La profecía del rayo y las estrellas

Rick Riordan

Fragmento

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—Nico di Angelo, ¿por qué no me cuentas una historia?

Nico dio un respingo al oír la petición. ¿Una historia? ¿Una historia cualquiera? Parecía demasiado fácil después de todo lo que habían pasado.

Después de todo el sufrimiento.

Miró un momento a Will, y su novio arqueó una ceja. Parecía cansado. Muy cansado. Y sus vendas…

A Nico se le revolvió el estómago. Las tiras de gasa estaban otra vez empapadas de sangre.

Se volvió de nuevo hacia Górgira.

¿Una historia sobre qué? —preguntó.

La ninfa escrutó el rostro de Nico y luego el de Will. ¿Iba a tirar otra vez de los hilos de sus almas?

Nico notó que algo le rozaba los nudillos. Bajó la vista y vio que Will trataba de agarrarle la mano. Abrió los dedos y dejó que Will introdujese los suyos.

Se le cayó el alma a los pies. Will le apretaba la mano con muy poca fuerza.

Nico tenía que hacerlo. Tenía que acabar lo que habían empezado.

Los susurros lo llamaban.

Y entonces Górgira también lo llamó.

—Háblame de vosotros dos —dijo.

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Nico se enfrentaba a la decisión más difícil de su vida y estaba seguro de que iba a meter la pata.

—No puedo hacerlo —le dijo a Will Solace, el guapísimo hijo de Apolo, que se hallaba de pie enfrente de él. Pero fue en Austin Lake, uno de los hermanastros de Will, en quien Nico decidió centrarse. El chico se paseaba por detrás de Will, cosa que ponía todavía más nervioso a Nico—. Deja de moverte, Austin —le pidió Nico—. No puedo concentrarme.

—Perdona, colega —se disculpó Austin—. Esto es muy estresante.

—Tienes que elegir —le dijo Will a Nico—. Son las normas.

Nico frunció el ceño.

—Soy hijo de Hades. No sigo la mayoría de las normas.

—Pero has aceptado estas —le recordó Kayla Knowles, otra hija de Apolo. Le dio unas vueltas a una piruleta de cereza en la boca—. ¿Eres un semidiós sin honor, Nico di Angelo?

Austin siguió paseándose.

—En realidad, no creo que esto exija ningún honor.

¡Silencio! —exclamó Nico, pasándose las manos por el pelo.

¿Y si tomaba la decisión equivocada? ¿Se llevaría Will una decepción con él?

Sin embargo, al estudiar su cara, solo vio expectación. De la buena. Will estaba listo para lo que Nico dijese, y, acabara como acabase la cosa, seguiría apreciándolo.

«¿Qué he hecho yo para merecerme a Will?», se preguntó Nico. Se hacía esa pregunta muy a menudo.

—Vale, ya me he decidido —anunció.

—Voy a explotar —dijo Austin.

—El mundo podría acabarse —terció Kayla, que ahora sujetaba la piruleta a un lado, con los ojos brillantes de inquietud—. Pero esta vez de verdad.

—Bueno —empezó Nico—, si tuviera que elegir…

¿Sí? —lo instó Will—. ¿Elegirías…?

Nico respiró hondo.

—A Darth Vader.

Will y Kayla dejaron escapar un grito ahogado, pero Austin se quedó como si Nico le hubiese regalado un Ferrari por su cumpleaños.

¡Colega! —gritó Austin—. ¡Es la mejor respuesta!

¡Es la peor respuesta! —repuso Kayla—. ¿Por qué elegir a Vader cuando está Kylo Ren?

—Yo esperaba un personaje más desconocido —reconoció Will—. Alguien como el general Grievous o Dryden Vos.

—Un momento —dijo Nico—. Me tragué todas las películas ayer mismo y ahora apenas me acuerdo de lo que pasaba en las precuelas. —Hizo una pausa—. ¿Esos que has dicho son personajes de Star Wars de verdad o estás de broma?

—No te desvíes, Nico —continuó Kayla—. ¿Darth Vader? ¿Tendrías una cita con Darth Vader? —Masticó la piruleta—. Se me ha ido la alegría. Toda.

—Bienvenida a mi mundo —bromeó Nico.

Vio que Will hacía una mueca; solo duró un momento, pero aun así la vio.

—Este es un espacio seguro —intervino Austin—. Está prohibido juzgar las respuestas de los demás, ¿recuerdas?

—Lo retiro —protestó Kayla—. Todo juicio es bienvenido.

—Estás muy callado, Will —comentó Nico—. Y más siendo el fan de Star Wars número uno del grupo.

—Estoy pensando en los motivos por los que has podido dar esa respuesta —contestó él—. Puede que tengas razón.

—Es poderoso —dijo Nico.

—Y decidido —añadió Will—. Siempre sabría adónde ir en una cita. Eso es indiscutible.

¿Se quita el casco para comer? —preguntó Kayla.

Nico se llevó la mano al corazón.

—Imagínate a Darth Vader quitándose el casco en una cena y haciéndote ojitos. Eso sí que sería romántico.

Will rio a carcajadas y acto seguido lució aquella sonrisa radiante suya.

¿Por qué, oh, por qué le parecía un triunfo tan grande hacer reír a Will? Durante mucho tiempo, Nico había pensado que no tenía corazón. Al fin y al cabo, era hijo de Hades. El amor no afectaba a las personas como él. Pero entonces llegó… Will. Will, que era capaz de derretir la frialdad de Nico con una sonrisa. Cualquiera habría adivinado qué dios era el padre de Will: irradiaba energía y luz. A veces en sentido literal, como habían descubierto en las cuevas de los trogloditas ese mismo año. Will era hijo de Apolo por los cuatro costados.

Tal vez el dicho que afirmaba que los polos opuestos se atraen era cierto, porque Nico no conocía a una persona más opuesta a él. A pesar de eso, iban a cumplir un año. Un año juntos. Nico tenía un novio de verdad.

Todavía no estaba seguro de que fuese real.

Los cuatro semidioses reanudaron su paseo por el Campamento Mestizo. En el anfiteatro no había ningún fuego encendido. Como estaba empezando a refrescar

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