El fanfiction o el noble arte de elegir tu propia aventura (por si a ti tampoco te gustó el final de «Juego de tronos»)
El fanfiction es un fenómeno a la vez popular y semiclandestino que bulle en los foros de internet. Mezcla de homenaje y falta de respeto a autores y obras, desde sus teclados, los fans del mundo se convierten en escritores sin miedo a meterse con nadie ni nada: Juego de tronos, Harry Potter, Percy Jackson, El Señor de los Anillos, Piratas del Caribe, Star Trek, X-Men, Crepúsculo. Sexo, homoerotismo, cruces improbables, tramas insólitas… Su cara más visible hasta ahora ha sido el boom mundial de Cincuenta sombras de Grey. Pero sus libros son miles: una verdadera revolución que dispara preguntas sobre la figura del autor, los derechos de los lectores sobre los libros que leen y la propiedad intelectual sobre las historias mientras gana más y más adeptos. Mariana Enriquez recorre la historia de este fenómeno, sus hitos, sus tesoros, sus casos más extremos, y examina sus trampas y su potencial.
Por Mariana Enriquez

Dakota Johnson y Jamie Dornan en Cincuenta sombras de Grey. Crédito: Universal / Focus.
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Ah, el final de Juego de tronos. Nadie quedó conforme. Fue tan torpe y acelerado y anticlimático, le cambiaron la personalidad a los personajes, la decisión de quién será el próximo gobernante de los Reinos es absurda, le faltó épica, coraje, mística; qué desperdicio lo de Tyrion, qué desastre el final de Jon Snow, qué absurdo e innecesario lo de Daenerys. ¿Cómo se puede solucionar esta decepción casi unánime? George R. R. Martin no parece con intenciones inmediatas de interrumpir su pausa en la escritura del volumen final. Los fans, sin embargo, encuentran una manera de subsanarlo: escribir ellos mismos el final deseado. Recrear la última temporada fallida con una novelita propia que satisfaga las expectativas, haga justicia a los personajes amados y redima el tiempo invertido en años y horas frente a la pantalla. Esta escritura bastarda, que pasa sobre las leyes de copyright y se «esconde» en foros de fans con los disclaimers del caso («no soy dueño de estos personajes y estoy dispuesto a eliminar la publicación si lo requiere el autor») es un género que encontró su expresión definitiva en internet y en el fenómeno de los fandoms, es decir, los grupos de fans intensos —o no tanto, pero que quieren soltar la mano, escribir, darle otro vuelo a sus personajes favoritos— que intercambian estas historias y las consumen a diario, millones y millones de textos. Algunos de ellos, y lo vamos a contar más adelante, incluso se convirtieron en libros aceptados por la industria editorial, con modificaciones de personajes y trama mediante para evitar problemas legales.
Ah, el final de Juego de tronos. ¿Cómo se puede solucionar la decepción? Los fans encuentran una manera de subsanarlo: escribir ellos mismos el final deseado.
El fenómeno, o género popular semiclandestino, no empezó en internet, sino mucho antes. Se creó en los fanzines de la primera comunidad de fans importante y destacada, los trekkies, es decir, los seguidores de Star Trek - Viajes a las estrellas. Las historias, que narraban escenarios alternativos para los personajes, en especial para el capitán Kirk y Spock, empezaron a publicarse en el fanzine Spockanalia, editado por primera vez en 1967. Como todos los fanzines desde entonces, se imprimían y enviaban por correo a los suscriptores, o se repartían en las convenciones de ciencia ficción, aún no masivas en aquellos años (estamos bien lejos de los Comic-Con) pero ya importantes, sobre todo en Estados Unidos.
De hecho, George R. R. Martin conoció a su esposa, la también escritora de género Lisa Tuttle, en una convención de sci-fi: ella solía ser la única mujer en estas reuniones. Sin embargo, no hay que dejarse engañar por el abrumador porcentaje masculino de aquellos fans en los primeros tiempos: las autoras de fanfiction eran casi todas mujeres y es una tendencia que se extiende y mantiene hasta hoy. ¿Por qué? ¿Quizá porque casi todos los guiones están escritos por varones? Hay que aclarar que una autora de fanfiction mujer (en el fandom de Viaje a las estrellas eran más del 80 %) no escribe su propia versión de los hechos agregando necesariamente personajes femeninos poderosos o con una perspectiva de género o con cualquier otra característica obvia: es una apropiación en algún sentido más profunda, de poner la voz ahí donde no existía y también de atreverse a ciertas cuestiones que los fans varones ni siquiera consideraban, como una posible relación romántica entre Spock y Kirk, subgénero homoerótico que con los años se llamaría «slash fanfiction», hoy uno de los más populares y más requeridos.
