¡Gol! 41 - Directos a la Champions

Luigi Garlando

Fragmento

cap-1

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Dentro de unos días las verjas de los colegios se abrirán como las fauces de un tiburón y devorarán ejércitos enteros de escolares... pero, a la sombra del gran pino de la parroquia de San Antonio de la Florida, los Cebolletas no piensan todavía en el tema. Esta tarde de principios de septiembre es tan agradable y el sol tan generoso que los chicos todavía saborean las vacaciones.

Fidu, que mantiene el equilibrio sobre las patas posteriores de una silla mientras apoya los pies en un banco, lee una revista juvenil. Se rasca el pelo con un boli y lee en voz alta:

—Dieciséis vertical: «Están en Egipto». Empieza por «pir». Pir... pir... pir... ¡piratas! Claro, Egipto tiene mar.

—Pero ¡de qué piratas hablas, animal! —lo corrige de inmediato Nico—. ¡Son pirámides! ¿Has oído hablar alguna vez de las pirámides egipcias y los faraones?

—Ah, claro, tienes razón... —reconoce Fidu, mientras escribe muy satisfecho la palabra en las casillas—. Entra. «Piratas» era demasiado corta...

—¿Hoy también haces un crucigrama? —pregunta Dani.

—Ya os he dicho que este verano me he contagiado del virus. Me he pasado horas enteras llenando casillas con letras. Me he divertido un montón y creo que me he convertido en un auténtico campeón. Veamos... ciudad pacense de seis letras, empieza por «me». No entra «merengue»: ¡así no hay manera!

Los amigos ríen con ganas.

—«Mérida», campeón —propone Sara.

—¡Gracias, gemela! —lo celebra el portero anotando la palabra—. Esta la sé. Doce horizontal: «Mejor portero de España». Ocho letras. Fácil: ¡Federico!

Todos echan a reír. Como recordarás, «Federico» es el auténtico nombre de Fidu. Naturalmente, la respuesta correcta es «Casillas».

Mientras los amigos se distraen a la sombra del gran pino con la nueva pasión de Fidu, João y Becan pelotean en el campo. Como de costumbre, los dos extremos históricos de los Cebolletas se han retado a un duelo.

—¡Tres! —exclama el zurdo brasileño al pasar la bola a su amigo.

El extremo albanés la controla con el muslo, toca con el pie derecho y cede a João con la zurda, indicando el número de toques que deberá dar su compañero: «¡cuatro!».

El brasileño se lleva el balón a la frente de un taconazo, taconea otra vez y devuelve la bola a Becan con la zurda: «¡dos!».

Pero el extremo derecho no logra controlar y se le escapa la pelota.

—¡He ganado! —salta João—. Me parece que esta temporada no va a cambiar nada: en nuestros duelos siempre gano yo...

—No estoy completamente seguro. Veamos si eres capaz de hacer esto —rebate Becan, que ha recogido el balón y lo tiene bajo la suela.

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—¡La vuelta al mundo! —exclama João, admirado.

Becan repite el número cinco veces seguidas: es un espectáculo acrobático de lujo, que normalmente solo se ve en los equipos de primera división.

—No me lo esperaba —reconoce el brasileño—. ¿Dónde has aprendido el truco?

—En la playa, en Albania —contesta Becan—. Al principio no me salía ni uno y luego, a base de practicar, aprendí. ¿Qué te parece? ¿Quieres probar o te das por vencido?

—Me doy por vencido —decide el brasileño—. Uno a uno. Nos jugamos el desempate con un tiro de precisión.

—Vale, ¿cuál es la diana?

João señala a Fidu que sigue en equilibrio sobre las patas posteriores de la silla, a unos veinte metros de distancia.

—Empiezo yo —decide Becan, antes de colocar con cuidado el balón en el suelo, tomar una pequeña carrerilla, estudiar la diana para preparar bien la trayectoria del tiro, salir disparado y chutar.

La pelota viaja con la velocidad de un tiburón a flor de agua y acierta de lleno su objetivo: la silla de Fidu. El portero pierde el equilibrio y cae hacia atrás, pero sin dar un solo grito ni perder la compostura. Como si no hubiera pasado nada.

Se tumba boca abajo, deja en el suelo la revista de crucigramas y anota la palabra que le faltaba, antes de leerla con una sonrisa triunfal:

—Cuatro horizontal, dos palabras, diez letras: «Deporte de John Cena». ¡Si es mi ídolo! ¡El de la cadena al cuello! «Lucha libre», por supuesto... ¡He acabado el crucigrama!

Todos ríen y no pueden parar.

Tomi tiene razón: Fidu es único.

La conversación acabó por centrarse en el próximo torneo de fútbol. Los crucigramas pueden ser divertidos, pero el balón sigue siendo el primer amor de los Cebolletas, el más profundo.

Como sabes, los Olivas de Tomi ganaron la última liga autonómica, derrotando en la final a los Cracks de Chus, mientras los Uvas de João y Becan no lograron llegar a la semifinal. Después de la gran fiesta para celebrar la conquista del trofeo madrileño, el capitán mencionó un «proyecto fantástico» que tenía en mente Champignon y que serviría para reunir a los Cebolletas. De eso es de lo que hablan los chicos a la sombra del pino grande.

—¿Gaston no te ha dicho nada nuevo sobre su idea? —inquiere Ígor.

—No, he intentado sonsacarle alguna pista, pero siempre elude el tema... —responde Tomi—. «Ya os lo explicaré todo cuando volvamos de vacaciones, si el proyecto sale adelante», me ha dicho cada vez.

—O sea, que nos lo explicará dentro de media hora en el Pétalos a la Cazuela —deduce Lara.

—Supongo —confirma el capitán.

—¿De qué puede tratarse? —pregunta Elvira.

—Creo que nos propondrá participar en la liga autonómica como los Cebolletas y vistiendo nuestras viejas camisetas —aventura Dani.

—Qué va —objeta Nico—. Si ha hablado de un «proyecto fantástico» tiene que ser algo excepcional, que no hayamos hecho nunca. La liga ya la hemos disputado varias veces y las camisetas de los Cebolletas las hemos llevado muchos años.

—A lo mejor organizan un torneo para los equipos que han ganado sus respectivas ligas autonómicas —sugiere João.

—Eso sí podría ser —coincide el Gato—. Nunca hemos disputado una liga nacional.

—No creo. Normalmente las ligas nacionales son solo para los equipos profesionales —tercia Tomi—. Es decir, compiten los equipos juveniles de clubes como el Real Madrid o el Barça.

—No sirve de nada romperse la cabeza. Dentro de un rato lo sabremos. Es más, propongo que vayamos yendo al restaurante, aunque lleguemos antes de tiempo —sugiere Nico.

—¡Buena idea! —aprueba Fidu—. A lo mejor Gaston saca del horno una palabra de ocho letras, como «merengue»...

En el edificio que hay delante del Pétalos a la Cazuela están haciendo obras de renovación. Los andamios que han montado están cubiertos por un enorme panel publicitario en el que puede verse un gran signo de interrogación blanco sobre un fondo negro.

—¿Están renovando la fachada? —pregunta Becan.

—No, mi madre me ha dicho que van a montar una nueva empresa que ocupará tres pisos —dice Tomi—. Han comprado dos apartamentos y los están transformando en un solo local.

—¿Una tienda? —se informa Sara.

—No se sabe. De momento es u

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