Norberto Bobbio
Derecha e izquierda
Razones y significados de una distinción política
Traducción de Alessandra Picone
TAURUS
PENSAMIENTO
Índice x x x x x x x x
El Muro cayó hacia los dos lados, por Joaquín Estefanía . 9
Introducción a la primera edición italiana ............. 27
I La distinción rebatida ........................................... 33
II Extremistas y moderados ..................................... 55
III La díada sobrevive .................................................. 69
IV En busca de un criterio de distinción ............... 81
V Otros criterios ....................................................... 89
VI Igualdad y desigualdad ......................................... 107
VII Libertad y autoridad ............................................. 123
VIII La estrella polar ................................................... 133
Apéndices
Introducción a la segunda edición italiana,
Introducción a la edición italiana de 1999. ............. 171
Notas ................................................................................ 189
Índice onomástico .......................................................... 229
I. La distinción rebatida x x x
1. «Derecha e izquierda» son dos términos antitéticos que, desde hace más de dos siglos, se emplean habitualmente para designar el conflicto entre las ideologías y los movimientos en que está dividido el universo, eminentemente conflictivo, del pensamiento y de las acciones políticas. En cuanto términos antitéticos son, respecto del universo al que se refieren, recíprocamente exclusivos y conjuntamente exhaustivos: exclusivos, en el sentido de que ninguna doctrina ni ningún movimiento pueden ser al mismo tiempo de derechas y de izquierdas; exhaustivos, porque, al menos en la acepción más rigurosa de ambos términos, tal y como iremos viendo más adelante, una doctrina o movimiento únicamente puede ser de derechas o de izquierdas.
Como a menudo he dicho, a propósito de las que he dado en llamar las «grandes dicotomías» en que está dividido cada campo del saber, incluso de la pareja de términos antitéticos, como derecha e izquierda, se puede hacer un uso descriptivo, un uso axiológico y un uso histórico: descriptivo, para dar una representación sintética de dos partes en conflicto; valorativo,
Derecha e izquierda para expresar un juicio de valor positivo o negativo sobre una de las dos partes; histórico, para marcar el paso de una fase a otra de la vida política de una nación, pudiendo ser el uso histórico a su vez descriptivo o valorativo.
La contraposición de derecha e izquierda representa una típica forma de pensar por díadas, de las que se han ofrecido las más distintas explicaciones: psicológicas, sociológicas, históricas e, incluso, biológicas. De ellas, conocemos ejemplos en todos los campos del saber. No existe disciplina que no esté dominada por alguna díada omnicomprensiva: en sociología, sociedad-comunidad; en economía, de mercado-planificada; en derecho, privado-público; en estética, clásico-romántico; en filosofía, trascendencia-inmanencia. En la esfera política, derecha-izquierda no es la única, aunque sí es cierto que podemos encontrarla en todas partes.
Existen díadas en las que los dos términos son antitéticos; otras, en las que son complementarios. Las primeras nacen de la interpretación de un universo concebido como formado por entidades divergentes que se oponen las unas a las otras; las segundas, de la interpretación de un universo armónico, integrado por entidades convergentes que tienden a encontrarse y a formar juntas una unidad superior. La dicotomía derecha-izquierda pertenece al primer tipo. Puesto que a menudo el pensamiento por tríadas nace del pensamiento por díadas y es, por decirlo de algún modo, un desarrollo de este, es diferente el paso según se parta de una díada de términos antitéticos o de una de términos complementarios. En el primer caso, el paso se produ
La distinción rebatida ce por síntesis dialéctica o por negación de la negación; en el segundo, por composición.
Las siguientes reflexiones nacen de la constatación de que en estos últimos años se ha venido diciendo repetidamente, hasta convertirlo en un lugar común, que la distinción entre derecha e izquierda que durante casi dos siglos —desde la Revolución Francesa en adelante— sirvió para dividir el universo político en dos partes opuestas ya no tiene ninguna razón de seguir siendo utilizada. En este sentido es habitual citar a Sartre, quien parece haber sido uno de los primeros en decir que derecha e izquierda son dos cajas vacías. Ya no tendrían ningún valor ni heurístico ni clasificatorio, y mucho menos estimativo. A menudo se habla de ello con un cierto malestar, como si fuera una más de las muchas trampas lingüísticas en las que cae el debate político.
