Una vida valiosa

Manuela O'connell

Fragmento

El proceso de escritura de este libro se lo debo a más gente de la que puedo mencionar. El nivel de gratitud que me genera el haber podido llegar aquí es verdaderamente infinito y no fue una tarea individual sino que fue coconstruida por muchos seres que me acompañaron de diferentes maneras.

Lo que aquí escribo es mi versión personal de recursos que no he desarrollado yo. Solo ofrezco lo que me han enseñado y que he tenido el privilegio de aprender de primera mano. Por lo tanto, primero quiero agradecer a toda la comunidad de la ACBS (www.contextualscience.org), organización que es como mi familia profesional. A los fundadores de ACT y a mis mentores más cercanos, que me acompañaron en este camino de aprendizaje, transformación personal y que han construido desde la ciencia y el corazón modos de transformar la vida de muchos seres. Especialmente quiero mencionar a mi mentora más cercana y compañera de ruta, la doctora Robyn Walser, quien con su generosidad sin par me ha moldeado en todos estos recursos, como terapeuta y como persona de una manera exquisita, delicada y amorosa. Ha sido un privilegio aprender de y con ella todos estos años.

En el proceso de escribir este libro me acompañó, mano a mano, ayudándome y estimulándome a sacar lo mejor posible de mí, dándome soporte en cada parte del proceso, casi como una partera, Susana Estévez. Ella me ayudó a encontrar mi propia voz y lo que quería decir y ofrecer, en diversos momentos compartidos que atesoro. Su mirada y escucha entusiasta, creativa y validante me han quedado grabadas y se destilan en cada párrafo que escribí.

Desde la gestación, antes de que yo tuviera conciencia de la posibilidad de escribir, lo vislumbró, creyó en mí, me dio soporte y aliento —además de las múltiples conversaciones estimulantes, nutritivas y hondas que se cuelan en este libro— Javier Cándarle. Fue una especie de ángel guardián, susurrando que desplegara lo que él veía que tenía para dar aunque yo no lo pudiera registrar. Su compañía es esencial. Siento infinita gratitud por su presencia en mi camino.

Muchos otros me ayudaron a lo largo de este proceso y también quiero mencionarlos y agradecerles.

A la Sociedad de Mindfulness para la Salud, y especialmente a María Noel Anchorena, quien acompañó, alojó y le ofreció su casa a la semilla de este libro, que son los talleres que allí dicto para público general hace más de cinco años.

A una de mis maestras de la vida, la doctora Perla Kuj, a quien le debo el abrirme a la plena posibilidad de ser. Me acompaña hace más de quince años cuidando y resguardando que pueda ser fiel y auténtica a lo que mi alma necesita. No sé qué sería de mi vida sin ella; su compañía incondicional es fundante y fundamental para mí.

A cada uno de mis amigos, imposible nombrarlos a todos, pero quiero mencionar especialmente a mi amiga-hermana Agustina Díaz Hermelo, a quien conozco desde que nacimos y con quien he compartido toda la vida. Pocas veces uno tiene la fortuna de contar con una testigo tan especial que haya estado en cada recoveco del camino. Ella es y será mi gran compañera de la vida.

Un especial agradecimiento al grupo de amigos lilenses, que concretamente me dieron soporte muchos fines de semana de encierro escribiendo, con quienes comparto la vida, alegrías, tristezas, encuentros y la familia.

A todos mis pacientes y alumnos, sin quienes este libro definitivamente no existiría. Siento que camino con ellos en este viaje de encuentro profundo con uno y con el mundo y he tenido el honor de compartir sus vidas, sus luces y sombras. Solo pensarlo, y tomar conciencia del privilegio que eso implica, me hace brotar lágrimas. Este libro no existiría sin sus historias y su inspiración.

A mis padres, que me enseñaron a ir detrás de lo que es importante para mí y lo modelaron como dos héroes, con una verdadera entrega amorosa y valiente. Han luchado hasta con la vida por lo que profundamente creían y creen para construir un mundo mejor. Son dos pilares invaluables en mi vida.

Y dejo mi más honda perla de gratitud al final para mi pequeña familia, mi base segura, mi tronco. A mi esposo, Daniel Fraiman, con quien caminamos juntos desde hace veinte años y con quien pudimos armar una pareja cuyo más importante tesoro, además del amor, es acompañarnos mutuamente a desarrollar nuestra misión en la vida. Él ha sido troncal para que yo pudiese desplegarme con infinidad de ramas y frutos. Siempre ahí, a mi lado, con amor. A mis hijos Demian y Alejo, dos almitas que me ha tocado en suerte cuidar y ver crecer, quienes soportaron mis desatenciones y ausencias durante este tiempo de escritura, pero que a su modo, con pequeñas preguntas curiosas, risas y travesuras, dieron soporte amoroso para desarrollar el legado que quiero dejar en mi vida. El lugar de amor nuclear y desarrollo mutuo que compartimos en mi familia es sagrado para mí.

Prólogo

¿Cómo le va?

Si está recorriendo estas líneas, de más está inferir (ambos somos bastante inteligentes, eso puedo verlo) que ha comprado el libro de mi querida amiga y compañera de hondas charlas, prácticas y experiencias, Manuela O’Connell.

Pensándolo bien, existe también la posibilidad de que no lo haya comprado y que lo haya conseguido prestado. En este segundo caso, y no es bajo viles intereses comerciales, le recomiendo fervientemente su adquisición. Este ejemplar es de aquellos libros que hay que tener en propiedad para guardar y atesorar, y entonces releerlo y disfrutarlo tantas veces como uno quiera.

También debo decirle que me alegra que haya comenzado por el prólogo, mi estimado lector, porque tengo cosas muy importantes para decirle, prevenirle y avisarle antes de que temerariamente se interne en la lectura.

La misma autora, en uno de los capítulos iniciales, nos advierte sobre el riesgo de adentrarnos en los parajes del libro:

Antes que nada, una advertencia: este capítulo implica una ruptura muy fuerte en el mundo externo y en el interno. Estamos frente al primer gran Umbral. Es quizás uno de los más difíciles de cruzar, ya que implica ir en contra de muchas de las cosas que nos han enseñado y que nuestra cultura refuerza. Definitivamente, al atravesarlo nos encontramos quizá frente a un terreno misterioso.

¿Vio? Después no me diga que no ha sido advertido.

¿Qué cree usted que tiene en sus manos?

¿Un libro de ACT, la potente y actual Terapia de Aceptación y Compromiso?

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