Resumiendo: ella inventó algo que hasta aquel momento no se había visto, y lo hizo en 1906, antes de que lo hiciera Kandinsky.
Pero esto no es todo: entre 1917 y 1918, la pintora escribió un cuaderno de unas dos mil páginas en el que analizaba toda su obra de una forma espiritual. En esta obra, titulada Estudios de la vida espiritual, incluso llegó a plantear la construcción de un museo en el que se mostrara qué hay más allá de la materia. Si bien es cierto que la obra De lo espiritual en el arte de Kandinsky data de 1911, las obras de Af Klint son anteriores, así que aquí tenemos un pequeño lío que en ningún momento llegué a estudiar en la carrera, cuestión que me parece de justicia mencionar, y que además es clave para entender la abstracción y el nacimiento de dicho movimiento.
Veinte años después del fallecimiento de Hilma af Klint, tal como ella había dispuesto en su testamento, su sobrino Erik af Klint heredó —y descubrió— el tesoro artístico que la artista había guardado en un baúl: más de mil trescientas pinturas, ciento veinticuatro cuadernos de notas y miles de páginas escritas. Su obra fue expuesta por primera vez en Los Ángeles en 1986, pues la fama de Kandinsky, Mondrian y Malévich la eclipsó. Rechazadas por numerosos museos, sus pinturas tuvieron que esperar décadas para ser reconocidas como un hito en la historia del arte abstracto, he aquí la sorpresa que a nadie sorprendió.
Para entender el arte no figurativo actual me parece fundamental que revisemos un punto clave de la obra de Kandinsky: Composición 8, que es una obra muy interesante para entender su pintura de posguerra (después de la Primera Guerra Mundial). En esta obra se entiende toda la lírica que el ruso escondía en sus cuadros.
Pero no todos los cuadros con rectángulos, líneas y círculos son iguales (aunque lo parezca), y la abstracción de Kazimir Malévich, el gran maestro del constructivismo ruso, escondía otra verdad y otro contexto diferentes a Kandinsky. Malévich buscaba un idioma estético universal (una utopía maravillosa nunca conseguida y que la vanguardia rusa trabajó bastante) mientras que Kandinsky, sinestésico de naturaleza, veía los colores en sonidos y piezas musicales, por lo que su abstracción era mucho más poética.
¿Sabes cuáles son los diferentes tipos de abstracción?
¡Vamos al grano! Te voy a dar unas cuantas pistas para que entiendas perfectamente qué es la abstracción y cuáles son los tipos que existen. Ahora sí que vas a entender el arte abstracto de una vez por todas. Valorarlo ya queda en tus manos.
La abstracción no es un movimiento como tal, sino que es un tipo de representación que se diferencia de la figuración básicamente en que no pretende reflejar lo material, sino interpretar lo inmaterial. Es obvio que la abstracción huye de la representación fiel de la realidad, pero ¿cuántos tipos de abstracción conoces?
1. Abstracción geométrica: Se desarrolla a principios del siglo XX y se caracteriza por emplear, precisamente, formas geométricas (Capitana Obvia) y se relaciona con la objetividad y, en parte, con el método científico. Dos ejemplos perfectos de este tipo de abstracción son los cuadrados negros sobre fondo blanco de Kazimir Malévich y de Piet Mondrian.
2. Abstracción lírica: Es mucho más subjetiva y, en cierta forma, poética. Trabaja con las formas irregulares y presta mucha atención al «gesto» (vamos, la forma de pintar de toda la vida). Este tipo de composiciones nos suele trasladar a una reflexión inmaterial y poética. En definitiva, son una intensidad muy compleja dentro de una misma representación que hace que tú, como espectador, te devanes bien los sesos. Un buen ejemplo de este tipo de abstracción es precisamente nuestro amigo Kandinsky o, sin ir más lejos, la obra de Hilma af Klint.
