La desafiante decadencia de la joven Rusia (Flash Ensayo)

Andrew Solomon

Fragmento

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En un viaje reciente por Rusia en calidad de periodista no tardé en sentirme como un espía, no tanto un agente extranjero al servicio de Estados Unidos sino como un espía de cada clase social emergente con el objetivo de informar a las demás. A los integrantes de la mafia rusa —el círculo del crimen organizado— les fascinaba enterarse de que, en opinión de los intelectuales, la clase delincuente tiene su influencia en la sociedad. La intelligentsia estaba obsesionada con la codicia de los nuevos hombres de negocios ricos, a quienes culpaban del fin del idealismo heroico. Un retorno a la Iglesia Ortodoxa ha dejado a los homosexuales preocupados por el neoconservadurismo represivo; los dueños de las discotecas se preguntan si los artistas que hicieron florecer el underground sobrevivirán a este nuevo amanecer. Los políticos se preguntan si el poder permanecerá en manos del Gobierno o recaerá sobre estos elementos caóticos. Dentro de todos los estratos sociales, los cambios se hacen más evidentes entre los miembros de la generación más joven.

En general, tienen un panorama bastante crudo. Según un artículo publicado en abril en el popular semanal Argumenty i Fakty, «Los jóvenes inconformistas rusos se plantean el suicidio constantemente». Un tercio quiere irse del país. Desde 1989 la tasa de natalidad ha disminuido un 30 por ciento conforme la juventud, desalentada, decide no tener hijos. Aun así, algunos jóvenes rusos se aventuran, a menudo con decadente abandono, en busca de libertad, riqueza y poder, desafiando la timidez y el idealismo de la generación anterior.

Los que consiguen una vida excepcional para sí, la minoría que escapa a estas deprimentes estadísticas, se han dividido en cientos de tusovki, un término coloquial que combina los conceptos de «pandilla», «escena» y «círculo social». En este mundo la mentalidad del Lejano Oeste de Estados Unidos del siglo XIX se mezcla con una decadencia que recuerda al Berlín de entreguerras. A estos tusovki los separan abismos de ignorancia. Solo alguien llegado de fuera puede moverse fácilmente entre uno y otro grupo, informando a uno de lo que está sucediendo en el otro. Es una pena que los rusos no puedan hacerlo con más facilidad, porque las verdades fundamentales acerca de la nueva Rusia no están en el comportamiento o las creencias de un grupo cualquiera, sino en la misma disparidad de visiones, opiniones y objetivos que en estos momentos se están levantando de las ruinas del comunismo.

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