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2. Las causas de esta opinión, que cada vez se va difundiendo más, y sobre la que se podrían aportar infinitos y diarios testimonios, son distintas. Veamos alguna.
En la base y en el origen de las primeras dudas sobre la desaparición, o por lo menos sobre la menor fuerza representativa de la distinción, se encontraría la llamada crisis de las ideologías. Se puede objetar tranquilamente, y de hecho se ha objetado, que las ideologías no han desaparecido en absoluto, al contrario: están más vivas que nunca. Las ideologías del pasado han sido sustituidas por otras nuevas o que pretenden ser nuevas. El árbol de las ideologías siempre está reverdeciendo. Además, no hay nada más ideológico, tal y como ha quedado demostrado mu
Derecha e izquierda chas veces, que la afirmación de la crisis de las ideologías. Así como que «izquierda» y «derecha» no indican solamente ideologías. Reducirlas a la pura expresión de pensamiento ideológico sería una injusta simplificación: indican programas contrapuestos respecto a muchos problemas cuya solución pertenece habitualmente a la acción política, contrastes no solo de ideas, sino también de intereses y de valoraciones sobre la dirección que habría que dar a la sociedad, contrastes que existen en toda sociedad, y que no parece que vayan a desaparecer. Naturalmente, se puede objetar que los contrastes existen, pero que no son los mismos que los de la época en que nació la distinción y que, durante todo el tiempo en que esta hizo fortuna, han ido cambiando tanto que han convertido en anacrónicos, y por lo tanto en equívocos, los viejos términos. Pero esto es lo que tendremos que ver más adelante.
Recientemente, se ha sostenido que, como el concepto de izquierda ha reducido drásticamente su propia capacidad connotativa hasta el punto que decir que se es de izquierdas es hoy una de las expresiones menos verificables en el vocabulario político, el viejo binomio podría ser sustituido oportunamente por este otro: progresistas-conservadores1. Sin embargo, ha habido también quien, de una manera más radical, ha rechazado cada perseverante visión dicotómica afirmando que también esta última dicotomía es una de las muchas «bobadas» existentes en el lenguaje político, de las que hay que librarse para crear de ahora en adelante nuevas uniones, no basándose en las posiciones, sino basándose en los problemas2.
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1Cfr. F. Adornato, «Si fa presto a dire sinistra», en La Repubblica, La rivoluzione italiana, 21 de abril de 1993 («La nueva revolución italiana ya está reescribiendo la categoría derecha-izquierda»). Véase también ídem, Oltre la sinistra, Rizzoli, Milán, 1991. Una definición diferente de la díada derecha-izquierda ha sido sostenida recientemente por Sergio Benvenuto en «Tramonto della sinistra?», en Studi critici, II, octubre de 1992, 1-2, págs. 111-125, donde se propone sustituir a la díada derecha-izquierda, ya sin valor después de la crisis del comunismo que ha arrastrado también a la crisis de la socialdemocracia, la díada que retoma la contraposición entre Hermes, dios del comercio, y Hestia, diosa del hogar. A mí me parece que detrás de estas dos figuras míticas se oculta la oposición, notoria para los sociólogos, entre sociedad y comunidad. El ensayo está muy bien documentado y articulado. Pero la vieja y la nueva díada no se excluyen mutuamente. Basta con considerar que existen más izquierdas y más derechas, y nada quita que existan izquierdas y derechas de sociedades y comunitarias. Del mismo Benvenuto, véase «Hestia-Hermes: la filosofia tra Focolare e Angelo», en aut-aut, 258, noviembre-diciembre de 1993, págs. 29-49.
2Cfr. A Panebianco, «La disfida dei due poli. Destra e sinistra, vecchie etichette», en Corriere della Sera, 20 de enero de 1993. El autor, en directa polémica con Alianza Democrática, demuestra ser intolerante hacia todas «aquellas bobadas surgidas en términos políticos sobre quién es más o menos progresista o más o menos moderado», lamenta el habla engolada «exquisitamente ideológica» acerca de «izquierdas que algunos querrían reformistas y otros no», sobre «derechas que no se encuentran ni siquiera pagándolas», etcétera. La alternativa a estas estériles discusiones ideológicas sería, según el autor, un debate sobre los problemas. «Quizá
La distinción rebatida
3. Se sostiene, en segundo lugar, que en un universo político cada vez más complejo como el de las grandes sociedades y especialmente de las grandes sociedades democráticas, se hace cada vez más inadecuada la separación, excesivamente clara, entre dos únicas partes contrapuestas, y cada vez más insuficiente la visión dicotómica de la política. Sociedades democráticas son las que toleran o, mejor dicho, presuponen la existencia de muchos grupos de opinión y de intereses en competencia entre ellos; estos grupos a veces se contraponen, otras se sobreponen, en algunos casos se entrelazan para luego separarse, ora se acercan, ora se dan la espalda, como en un movimiento de danza. Se objeta, en fin, que en un pluriverso como el de las grandes sociedades democráticas, donde las partes en juego son muchas, y tienen entre ellas convergencias y divergencias que hacen posibles las más variadas combinaciones de las unas con las otras, ya no se pueden plantear los problemas bajo la forma de antítesis, de aut aut, o derecha o izquierda, si no es de derecha es de izquierda, o viceversa.
La objeción es acertada, pero no es decisiva. La distinción entre derecha e izquierda no excluye en absoluto, tampoco en el lenguaje común, la configuración de una línea continua sobre la cual, entre la izquierda inicial y la derecha final, o, lo que es lo mismo, entre la derecha inicial y la izquierda final, se colocan posiciones intermedias que ocupan el espacio central entre los dos extremos, y al que se le denomina, como se sabe, con el nombre de «centro». Si se quiere coquetear con el lenguaje de la lógica se puede decir que, mientras la visión diádica de la política, según la cual el es
Derecha e izquierda pacio político se concibe dividido en dos únicas partes, de las que una excluye a la otra, y nada entre ellas se interpone, puede ser definida como «Tercero excluido», la visión triádica, que incluye entre derecha e izquierda un espacio intermedio, que no es ni de derecha ni de izquierda, sino que justamente está en el medio de la una y la otra, se puede definir como «Tercero incluido». En el primer caso, los dos términos, que están entre ellos en relación de aut aut, se dicen contradictorios. En el segundo caso, donde existe un espacio intermedio que se puede indicar con la fórmula «ni ni», se dicen contrarios. Nada que objetar: entre el blanco y el negro puede estar el gris; entre el día y la noche está el crepúsculo. Pero el gris no reduce en lo más mínimo la diferencia entre el blanco y el negro, ni el crepúsculo la diferencia entre la noche y el día.
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4. Aunque en muchos sistemas democráticos con pluralismo acentuado el Tercero incluido tienda a llegar a ser tan exorbitante como para ocupar la parte más extensa del sistema político, relegando la derecha y la izquierda a los márgenes, no afecta en absoluto a la antítesis original, puesto que, al contrario, el centro, definiéndose ni de derecha ni de izquierda y no pudiéndose definir de otra manera, la presupone y extrae de su existencia la propia razón de ser. Según las temporadas y latitudes, el crepúsculo puede ser más o menos largo, pero la mayor o menor duración no altera en absoluto el hecho de que su definición dependa de las del día y de la noche3.
La definición de este espacio intermedio hace posible una comprensión más articulada del sistema, ya
3Escribe Marcel Gauchet que la Restauración en Francia es el periodo en que las denominaciones de derecha e izquierda, surgidas durante la Revolución francesa, se consolidan y «se acreditan de manera definitiva». Añade así: «El consolidarse de la pareja pasa a través de un ménage à trois.Storia di una dicotomia, cit., pág. 65.
