Un mundo de soluciones

Marc Grañó

Fragmento

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Durante unos minutos bajamos escalones. Había muy poca luz y no se veía nada.

—Ya casi estamos —dijo la doctora. Llegamos a una puerta—. ¿Estás listo?

Estaba emocionado. Agité la cabeza arriba y abajo. ¿Qué habría detrás de la puerta?

—¡Adelante! —Y la doctora abrió la puerta—. Bienvenido a mi laboratorio.

Al otro lado solo había cosas fantásticas. Peceras, plantas, maquetas, ordenadores y muchas pantallas.

—¡Uau! —Estaba boquiabierto—. ¿Y qué haces aquí?

—Aquí estudio, investigo y trabajo —respondió la doctora con una sonrisa. Dejó la bicicleta en un rincón.

Yo miraba algunas maquetas y las pantallas.

—Y, ahora, ¿qué haremos? —pregunté.

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La doctora se sentó en el ordenador principal.

—Ahora haremos la mejor parte —dijo—. Buscar soluciones.

Levanté una ceja. No creía lo que me había dicho.

—¿Cómo? —pregunté—. ¿Aquí encerrados?

Habíamos viajado por aire, tierra, mar y a través del hielo. Habíamos conocido muchos animales en peligro. ¿Cómo íbamos a solucionarlo encerrados en un rincón?

—Te enseñaré algo. —La doctora se levantó y se acercó a una de las maquetas. Era de un edificio de hormigón hundido en la nieve, como un refugio nuclear—. Se llama la «Bóveda del Fin del Mundo».

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