Aprende de tu hambre emocional y dile adiós a la dieta

Fragmento

Aprende de tu hambre emocional y libérate de la dieta

PRÓLOGO

Conocí a Marisol Santillán en el Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt (IHPG), la escuela donde ambas nos formamos como psicoterapeutas Gestalt. Recuerdo que nos acercamos y nos presentamos; ya habíamos escuchado la una de la otra, así que fue súper natural conocernos y reconocernos. La primera vez que comimos juntas compartimos tantas cosas que parecía como si fuéramos amigas de toda la vida. Yo estaba iniciando con el proyecto de mi libro Más allá del sobrepeso, por lo que quedamos que en cuanto terminara intercambiaríamos nuestros textos.

El día llegó, le entregué mi libro y ella me dio el suyo. En ese momento tuve la oportunidad de encontrarme con este trabajo: Aprende de tu hambre emocional. Leerlo me resultó muy interesante, además, amé la forma en la que Marisol comparte y proporciona herramientas prácticas para que las personas puedan mirarse y reconectarse con ellas mismas. Cuando me pidió prologar su texto, sentí un gran gusto, ya que creo profundamente en el material que tienes en tus manos y lo considero un gran instrumento de aprendizaje.

Siempre he pensado que sólo las personas que canalizamos nuestras hambres afectivas a través de la comida sabemos lo que significa estar a dieta, imponernos límites y mirar lo que en verdad necesitamos. Combatir el sobrepeso no sólo es dejar de comer, es también toda una constelación de realidades psicológicas que habitan en nuestro interior y que se manifiestan físicamente como parte de nosotros por medio del peso.

En realidad, el sobrepeso es la imagen visible de toda una serie de lastres de vida, de emociones, de maneras en que nos acostumbramos a vivir e interpretar la vida, como si fuéramos burritos de carga que rescatan, permiten, apoyan, resuelven y permanecen de manera incondicional para las personas cuyo amor y aceptación nos son fundamentales.

Este libro permite entender y resolver de fondo esta manera autoabusiva de estar en la vida. Asimismo, nos dice que dejemos de pensar que somos personas poco con­fiables o que el sobrepeso sólo merece rechazo; por el contrario, nos plantea observarnos desde una mirada compasiva para comprender que comer no tiene que ver con lo que comes sino con cómo lo comes. Con este libro descubrirás cuál es el menú emocional que no has saciado, los tipos de hambre y cómo identificar el hambre emocional frente al hambre física.

Igualmente, notarás que mucho de lo que se refleja en la comida tiene que ver con cómo vivimos la vida, es decir, que no es únicamente un tema del cuerpo, ya que también está involucrada la forma en la que interpretamos lo que somos y lo que esperamos de lo que somos.

Por su parte, los ejercicios propuestos nos invitan a cuestionarnos y a observar de fondo aspectos que, de pronto, damos por hecho, como pararnos frente al espejo y mirarnos con otros ojos, o bien, descubrir o redescubrir al yo al que no le hemos dedicado una mirada de aceptación y respeto.

Considero que es fundamental que continuemos abordando los temas del sobrepeso a través de una perspectiva que se centre en lo que pasa en el interior de las perso­nas. Ocupamos el segundo lugar de una lista de los diez países con más sobrepeso; esto nos habla de que necesitamos aprender de dicha cuestión para cambiar la problemática de salud que esto representa.

El hambre emocional no nos permite saciar nuestras verdaderas necesidades, pues nos sentamos a la mesa desde el vacío, el miedo, la angustia y la ansiedad. Comer con hambre emocional metaboliza lo que ingerimos como grasa y lentifica nuestra digestión. Por ello, es primordial que dejemos de comer con hambre emocional y descubramos un nuevo lugar donde sentarnos en la mesa, para que disfrutemos y seamos conscientes de lo que nos llevamos a la boca, para estar en sintonía con nuestro cuerpo.

Y justamente este libro te lleva a ser consciente, a dejar de dar por hecho y a hacerte frente a ti mismo para cuestionarte. Date el tiempo de vivirlo, de hacer los ejercicios que tiene y léelo haciendo el viaje hacia dentro. Las preguntas y reflexiones te irán llevando de la mano por esos lugares interiores que te harán descubrir y sanar aspectos que no te permiten elegir con claridad y libertad lo que te hace bien.

Como dice Marisol, dejemos de vivir la comida desde los extremos, desde la restricción o desde la compulsión, pues ambos son poco sanos y nos conducen a negar lo que realmente necesitamos. Debemos aprender a conectar con nuestro cuerpo para hallar ese equilibrio que nos lleve a respetarnos. El gran problema es que de alguna manera aprendimos —a través de nuestros padres, quienes nos enseñaron por medio de su ejemplo o por su trato— que nuestras necesidades estaban en último lugar y que de­bíamos tragarnos lo que sentíamos, o sea, aprendimos a desconectarnos de nosotros mismos. Y en los extremos está exactamente esto: autocastigo, soledad, vergüenza y culpa.

Merece la pena que dejes de sentir que el sobrepeso es una realidad en la que te encuentras atrapado, porque no es así. Esa realidad puede cambiar cuando la abordas desde la aceptación y la conciencia y olvidas el rechazo.

Es muy grato para mí recomendarte una lectura que pueda transformar de fondo tu relación con la comida y contigo mismo. Te aseguro que será el mejor tiempo invertido, será un espacio de reencuentro.

ANAMAR ORIHUELA

Aprende de tu hambre emocional y libérate de la dieta

INTRODUCCIÓN

Un maravilloso viaje interior que me llevó al exterior y a encontrar mi pasión... ¿una casualidad o una causalidad?

Recuerdo que desde niña interrogaba a los adultos con preguntas que me ayudaran a comprender el porqué de las reacciones de la gente mayor. Cuestionaba, con mucha curiosidad, a mis padres sobre su infancia, y al escuchar sus relatos podía entender un poco más sobre mis abuelas, sus papás y cómo vivían en su familia; me parecían cuentos en los que yo era un personaje más. Era uno de mis momentos favoritos. Escuchar tantas anécdotas graciosas o dolorosas me permitía conocer la historia de mi familia.

En mi propia historia también había momentos gra­ciosos y dolorosos que, a pesar de verlos con curiosidad, no alcanzaba a comprender, y lo mismo me sucedía con las reacciones que otros tenían conmigo y con las propias cuando me hacía daño a mí misma. Algunas de éstas las plasmé en este libro con

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