Rompe tu círculo

Raúl Molinar

Fragmento

PRÓLOGO

Desde que comenzamos nuestra carrera, allá por 1968, en nuestro querido pueblo Rosa Morada, en Mocorito, Sinaloa, un requisito fundamental para realizar nuestros conciertos ha sido que contemos con un tiempo dedicado a compartir de cerca con nuestro público. Por eso, cada vez que nos presentamos, ya sea en un palenque o en un gran escenario, hay un instante en que podemos abrazar y saludar a nuestros fanáticos, y fotografiarnos con ellos. Sabemos que muchos de ellos llegan desde muy lejos y hacen inmensos sacrificios para vernos. Por eso, cumplimos este ritual con mucho cariño y compromiso. Y cada vez que estamos allí, pensamos en cuántas historias hay detrás de cada uno de ellos. Este libro es la prueba de eso, pues hace muchos años, un muchachito chihuahuense hizo hasta lo imposible por llegar detrás del escenario a fotografiarse con nosotros, como tantos otros. ¿Quién iba a pensar que aquel instante sería trascendental en su vida, motivándolo a iniciar un camino que lo llevaría a cumplir su sueño de trabajar en la radio y ser quien algún día nos iba a presentar sobre otros escenarios? ¡Qué tremendo regalo fue para nosotros, años después, conocer a ese muchacho: Raúl Molinar!

La historia de Raúl, nuestro Pelón querido, es como la nuestra y como la de millones de paisanos que soñamos con una vida mejor, con alcanzar metas y brillar a nuestro modo, con nuestras herramientas y pasiones. Nosotros, cuatro primos y hermanos en plena adolescencia, quisimos usar la música y las historias de nuestra gente para ayudar económicamente a nuestras familias, haciendo, de paso, lo que amábamos: cantar y alegrar a otros.

Aunque hoy llenamos estadios, al principio nuestras canciones sonaban en fiestas locales y pequeños restaurantes donde nuestras voces se confundían entre el griterío y el alcohol. Fue un largo camino, paso a paso, pues ni nombre teníamos en nuestros inicios. Y fue precisamente cruzando la frontera hacia Baja California, como tantos hacemos, que nos bautizaron como Los Tigres del Norte, como se nos conoce hasta el día de hoy.

Nuestra trayectoria ha tenido de todo, tal como la travesía que posiblemente tuviste que realizar cuando saliste de tu país. Inicios complicados, algunos discos que parecía que nadie iba a escuchar, integrantes que debieron retirarse…, en fin. Pero hasta el sol de hoy, ya son cincuenta años de carrera que nos han llevado más allá de lo que nosotros mismos podíamos imaginar.

Nuestra meta siempre ha sido exponer la realidad y contribuir con un granito de arena a conservar nuestra herencia y tradición mexicana a través de la música. Pero también hemos querido marcar una diferencia. Por eso, nos hemos atrevido a ser pioneros dentro del regional mexicano, hablando del amor entre personas del mismo sexo y de desigualdad, así como promoviendo la integración, la tolerancia y la perseverancia entre los seres humanos a través de nuestras canciones y participando en varias películas.

Por todo esto, cuando nuestro buen amigo Raúl nos contó sobre su proyecto escrito, quisimos ser parte de este, de la misma manera en que fuimos sus “cómplices” en momentos tan íntimos de su vida como el compromiso con su esposa Laura. Nos enorgullece saber que somos parte tan importante de su historia y de su motivación para salir adelante. Pero sobre todo, lo apoyamos porque con él tenemos el mismo compromiso que con nuestro público: el de acompañarlo con nuestras canciones y ser parte de su día a día, así como de los momentos más especiales, sumado al deseo de inspirarlo a luchar para alcanzar sus metas, por más lejanas y complejas que parezcan.

Estamos seguros de que a través de estas páginas vas a reconocerte en muchos episodios y vas a reencontrarte con parte de tu propia historia y costumbres. También encontrarás una dosis de risa, de ánimo, de entusiasmo por vivir y un ejemplo de superación. Obtendrás, de igual manera, sugerencias para organizarte mejor en el día a día que te ayudarán a prosperar; así como los pasos a seguir para ROMPER ALGUNOS CÍRCULOS, dejar el pasado atrás y concentrarte en lo que realmente quieres lograr, sin dejar espacio para que ningún obstáculo impida tu propósito.

Hace cinco décadas, lo que ha sido nuestra trayectoria podría haber sido considerada una locura. Hoy, ser llamados los jefes de jefes es un honor y un regalo que personas como tú nos han dado. Porque, siempre, detrás de cada ser humano se puede esconder el próximo Tigre o un Raúl con hambre de comerse el mundo y de aportar lo suyo para alegrarle los días a alguien.

TUS AMIGOS, LOS TIGRES DEL NORTE

INTRODUCCIÓN

Tenía quince años cuando un baile de Los Tigres del Norte cambió por completo no solo mi manera de percibir la música, sino mi futuro. Soy orgullosamente chihuahuense, de la merita capital del estado: Chihuahua; pero hacía poco más de un año que nos habíamos mudado de manera definitiva a este lado de la frontera, a un pequeño pueblo llamado Presidio, en Texas, de tan solo tres mil habitantes.

Desde pequeño, fui fanático de la música regional mexicana: creo que era herencia de familia. Todos los sábados eran de limpieza en la casa, así es que mi mamá me ordenaba ayudarla a barrer y trapear. Mientras limpiábamos, ella ponía música de Vicente Fernández y así, al ritmo de “El Arracadas” y “El hijo del pueblo”, dejaba el piso como un espejo. También Carlos, mi hermano mayor, se pasaba el día escuchando ese tipo de música, sobre todo cuando lavaba la troca… Los Bukis, la Banda El Recodo, Bronco, el Grupo Bryndis, Liberación… Y a través de él, me fui enamorando más de este género musical. Pero si hubo una banda que me atrapó por completo con el acordeón y esos corridos perrones, fue la de “los jefes de jefes”.

Los que vivieron la década de los ochenta saben que, por esos tiempos, la tecnología era escasa y más aún para un morrito como yo, que vivía modestamente y en un pueblo bastante pequeño. ¡Ni hablar de un iPad! ¡Eso todavía ni existía! Así es que tenía que ingeniármelas si quería conseguir un chorro de rolas para pasar los días, conseguir novia y pistear (sí, a los quince ya pisteaba). Y para eso, contaba con una grabadora de casetes (si tienes menos de veinte años, pídele a tu papá o a tu mamá que te expliquen cuál es el rollo con ese aparato, que te debe sonar como que

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos