ZZZ... El libro del sueño

Chris Winter

Fragmento

Título

Prólogo

Siempre me ha encantado dormir y siempre ha sido importante para mí. Recuerdo que de niño reconocía lo maravilloso que era dormir durante el fin de semana. Tengo recuerdos muy claros de mañanas en las que me despertaba para ir a la escuela mientras la nieve caía y yo a toda prisa sintonizaba el radio para saber si habían cerrado la escuela. ¡Si la habían cerrado podía meterme de nuevo a la cama para dormir un poco más! Como mi padre y mi madre eran maestros de escuela pública, siempre era un acontecimiento familiar.

Cuando tenía siete años, mi médico me recetó una medicina para un resfriado severo. Me la tenían que dar a horas precisas, así que, en algún punto de la noche, mi mamá me despertaba para darme un antibiótico líquido de sabor muy fuerte. Despertar en mitad de la noche y volver a dormir siempre me pareció que hacía a la noche más larga. Me encantaba.

En tercer año decidí convertirme en médico porque me gustaba dibujar órganos y memorizar los nombres de los músculos en latín. Mis familiares y amigos siempre me alababan cuando contaba mis planes, así que estoy seguro de que eso hizo aún más sólida mi meta. A medida que pasaba el tiempo, pasé por fases de interés en la dermatología, la pediatría e incluso la ortopedia, pero mis decisiones de vida y la suerte terminaron por ponerme en el terreno del sueño.

Comencé a aprender sobre el sueño y a estudiarlo antes de convertirme en médico, incluso antes de ir a la escuela de medicina. Estaba fascinado por el sueño, estudiándolo y metiéndome hasta el fondo en la investigación. Y vaya que lo hice. Estuve muy involucrado en el estudio de la apnea del sueño en cerdos miniatura Yucatán cuando era estudiante de la universidad. Resulta que los cerdos son un excelente modelo del sueño y pueden roncar tan fuerte como cualquier paciente humano que padece apnea. Para quienes no están familiarizados con los cerdos miniatura Yucatán, les diré que tienen poco de “miniatura”, salvo por la paciencia que muestran cuando un adolescente intenta rasurarles la colita y ponerles una sonda. En lo que respecta al sueño, oler a granja era el pequeño precio que había que pagar.

Mi curiosidad ha seguido siendo inusualmente fuerte. Como médico, me gusta saber lo más posible sobre lo que experimentan mis pacientes. Para ello, a lo largo de los años, me he ofrecido como voluntario para que me saquen sangre y me he sometido a una serie de exámenes neuropsicológicos de más de tres horas. Me han puesto un tubo nasogástrico en la nariz, me han electrocutado los músculos e inyectado lidocaína en las llantitas para hacer que se adormezcan. Incluso me han aplicado un potente electromagneto en la cabeza, lo cual ocasionó que mi brazo tuviera un espasmo incontrolable.

Mi experimentación médica llegó a su punto más alto cuando, durante una aburrida noche de guardia, pregunté si me podía meter en un escáner de resonancia magnética para tomar algunas fotos de mi cerebro, ver cómo era la experiencia y qué sucedía en su interior.

Todos mis pacientes decían que era una experiencia ruidosa, que hacía sentir claustrofobia y por lo general era espantosa. A mí lo que me impresionó bastante fue el tamaño de mi cerebelo, extrañamente pequeño. A la mañana siguiente puse la foto de mi resonancia magnética en la sala de lectura de los residentes de neurología. Era una tradición poner imágenes inusuales o dilemas en cuanto a diagnósticos de modo que otros residentes pudieran anotar sus opiniones y teorías junto a las imágenes. Prácticamente todos los que no notaron mi nombre en las fotos escribieron “hipertrofia del cerebelo”, o sea un cerebelo inusualmente pequeño. De modo inesperado, mi cerebelo (la parte del cerebro responsable de la coordinación de los músculos y que en la foto aparece indicada con una flecha) era diminuto, como puedes ver en la imagen. Los que notaron mi nombre pusieron “atrofia testicular”. Qué chistositos.

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El punto es éste: a pesar de recibir información desagradable de vez en cuando, me gusta tener la experiencia por la que pasan mis pacientes. Eso genera confianza y un terreno común desde el cual trabajar. Quiero ayudar a mis pacientes con sus problemas y entender lo mejor posible qué están pasando.

Como especialista del sueño, día con día, ayudo a mis pacientes a resolver sus problemas para dormir. También tengo la suerte de trabajar con muchos atletas profesionales para resolver sus problemas de sueño. Esto podría significar ayudar al equipo a planear en qué momento es mejor viajar durante una larga gira por carretera. Podría significar ayudar a un atleta y a su familia a adaptarse a la llegada de un recién nacido. Con frecuencia los atletas experimentan dificultades para dormir antes de juegos importantes o después de haber tenido un mal desempeño. Sin importar la situación, espero ayudar a los deportistas a mejorar su desempeño y dormir mejor.

Lo mejor del sueño es que atañe a todo el mundo. Con los años, he tenido la fortuna de trabajar con altos mandos del ejército de Estados Unidos y con empresas de tecnología, así como con estudiantes de todo el país, para mejorar su desempeño mejorando su sueño. Esas experiencias me han hecho mejor médico para mis pacientes.

Es una ocupación gratificante. Este libro surgió de mi deseo por ayudar a mis pacientes. Quería dar algo tangible a la gente con dificultades para dormir con el fin de que controlen la situación y transmitirles lo que he aprendido en mis más de veinte años de experiencia en el tema.

Este libro está pensado para ser leído como una novela. No es un libro de consulta. No quiero que te saltes partes ni que vayas directo a la parte que crees es la más importante para ti. ¡Todo es importante! Piensa en esto como un proceso completo para comprender y optimizar tanto tu forma de dormir como lo que piensas al respecto. Si lo haces a mi manera, terminarás el libro con una sensación nueva sobre lo que significa un sueño saludable.

Título

Introducción a la medicina
del sueño

El fatal insomnio familiar es una enfermedad poco común pero real relacionada con la enfermedad de las vacas locas. El individuo que la padece desarrolla una dificultad progresiva para dormir, acompañada de alucinaciones, ataques de pánico y una rápida pérdida de peso. Comienzan disfunciones cognitivas severas y, al final,

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