Crimen climático

David Lizoain

Fragmento

Introducción. Vivir en la emergencia climática

Introducción

Vivir en la emergencia climática

La tradición de los oprimidos nos enseña que el «estado de excepción» en el que vivimos es la regla.

WALTER BENJAMIN

Vivimos en plena emergencia climática. Ahora, toda la política es política climática. La guerra, la peste, el hambre, la sequía, las migraciones...; nada puede separarse del telón de fondo que es la transformación total de la Tierra provocada por las acciones humanas. La política climática concierne a todo y a todos, porque es una cuestión de quién vive y quién muere.

La década de 2020 será una década de acumulación de desastres. Comenzó con una pandemia mundial, que aún no había remitido antes de que Vladímir Putin invadiera ilegalmente Ucrania y volviera a espolear al espectro de la aniquilación nuclear. La inflación ha vuelto. Crecen las tensiones entre Estados Unidos y China. Lo que el historiador Adam Tooze ha descrito como una «policrisis» está plenamente en marcha. Y solo estamos empezando. Vivimos tiempos oscuros.

Estas diferentes catástrofes están relacionadas entre sí: todas son síntomas de la emergencia climática subyacente. El capitalismo, alimentado por la energía fósil, ha conducido a una situación global totalmente insostenible. En palabras de un informe de 2018 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), es necesaria una «transformación social sin precedentes» para evitar consecuencias devastadoras.[1]

Para la mayoría de los que nacimos antes del nuevo milenio, el cambio climático siempre fue una especie de amenaza remota que se cernía sobre un futuro lejano. Ahora el tiempo se ha agotado, pero seguimos siendo prisioneros de nuestra educación del siglo XX y nos limitamos a ver cómo se desarrolla la catástrofe lánguidamente y desde la distancia.

Para las generaciones mayores aún hubo tiempo de afrontar la crisis climática y seguir con la vida. Para los jóvenes no lo hay. El cambio climático rompe con el pasado, trastorna el presente y sabotea el futuro. Convierte el hogar en algo desconocido para los que tienen suerte y en algo inhabitable para los que no la tienen. Cada verano de los últimos veinte años nos han dicho que el verano en curso sería peor que el anterior, y lo hemos visto con nuestros propios ojos. ¿Qué más necesitamos? La emergencia climática está aquí.

No hacer lo suficiente, no emprender las acciones necesarias, significa que todo empeorará. Todo debe cambiar para evitar un cambio catastrófico. La demora solo traerá los resultados negativos del futuro. Se necesitan medidas contundentes para evitar las consecuencias más graves. El orden actual está obsoleto, y el estudio de las condiciones sociales existentes debe ser un proceso radicalizador. Pensar en términos de décadas es comprender que el tiempo se ha agotado; el pensamiento a largo plazo exige acciones a corto plazo.

Ya no se puede afirmar que estamos viviendo el fin de la historia. Más bien, la historia se ha colapsado en el momento presente; todas las emisiones de carbono acumuladas ayer se resienten hoy y darán forma al mañana. En sus Tesis sobre la historia, escritas mientras huía de los nazis en 1940, en otro momento decisivo, el filósofo Walter Benjamin captó la experiencia de vivir tiempos oscuros. El progreso se entrelaza con el desastre; el estado de emergencia coexiste con posibilidades de transformación. Vivimos un punto de inflexión histórico.

LA ESTRUCTURA DEL LIBRO

La tesis básica de este texto es que el síntoma más extremo de la emergencia climática es un genocidio climático, que ya está teniendo lugar. A medida que la situación empeora, también lo hacen sus consecuencias. Más emisiones de carbono innecesarias significan más calentamiento innecesario y más muertes innecesarias.

La crisis climática es también, en palabras del autor Amitav Ghosh, una crisis de la imaginación.[2] Sin nuevas formas de pensar, será imposible romper con las rutinas que nos han sumido en esta crítica situación. Seguir como hasta ahora supondrá un terrible coste humano. «La crisis climática nos está matando», como declaró el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.[3]

Pero seamos más precisos. Se está produciendo un genocidio climático, pero no es el cambio climático el que está acabando con la humanidad, sino sus responsables, pues ellos son también responsables de los efectos del mismo. Y no somos «nosotros» los que estamos muriendo universalmente, sino los más vulnerables. Se argumentará que, como ciudadanos de países ricos, somos cómplices en diferentes grados, y que merece la pena y es posible pedir cuentas a otros y a nosotros mismos. Salir del estado de emergencia y poner fin al genocidio exigirá un ajuste de cuentas adecuado.

El concepto de «genocidio climático» puede provocar la sorpresa asociada a lo nuevo y desconocido, pero este término no se ha elegido para escandalizar, sino porque pretende ser una descripción de los hechos. Esto es lo que determina la estructura del libro: este describe el mundo tal y como es, no como nos gustaría que fuera. Las cuestiones relativas a la responsabilidad por el genocidio climático deben abordarse en un mundo imperfecto. Este libro intenta hacerlo de la siguiente manera:

El primer capítulo ofrece un resumen de las consecuencias naturales y sociales asociadas al cambio climático, gran parte de las cuales ya deberían ser familiares para el lector, pero vale la pena reiterarlas. Las fuentes son bastante convencionales, y las conclusiones tienden a reflejar el consenso científico existente: la situación no solo empeora, sino que lo hace más rápidamente. La emergencia climática irradia inestabilidad y su consecuencia final será la muerte a escala masiva.

El segundo capítulo se centra en la cuestión de si lo que está ocurriendo puede calificarse de «genocidio», partiendo de los orígenes del concepto: la Segunda Guerra Mundial. Sostiene que la amplia definición política de «genocidio» es más útil que su definición jurídica estricta, y que es la analogía más cercana disponible para lo que está ocurriendo. El genocidio climático es solo el último de una serie de acontecimientos históricos de muerte masiva, pero tiene sus propias particularidades. Esto hace que sea especialmente importante considerar la cadena causal que lo produce.

El tercer capítulo describe la lógica económica que sustenta el genocidio climático. El rutinario funcionamiento de las estructuras políticas y económicas heredadas ya es suficiente para producir una devastación a gran escala. Y los estados, las empresas y los individuos tienen incentivos para perseguir implacablemente el crecimiento, buscar beneficios y acumular.

El cuarto capítulo continúa con el análisis de cómo la normalidad produce el desastre. Describe cómo el eco-apartheid es el modo de gobernar el mundo de la emergencia climática. Este régimen se apoya en pilares ideológicos, administ

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