3. Expresionismo abstracto: Es un movimiento posterior, que arranca alrededor de 1946 y cuyo máximo representante para las masas es Jackson Pollock. Realmente el expresionismo abstracto contó con muchos artistas, entre ellos Robert Motherwell, Willem de Kooning, Lee Krasner, Joan Mitchell o Mark Rothko. Para los expresionistas abstractos, era muy importante la expresión individual de la pintura, pero también de la acción del arte. Además, al ser considerado como el primer movimiento genuinamente estadounidense, y debido a que se desarrolló en plena Guerra Fría, la CIA utilizó el expresionismo abstracto como una herramienta propagandística (como hizo con gran parte de las expresiones culturales, como el cine o la literatura) e incluso llegó a financiar el movimiento a espaldas de los propios artistas.
4. Abstracción orgánica: Es un estilo artístico que busca la inspiración en las formas naturales, sin imitarlas directamente. A diferencia de la abstracción geométrica, se caracteriza por la fluidez, las curvas y los colores terrosos. Esta corriente artística se manifiesta en pintura, escultura y arquitectura. No copian ni imitan la realidad, sino que se inspiran en ella para interpretarla. Un artista que podría resultar muy inspirador para comprender la abstracción orgánica sería Jean Arp y su obra Pechera de la camisa y tenedor.
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¿Solo conoces las pirámides de Guiza?
Chica, tienes que abrir la mente
No solo hay pirámides en Egipto. Seguro que esto ya lo sabías, pero culturalmente estamos anclados a la relación pirámide = Egipto, al igual que pirámide = Guiza. No es que haya que desprestigiar las famosísimas y turísticas pirámides de Guiza que tantas y tantas parejas han visitado en su luna de miel, sino que hay que abrir la mente y pensar en las pirámides como una estructura o forma arquitectónica, y no necesariamente como un gigantesco monumento objeto de muchas teorías conspiranoicas.
Para empezar, el país con más pirámides del mundo no es Egipto, sino Sudán, con unas doscientas cincuenta y cinco estructuras. ¿Sorprendente, eh? Bueno, quizá ya lo sabías, pero si no, habrás flipado. Sin entrar en mucho detalle, has de saber que las sociedades nubias que vivieron en el actual Sudán construyeron un mogollón de pirámides durante los años 1070 y 350 a. C.; se trata de las pirámides de Meroe. No obstante, estas construcciones no son las más antiguas, ni muchísimo menos. La primera pirámide que podemos considerar como tal podría ser la pirámide de Zoser, en Saqqara (sí, Egipto) que, como es escalonada, es un monumento que puede llamarnos menos la atención en comparación con el conjunto de las de Guiza. No obstante, data de alrededor del año 2650 a. C., mientras que, por ejemplo, la gran pirámide, la de Keops, se construyó unos cien años después.
Sin embargo, la construcción en forma de pirámide es una constante a lo largo de la historia de la humanidad. Civilizaciones de todas partes del mundo, y en diferentes momentos históricos, han levantado pirámides o grandes monumentos en forma piramidal ascendente, y sé que aquí habrá gente que diga: ¡no son exactamente pirámides! Pero, chica, sí lo son.
¿Cuántos tipos de pirámides conoces?
Como ya hemos comentado, hay muchos tipos de pirámides en muchas culturas diferentes, vamos a ver con cuál te quedas.
• Pirámides mesoamericanas: La pirámide de Cholula o «la pirámide dentro de otra pirámide, dentro de otra pirámide, que a la vez está dentro de otra pirámide».
En México hay unas pirámides impresionantes, esto es así. Me da la sensación de que a todo el mundo se le olvida dónde están esas estructuras, que todo cuñado ha visitado en su viaje de novios a un resort de Cancún. Tenemos el templo de Kukulkán, la pirámide del Mago, la pirámide de Nohoch Mul (en Cobá) o, mi favorita, la pirámide de Cholula.
