El empresariado inconsciente

Hernán Gómez Bruera

Fragmento

El empresariado inconsciente

Presentación

Entre 2017 y 2018, me aboqué a realizar una investigación académica para conocer la manera en que los empresarios conciben el fenómeno de la pobreza y la desigualdad en nuestras sociedades; hasta qué punto son conscientes de la gravedad de estos fenómenos y qué tan dispuestos están a asumir responsabilidades para superarlos.

Mi experiencia de trabajo en México, Brasil y otros países latinoamericanos, como consultor y funcionario en organismos internacionales como la Cepal y la FAO, además de como investigador, analista político y periodista, me sensibilizó frente a estos y otros problemas sociales de la región.

Al mismo tiempo, las investigaciones que llevé a cabo en Brasil durante el gobierno del presidente Lula me alertaron sobre la importancia que tienen los distintos factores reales de poder —especialmente el sector empresarial— en determinar las posibilidades de éxito o fracaso de un gobierno y su proyecto político.

Por la enorme influencia que tienen las élites económicas, y su capacidad para facilitar u obstaculizar el curso de ciertas políticas públicas en la región, me parecía importante entender sus visiones y posturas.

¿Qué son para los empresarios la desigualdad y la pobreza? ¿De qué manera viven esta realidad social? ¿Qué tan conscientes están de la forma en que esos flagelos pueden afectarles a ellos mismos, al ambiente en que se llevan a cabo sus negocios o incluso a su propia vida en sociedad? Estas fueron algunas de las preguntas que busqué responder a través del estudio que aquí se presenta.

Al mismo tiempo, me interesaba conocer de qué manera la perspectiva empresarial sobre la desigualdad y la pobreza está influida y sesgada a partir del estilo de vida de los dueños de las empresas o sus altos ejecutivos, al residir en sitios lujosos y apartados del resto de la población, y al renunciar a utilizar los mismos servicios públicos que emplean las grandes mayorías en ámbitos como la salud, la educación y hasta la seguridad.

Me importaba también entender si los empresarios —y particu­larmente qué tipo de empresarios— estarían más dispuestos a actuar y asumir responsabilidades para erradicar la miseria y aminorar la enorme iniquidad social que existe en México y otros países latinoamericanos. ¿Estarían de acuerdo con pagar más impuestos para hacer posible la instrumentación de cierto tipo de políticas que permitan erradicarla o reducirla de forma considerable?

Si algo me parecía importante al iniciar este trabajo era evitar prejuicios y estereotipos de esos que generalizan al conjunto de “los empresarios”, como una categoría homogénea, cuando están lejos de serlo. Al final, empresarios son todos, aunque tendemos a considerar solamente a los grandes establecimientos como “empresas”, y a minimizar a las pequeñas y medianas que son las principales generadoras de empleos y tienen una gran importancia en la economía.

De ahí que uno de mis mayores intereses haya sido conocer qué tan distinto es el pensamiento de los pequeños, los medianos, los grandes y los mega empresarios. ¿Cuáles podrían ser más sensibles al problema de la pobreza y comprometerse más claramente con su erradicación? ¿Podrían tener una mayor preocupación frente a la desi­gualdad unos que otros, a partir de su propia realidad?

Aunque desde el principio establecí como prioridad el caso de México —donde realicé investigación de campo en distintas ciudades del norte, centro y sur del país—, me pareció que un enfoque com­parado aportaría interesantes elementos al análisis. A diferencia de otros estudiosos que privilegian las comparaciones con naciones desa­rrolladas, se me antojaba más útil contrastar a nuestras élites con las de Cen­troamérica, una región caracterizada por sus altos niveles de carencia e iniquidad. Al mismo tiempo, el enfoque en esa región permitió establecer un interesante contraste entre nuestra élite em­presarial con la más progresista de Costa Rica y la más retrógrada de Guatemala y El Salvador.

Durante un periodo en el que me desempeñé como profesor-investigador del Instituto Mora, me dediqué a entrevistar —con la ayuda de un financiamiento de la Fundación Ford— a dos centenas de empresarios de los cuatro países mencionados. Así, apliqué una encuesta que arrojó datos tan interesantes como sorprendentes, y me han permitido conocer mejor el pensamiento empresarial de nuestra élite económica, sus preocupaciones e inquietudes.

Dado que el trabajo de campo se llevó a cabo previo a las elecciones presidenciales de 2018, que en México habrían de ser un parteaguas fundamental, varias de las preguntas que formulé a empresarios mexicanos tenían que ver con su posicionamiento frente a algunas de las políticas y programas que el entonces candidato a la presidencia por Morena, Andrés Manuel López Obrador, planteó en su Proyecto Alternativo de Nación. Fuera de ello, el análisis que de aquí se deriva no está sujeto a una coyuntura particular. Confío en que pueda suscitar reflexiones útiles tanto en México como en otros países latinoamericanos.

Agradezco a la Fundación Ford, que proveyó el financiamiento necesario para llevar a cabo esta investigación, así como al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. De igual forma, expreso mi gratitud a Miguel Basáñez, Gerardo Maldonado y Alejandro Moreno, con quienes tuve la oportunidad de discutir el diseño de la encuesta, y de quienes recibí útiles comentarios. Agradezco también a los becarios y asistentes que colaboraron con esta investigación: José Rolando Manzano Viera, Manuel Chong, Angélica Huerta, José Javier Villicaña y Rha-bel Pérez. A la Dra. Gabriela Sánchez, directora del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, le agradezco su apoyo y las facilidades para publicar esta investigación, elaborada mientras me desempeñé como profesor-investigador de esa institución, así como a Anabel Ortega, quien siempre fue generosa conmigo en esa institu­ción. Mi gratitud, desde luego, con Hugo Beteta, Alejandra Colom, Juan Meléndez, Isaac Chertorivski, Ana Luisa Liguori, Mauricio Wumser, Alexandra Haas y todos quienes directa o indirectamente colaboraron con este esfuerzo y por algún error olvidé mencionar aquí. Desde luego, gracias por todo a Tambo, a Gus y a Juanito.

Ciudad de México, 12 de enero de 2021

El empresariado inconsciente

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