El perfecto cerebro imperfecto

Eduardo Calixto

Fragmento

Título

CAPÍTULO 1

La cotidianidad
de lo bueno y lo malo

EL ORDEN Y EL CEREBRO

Al cerebro le gusta el orden, la organización, el control. En todos los aspectos de la vida, la manifestación del orden revela un cerebro más organizado, desde nuestra apariencia física en el lugar en donde estamos, hasta el orden de un armario. Cuando el cerebro mantiene orden y control en las circunstancias que lo rodean, se siente más tranquilo y experimenta condiciones de placer más intensas. Recientemente Marie Kondo llegó a las redes sociales, especialmente en YouTube y a través de sus libros, para mostrarnos que las conexiones neuronales de nuestro cerebro tienen muchos beneficios cuando se realiza el orden adecuado y se procura mantenerlo. Desde los consejos más simples como reunir ropa por tamaño, colores, jerarquizar el uso y la manera de doblar la ropa, los resultados inmediatos son evidentes y derivan en un mejor control de las condiciones habituales en la vivienda. La sensación de control, de prevención, así como de hacer más eficiente el tiempo, le han dado la razón sobre la importancia que tiene el orden para conceder seguridad; pero en caso de no tenerlo, genera caos, molestias, procrastinación, así, el desorden se vuelve la base en el proceso de posponer decisiones. El orden tiene efectos inmediatos sobre nuestra conducta: nos lleva a una sensación relajante, proporciona una percepción de satisfacción, el incremento de la autoestima y, sobre todo, el efecto de control.

El orden es importante en nuestra vida, no se trata de más o menos inteligencia, de muchas o pocas neuronas, pero sí se relaciona con la optimización de espacios y tiempos a través de un orden de pensamiento y las proyecciones de tiempo y lugar. Tenemos un cerebro que jerarquiza ideas, prioridades, incluso atención a personas en nuestra vida. Aprendemos la importancia del orden y de organizar a partir de los cinco años, como un proceso de juego, inicialmente divertido. Sin embargo, gradualmente la organización se complica cuando el cerebro adquiere información, otorga valores de importancia y proyección de las cosas o personas, hasta generar poco a poco sesgos que se aprenden desde la casa y se retroalimentan socialmente. De no aprender la relevancia del orden, los límites y la proyección de nuestros alcances en el tiempo comprendido entre los siete y los 14 años, el cerebro tenderá a ser desorganizado en la etapa adulta, a emanar conductas desafiantes y desajustar socialmente la toma de decisiones y el cumplimiento de las normas de una adecuada convivencia.

La importancia de saber tender la cama no debe pasar por un simple hecho de cumplir una tarea, sino de generar en el cerebro un hábito; un hábito que normalmente al cumplirlo favorece la organización del desempeño, promueve la satisfacción y es la base de la procuración del respeto. Esta tarea se aprende adecuadamente en la primera infancia y la adolescencia, no otorgarla encamina al cerebro hacia una posible desorganización intelectual y a una falla en la optimización de los elementos básicos para tener orden en la casa. La disciplina se aprende en procesos cortos. Aprender con disciplina conlleva gradualmente a la organización y conexión de grupos neuronales asociados a la memoria, la atención, el aprendizaje y las conductas relacionadas con la satisfacción.

Los núcleos cerebrales involucrados directamente en el desarrollo y aprendizaje de la disciplina y el orden son los mismos que se utilizan en los recuerdos, las satisfacciones, la interpretación de conductas y la toma de decisiones. Estudios técnicos para valorar la anatomía y fisiología del cerebro, como la resonancia magnética y la tractografía funcional, nos permiten saber que es posible identificar que la generación de un hábito o un cambio de ideas es necesaria para tener una motivación lo suficientemente fuerte, lo cual ocurre por el incremento de sustancias motivantes como la endorfina y la dopamina. Semejante a esto, durante un periodo de 28 días repetir la actividad que genera el hábito de manera constante e ininterrumpida conlleva a una construcción y reorganización de conexiones neuronales que permitan modificar los tiempos de reacción, aprendizaje e interpretación de la nueva tarea, y crear un hábito. De esta manera, aprender una nueva actividad, tener orden, modificar la disciplina o adquirir un nuevo hábito implica realizarlo por lo menos durante 28 días consecutivos; si se interrumpe este proceso, ello incide en no aprenderlo o tergiversarlo, trastocarlo y no cumplir la estrategia conductual que el cambio anatómico neuronal otorga; el hábito —aunque se tenía motivación al principio— no tendrá los cambios neuronales suficientes para mantenerlo. Las redes neuronales de los módulos de toma de decisiones de la corteza prefrontal que cambian las conductas de la amígdala cerebral y el núcleo accumbens (áreas cerebrales relacionadas con las emociones) tardan por lo menos cuatro semanas para modificar la sinapsis (unión funcional entre neuronas), que será la base de los nuevos cambios en la conducta y la forma de pensar.

La motivación no requiere sólo de un cambio, así como la base del éxito de tener buenos hábitos y un adecuado orden no sólo se basa en motivación, es esencial realizar constantemente la actividad con buen ánimo que a su vez permita mayor eficiencia neuronal.

Enséñale a tu cerebro quién manda

1) Tener y mantener el orden es importante para muchas actividades que realiza el cerebro durante toda su vida. Un cerebro en un ambiente en el que predomina el desorden es más fácil que caiga en depresión y ansiedad.

2) Para tener orden en la vida es necesario formar hábitos, éstos no son tan simples de iniciar y mucho menos mantener, es importante tener la motivación para empezarlos y la madurez para no interrumpirlos.

3) Las redes neuronales involucradas en el orden son también las que ocupan la motivación, el aprendizaje, la interpretación de conductas y las sensaciones placenteras.

TÚ PUEDES SER EL MEJOR

¿Quién no ha admirado las hazañas deportivas de Pelé o de Cristiano Ronaldo? ¿Cuántas veces nos ha emocionado el Super Bowl con jugadores fuera de serie? ¿Quién no ha sentido una gran seducción por la ejecución de un violinista o la voz de un cantante al desarrollar su trabajo y llevarnos a la evocación sutil y la grata emoción? ¿Qué es lo que hace a mujeres y hombres virtuosos, dignos de admiración, cuyo arte los muestra distintos a la gran mayoría de los seres humanos? Todos en común poseen características biológicas y psicológicas que los convierten en los mejores en su trabajo. Recientemente, en el campo de las neurociencias, se inició un debate acerca de qué es lo que puede hacer un ser humano común y corriente para tener las capacidades distintas para realizar excepcionalmente bien un deporte, una obra de arte o cualquier cosa que practique.

La disciplina está detrás de cualquier cerebro con experiencia y que ostenta la característica de ser experto en lo que hace. Por ejemplo, un músico profesional,

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