Dramatis personae
Además de aquellos en Polvo de sueños
Los malazanos
Mudesto Peniques
Sargento Ojoflaco
Cabo Costilla
Giro de Cintura
Triste
Cuerda Quemada
La Hueste
Ganoes Paran, Alto Puño y Maestro de la Baraja
Mago supremo Noto Furúnculo
Escolta Hurlochel
Puño Rythe Bude
Capitana Arroyodulce
Artista imperial Ormulogun
Caudillo Mathok
Guardaespaldas T’morol
Gumble
Los khundryl
Viuda Jastara
La serpiente
Sargento Cellows
Cabo Nithe
Sharl
Los t’lan imass: los no vinculados
Urugal el Hilado
Thenik el Desmenuzado
Berok Dulcevoz
Kahlb el Cazador Silencioso
Halad el Gigante
Los tiste andii
Gathras
Sanad
Varandas
Haut
Suvalas
Aimanan
Embozado
Los forkrul assail: los inquisidores legítimos
Reverencia
Serenidad
Equidad
Serenidad
Diligencia
Tolerancia
Envuelo
Calma
Desmiento
Libertad
Grave
Los aguados: los superiores de los assail menores
Inapropiado
Urgente
Hestand
Festian
Kessgan
Trissin
Melest
Haggraf
Los tiste liosan
Kadagar Fant
Aparal Forja
Iparth Erule
Gaelar Agonía
Eldat Pressan
Otros
Absi
Spultatha
K’rul
Kaminsod
Munug
Silanah
Apsal’ara
Tulas Pelado
D’rek
Gallimada
Korabas

Se me conoce
en la religión de la rabia.
Adoradme cual charco
de sangre en vuestras manos.
Apuradme de un trago.
Pues se trata de una furia amarga
que hierve y abrasa.
Pequeñas eran vuestras dagas
mas numerosas.
Se me nombra
en la religión de la rabia.
Adoradme en vuestros
tajos improvisados
cuando lleve tiempo muerto.
Pues es un canto de sueños
que se derrumban en cenizas.
Desbordantes eran vuestros anhelos
mas ahora solo resta el vacío.
Se me ahoga
en la religión de la rabia.
Adoradme hasta la muerte
e incluso en huesos apilados.
El más puro de los libros es aquel que jamás se ha abierto.
Que no quede carestía desatendida
en el día frío y sagrado.
Se me encuentra
en la religión de la rabia.
Adoradme en un caudal de maldiciones.
Fe tenía este necio
y en sueños hubo de llorar.
Mas recorremos un desierto
empedrado de acusaciones
donde nadie se consume
con odio en los huesos.
La noche del poeta I.IV
El Libro de los Caídos de Malaz
Pescador kel Tath
CAPÍTULO UNO
Si jamás conocieses
los mundos que en mi mente habitan
pequeño sería el pesar
provocado por la pérdida
y en la senda quedaría nuestro recuerdo.
Toma lo que se te ofrece
y vuelve esa cara arrugada.
No me la merezco,
no importa cuán estrecha sea la playa
de tu costa íntima.
Si lo haces lo mejor posible
habré de mirarte a los ojos.
Lo que despierta mi desconfianza
es el manojo de flechas
tras la sonrisa que se acerca en el camino.
Nuestro encuentro no acontece en pesar
o en cualquier otra sutura
que traza cicatrices.
No hemos danzado sobre el mismo
hielo quebradizo
mas mi compasión para con tus amarguras
te la ofrezco libremente, sin esperar
reciprocidad o contrapeso en la balanza.
Resulta lo más justo, eso es todo.
Aunque actuar de semejante guisa
sea extraño al parecer de muchos.
Mas secretos habrá
que nunca supiste
y que yo no aceptaría de otro modo.
Todas mis flecha