Breve historia del peronismo clásico

Loris Zanatta

Fragmento

Introducción

Este librito es y al mismo tiempo no es una historia del peronismo. No lo es por mil buenas razones. Por lo pronto, una buena historia del peronismo no podría caber en poco más de doscientas páginas. Una serie tan larga y compleja de peripecias exigiría narrar y explicar hechos, datos, situaciones, anécdotas, personajes y argumentos, sin los cuales correría el riesgo de esfumarse tras una uniforme pátina gris, o de quedar sepultada bajo la imponente mole de su líder. Pero, además, la historia del peronismo es todavía una historia en curso, lo cual significa que es la crónica de un movimiento hoy más que nunca vivo y palpitante, que ha capeado infinitos temporales, y mil veces ha cambiado de ropaje. Revivir completa esa historia implicaría dar cuenta de la mimética versatilidad del peronismo, empresa desde luego ardua; y no sólo eso, sino que, en verdad, obligaría a escribir una historia de la Argentina, con la que por una razón u otra la historia del peronismo viene confundiéndose desde hace bastante más de medio siglo. Por otra parte, también cabría agregar que sobre el peronismo se ha escrito y se sigue escribiendo tanto como para saturar el conocimiento y la paciencia, y que son tantos quienes han cumplido esa tarea con acierto que ya no se siente la necesidad de que aparezca un nuevo aprendiz de escriba a decir cosas que de puro conocidas resultan obvias. Opuestamente, y con igual grado de razón, sería justo recordar que de esa historia quedan muchos pasajes dudosos u oscuros, y que para el historiador resulta más frecuente toparse con la infinita serie de elucubraciones intelectuales sobre el peronismo que con documentos nuevos o poco conocidos que puedan ayudar a desnudar a este movimiento hasta sus intimidades más recónditas.

Con todo, en cierto sentido y por lo que se refiere a algunos aspectos, ésta es y quiere ser una historia del peronismo. Una historia breve, rápida, sencilla, ajustada a las convenciones habituales y, con frecuencia, forzosamente sumaria; aunque también, por qué negarlo, ambiciosa. Pero entendámonos: se trata de una historia limitada al peronismo “clásico”, al originario; una historia que se atiene a la parábola cumplida por el movimiento que maduró en las entrañas del régimen militar surgido en 1943 y que, después de salir vencedor y purificado de las elecciones de 1946, pasó de movimiento a régimen y, por último, fue arrollado por el conflicto con la Iglesia y la revuelta militar de 1955. Ello, por la convicción de que fue entonces cuando quedó plasmado el ADN del peronismo, y quedaron firmemente impresos sus rasgos más íntimos y persistentes, que luego habrían de verse atenuados o modificados por la historia que siguió, sin llegar a borrarse por completo. Pero, sobre todo, este trabajo es una historia del peronismo en el sentido de que propone de él, más allá de repasar sus características esenciales y las principales vicisitudes que afrontó, una lectura de conjunto. Lo que este librito al término de su veloz recorrido propone del peronismo, de ese ente tan ambiguo —incomprensible e indefinible para muchos, y para muchos otros fruto exclusivo de la Argentina, tierra que escapa a la comprensión intelectual y emotiva de los extraños—, es una interpretación: una clave que, en definitiva, sirva para procurar arrancarle sus secretos o, mejor dicho, para explicar por qué tales “secretos” no existen ni es lícito considerarlos tales. Esa clave ya es conocida en parte, y ha sido usada muchas veces; pero en parte no lo es, o al menos no en la forma en que aquí se la emplea.

Porque, en efecto, lo que esa clave trata de indagar del peronismo es su nexo antropológico con la historia argentina, el cordón umbilical que lo une a ella, a la estructura social y económica del país, a sus acontecimientos políticos e institucionales, a su ubicación geopolítica y sus relaciones internacionales. Esa clave busca, sobre todo, indagar el nexo del peronismo con ciertos potentes rasgos de la cultura política argentina, hijos, a su vez, de un imaginario social y religioso antiguo. Y lo intenta procurando despojar el advenimiento de Perón y la evolución del peronismo de cualquier imprudente determinismo, a fin de poder comprender su éxito y su vitalidad a la luz de la capacidad del hombre y su movimiento político, para traducir ese antiguo imaginario al contexto de un país en rápida y convulsiva transformación.

Para decirlo brevemente, el peronismo es situado aquí en la encrucijada entre la expansión de la sociedad liberal, burguesa, capitalista, y las reacciones que generó, en este caso, en un país periférico de cultura latina, en especial durante el prolongado período de pasaje del liberalismo a la democracia, del elitismo de los “notables” a la moderna sociedad de masas. En tal encrucijada, el peronismo se erigió en vehículo de una modalidad muy peculiar de ingreso en la modernidad: ni liberal ni burguesa, sino, por el contrario, antiliberal y antiburguesa. Esa modalidad se remitía de manera expresa a la naturaleza orgánica y corporativa de aquel imaginario antiguo, plasmado en siglos de catolicidad, y estaba enfrentada con la otra, de matriz liberal, que a sus ojos era hija de la Reforma protestante y de la cultura anglosajona. Así fue cómo el peronismo, en cuanto heredero de un imaginario que postulaba al mismo tiempo la armonía social y la unanimidad política, pudo dar forma a lo que durante tanto tiempo ha parecido constituir su “misterio”, y que tanto ha dividido los ánimos y las personas: el granítico amasijo de integración social y autoritarismo político, popularidad y monopolio del poder, consenso y pulsión totalitaria, nacionalismo y socialismo.

Visto de esa manera, el peronismo que surja de estas páginas no podrá ser ya esa flor, no precisamente única pero sí rara, que sólo podía brotar en suelo argentino. Sin dejar de conservar sus rasgos específicos, encontrará entonces el lugar que le corresponde en el nutrido y heterogéneo álbum de familia de las reacciones antiliberales, nacionalistas y corporativas, que en el período entre las dos guerras mundiales y aun después se propagaron con tanta fuerza por el mundo latino y católico de Europa y América.

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