Las autoras de fanfiction son casi todas mujeres y es una tendencia que se extiende y mantiene hasta hoy. Es una apropiación profunda, de poner la voz ahí donde no existía y de atreverse a cuestiones que los fans varones ni siquiera consideraban, como el homoerotismo.
La explosión web
La historia siguió más o menos de esta manera, limitada a fanzines, hasta la explosión de la web. Primero aparecieron los grupos de Yahoo o Usenet, donde se escribía y discutía. El punto de inflexión y la fundación online de la nueva narrativa fue la creación en 1998 de FanFiction.net. El sitio es un archivo de textos de fanfiction, pero su ventaja es que es muy fácil publicar, el modelo es austero y sencillo, las separaciones por género son fáciles de entender y los foros también son muy accesibles para dejar reseñas y tener contacto con lectores.
Imposible cuantificar cuántos textos alberga FanFiction.net porque el número cambia constantemente, pero van algunos ejemplos: en el apartado Libros, los cinco primeros son Harry Potter (825.000 textos), Crepúsculo (221.000), Percy Jackson (78.000), El Señor de los Anillos (57.000) y Los Juegos del Hambre (45.000). El top five de películas es La guerra de las galaxias (55.000), Avengers y el universo Marvel, Piratas del Caribe, Cómo entrenar a tu dragón y X-Men. Para no agobiar va por último la lista de televisión, que es bastante sorpresiva: Supernatural es de lejos la primera serie con 126.000 textos, seguida por Glee, Doctor Who, Sherlock y Once Upon a Time. A veces la popularidad de ratings, la visibilidad o la adoración de la crítica especializada no afectan tanto a este universo, que tiene sus propias reglas y sus amores locos. FanFiction.net tiene además secciones de videojuegos, dibujos animados, misceláneas (que incluye, por ejemplo, mitología griega o narrativas paralelas de podcasts como Welcome To Night Vale), cómics y hasta obras de teatro.
Sin embargo, aunque es el sitio pionero, es el segundo en popularidad: el puesto número 1 lo tiene hoy Archive Of Our Own, creado en 2008, con seis millones de textos de casi 40.000 fandoms. Se presenta como «un archivo creado por fans, administrado por fans, sin fines de lucro o comerciales de ningún tipo que alberga trabajos de fans como fanfiction, fanart, fanvideos y podfic». Un poco de léxico: «fanart» puede ser desde ilustraciones hasta pinturas o viñetas sobre la línea narrativa elegida (hay muchísimo fanart de manga, por ejemplo, o de todo el universo Marvel). «Fanvideos» es lo mismo, pero con vídeo, y «podfic» es ficción de fans derivada de podcasts, en general de ficción pero no necesariamente: este es el reino de la imaginación desbocada y desprejuiciada. Archive Of Our Own tiene categorías más amplias que FanFiction.net: incluye música y bandas, además de celebridades y «gente real», un rubro controvertido porque consiste en imaginarse vidas paralelas de personas que existen, en general vidas eróticas. No hay que pensar que estas «personas reales» son todas actores, actrices y músicos: Archive Of Our Own incluye fanfic con personajes que vivieron en el siglo I de nuestra era, de modo que si se investigan los textos cronológicamente, el primero es una historia cuyo protagonista es Plinio y está escrito ¡en latín! El archivo no hace rankings: lo más fácil es buscar el personaje favorito. Es casi seguro que estará. En Música y Bandas, por ejemplo, se diría que Billie Eilish es una favorita total. Pero no: apenas tiene treinta historias. BigStar, la banda de Memphis liderada por Alex Chilton en los setenta, un grupo de culto y con fans muy exquisitos, tiene veintitrés textos, no tan lejos de Billie; y The Birthday Party, la banda de Nick Cave de hace cuarenta años (y casi desconocida para los que no son fans) tiene nueve historias, casi todas homoeróticas, algunas con sexo explícito (con los guitarristas Rowland Howard y Blixa Bargeld en la mayoría de los casos, en triángulo con Nick).
