Índice
Portadilla
Índice
Introducción
El autor
¿Cómo adentrarse en la obra de Mario Benedetti?
Temática
Compromiso
Las admiraciones
Primeras páginas
Biografía para encontrarme
Daniel Viglietti, desalambrando
El porvenir de mi pasado
La muerte y otras sorpresas
Primavera con una esquina rota
Geografías
Buzón de tiempo
El amor, las mujeres y la vida
Andamios
La tregua
Vivir adrede
Quién de nosotros
Con y sin nostalgia
Despistes y franquezas
Gracias por el fuego
Esta mañana. Montevideanos
El cumpleaños de Juan Ángel
Hortensia Campanella
Créditos
Alfaguara cumple cincuenta años en 2014, y con motivo de este aniversario pone a disposición de los lectores una colección de guías de lectura de los autores más emblemáticos de su catálogo, como una oportunidad de descubrir las claves de sus obras, y la posibilidad de leer las primeras páginas de sus novelas.
Tanto en literatura escrita originalmente en español como traducida de otras lenguas, nuestro interés es abrir ventanas al mundo publicando obras de la más alta calidad que den noticia de los tiempos. Para resumir nuestra aspiración, podríamos tomar las palabras que el escritor israelí Amos Oz pronunció al recibir el Premio Príncipe de Asturias:
«Si adquieres un billete y viajas a otro país, es posible que veas las montañas, los palacios y las plazas, los museos, los paisajes y los enclaves históricos. Si te sonríe la fortuna, quizá tengas la oportunidad de conversar con algunos habitantes del lugar. Luego volverás a casa cargado con un montón de fotografías y de postales. Pero, si lees una novela, adquieres una entrada a los pasadizos más secretos de otro país y de otro pueblo. La lectura de una novela es una invitación a visitar las casas de otras personas y a conocer sus estancias más íntimas».
Durante cincuenta años nuestro trabajo ha sido el de dar a conocer muchas y memorables estancias. Estamos orgullosos de un catálogo que configura una rica aportación cultural y propone un viaje apasionante por la mejor literatura.
Deseamos que estas guías ofrezcan a los lectores la posibilidad de entrar en los pasadizos de algunas de las obras más reconocidas de la literatura universal.
Mario Benedetti nació en Pasos de los Toros, una pequeña localidad a casi 300 kilómetros de Montevideo, la capital de Uruguay. Sus padres apelaron a nombres literarios y familiares para su primogénito: era 14 de septiembre de 1920, y había llegado al mundo Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno.
Benedetti era aún muy niño cuando su familia se trasladó a Montevideo y él ingresó en el Colegio Alemán, tan admirado por los científicos. Su ascendencia —el abuelo, un enólogo llegado desde Italia para mejorar una bodega uruguaya; y el padre, químico— resultó decisiva para que acabara estudiando allí, aun cuando no forjara su vocación, que desde bien pronto fue literaria. Aprendió a leer muy temprano; escribía y se aplicaba en el colegio que, además de darle un idioma, se reveló fundamental en la formación de su carácter, por más que el advenimiento del nazismo impusiera que solo terminase allí la primaria.
La mala situación económica de la familia provocó que se incorporara al trabajo casi de inmediato, apenas mediada la educación secundaria, y que se empleara en las ocupaciones más diversas. Eso fue así hasta transcurridos largos años, tras hacerse cargo de la publicación de varias de sus obras. Únicamente cuando su nombre se hizo célebre y sus libros se transformaron en best sellers en Uruguay, pudo dedicarse en exclusiva a la escritura, aunque el periodismo contribuyó como medio para ganarse la vida —desde firmar entrevistas, crónicas de viajes o textos de crítica, hasta ponerse al frente de la sección literaria del prestigioso semanario Marcha—. Con el tiempo Benedetti se volcaría aún más en lo literario, e incluso creó el Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas de La Habana y fue profesor en la Facultad de Humanidades de Montevideo.
Desde su matrimonio con Luz López Alegre —su esposa de toda la vida— viajó con frecuencia, pero fue su compromiso político y la llegada de una dictadura a su país lo que lo expulsó y lo llevó a vivir en varias de las que él llamó «patrias suplentes»: Argentina —de la que tuvo que escapar amenazado de muerte—, Perú, Cuba y por fin España, donde vivió hasta el fin de la dictadura uruguaya, y donde mantuvo una residencia temporal casi hasta su muerte. Llegado el momento de una profu