La distinción rebatida que permite distinguir entre un centro que está cercano a la izquierda o centro-izquierda, y un centro que está más cercano a la derecha o centro-derecha, y así, en el ámbito de la izquierda, una izquierda moderada que tiende hacia el centro y una izquierda extrema que se contrapone al centro, e igualmente, en el ámbito de la derecha, una derecha atraída hacia el centro, y una que se aleja de él, contraponiéndose en igual medida tanto al centro como a la izquierda. Teniendo en cuenta que, a pesar de las posibles divisiones dentro del espacio del centro, queda siempre un centro indiviso, que podría llamarse centro-centro, la tríada en realidad se convierte en una pentíada. Es inútil añadir que este tipo de desarticulación del sistema político está favorecido por la adopción del sistema electoral proporcional que multiplica las partes hasta dar origen a una multíada, bien visible en un Parlamento con forma de anfiteatro, donde las diferentes posiciones se colocan desde un extremo al otro, y donde, sin embargo, el criterio de la división entre los distintos sectores de los representantes siempre es el de la derecha y el de la izquierda. Mientras en el Parlamento inglés, que refleja la gran díada, se sientan o a la derecha o a la izquierda, en un Parlamento como el de Montecitorio se colocan desde la derecha hacia la izquierda (o viceversa). Pero al mismo tiempo, la nostalgia de un sistema electoral con colegio uninominal (no importa si en una o dos vueltas) cuyo propósito fuera convertir también en bipolar nuestro sistema político —nostalgia que desde hace algún tiempo, después de haberse manifestado durante años en repetidos proyectos de reforma y en un referén
Derecha e izquierda dum popular, ha encontrado por fin su realización en una ley del Parlamento— constituye una prueba histórica, se diga lo que se diga, y ante cualquier argumento doctrinal, de la persistencia de la visión dicotómica del universo político, incluso en un sistema que se configura como una línea recta compuesta por varios segmentos. Además, no existe mejor confirmación de la persistencia del modelo dicotómico que la presencia, también en un universo pluralista, de una izquierda que tiende a considerar el centro como una derecha camuflada, o de una derecha que tiende a considerar el mismo centro como la cobertura de una izquierda que no quiere declararse como tal.
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5. Distinto del Tercero incluido, si se nos permite esta digresión, es el Tercero incluyente. El Tercero incluido busca un espacio entre dos opuestos, e introduciéndose entre el uno y el otro no los elimina, sino que los aleja, impide que se toquen y que, si se tocan, lleguen a las manos, o impide la alternativa drástica, o derecha o izquierda, y consiente una tercera solución. El Tercero incluyente tiende a ir más allá de los dos opuestos, englobándolos en una síntesis superior, y por lo tanto, anulándolos como tales: dicho de otra manera, haciendo de ellos en lugar de dos totalidades de las cuales cada una excluye a la otra, y como el anverso y reverso de la medalla no visibles simultáneamente, dos partes de un todo, de una totalidad dialéctica. Esta se distingue, sea de la totalidad mecánica, donde el todo deriva de la combinación de partes componibles por ser compatibles, sea de la totalidad orgánica, donde cada una de las partes está en función
La distinción rebatida del todo, y por ello no antitéticas entre ellas sino convergentes hacia el centro. La unidad dialéctica en cambio se caracteriza por ser el resultado de la síntesis de dos partes opuestas, de las cuales una es la afirmación o tesis, la otra es la negación o antítesis; y la tercera, como negación de la negación es un quid novum, no como compuesto sino como síntesis. Mientras el Tercero incluido puede ser representado por la fórmula «ni ni», el Tercero incluyente encuentra la propia representación abreviada en la fórmula «et et».
En el debate político, el Tercero incluyente se presenta habitualmente como un intento de tercera vía, o sea, de una posición que, al contrario de la del centro, no está en medio de la derecha y de la izquierda, sino que pretende ir más allá de la una y de la otra. En la práctica, una política de tercera vía es una política de centro, pero idealmente esta se plantea no como una forma de compromiso entre dos extremos, sino como una superación contemporánea del uno y del otro y, por lo tanto, como una simultánea aceptación y supresión de estos (en lugar de, como en la posición del Tercero incluido, rechazo y separación). No Tercero-entre, sino Tercero-más allá, donde al Primero y al Segundo, en lugar de estar separados el uno del otro y con la posibilidad de sobrevivir en su oposición, se les acerca en su interdependencia y se les suprime por su unilateralidad. Cada figura de Tercero presupone siempre los otros dos: mientras el Tercero incluido descubre su propia esencia expulsándolos, el Tercero incluyente se alimenta de ellos. El Tercero incluido se presenta sobre todo como praxis sin doctrina, el Tercero incluyente sobre todo como doctrina
Derecha e izquierda en busca de una praxis, que en el momento en que se pone en práctica, se realiza como posición centrista.