Claro: cuando se busca BTS o cualquier otra banda de K-Pop, los resultados superan los cien mil. Los fans del pop coreano ya exceden cualquier categoría, salvo la que los incluya como el ejército más poderoso de la red, capaz de organizar sabotajes, imponer TTs, hacer casi lo que quieran con un medio en el que nacieron y que dominan.
Los autores y personas «afectadas» por esta ficción de fans suelen reaccionar con indiferencia o incluso entusiasmo: los problemas legales son esporádicos (Anne Rice y Robin Hobb autorizaron el uso de sus trabajos para fanfiction, con la promesa de no demandar jamás).
El fanfiction, además, tiene subgéneros particulares, por fuera de los habituales. Por ejemplo, «angst» (angustia): se refiere a una historia en la que el clima general o el estado mental de uno o varios de los personajes es triste o angustiante. «Alternate universe» es universo alternativo, algo más comprensible, pero se refiere a desviarse del canon, es decir, la historia original, en un sentido bastante radical. Por ejemplo: una historia sobre Harry Potter en Estados Unidos o América Latina, adonde los alumnos de Hogwarts podrían viajar para una aventura particular. «Crossover» o «cruce» es un término importado del cómic y se refiere a trabajos donde se mezclan, con una trama coherente, personajes de diferentes fandoms. Por ejemplo: que Mulder y Scully de The X-Files aparezcan en la isla de Lost. O que Miley Cyrus se haga novia de Lady Gaga e imaginar la gira que harían juntas (esto también entraría en el género «shipping», que elige una pareja posible entre dos personajes amados). «Darkfic» es una historia más deprimente u oscura que la original, con frecuencia para contrastar de forma deliberada la narración canónica. Como si una distopía al estilo de J. G. Ballard estuviese protagonizada por los personajes de Friends. Y muchos términos más, desde «fixfic» (que consiste en mejorar o arreglar, es decir, reescribir una obra canónica —el final de Juego de tronos sería un ejemplo— hasta «self insert», una forma de literatura del yo o autoficción en la que el autor se transporta al universo de su fanfic.
Una de las fundadoras de Archive of Our Own es Naomi Novik, autora de ficción especulativa estadounidense cuya saga Temerario está traducida (e incluye nueve tomos, desde El dragón de su majestad hasta Liga de dragones): es una versión alternativa de las Guerras Napoleónicas en la que existen los dragones, seres inteligentes con lenguaje y demás características antropomórficas. Temerario, de hecho, es el nombre de uno de estos dragones. Es fantasy y novela histórica: no es fanfiction, pero sí una apuesta clara por el trabajo con los géneros menores. Novik, una entusiasta del trabajo literario de los fans, también es fundadora de Organization for Transformative Works (OTW) (Organización para las Obras Transformativas), una entidad militante sin fines de lucro cuya misión es ayudar a los fans a preservar su trabajo y estimular su actividad. También aboga por legalizar la actividad, laberinto al que no ingresaremos porque su complejidad exige un análisis aparte. Hay que decir que los autores y personas «afectadas» por esta ficción de fans suelen reaccionar con indiferencia o incluso entusiasmo: los problemas legales son esporádicos y pocos (autores como Anne Rice o Robin Hobb autorizaron el uso de sus trabajos para fanfiction, con la promesa de no demandar jamás). La organización de Novik incluye, además de Archive of Our Own, Fanlore, una wiki para fans que pretende ser la enciclopedia de la cultura; Open Doors, un sitio de preservación que incluye artefactos históricos como fanzines, websites de Geocities o traslados de textos a Archive of Our Own cuando algún sitio se cierra, y también herramientas académicas de lectura e investigación, que incluye metadata, documentales, directorios de información y papers.
Varios textos que empezaron sus vidas en foros o en los sitios de las autoras trascendieron la web y convirtieron a sus sagas en éxitos editoriales. El caso más famoso es Cincuenta sombras de Grey de la británica E. L. James. La trilogía empezó como fanfiction de la saga Crepúsculo.
¿Y qué pasa en español? La mayoría de los textos en nuestra lengua se incluyen en estos archivos ya tradicionales o en webs propias: no es que no existan o no tengan un despegue, sino que hacen uso de las plataformas existentes. También se pueden encontrar en sus propios foros, ya sea en redes sociales o en subreddits. Y es un terreno quizá menos frondoso, pero en plena expansión.