La pirámide de Cholula tiene la base más grande del mundo. Se dice rápido, pero creo que no podemos ni imaginar cómo de grande era en su momento. Su imponente volumen se debe a la superposición de varias estructuras, ya que cada nueva pirámide cubría por completo a la anterior, lo que provocaba un aumento gradual de su base, y mientras escribo esto, pienso en la locura arquitectónica que supone. A lo largo del tiempo, llegó a medir más de cuatrocientos metros por cada lado, con una altura de sesenta y seis metros y un volumen aproximado de 4,5 millones de metros cúbicos (yo no sé ni cuánto es eso).
La construcción de este templo comenzó en el siglo II a. C. y se cree que finalizó entre los años 900 y 1100 d. C. Ha sido objeto de investigaciones arqueológicas superimportantes y me parece un conjunto histórico maravilloso.
• Pirámides incas: Caral-Supe o «el expediente X de las pirámides».
Caral-Supe es una verdadera joya arqueológica que se encuentra en Perú. Tiene cinco mil años de antigüedad y desafía completamente nuestro conocimiento sobre las civilizaciones antiguas (que, para ser sincera, es poco en comparación con lo que podría ser, porque es complicadísimo estudiarlas).
La arquitectura de Caral tiene plazas circulares hundidas y plataformas escalonadas. Puertas de doble jamba y hornacinas. Se trata de un lugar en el que se conectaba con lo divino. Además, no tiene un recinto amurallado y se ubica sobre una terraza natural, lo que sostiene la idea de que era una sociedad abierta que vivía en armonía con su entorno. Los elementos más significativos de todo el conjunto son las pirámides (se conservan seis). Son enormes estructuras construidas sin argamasa que dejan ver el tipo de sociedad de la que hablamos: organizada.
Cada pirámide contaba con una escalera central alineada con ciertas constelaciones (yo, por ejemplo, no sé dónde está el norte y esta gente construía en alineación con el cosmos). En la cima, había un altar con un hogar central que serviría como foco de las ceremonias religiosas. Las dos plazas de las que hablábamos estaban ubicadas frente a las pirámides y formaban parte del complejo ceremonial, donde se cree que realizarían ofrendas incineradas en honor a los dioses.
• Pirámide de Cestia: Una pirámide en mitad de Roma o «aquí me entierro yo porque mando más que nadie». Si has visitado Roma a lo mejor la has visto, básicamente porque está a solo dos kilómetros de los foros. (Si no, puedes verla en la imagen 2 del cuadernillo). Esta pirámide debe su nombre a Cayo Cestio, quien la mandó levantar para ser enterrado allí tras su muerte. Este gigantesco monumento funerario data de entre los años 18 y 12 a. C., y en su momento era una zona estratégica situada a las afueras de la ciudad de Roma. Ahora hay una sandwichería-restaurante enfrente con no muy buenas reseñas en Google, seguro que Cayo Cestio no lo vio venir.
Los monumentos funerarios en la Roma antigua se dividían en dos aspectos. Por un lado, estaba el monumentum o mausoleo, que representaba la muerte de forma tangible; era un elemento con mucho impacto social. Y por otro lado, estaba el sepulcrum (espero que todo esto lo estéis leyendo en vuestra mente con un marcado acento italiano), que se refería al área reservada para el enterramiento; esta era la parte sagrada y estaba protegida por las leyes religiosas. Sinceramente, esta división no debería resultarnos para nada extraña, porque es casi la misma a la que estamos acostumbrados en la actualidad.
Pero ¿quién fue Cayo Cestio? Pues no lo sabemos. Sabemos lo que pone en la inscripción, que es algo así como: «Cayo Cestio, hijo de Lucio, de la tribu Pobilia, miembro del Colegio de los Epulones, pretor, tribuno de la plebe, septemviro de los epulones». Vamos, un magistrado, un tío pudiente.
Lo que es verdaderamente importante es la fascinación que Roma tuvo que sentir por Egipto cuando descubrieron su civilización y arquitectura allá por el 30 a. C., lo que sucedió más o menos cuando Octaviano lo conquistó y se garantizó su control.
