¿Por qué mi hijo se parece a su abuela?

Inés García-Albi
Marcos Isamat

Fragmento

Prólogo

Prólogo

La verdad es que cuando me propusieron prologar este libro lo dudé, porque los temas de genética suelen ser arduos, complicados y difíciles de explicar. No obstante, después de pensarlo y, sobre todo, después de leerlo, cambié de opinión. Es un espléndido trabajo de divulgación, bien escrito y de muy fácil comprensión.

Este libro está estructurado en dieciocho capítulos que plantean temas de interés biológico general con un hilo conductor original y muy didáctico, siguiendo un orden inteligente, de lo general a lo concreto, y contesta la serie de preguntas que una persona cualquiera puede plantearse y que inevitablemente se va a hacer tarde o temprano. Pienso que es importante hacer un esfuerzo inicial para entender los paradigmas y premisas básicas de la genética: los conceptos de gen, genoma, cromosomas y proteínas, para poder luego seguir naturalmente el resto de capítulos y preguntas.

Tras leer el libro, el lector asimilará las bases genéticas de muchos temas que nos intrigan y a veces nos preocupan, como los parecidos físicos, el color de los ojos, las enfermedades familiares, etc. Queda claro cómo se distinguen enfermedades ligadas a un solo gen, las llamadas monogénicas, como la hemofilia o anemia falciforme, de las otras, las más prevalentes, como la diabetes, la hipertensión y el cáncer, que son poligénicas y donde varios genes y factores ambientales están muy implicados.

El control molecular de las enfermedades y en especial del cáncer, que es el tema en el que yo trabajo, nos está enseñando que los factores genéticos, bioquímicos y ambientales están estrechamente entrelazados. A nivel genético y molecular cada día sabemos más, se están secuenciando ya un número relevante de tumores y estamos en una fase de intensa recopilación de información molecular. No obstante, hay que decir que la secuenciación del genoma humano que nos parecía una fuente de información directa a modo de piedra filosofal, no va a ser más que un gran avance. El control del funcionamiento de los genes y de sus proteínas y los sistemas de degradación de las mismas nos está complicando mucho la interpretación de la información genética y molecular de las vías bioquímicas, que son la base misma de los procesos vitales. Asimismo, el control del funcionamiento de los genes, muchas veces promovido por factores externos, hace que no podamos entender las enfermedades más prevalentes con aproximaciones genéticas simplistas.

Pero además del caso de las enfermedades, creo que la genética también debe considerarse en la constitución del individuo y en lo que llamamos el talento natural como parte de este. El talento es lo que distingue normalmente esa capacidad «espacial» que tienen algunas personas para determinados trabajos, para la música, para el dibujo, para escribir, para idear nuevos proyectos. Es decir, aquellas capacidades que diferencian a unas personas de otras, normalmente en facetas de la vida muy particulares. Siempre nos preguntamos si el talento se hereda genéticamente y, a priori, podríamos asumir que lo lógico es que así fuera, ya que de alguna forma estas cualidades deberían conllevar ventajas selectivas, según el pensamiento darwiniano. Pero no está claro, y por supuesto, no se ha demostrado salvo en casos muy particulares y en escasas generaciones familiares. Probablemente dicha carga genética termine diluyéndose en sucesivas generaciones, como muy bien explica este libro con algunos rasgos o características genéticas. El talento natural puede surgir «espontáneamente». Los grandes pensadores han sido personajes únicos, nacidos en épocas muy diversas y en regiones y pueblos muy diferentes. No creo que haya ninguna vinculación genética entre Aristóteles, Newton, Leonardo da Vinci o Einstein.

Este libro explica el principio de la genética más diversa con ejemplos muy gráficos. De ellos, yo resaltaría uno relacionado con ventajas genéticas y resultados obtenidos: el rendimiento y la capacidad intelectual o las habilidades y la metáfora del ordenador. Está claro que un buen ordenador, con múltiples programas, memoria y alta velocidad es una gran herramienta de trabajo. Pero solo para quienes lo saben utilizar y muestran una gran motivación para aprender sus aplicaciones. Estoy convencido de que muchas personas con ordenadores menos potentes sacan un rendimiento mucho mayor que otras con equipos informáticos muy superiores. Es decir, la base genética heredada puede condicionar un desarrollo y unas habilidades más intensas, pero el resultado final depende fundamentalmente del trabajo y la motivación que el sujeto tenga y acompañe a su potencial genético. Lo mismo ocurre con deportistas y otras profesiones donde el talento quizá pueda heredarse, pero en las que el esfuerzo y la motivación son también fundamentales.

Me parece que la conclusión del libro, y de la vida, es que el desarrollo del talento solo depende de nosotros mismos, de nuestro esfuerzo y de nuestro entorno. La genética es importante, pero los factores externos y ambientales son igual de relevantes o más, tanto en la vida como en la enfermedad. En el cáncer, sabemos que hay cientos de alteraciones genéticas y más de veinticinco genes que pueden heredarse de padres a hijos y aumentan la probabilidad de desarrollar un tumor. Solo hablamos de probabilidad. En el cáncer se deben acumular muchos cambios genéticos para que se desarrolle un tumor, en un período de hasta quince años. Durante este tiempo muchas mutaciones se van sucediendo y, en este sentido, los factores ambientales como el tabaco, la dieta o las radiaciones son muy importantes. En el caso del cáncer, el «talento» o predisposición genética serían los genes que nos hacen más susceptibles a desarrollar un tumor y que pueden heredarse, pero solo con el «talento» no vamos a desarrollar un cáncer ni vamos a ser brillantes literatos, científicos o deportistas.

Mi tío-bisabuelo Santiago Ramón y Cajal ya decía hace más de cien años que cada hombre es el escultor de su propio cerebro. La genética nos ayuda a entender muchas enfermedades y cualidades físicas y está siendo el marco de aproximaciones diagnósticas y terapéuticas muy importantes. Sin embargo, tanto en el conjunto de las enfermedades poligénicas como de nuestro desarrollo intelectual, la genética puede condicionar pero no es necesariamente determinante. No pienso que la música o nuestro destino dependan de los instrumentos o de nuestros genes, sino de cómo se tocan o funcionan y, sobre todo, de cómo se armonizan y componen las notas o la actividad de los mismos.

Inés García-Albi y Marcos Isamat consiguen explicar muy claramente las bases de la genética y plantean los nuevos derroteros científicos que están ayudando a comprender muchas áreas de la genética, el cerebro y las enfermedades. Creo que los autores conseguirán que muchos lectores puedan llegar a visualizar lo invisible de la genética y a entender mucho mejor lo que somos, por qué somos como somos y por qué son lo que son los demás.

SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL AGÜERAS

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