Del fandom al superéxito
Hay varios textos de fanfiction que empezaron sus vidas en foros o en los propios sitios de las autoras —como en sus orígenes con Star Trek, las autoras suelen ser mujeres— que trascendieron la web y convirtieron a sus sagas en éxitos editoriales. Repasemos las más famosas, aunque hay que reconocer que estos años han visto al género en retirada, no en el entusiasmo de sus autores ni en producción, pero sí en la posibilidad de cruzar de la pantalla al papel con gran éxito.
El caso más famoso e imposible de igualar, por ahora, es Cincuenta sombras de Grey de la británica E. L. James. Su trayectoria es típica: la trilogía empezó como fanfiction de la saga Crespúsculo de Stephenie Meyer, con el título original de Master of the Universe («Amo del Universo»). James publicaba la saga en varias webs de fanfiction con el seudónimo de Snowqueen's Icedragon («Reina de las nieves del dragón de hielo»). Al principio, los personajes tenían los nombres del libro original, Bella Swan y Edward Cullen, pero sus interacciones eran de una sexualidad muy intensa y, por supuesto, sadomasoquista liviana. Después de un tiempo, y por esta misma hipersexualización, James mudó los textos a su propio sitio web, que llamó FiftyShades.com. Y luego reescribió Master of the Universe como una historia original, quitando el elemento vampírico y adolescente, renombrando a los protagonistas como Christian Grey y Anastasia Steele y dividiéndolo en tres partes. En 2011 los lanzó como ebook y print on demand (lo imprimía por un precio si era solicitado por los lectores). La plataforma de lanzamiento era The Writer’s Coffee Shop, que tenía un alcance limitado y pronto se vio excedida, porque el boca a boca acerca de este «porno para mamás» se hizo gigante.
Hacia 2012, el éxito del texto digital ya era reportado por medios tradicionales, que no solo apuntaban a la viralización, sino al resurgimiento del género erótico para mujeres. En abril de ese año Vintage Books compró Cincuenta sombras de Grey. Desde entonces la saga ha vendido 125.000.000 de copias y ha sido traducida a 52 lenguas. Por supuesto, también se llevó al cine, con resultados discutibles, salvo por el lanzamiento a la fama de la encantadora y hermosa Dakota Johnson.
Entrar a un fandom es encontrarse con obsesiones, léxico, plataformas y referencias que, para el no iniciado, pueden ser enloquecedoras.
Menos espectacular pero más raro es el camino de Cazadores de Sombras de Cassandra Clare, autora norteamericana nacida en Irán. Su saga, que se incluye en la categoría young adult, sigue a un grupo de adolescentes en busca de su identidad y en conflicto bélico con seres de la Oscuridad, muchos de los cuales son miembros de su familia. En síntesis: romance paranormal con ángeles y demonios. La cuestión es que hacia 2004, Cassandra tenía un LiveJournal (plataforma-blog clásica de la época) donde posteaba su fanfiction, y una de las historias más populares fue His Mortal Instruments («Sus instrumentos mortales»), que era una historia de incesto entre Ron y Ginny, los hermanos pelirrojos de la saga Harry Potter (el fanfic de incesto es bastante común, sobre todo los de la serie Supernatural). Más tarde, cuando subtituló los libros de la saga Cazadores de sombras como «Sus instrumentos mortales», la asociación fue inmediata, aunque no tengan nada que ver. Sí estaban relacionados con su otra fanfiction famosa, The Draco Trilogy —también de Harry Potter—, cuya reescritura dio lugar, en parte, a Cazadores de Sombras. Si suena confuso es porque lo es. Entrar a un fandom es encontrarse con obsesiones, léxico, plataformas y referencias que, para el no iniciado, pueden ser enloquecedoras.
