100 ideas

Mario Bunge

Fragmento

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Bunge, Mario

100 ideas : el libro para pensar y discutir en el café

- 1ª ed. - Buenos Aires : Debolsillo, 2011.

EBook.

(Best Seller)

ISBN 978-987-566-649-8

1. Ensayo Argentino. I. Título

CDD A864

Edición en formato digital: abril de 2011

© 2011, Editorial Sudamericana S.A.®

Humberto I 555, Buenos Aires.

Diseño de cubierta: Juan Pablo Cambariere.

Todos los derechos reservados.

Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperaciónde información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopiao cualquier otro, sin permiso previo por escrito de la editorial.

ISBN 978-987-566-649-8

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Conversión a formato digital: eBook Factory

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Prefacio

Ésta es una colección de artículos periodísticos publicados en el curso de los últimos años. Tratan de temas muy diversos: biología, ciencia en general, ética, filosofía, física, gobierno, historia, literatura, política, psicología, religión, sociología, técnica, universidad, vida cotidiana y otros yuyos.

La diversidad de las notas es tal, que las he ordenado alfabéticamente. Esto garantiza que sus temas estén distribuidos al azar. Lo que a su vez permite leer este libro en cualquier orden y en cualquier circunstancia, incluso mientras se hace cola o se espera turno en una amansadora.

En este salpicón hay de todo y para muchos gustos. Pero no he intentado contentar a todos. Me he limitado a escribir lo que pensaba en el momento, o sea, sin tacto. Ya me lo decían mis padres, conocidos por su falta de tacto: “Marucho, no tenés tacto”. Esta carencia me salvó de hacer una carrera política, pese a que desde chico he sido un apasionado espectador de la política.

He escrito estos artículos para informar, provocar, proponer, entretener y divertirme, aunque no para “matar el tiempo”, barbarismo que sacaba a mi padre de sus casillas. Ojalá mis lectores se diviertan leyendo estas páginas casi tanto como yo al escribirlas.

Montréal, invierno del año 6

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1. ALIENISTAS Y BRUJOS

Supongo que todos estamos dispuestos a perder cualquier cosa menos la razón, ya que ésta es, según Aristóteles, la característica distintiva del ser humano.

Por esto, las enfermedades mentales son las que más asustan e intrigan. Y por el mismo motivo los brujos y alienistas siempre han gozado de gran prestigio, aun cuando rara vez han sido eficaces.

Por ejemplo, a fines del siglo XIX Charcot se hizo célebre por diagnosticar y “curar” lo que llamó “histeria” femenina haciendo presión sobre los ovarios, y la masculina apretando los testículos. (En casos graves, Charcot extirpaba el útero.) Sus cursos en la Salpêtrière eran frecuentados por la flor y nata de la neurología europea, incluyendo a Freud. Nadie dudó de la certeza de los diagnósticos de Charcot ni de la eficacia de su tratamiento.

La ineficacia de los alienistas fue proverbial hasta mediados del siglo pasado, cuando se descubrieron los primeros psicofármacos capaces de aliviar los sufrimientos de esquizofrénicos, depresivos y obsesivos.

La ineficacia de la psiquiatría fue tema del maravilloso relato “El alienista”, de Machado de Assis, el fundador de la literatura brasileña, injustamente ignorado por la enorme mayoría de los lectores en lengua castellana.

¿A qué se debe la ineficacia de la psiquiatría hasta hace medio siglo? Edward Shorter, profesor de Historia de la Medicina en la Universidad de Toronto, nos da la respuesta en su fascinante tratado A History of Psychiatry, de 1997.

Es sabido que los primitivos explicaban la locura como obra de espíritus malignos que se apoderaban del paciente. Siendo así, el remedio estaba a la vista: encargarle al brujo o sacerdote de turno que exorcizase a dichos espíritus malignos o invocase a espíritus benignos.

Hipócrates de Kos, el padre de la medicina, no creía en espíritus sino en cosas materiales. El examen de heridas del cerebro lo había convencido de la verdad de la hipótesis de Alcmeón, según el cual los procesos mentales son procesos cerebrales. Siendo así, las enfermedades mentales deben de ser enfermedades del cerebro. Esta hipótesis, ampliamente confirmada por la neurociencia contemporánea, no resuelve el problema psiquiátrico, pero al menos ayuda a plantearlo correctamente.

El problema de la psiquiatría desde hace dos siglos es reparar los mecanismos cerebrales que se descompusieron por algún motivo concreto: químico, celular o ambiental. Primero comprender el cuerpo, luego tratarlo. Ésta es la consigna de la psiquiatría biológica, a diferencia de la chamánica.

Shorter narra, en prosa clara y entretenida, cómo la psiquiatría biológica estaba ya establecida en 1900 cuando hizo irrupción el psicoanálisis, que ignoró el cerebro. (Yo agregaría que poco después dominó en psicología experimental otra escuela acéfala: el conductismo, que se limita a observar la conducta.)

¿A qué se debe el éxi

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