Miénteme... si te atreves

José Luis Martín Ovejero

Fragmento

mienteme_si_te_atreves-1

Capítulo 1

Conoce a la

protagonista:

la mentira

«Puedes engañar a todo el mundo durante algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo».

ABRAHAM LINCOLN

¿Qué es la mentira?

El bien y el mal, el placer y el dolor, la alegría y la tristeza… ¡Nos rodean las contradicciones! Y una de ellas, fundamental por sus consecuencias en nuestras vidas y en las de los demás, es la que hay entre la verdad y la mentira.

Te doy la bienvenida al estudio de este último concepto, pues conociendo la mentira, también nos encontraremos más cerca de descubrir la verdad.

No quiero dejar pasar ni una línea más sin trasladarte unas preguntas para que reflexiones antes de que leas este libro:

• ¿Qué opinión te merece la mentira?

• ¿Crees que se te da bien detectar cuándo alguien te miente?

• ¿Y tú? ¿Qué tal lo haces?

Como digas que nunca mientes como respuesta a la última pregunta que formulo, empezamos bien, y das todo el sentido a esta obra..., porque ¡MIENTES!

Cuando acabes de leer el libro, te invito a que vuelvas a hacerte estas mismas preguntas y veremos si coinciden las respuestas. Mi propósito con el orden y el contenido de este libro es que primero conozcas a la perfección qué es la mentira, para que a continuación puedas descubrir si alguien te miente a través de las pistas que deja su lenguaje y su comportamiento. Como dijo el general, estratega y filósofo chino Sun Tzu, allá por el siglo V a. C.: «Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo y saldrás triunfador en mil batallas».

Así que lo primero será saber qué es la mentira. Reflexiona conmigo y piensa: ¿qué es para ti la mentira? ¿Ya?

Ahora vayamos poco a poco. Primero, localiza la definición que el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (RAE) ofrece de la palabra mentira:

«Mentira: Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente»[1].

Estoy bastante de acuerdo con este concepto, dado que abarca tres aspectos clave:

• Mentir sobre lo que se sabe («No sé dónde están los bombones de la caja», cuando me los he comido yo).

• Mentir sobre lo que se piensa («Me considero bien pagado, jefe», cuando creo que debería ganar más).

• Mentir sobre lo que se siente («Estoy bien», cuando me siento fatal).

¿Te identificas con alguna de estas mentiras o similares? Ahora pasemos al término engaño, que se define en la RAE como:

«Falta de verdad en lo que se dice, hace, cree, piensa o discurre»[2].

En este caso, sumaríamos la no verdad por ocultamiento, no tanto por contradicción. Pongamos un ejemplo. Una madre pregunta a sus tres hijos si saben quién ha rapado el pelo al gato. Los tres callan, pero saben cuál de ellos es el que lo ha hecho. Como vemos, no solo se falta a la verdad cuando se miente expresamente, sino cuando no se cuenta lo que se sabe. También voy a analizar estos comportamientos en el libro.

Vayamos ahora a un caso que puede sorprenderte: si una persona afirma que es Superman, creyendo firmemente en lo que dice, yo no le considero un mentiroso pese a que no sea verdad lo que afirma. Es más, si nos acogemos al concepto de mentira de la RAE («Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente»), ¿no deberíamos considerar que miente si nos dijera que no es Superman? Con este ejemplo, quiero añadir un requisito fundamental de la mentira:

LA INTENCIÓN. Lo que distingue la mentira del error es la falta de intención en este último.

Por ello, es fundamental tener en cuenta que:

Los indicadores de mentira que más adelante trataremos se refieren a las personas que actúan a sabiendas contra la verdad.

Es decir, pueden elegir entre dos caminos, la verdad o la mentira, y eligen conscientemente el segundo. Es a ellas a quienes su cerebro las puede delatar y no a quienes no dicen la verdad sin saberlo, dado que la mente de estas últimas está convencida de lo que cuenta.

Advertencias

No pases ni una hoja más de este libro sin haber leído estas doce advertencias:

1. Nunca existe un cien por cien de seguridad de que puedas detectar que una persona miente.

Hasta la fecha no se ha inventado una técnica o un mecanismo que pueda garantizar, sin posibilidad de error, que una persona miente.

Aquí vas a conocer muchos indicadores de posible engaño, pero insisto en la palabra «posible», que no es lo mismo que «seguro»; si bien sí que será importante conocerlos, porque cuantos más adviertas, con mayor precaución deberás actuar.

2. La importancia de las alertas.

Las señales que descubrirás en este libro pueden ser una alerta de posible engaño, pero también pueden consistir en un aviso de que el sujeto se siente inseguro al hablar de un tema determinado.

En cualquier caso, contarás con la ventaja de ver más allá de lo que pretenden enseñarte. Y a más información, mejor decisión.

No obstante, por sintetizar, los denominaré «indicadores de mentira» o «indicadores de engaño», aunque nunca olvides que pueden señalar incomodidad o inseguridad, todo un abanico de posibilidades por descubrir.

3. Contar con pistas de engaño no implica saber el «porqué».

Habrá que investigar caso por caso, y ya te adelanto que en ocasiones nunca se llega a averiguar. Aunque eso no le quita valor a lo que ya has descubierto, pues puedes adelantarte a una decisión ajena, incluso a un problema futuro; o, si estás entrevistando a alguien, reconocerás así sus puntos débiles para profundizar más en ellos si lo deseas, por poner solo algunos ejemplos.

4. No existen indicadores «matemáticos» o infalibles de engaño.

A veces he oído frases como: «Si se toca la nariz es que miente», «No me fío de quien me habla sin mirarme a los ojos» o «Si se remueve intranquilo en la silla es que miente». Desde ya, ¡fuera esas ideas que tanto daño han hecho a la hora de confiar en nuestros semejantes!

5. Siempre atentos a la línea base de conducta.

Lo primero que debemos conocer en otra persona es su manera habitual o normal de comportarse. ¿Para qué? Para que se nos enciendan las alertas mentales cuando esta cambie.

Examinemos un ejemplo basado en las tres pautas de comportamiento que he indicado en el punto anterior: cuando charla con nosotros, un amigo suele rascarse la nariz o no nos mira a los ojos o se muestra inquieto y lo hace habitualmente, en cualquier contexto y al charlar del tema que sea. ¿A qué conclusión debemos llegar? Pues que a nosotros nos puede parecer algo rarito, pero él es así. Y ahora llega la pregunta clave: ¿cuándo sí deben encenderse nuestras alertas? ¡Efectivamente! Cuando deje de comportarse así. Algo ha pasado que le ha hecho cambiar, así que… toca investigar. Si queremos, claro.

No obstante, en capítulos posteriores sí daremos pautas de conducta, tanto de lenguaje

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