Como dijimos, la serie Supernatural es dueña de un fandom poderoso. La serie, estrenada en 2005, tiene quince temporadas y básicamente sigue a los hermanos Dean y Sam Winchester (los actores Jensen Ackles y Jared Padalecki) en sus viajes: son cazadores de demonios, fantasmas, monstruos y otras entidades sobrenaturales. En su episodio 200 el productor Robert Singer decidió incorporar elementos de fanfiction y sobre todo de las relaciones queer entre los personajes, tan predominantes entre los fans: un reconocimiento insólito y casi inédito en televisión masiva. En 2015, la escritora Jen Archer Wood publicó como libro su fanfiction sobre la serie, con los cambios de rigor, en la novela Point Pleasant. La historia, en este caso, no sigue a dos hermanos, sino a dos mejores amigos: Ben Wisehart y Nicholas Nolan, que crecen en el pueblo del título. Uno de ellos, Ben, se va para dedicarse a ser escritor de ficción y vuelve para investigar el mito local de un monstruo que acecha en los bosques. A su regreso se reencuentra con Nicholas, ahora el sheriff, y tienen un romance. El fanfiction original, que también se llamaba Point Pleasant y conservaba a los personajes de la serie (a Dean Winchester con el mismo nombre, por ejemplo), se publicó originalmente en el archivo Destiel, en 2012. Point Pleasant lleva a la edición en papel una característica fundamental del género: el romance gay, el slash, uno de los pilares de esta ficción bastarda.
Como todo género popular, pariente del pulp y la cultura masiva, la entrada del fanfiction a la literatura e incluso a la edición profesional es lenta; no siempre la escritura o las ideas de quienes trascienden las redes es notable o arriesgada y quedan en el camino muchísimos autores prometedores porque crecen, porque se aburren, porque sienten que dar el salto es imposible.
El caso de la escritora Rainbow Rowell es de una sofisticación metagenérica más interesante que los resultados literarios, pero que vale la pena pensar. En 2015 publicó Fangirl, una historia sobre una estudiante universitaria de primer año, Cath, muy introvertida, que pasa el tiempo leyendo fanfiction. Lo que lee es la saga de Simon Snow, de la escritora ficticia Gemma T. Leslie, sobre un joven mago (Simon) que va a una escuela de magia llamada Watford. Por supuesto, la historia de Simon está basada en Harry Potter. En 2015, Rowell publicó Carry On, octavo libro de la serie, que cuenta la lucha de Simon con su condición de Elegido para eliminar a The Insidious Humdrum, una fuerza maligna que quiere destruir el mundo de los magos; de todas maneras, responde al llamado y se embarca en la lucha justa con su mejor amiga, Penélope, y su novia, Agatha, mientras todo el tiempo pelea contra su némesis, el vampiro T. Basilton «Baz» Pitch (en castellano, se publicó en 2016 y se llama Moriré besando a Simon Snow). Toda la saga está publicada en español: la nueva entrega, Rebelde, fue editada en octubre de 2020. Rowell lleva adelante una operación muy compleja: su protagonista escribe y es fan de fanfiction y, también, podemos leer esos textos que la fascinan, la historia opera en dos niveles.
Futuro y presente del fanfiction
En 2019, la directora del Human Centered Data Science Lab de la Universidad de Washington, Cecilia Aragón, publicó junto a Katie Davis el libro Writers in the Secret Garden: Fanfiction, Youth, and New Forms of Mentoring (Learning in Large-Scale Environments), a través de la editorial del MIT. El título y el resumen del libro son clarísimos: «Fanfiction, juventud y nuevas formas de tutoría (aprender en ambientes de alta escala)». Aragón repasó los últimos veinte años de fanfiction, la escritura amateur de los jóvenes (y no tan jóvenes, pero sobre todo de personas entre quince y veinticinco). No leyó todo, pero hizo el inventario de más de un millón y medio de autores, siete millones de historias (algunas en sagas) y ciento setenta y seis reseñas solo en un sitio, el ya mencionado FanFiction.net. Para evitar el desborde, redujo el trabajo a Harry Potter y concluyó lo siguiente: «Estos sitios no son aglomeraciones y regurgitaciones frívolas de la cultura pop, sino espacios online sofisticados de aprendizaje informal». Su hipótesis es que a través del género, los jóvenes que participan se enseñan a escribir y, en consecuencia, a leer: la mayor parte del contenido sobre libros que circula en la red lo hace a través de diferentes formas de fanfiction. Como todo género popular, pariente del pulp y la cultura masiva, su entrada a la literatura e incluso a la edición profesional es lenta; no siempre la escritura o las ideas de quienes trascienden las redes es notable o arriesgada y quedan en el camino muchísimos autores prometedores porque crecen, porque se aburren, porque sienten que dar el salto es imposible. Y sin embargo, el género crece sin prejuicios, desafiante y apropiador, una revolución en los teclados que se pregunta sobre la figura del autor, los derechos, la propiedad; y que al mismo tiempo reverencia a los autores. Una escritura que es homenaje pero también falta de respeto.