La reforma dizque heducativa

Rius

Fragmento

Capítulo 1

La reforma dizque educativa

Durante el tibio gobierno de Miguel de la Madrid (presidente de México durante el periodo 1982-1988), su secretario de Educación, Jesús Reyes Heroles, declaró alborozado: “(…) ha llegado la hora de la verdadera reforma educativa”, lo que hizo a muchos pegar un suspiro de esperanza, que se quedó en eso: en un suspiro. Porque la famosa reforma no tuvo nada de reforma, y menos de educativa. Ya estamos acostumbrados a que cada nuevo gerente (o presidente) que sube al poder se saque de la manga una “reforma” educativa que supuestamente será la “buena”, la definitiva, la que todo mundo está esperando.

Luis Echeverría (periodo 1970-1976) hizo la suya, que trató de ajustar a las necesidades del sistema educativo nacional en la legislación entonces vigente. Pero, como todo lo que hizo Echeverría, su Ley Federal de Educación (1973) se quedó en declaraciones demagógicas y planteamientos abstractos, dentro de ese lenguaje que ha utilizado el priismo para no decir nada.

Vean nomás algunos ejemplos de esa ley:

  • “La educación es un proceso permanente que contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad.”
  • “Su finalidad es promover el desarrollo armónico de la personalidad, para que ejerzan en plenitud las capacidades humanas.”
  • “Formar al hombre de manera que tenga sentido de solidaridad social.”
  • “Que el alumno desarrolle su capacidad de observación.”
  • “Que reciba armónicamente los conocimientos teóricos y adquiera visión de lo general y lo particular.”

Pura retórica hueca que se queda en nada concreto.

Con Peña Nieto está pasando lo mismo, y la primera de sus “grandes” reformas fue la Reforma Educativa (2013), que se hizo desde un escritorio sin pedir la opinión de los maestros. Pues resulta que la principal intención de esta reforma, dicho por el flamante Secretario de Educación, Emilio Chuayffet (que como todo buen jefe de la SEP no sabe nada de educación), “trata de recuperar la rectoría del Estado en materia educativa”. Y se pregunta uno: ¿Cuándo ha perdido el Estado la rectoría en la educación? ¿O acaso va a reconocer la SEP que Televisa juega ahora ese papel? ¿O que la Iglesia católica se ha vuelto a apoderar de esa rectoría?

Lo que pasó —creemos creer— es que durante los dos fallidos sexenios panistas, Fox y Calderón dejaron que la maestra Gordillo y “su” sindicato tuvieran una intervención directa en la política educativa, al grado que se llegó a pensar que la jefa Gordillo iba a ser la próxima gerenta de la SEP. Por eso se cree que Peña Nieto se apresuró a lanzar su pobretona reformita al mismo tiempo que le ponía un cuatro a la señora para pescarla en el aeropuerto toluqueño y acusarla, detrás de las rejas, de malos manejos y corrupción. Eso estuvo bien, y miles de profes y profas lo aplaudieron con ganas.

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¡Pero su reforma dizque educativa es un verdadero fraude! Su finalidad es imponer una disciplina laboral entre el magisterio para controlarlo políticamente. Es una reforma administrativa que no tiende a mejorar la educación en ningún aspecto, salvo en “contar con maestros mejor preparados”, pero NO PENSANDO EN MEJORAR REALMENTE LA EDUCACIÓN, sino en ejercer un CONTROL sobre los maestros, considerados como “empleados del Estado”, es decir, como burócratas de escalafón. Se ha calificado a la reformita de Peña Nieto como un agravio laboral y un intento de imponer un modelo educativo tecnócrata al servicio de la clase dominante. Buscan contar con un magisterio dócil y obediente, sometido casi eternamente a evaluaciones y exámenes que no serían llevados a cabo por los sindicatos (ni por una organización “neutral”), sino por la misma burocrática SEP.

He aquí algunos de los principios de la reformita:

  • El gobierno “tomará en cuenta” a los padres de familia para desarrollar planes y programas de estudio para la educación preescolar, primaria, secundaria y normal.
  • Para ingresar al “servicio docente” o a la promoción para cargos de dirección o supervisión en educación básica y media superior, los maestros tendrán que demostrar “mayores conocimientos y capacidades” a través de concursos.
  • “Con el respeto a los derechos constitucionales de los docentes” se evaluará obligatoria y periódicamente a todos los maestros del país, “con el fin de asignarles el ingreso salarial, promoción, reconocimiento y permanencia en su plaza”; esto lo realizará el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), dependiente de la SEP, que también estará a cargo de “la calidad, desempeño y resultados del sistema educativo nacional”.
  • “Bajo el liderazgo de los directores y la participación de alumnos, maestros y padres de familia” se busca autonomía para gestionar las escuelas públicas y así “organizarse para mejorar la infraestructura del plantel, comprar materiales educativos, resolver problemas de operación básicos y cualquier otro ‘reto’ que la escuela enfrente”.
  • La venta de productos o alimentos chatarra “quedará prohibida en las escuelas”. El gobierno “impulsará” programas de suministro de “alimentos nutritivos” en las escuelas que sean de tiempo completo (donde se cubren jornadas de entre seis y ocho horas diarias), “priorizando” a las entidades con mayor pobreza.

Por eso hay tanto rechazo a la reformita del Copetes. Aunque hay que decir que en parte puede ser porque la tal reforma pretende (se sospecha, aunque no lo dice) limpiar un poco al gremio, donde abundan los maestros que no asisten a dar clase, pero cobran. Y los que tienen varias plazas con distintos nombres o son “comisionados” que no dan clases y nadie sabe qué hacen, y otros que son maestros “por herencia” y muchos más que nunca se recibieron y no saben impartir ni una clase de lectura en voz alta. La corrupción, tan generalizada en todos los sindicatos del país, también está presente en el magisterio, nadie puede negarlo. Pero con una reforma tan flacucha nadie cree que pueda funcionar y acabar con la corrupción. Tendría que ser a la de “o todos coludos o todos rabones” y limpiar también los otros sindicatos (como el petrolero) que son un dechado de corrupción y porquerías.

La otra pretensión de la reforma es crear la carrera profesional docente, algo tremendamente difícil de llevar a cabo, porque tendrían que correr a la mitad o más del magisterio que ya tiene sus papeles como docentes, su cédula profesional, pues. Y como la Constitución apoya la no retroactividad, no hay por dónde empezar.

Y para los que estamos interesados en mejorar nuestra educación, la reforma peñista no va por ese camino. Es únicamente una (mala) reforma administ

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