De estas terceras vías el pensamiento, o quizás sería mejor decir el imaginario político, nos ofrece una miríada de ejemplos. Es posible que os haya insistido más de lo necesario, porque en estos últimos años está teniendo un cierto éxito en la izquierda en crisis el ideal del socialismo liberal o del liberal-socialismo, que es una expresión típica de un pensamiento Tercero-incluyente. La combinación triádica nace siempre en el seno de una crisis, y por lo tanto del temido agotamiento de la vitalidad histórica de una antítesis. Toda forma de pensamiento sintético presenta siempre un aspecto algo paradójico, porque intenta conciliar dos sistemas de ideas opuestas, que la historia nos había señalado hasta aquel momento como incompatibles, y por lo tanto alternativos; pero la paradoja está justificada por su comprobado y sufrido fracaso, una vez tomados o aplicados unilateralmente.
Otro típico ejemplo histórico de síntesis de los opuestos, que, esta vez, surgió de las filas de la derecha, pero en un periodo de crisis igual de grave, fue el de la ideología de la revolución conservadora, que apareció después de la I Guerra Mundial como respuesta desde la derecha a la revolución subversora que había llevado en un gran país —y parecía estar destinada a difundirse también en otros lugares— a la izquierda al poder4. Sin embargo, por lo que concierne a nuestro tema, la contraposición de derecha e izquierda y su desaparición, una teoría Tercero-incluyente puede ser interpretada siempre en sus intenciones como una síntesis de los opuestos, prácticamente
4Sobre el tema, con especial atención a Italia, recientemente ha salido la segunda edición, ampliada y puesta al día, del libro de Marcello Veneziani La rivoluzione conservatrice in Italia, SugarCo, Carnago (Varese), 1994. La primera edición apareció en 1987.
La distinción rebatida como un intento de salvar lo que se pueda salvar de la propia posición atrayendo hacia sí mismo, y por tanto neutralizando, la posición adversaria.
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6. Un tercer motivo para declararla en declive y rechazar la vieja díada se encuentra en la observación de que esta ha perdido gran parte de su valor descriptivo, porque la sociedad en continua transformación y el surgimiento de nuevos problemas políticos —y aquí llamo problemas políticos a aquellos que requieren soluciones a través de los instrumentos tradicionales de la acción política, o sea, de la acción que tiene como fin la formación de decisiones colectivas que, una vez tomadas, se convierten en vinculantes para toda la colectividad— han hecho que nacieran movimientos que no entran, y ellos mismos consideran o presumen de no entrar, en el esquema tradicional de la contraposición entre derecha e izquierda. El caso actual más interesante es el de Los Verdes. ¿Son Los Verdes de derechas o son de izquierdas? Teniendo en cuenta unos criterios que normalmente se adoptan para justificar la distinción (sobre la cual volveremos más adelante) parece que puedan ser considerados unas veces de derechas y otras de izquierdas, o ni de derechas ni de izquierdas. Utilizando un vocablo que ha llegado a ser de uso común en el lenguaje político, aunque con un significado maliciosamente peyorativo, se podría denominar a Los Verdes como un movimiento «transversal», en el sentido de que atraviesan los campos enemigos pasando de uno a otro, indiferentemente, por encima y por debajo de ellos, y de esta manera demuestran que remitiéndose a los hechos existe una tercera forma de
Derecha e izquierda poner en crisis la díada, además de estar en medio (el Centro), además de ir más allá (la Síntesis), es posible moverse a través: una forma que se resuelve en una atenuación o desautorización de la díada más que en un rechazo o en una superación.
La mayor prueba de esta ubicuidad del movimi
