Prólogo del autor
Soy impresionante.
No, en serio, soy la persona más asombrosa sobre la que hayáis leÃdo en vuestra vida. La persona más asombrosa sobre la que leeréis. No hay nadie como yo ahà fuera. Soy Alcatraz Smedry, el increÃblemente increÃble.
Si habéis leÃdo los dos libros anteriores de mi autobiografÃa (y espero que asà sea, porque si no después me burlaré de vosotros) os sorprenderá ver que soy tan positivo. En los dos volúmenes anteriores me esforcé mucho por conseguir que me odiarais. En el primer libro os conté sin rodeos que yo no era una buena persona, y después, en el segundo, procedà a demostraros que era un mentiroso.
Me equivocaba. Soy una persona asombrosa y formidable. Puede que a veces sea un poquito egoÃsta, pero, aun asÃ, sigo siendo bastante increÃble. Solo querÃa que lo supierais.
Quizá recordéis de las otras dos entregas (suponiendo que no estuvierais demasiado distraÃdos por lo genial que soy) que esta serie se publica a la vez en los Reinos Libres y en las Tierras Silenciadas. Los de los Reinos Libres —Mokia, Nalhalla y demás— pueden leerla como lo que realmente es: una obra autobiográfica que explica la verdad detrás de mi ascenso a la fama. En las Tierras Silenciadas —lugares como Estados Unidos, México y Australia— se publicará como una novela de fantasÃa para ocultársela a los agentes de los Bibliotecarios.
Ambas tierras necesitan este libro. Ambas necesitan comprender que no soy un héroe. He decidido que el mejor modo de explicarlo es hablar una y otra vez de lo genial, increÃble y asombroso que soy.
Al final lo comprenderéis.
CapÃtulo
1
Asà que allà estaba yo, colgado del revés bajo un pájaro de cristal gigante que volaba a ciento sesenta kilómetros por hora sobre el océano, sin correr ningún peligro en absoluto.
Efectivamente, no corrÃa ningún peligro. En toda mi vida habÃa estado tan a salvo, a pesar de que bajo mi cuerpo habÃa varios cientos de metros de aire antes de llegar al suelo (o, bueno, por encima de mÃ, ya que estaba del revés).
Avancé con cautela unos cuantos pasos. Las enormes botas que llevaba puestas tenÃan un tipo de cristal especial en el fondo, llamado cristal de amarrador, que les permitÃa pegarse a otras cosas fabricadas de cristal. Eso evitaba que me cayera. Porque, si me caÃa, lo que estaba arriba acabarÃa estando abajo muy deprisa en mi descenso hacia la muerte. La gravedad es lo que tiene.
De haberme visto con el viento aullando a mi alrededor y el mar agitándose más abajo, quizá no habrÃais estado de acuerdo con mi afirmación de que no corrÃa peligro. Pero estas cosas —como lo de qué es arriba y qué abajo— son relativas. Veréis, me habÃa criado como niño de acogida en las Tierras Silenciadas: tierras controladas por los malvados Bibliotecarios. Ellos me habÃan observado con atención durante mi infancia a la espera de que llegara el dÃa en que recibiera de mi padre una bolsa de arena muy especial.
Recibà la bolsa, me robaron la bolsa, recuperé la bolsa. Ahora me encontraba pegado al buche de un pájaro de cristal gigante. Muy sencillo, en realidad. Si no tiene sentido para vosotros, os recomiendo que leáis los dos primeros libros de la serie antes de probar con el tercero, ¿no os suena lógico?
Por desgracia, sé que a algunos de vosotros, los de las Tierras Silenciadas, os cuesta contar hasta tres, ya que los colegios controlados por los Bibliotecarios no quieren que seáis capaces de dominar las matemáticas complejas. Asà que he preparado esta útil guÃa.
Definición de «libro uno»: El mejor lugar por el que empezar una serie. Podéis identificar el «libro uno» por el hecho de que dice «libro uno» en la contracubierta. Los Smedry bailan para celebrarlo cada vez que leéis primero el libro uno. La entropÃa agita un puño airado al descubrir que sois lo bastante listos como para organizar el mundo.
Definición de «libro dos»: El libro que leéis después del libro uno. Si empezáis por el libro dos, me burlaré de vosotros. Vale, me burlaré de vosotros de todos modos, pero, en serio, ¿de verdad queréis darme más munición?
Definición de «libro tres»: En estos momentos, el peor lugar para empezar una serie. Si empezáis aquÃ, os lanzaré cosas.
Definición de «libro cuatro»: Y... ¿cómo os las habéis apañado para empezar por ese? Si ni siquiera lo he escrito todavÃa... Estos escurridizos viajeros del tiempo...
En fin, si no habéis leÃdo los dos primeros libros, os habéis perdido algunos acontecimientos de suma importancia, entre ellos: un viaje a la legendaria Biblioteca de AlejandrÃa, un fango con ligero sabor a plátano, Bibliotecarios fantasmales que quieren chuparte el alma, gigantescos dragones de cristal, la tumba de Alcatraz I y —lo más importante— un extenso análisis sobre la pelusilla del ombligo. Al no leer los dos primeros libros también habéis obligado a un gran número de personas a perder todo un minuto leyendo este resumen. Espero que os sintáis satisfechos.
Avancé con pesadas zancadas hacia una figura solitaria que se encontraba de pie cerca del pecho del pájaro. A ambos lados de mà batÃan unas enormes alas de cristal, y pasé junto a las gruesas patas del ave, que estaban dobladas y recogidas hacia atrás. El pájaro —que se llamaba Viento de Halcón— no era tan majestuoso como nuestro anterior vehÃculo, un dragón de cristal llamado Dragonauta. Aun asÃ, contaba con unos bonitos compartimentos interiores en los que viajar a todo lujo.
Mi abuelo, por supuesto, no se iba a molestar en hacer algo tan normal como esperar dentro del transporte, no: él tenÃa que aferrarse a la parte de abajo y quedarse mirando el océano. Luché contra el viento para acercarme... y, de repente, el viento desapareció. Me quedé paralizado por la sorpresa, hasta que la bota que habÃa dejado en alto se pegó por fin al pájaro de cristal.
El abuelo Smedry se sobresaltó y se volvió para mirarme.
—¡Por el rotativo Rothfuss! —exclamó—. ¡Me has sorprendido, chaval!
—Lo siento —respondà mientras me acercaba, acompañado por el tintineo que producÃan mis botas cada vez que despegaba una, daba un paso y volvÃa a pegarla en el cristal.
Como siempre, mi abuelo vestÃa un elegante esmoquin negro; creÃa que asà encajaba mejor en las Tierras Silenciadas. Estaba calvo, salvo por un mechÃ