El modo de construir esta pirámide no fue «a la egipcia» (yo, cuando la vi en persona, pensé que estaba influenciada por las pirámides nubias), sino que la levantaron con ladrillo y hormigón y la revistieron con mármol de Luni.
Esta pirámide formó parte del imaginario colectivo en épocas posteriores y, de hecho, Piranesi la inmortalizó en uno de sus grabados.
Las pirámides en la actualidad
Las pirámides siempre han causado fascinación, es más, actualmente lo siguen haciendo. Hoy existen muchos ejemplos de construcción de pirámides contemporáneas. Todo el mundo conoce la famosa pirámide del Louvre (que, en realidad, son cinco), pero es que en San Francisco también hay una pirámide, la Pirámide Transamerica (que sale en muchos planos de Embrujadas), y otras que quizá no conoces, las pirámides de Soeters van Eldonk Architecten, emblemáticas de la arquitectura posmoderna.
A toda ciudad le falta una buena pirámide, pero esto lo diremos bajito, que ya sabes que hay mucho afán por ponernos mondongos arquitectónicos gigantescos y sin sentido por todas partes. No queremos empezar una moda de la que luego nos arrepintamos.
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¿Griego o romano?
La eterna duda del ser humano
Nos encantan ambos estilos. Nos parecen monumentales, formidables y completamente emblemáticos. Los dos se entienden juntos porque es obvio que el arte romano está fuertemente influido por el arte griego, creo que no hemos descubierto la pólvora en este párrafo.
Para entender ambos estilos artísticos es imprescindible conocer su contexto, así como los periodos de cada uno de ellos. Por lo tanto, empecemos por el principio.
Grecia: uno de los primeros «periodos croqueta» en la historia (gustó a todos)
El arte y la arquitectura griegos comprenden desde el año 750 a. C. hasta la llegada de los romanos. Los griegos eran unos cracks de la arquitectura pública y crearon muchas formas artísticas diferentes para decorar, pintar y hacer conjuntos y monumentos impresionantes. Sobre el 900 a. C., se fundan las primeras ciudades Estado. Estas ciudades Estado eran autónomas y bastante estables y prósperas. A mediados del VII a. C., los griegos comenzaron a fijarse mucho en el arte egipcio, gracias a sus desplazamientos y tratados comerciales, y si te fijas en las esculturas del periodo arcaico, podrás ver esta influencia superclara. Una de las características más destacables del arte griego es, sin duda, su evolución rápida y constante, desde un arquetipo geométrico en sus esculturas hasta una precisión que te quita el habla con su expresividad y realismo anatómico.
Para enterarnos bien de las tres etapas en las que dividimos el arte griego, voy a diferenciarlas a continuación para que no nos perdamos ni tú, que estás leyendo esto, ni yo, que lo estoy escribiendo.
1. Periodo arcaico: La etapa arcaica se desarrolla desde el siglo VIII a. C. hasta el 480 a. C. Durante este periodo la arquitectura griega comienza a consolidarse en la construcción de sus templos gigantescos y monumentales. Los primeros templos eran, por supuesto, mucho más sencillos y principalmente de madera, material que con el tiempo comenzó a sustituirse por piedra y mármol. Las estructuras de este periodo son más macizas, las columnas más gruesas y mucho más estáticas, y el diseño es todavía austero, pero la simetría empezará a ser una de las características más relevantes. Dos construcciones muy destacadas de estos años son el templo de Hera en Olimpia y el de Apolo en Corinto, por ejemplo.
