De río en río. Vistazo a los territorios negros

Alfredo Molano Bravo

Fragmento

Explicación necesaria

Para mí, el Pacífico ha sido una de las regiones más misteriosas y atractivas del país. La he recorrido en panga por los ríos y en rápidas por el mar. Pero también a pie. La he sobrevolado y me han apasionado, no sólo la infinita variedad de su vegetación, sino la persistencia de la lluvia y la fuerza de los aguaceros. De río en río es un conjunto de crónicas y notas de viaje escritas durante varios años y en diferentes tiempos. La parte central del texto son recorridos que comienzan en Cabo Manglares, en la frontera con Ecuador y terminan en el Alto de Letras, en la frontera con Panamá. Y digo recorridos porque aunque la mayoría del trayecto, sobre todo en la costa del Pacífico, fue hecha de un tirón, viajes posteriores fueron complementándola. Otros textos fueros escritos para El Espectador, la revista Soho y para Sello editorial, que publicó un viaje entre Medellín y Ciudad de Panamá. No obstante la diversidad de orígenes del libro, guarda una unidad fundada en la geografía, la historia y el lenguaje. La verdadera gran dificultad fueron los intempestivos cambios en las regiones debido a las vicisitudes de la guerra en que la región se ha visto envuelta desde los años 1970. Pueblos como Riosucio y Tumaradó cambiaban de autoridades con inusitada rapidez. Un día estaban los guerrilleros en el cuartel de policía; dos semanas después, el Gobierno había recuperado el control, para perderlo 15 días más tarde cuando los paramilitares, apoyados por el Ejército, regresaban a sus puestos de mando. El texto final no es uniforme y sugiere una variedad de tonalidades tan acentuada como la misma diversidad biológica. La región es para mí inaprehensible de un solo golpe.

La última dificultad para el texto final consistió en que la gran mayoría fue escrita en tiempos de la guerra, pero su publicación se hace después del Acuerdo de La Habana entre el gobierno de Santos y el Secretariado de Las FARC-EP, pero subsisten en varias zonas las actividades del ELN y de los paramilitares. De tal forma que no hay tiempo verbal en que todos quepan.

Debo por fin agradecer a Misereor y a la Fundación Universitaria Claretiana la ayuda financiera para llevar a cabo el trabajo en su conjunto y sobre todo su confianza. Las Diócesis de Tumaco, Buenaventura, Istmina y Quibdó fueron para mí un apoyo inestimable para recorrer sus territorios y hablar con sus pobladores. Debo resaltar la gran ayuda de Jaime Díaz a todo lo largo del trabajo; él, como nadie, ha comprendido y tolerado mis compromisos con otras zonas y otros afanes sin dudar que este testimonio que condensa lo que fueron los ríos y sus pobladores antes de la paz, aparecería tarde o temprano.

Alfredo Molano Bravo

Enero de 2017

Prólogo

Jaime H. Díaz A1

Alfredo Molano Bravo nos recrea el Pacífico y sus comunidades con su pluma magistral de sociólogo de a pie, nos acerca la historia para comprender el presente y con las voces de sus habitantes nos trae sus historias de vida.

Alfredo ha recorrido por décadas el andén pacífico y ha apreciado su maravillosa riqueza, que lo convierte en el lugar más biodiverso del mundo. Ha constatado la espontaneidad y la alegría de sus gentes, su enorme riqueza cultural, con sus fiestas y sus ritos; sus tristezas y angustias; sus logros, como la lucha por la titulación de más de cinco millones de hectáreas de forma colectiva para las comunidades afrodescendientes; el abandono del Estado nacional y la corrupción que campea; las fortalezas y debilidades de las organizaciones de comunidades negras e indígenas; el formidable acompañamiento de la Iglesia católica en algunas regiones; la violencia económica, la violencia política, la violencia mafiosa, la violencia que tantas víctimas ha dejado y tantos héroes y heroínas ha ultimado.

Los últimos tres años, en períodos interrumpidos por otros compromisos inaplazables, ha recorrido una vez más todo el territorio, desde el extremo sur, en Tumaco, hasta los últimos municipios al norte de Chocó, para presentar el estado actual económico, político y social, que quedan plasmados en la publicación que estamos presentando. Sin duda las constataciones, las claves interpretativas que se evidencian, se pueden constituir en insumos para exigentes transformaciones sociales y económicas que se requieren para que las gentes que habitan este territorio en unos nuevos tiempos puedan construir una paz sólida basada en la justicia, en un autodesarrollo que respete la diversidad étnica y cultural y preserve el medio ambiente que habitan.

Las comunidades negras e indígenas son las dueñas de estos territorios. A los indígenas que desde siempre los habitaban se unieron copiosamente las comunidades negras, unas llevadas de forma esclavista para la explotación del oro, como es el caso de Barbacoas, que se consideraba en la Colonia una ciudad muy rica por el gran número de minas de oro que se encontraba en sus contornos, pero que hoy, aunque en ella se sigue explotando este mineral, se hunde en la pobreza y el abandono estatal, mientras sus habitantes claman por una carretera transitable. Otras comunidades negras poblaron el territorio huyendo y buscando libertad.

Alfredo nos muestra cómo en un territorio en el que las comunidades convivían con la naturaleza de manera tranquila y pacífica, las ambiciones de nacionales y extranjeros fueron depredando el territorio amparados en concesiones mineras y madereras otorgadas por un Estado que si bien los ignoraba para los servicios, los entregaba a una explotación inmisericorde.

El nuevo cáncer está signado por los cultivos de coca y palma aceitera, que traen aparejadas nuevas formas de violencia de redomada crueldad. La incursión de los paramilitares ha dejado a su paso millares de víctimas y comunidades destrozadas y desplazadas. El tejido social, las formas culturales y de respeto a las autoridades naturales se han visto gravemente afectados. Es evidente que la sanación no será fácil cuando lamentablemente esos grupos han sido engrosados también por miembros de las mismas comunidades.

Las guerrillas de las FARC y el ELN también han llegado para dejar su impronta de violencia y de dolor, doblegar a las comunidades y extorsionarlas. Se han lucrado del tráfico de estupefacientes y han prohijado la minería ilegal y depredadora del territorio.

En medio de tanta pobreza, abandono estatal y violencia de todo tipo, las comunidades negras e indígenas han resistido y permanecido en el territorio gracias a su organización comunitaria, que no siempre ha sido la mejor pero que finalmente muestra que es por la fuerza y organización del pueblo que se puede creer en un futuro diferente. Gracias a sus procesos comunitarios, a sus autoridades, a la titu

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