Ever After High. El cuento de Raven Queen

Shannon Hale

Fragmento

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ÉRASE UN NUEVO AÑO ESCOLAR en el que Raven Queen estaba haciendo las maletas. Estaba escuchando el último disco de Tailorucita Swift en su espejo-pod, y bailaba mientras iba sacando cosas de su armario y las metía en un baúl. En el montón de ropa solo había prendas moradas y negras, así que eligió un par de sandalias plateadas para añadirle una nota de color.

Raven abrió la ventana. El sol se estaba poniendo sobre el mar color cobrizo. El verano estaba a punto de pasar su última página.

—¡Eh, Ooglot! —gritó mientras introducía el baúl por el hueco de la ventana de su dormitorio, en un cuarto piso, y lo dejaba caer. En el patio que había debajo, el ogro de la familia lo atrapó con una mano azul y la saludó con la otra. Ella le devolvió el saludo.

El verano había estado bien. Nada de deberes; solo horas y horas de escuchar música y leer novelas de aventuras. Un par de días a la semana había cuidado a los gemelos de Cocinera —Calabaza y Pastel— a cambio de un buen montón de dulces. Y su padre la había llevado a navegar por la costa en su velero para pasar una semana con Pinocho y su hija, Cedar Wood. Raven se lo había pasado de fábula tomando el té con el Hada del Pelo Azul, jugando a las cartas junto a la chimenea y quedándose despierta hasta tarde con Cedar, cantando con el karaoke y ahogando la risa con las almohadas.

Había sido feliz como una lombriz, pero Raven estaba ansiosa por volver a ver a sus amigos de Ever After High en su segundo año en el internado.

Estaba haciendo un gran esfuerzo para no pensar en que apenas faltaban unas semanas para su Día del Destino. Desde que fue testigo del Día D durante su primer año, había hecho todo lo posible por borrarlo de su mente.

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