2. Periodo clásico: Se enmarca entre el 480 y el 323 a. C., y es el momento de esplendor de la arquitectura griega. Es la fase de la comedia romántica en la que todo va bien y todo el mundo está muy contento, antes de descubrir el punto de drama. Ya sabes, cuando suena una música divertida y todos los personajes están viviendo su mejor vida, pero tú sabes que luego viene la movida. En esta etapa se construyeron los edificios más icónicos, como el templo de Zeus Olímpico, el Partenón y el Erecteón. Las proporciones estaban ya muy refinadas, tenían mucho conocimiento técnico y lograron crear un equilibrio perfecto entre el carácter funcional y la estética. Este periodo es seguramente el más famoso y el que todos tenemos en mente cuando pensamos en Grecia. El templo de Zeus en Olimpia, por ejemplo, albergaba la estatua de este dios, realizada por Fidias (la que sale en Hércules) y era una de las siete maravillas del mundo.
3. Periodo helenístico: Va desde el siglo III a. C. hasta mediados del II a. C., concretamente se utiliza como límite el 146 a. C., que es la fecha en la que los romanos conquistaron Corinto, precisamente el momento de drama de la comedia romántica. Es probable que este sea el periodo que más guste, porque es mucho más monumental, tiene influencias de otras culturas y las construcciones son mucho más llamativas. En esta etapa los griegos le subieron revoluciones al dramatismo, aunque si queremos hablar de verdad, la mejor forma de describir el arte helenístico es decir que es arte griego desarrollado por las nuevas dinastías helenísticas, como la ptolemaica en Egipto.
El helenismo trajo un cambio muy fuerte, pues los nuevos mecenas eran sucesores de Alejandro Magno y obedecían a sus propias motivaciones, queriendo así promover sus propios imperios dinásticos. Por lo que pasamos de una época de templos y ofrendas a los dioses a un arte de palacios y residencias privadas. El helenismo rompe con el lenguaje clásico y, realmente, gran parte de su desarrollo se llevó a cabo en Oriente. Esto es muy importante: se abandonó el estilo dórico y se abrazó de pleno el corintio. Una construcción fundamental de esta época es el Altar de Zeus en Pérgamo (actualmente Turquía) y que luego fue reconstruido en Berlín.
En la arquitectura griega definimos los tipos de templo que existen por la forma en la que distribuían las columnas, tanto en los laterales como en las fachadas. Es muy común pensar que todos los templos eran iguales y que solo se diferencian entre ellos por el orden (dórico, jónico y corintio), pero la verdad es que no es así.
Los templos estaban construidos con tres partes muy definidas porque no tenían el propósito que tienen los actuales. A menudo se piensa que estas construcciones estaban pensadas para celebrar en su interior actos de tipo religioso. Pero lo cierto es que los templos eran la casa de los dioses, literalmente. A los dioses no se les puede molestar; imagínate que entran en tu casa a echar cánticos, pues, hombre, molesta. Por ese motivo, las ceremonias y ofrendas se llevaban a cabo en un altar exterior.
Las tres partes de las que se componen los templos griegos son el pronaos (el pórtico de toda la vida), la naos (la sala principal donde estaba la estatua de la deidad) y el opistodomos (un depósito de tesoros y ofrendas).
Esta división tenía una razón simbólica superimportante, y es que es una metáfora de la gradualidad y acceso a lo sagrado. Mientras que el pronaos era un espacio accesible a todo el mundo, la naos estaba reservada a los sacerdotes del templo (y a Hércules y Pegaso, claro), aumentando así la importancia y el carácter simbólico de la deidad.
Me parece que no hay una forma rápida de explicar todos los tipos de templos que hay, así que he quitado el polvo a mis apuntes de la carrera y os voy a poner la misma lista que usé yo para que me quedara claro clarinete.
Tipos de templos según el número de columnas en la fachada
En función del número de columnas que hay en la fachada, el templo recibe un nombre, pero, vamos, que básicamente se basa en eso y es sencillo de recordar:
1. Áptero: sin columnas.
2. Dístilo: dos columnas.
3. Tetrástilo: cuatro columnas.
4. Hexástilo: seis columnas. Este es muy común. Por ejemplo, el Partenón es he
