Atlas histórico

Juan Suriano
Mirta Zaida Lobato

Fragmento

Pictografías encontradas en la gruta de Cerro Colorado, Córdoba, según A. Pedersen.

L a evolución humana ocupa millones de años durante los cuales los hombres vivieron de la caza, la pesca y la recolección de vegetales comestibles. Las formas de vida y los comportamientos humanos son difíciles de conocer porque fueron modificados por los grupos agrícolas e industriales y dependen del examen de herramientas, armas y restos humanos encontrados por los especialistas y estudiosos. La historia del hombre americano se remonta, según algunos planteos, a 30.000 años atrás —con seguridad a 15.000—, cuando cruzó por un estrecho corredor congelado (Bering) procedente de Asia y, a través de sucesivas oleadas, fue ocupando el territorio. Las comunidades originarias llegaron a la Argentina actual hace aproximadamente 12.000 años y ocuparon prácticamente todas las regiones.

CAZADORES-RECOLECTORES Y AGRICULTORES INCIPIENTES

Con la llegada del hombre al territorio que hoy se conoce como la Argentina pueden diferenciarse diversos tipos de sociedades:

CAZADORES-RECOLECTORES TEMPRANOS ASOCIADOS CON FAUNA EXTINTA.

Alrededor de 12.000 años atrás, a finales del Pleistoceno, se encuentran las evidencias más antiguas de ocupación humana en el actual territorio argentino. Las manifestaciones más importantes de estas poblaciones corresponden a los siguientes hallazgos: a) Las cuevas de Fell y Palli Aike en el límite argentino-chileno en la provincia de Santa Cruz. b) La cueva de Las Buitreras, ubicada en la cuenca del río Gallegos. c) Las cuevas de Los Toldos y El Ceibo, localizadas en la cuenca del río Deseado.

La mayoría de estos yacimientos informa sobre el poblamiento temprano de la región.

Estas poblaciones presentaban técnicas de trabajo desarrolladas y entre su instrumental se destacan las puntas de proyectil (punta cola de pescado). Sus habitantes eran nómades que constituían minúsculas bandas de cazadores de guanacos y otras especies actualmente extinguidas.

CAZADORES-RECOLECTORES DE LAS TIERRAS BAJAS Y DE LAS SIERRAS CENTRALES Y ANDINA.

Patagonia y Tierra del Fuego: en la Patagonia existió hace 12.000 años aproximadamente un mundo variado de sociedades cazadoras-recolectoras que dejaron testimonios de su vida en cuevas con arte rupestre y en el instrumental lítico que fabricaron.

La vida de los pueblos patagónicos se caracterizaba por una actividad económica basada en la caza del guanaco. Su organización social se apoyaba en la reunión de familias que se agrupaban para sobrevivir, tenían una incipiente división social del trabajo y ritos fúnebres y religiosos. Se registra una evolución en el instrumental, tanto en sus herramientas como en las armas arrojadizas y en las técnicas de caza. Incluso en épocas más tardías agregaron a las puntas de proyectil el arco y las boleadoras. Además de la práctica de la caza, también fueron recolectores de vegetales e intercambiaron bienes con otros grupos. Su hábitat seguía el desplazamiento de los animales. A pesar de las diferencias en sus estilos artísticos, el arte rupestre es uno de los testimonios de su vida cultural.

El poblamiento y el desarrollo cultural prehispánicos presentan algunas variaciones de acuerdo con la división geográfica que se realice de la región patagónica. En la Patagonia central y meridional, en zonas como las del cañadón del río Pinturas, en el curso medio del río Deseado o en el cañadón de las Manos Pintadas, los pobladores dejaron testimonios de representaciones rupestres en cuevas y aleros, que son las muestras más antiguas del arte pictórico patagónico. Esas manifestaciones artísticas se caracterizan, en algunas zonas, por las escenas de caza, persecuciones individuales y grupales de animales y figuras humanas en tamaño menor que las de animales como el guanaco, mientras que en otras áreas se encuentran conjuntos de guanacos y manos.

MAPA Nº 1: EL HOMBRE EN AMÉRICA.

En períodos más recientes, a partir del V milenio a. C. y hasta comienzos de la era cristiana, se registra una transformación en las técnicas de fabricación de instrumentos de piedra. Las conocidas puntas de proyectil se convirtieron en piezas finas y alargadas con una sola cara trabajada, que utilizaban para procesar los animales capturados. Se difundió también el uso de las boleadoras, en particular en la zona patagónica central. En las paredes rocosas, los pobladores de la zona pintaron conjuntos de manos de diversos colores y grupos de guanacos (manadas), así como otros grupos utilizaron la pintura (rojo, blanco y violáceo) para realizar figuras geométricas.

A principios de la era cristiana se registran culturas que constituyen los últimos asentamientos prehistóricos que se entroncan con las culturas etnográficas conocidas por los primeros europeos. Se encontraron puntas de proyectiles fabricadas con pedúnculos y aletas y, a partir del siglo VIII, fue visible la producción de cerámica. Las personas siguieron alimentándose con guanacos pero los combinaron con ñandúes y diversas aves. La recolección fue más importante en su dieta que en las otras sociedades más antiguas y se hallaron piedras de moler. El modo de representación se caracterizó por la abstracción y la presencia de figuras geométricas.

En las excavaciones realizadas en yacimientos arqueológicos localizados en Río Negro y Chubut, en la Patagonia septentrional, se encontraron instrumentos de piedra y hueso con los que trabajaban cueros, piedras, pieles y otras materias primas. Los pueblos se alimentaban de la caza de guanacos y la complementaban con especies menores y la recolección de huevos de ñandú. En algunas zonas aparecieron grabados con huellas de pies y manos, rastros de ñandú, puma y de guanacos junto a elementos geométricos simples como círculos, rayas y puntos.

Región pampeana: las sociedades de esta región ocupaban las actuales provincias de Buenos Aires, parte de La Pampa, sur de Córdoba y San Luis. El guanaco fue el recurso predominante pero el impacto del contacto con los araucanos y, más tarde, la llegada de los europeos significaron la extinción de las culturas pampeanas. Entre los sitios arqueológicos se destaca Arroyo Seco (actual Tres Arroyos en la provincia de Buenos Aires) con una antigüedad de 9.000 años. Los restos de fauna más antiguos indican la caza de especies vivientes como guanacos, venados y mamíferos extinguidos (Megatherium —perezoso— y Equis), mientras en los niveles recientes se observa la existencia de guanacos junto con venados y ñandúes. Probablemente, Arroyo Seco funcionó como un campamento base y de agregación social para las bandas que, en cierta época del año, se movían entre los macizos de Ventania y Tandilia (fuentes minerales) y el litoral atlántico (recursos marinos).

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