Escrito sobre el cuerpo

Dra. Teresa Zalazar

Fragmento

UNA INVITACIÓN A NAVEGAR POR LAS PÁGINAS DE ESTE LIBRO

Debo confesar que es difícil, pero a la vez divertido escribir esta invitación a leer un libro sobre un método que no promete nada. En estas páginas no encontrarán el elixir ni los secretos de la eterna juventud, no llegarán a ningún Olimpo, tampoco lograrán la felicidad completa, ni nada que se le parezca.

Además, es necesario reconocer que me reconforta la sensación de antigurú, ya que me pesa ideológicamente pensar que un ser humano pueda colocarse encima de otro con la guía para la felicidad absoluta y las respuestas correctas. Tengo un cuerpo imperfecto y asimétrico, tuve enfermedades, fracasos, sufrí, me equivoqué centenares de veces y me sigo equivocando, también amé, hice cosas maravillosas y acerté algunas decisiones, como todos. Siempre estuve en contra de los dictadores de la verdad y sus secretos para alcanzar la felicidad eterna. Casi fantaseo con decirles: “Bienvenidos al método imperfecto, donde nada es lo que parece ser”.

Entonces, ¿en dónde radica la posibilidad de beneficiarse con un método que, por un lado, tiene estas particularidades y que, por otro, hace bien a tantos? Cuando Santi, de ocho años, hizo por primera una sesión conmigo le dijo a Silvia, su abuela: “Me gusta esto porque deja la sensación como si recién te bañases, como si al hacerlo te sintieras más fresco, sin peso”. Algo de esto hay...

Biomecánica Aplicada al Movimiento (BAM) es un método pedagógico y como toda pedagogía busca ofrecer conocimientos y herramientas, en este caso para que cada persona entienda mejor su cuerpo y cuente con los recursos que necesita para estar mejor. Saber es liberador, el que sabe no teme o teme, pero puede cuestionar y cuestionarse.

Una vez comencé a escribir este libro así: “Una fuerte tristeza me invade hasta lo inminente, todo parece estar de acuerdo para que así suceda”, hasta que encontré un mazo de cartas viejas que una amiga de la infancia me había regalado sabiendo lo que me gustan los símbolos y significados de tierras lejanas. Cuando me entregó esas cartas, con una mirada cómplice, como de alguien que quiere dar una respuesta mágica y esperanzadora ante los cambios que se pueden venir en la vida y no sabe qué hacer ante el camino nuevo, me dijo: “Dicen los lugareños que estas cartas ayudan a tomar decisiones”. La miré risueña y le respondí que me regalase veinte mazos.

En ese momento, la situación vertiginosa era porque debía hacer un cambio muy importante. Jugando saqué una carta que tenía la imagen de un pájaro dorado en vuelo, muy bello, con un escrito que decía: “Déjelo ir, sea lo que sea, está concluyendo una fase, no se aferre a lo que ya no es su destino”. Automáticamente pensé: “¿Cómo? ¿Cómo se hace eso? ¿Dejar ir lo que pesa?”. Lloré, se me oprimió el pecho, me faltaba el aire, me dolía la espalda y el cuerpo entero, volví a llorar. Muchas veces les digo a las personas que trato a diario, un poco en broma y un poco en serio, que pareciera que hay que volver a nacer para saber cómo hacerlo.

La especie humana, su evolución, su conducta, su forma de adaptarse, la mía, la de los otros, siempre me apasionó. Así surgió este libro, como muchas de mis dudas. Mientras tanto, me pregunto si tengo derecho a generárselas a ustedes. Pienso si este texto no sería un borrador, solo para mí, que me ayudara a poner en orden ese desorden interno que tengo y que, de esa manera, la culpa, esa fiel compañera de muchos procesos, se quedará descansando para que pueda escribir tranquila.

¿Para qué escribo? A veces pienso que tantos años de práctica médica deberían ayudarme a resumir, a ser resolutiva, a ser buena, a estar a la altura de las circunstancias. Cuando le conté a mi director de tesis sobre este libro, me dijo que tuviese cuidado con lo que haría, que escribir sobre cuestiones médicas no sería sencillo. Y yo pensé: “Hacer... ser... deber... deber ser... querer ser”.

Me pregunto si no es el gran problema pasarse la vida intentando querer ser como se debe para otros. Las demandas de los otros nos sobrepasan o, como me gusta pensar, nos sobre pesan. Entre lo que los demás quieren y esperan y lo que no podemos, lo que realmente deseamos, hay un abismo. Desde pequeños nos debemos adaptar al devenir de las frustraciones, el abandono, las carencias, las imposibilidades, el desamparo.

Un día en una consulta, una persona me preguntó con mirada perdida: “Doctora, ¿con qué sostenemos todo lo que nos pasa? ¿A dónde va a parar nuestra angustia?”. Le respondí que se sostiene con el cuerpo, que sin dudas el cuerpo es nuestra primera casa. Como dice una analista muy querida, Silvia Iacona: “Nuestro primer objeto transicional es el cuerpo”,

De eso se trata este libro, así de simple lo expresó Joaquín, un adolescente que venía a mis sesiones: “Tere, qué copado es el cuerpo, es muy popular”. Tan popular, pensé, que todos tenemos uno. Entonces, solo podrán leer este libro los que tengan un cuerpo, no importa cuál ni en qué estado, ya que de eso se trata este trabajo corporal, de intentar entender cómo y por qué ponemos nuestra primera casa, nuestro cuerpo, como filtro a todo y a todos. Historias, emociones, alegrías, abusos, pérdidas, el listado es interminable.

¿Tiene usted un cuerpo? ¿Está preparado? Entonces, adelante...

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