Caseros

Alejandro Rabinovich
Ignacio Zubizarreta
Leonardo Canciani

Fragmento

INTRODUCCIÓN

Ignacio Zubizarreta, Alejandro M. Rabinovich y Leonardo Canciani

El 12 de diciembre de 1852, un comerciante sueco, destinado a amasar una fortuna fabulosa, le escribía una carta a otro sueco, en este caso militar1. El motivo principal de la correspondencia: contarle la batalla que había tenido lugar unos meses antes en la cañada de Morón, a las afueras de Buenos Aires, entre las tropas de Juan Manuel de Rosas y las de Justo José de Urquiza. Llegaba así a Suecia la noticia de la batalla de Monte Caseros. El hecho es de por sí sorprendente, pero más curioso es el contenido del relato. Johan Wilhelm Smitt, quien escribe, dice que “ya antes se había previsto la derrota total” de Rosas, para luego sentenciar:

La batalla de Caseros no merece el nombre de batalla, porque las tropas de Rosas, que eran más o menos iguales a las del enemigo, no hicieron resistencia alguna, o muy poca, y la mejor prueba son los pocos muertos que hubo en la misma.

Smitt sabía de lo que hablaba. Como en ese tiempo residía en Buenos Aires, tuvo la idea de recorrer el campo de batalla antes de que se enterrasen los cuerpos. De su estudio emergía un balance preciso: ciento cincuenta y seis cadáveres en total. Una cifra nada impresionante para la que había sido, hasta ese momento, la contienda más grande de la historia sudamericana moderna, con la participación de casi cincuenta mil combatientes. Nacía así, primero para los contemporáneos y luego para la historiografía, la idea de que la jornada del 3 de febrero representaba un misterio; que algo raro había tenido que ocurrir para que el ejército más imponente del Río de la Plata se dispersara casi sin combatir y que cayera con él un régimen que había dictado los destinos de la región por más de dos décadas.

Aprovechando el 170° aniversario de Caseros, este libro se propone explicar, de manera novedosa, el misterio de la batalla. Pero el objetivo que nos planteamos es más amplio, porque Caseros es mucho más que un enorme combate: es un punto de inflexión en el devenir histórico de la Argentina y de toda la región del Plata. En ella confluyen, y en cierta medida se resuelven, buena parte de los conflictos, las tensiones y las cuestiones pendientes que se habían acumulado en los años transcurridos desde la Revolución de Mayo. Además de haber sido una jornada de lucha, Caseros representa a su vez la caída del gobierno de Juan Manuel de Rosas, el inicio de un proceso de organización constitucional, la implementación de la libre navegación de los ríos y el reacomodo de las relaciones de fuerza entre los países vecinos de la cuenca platense. A su faceta puramente militar se suman, pues, dimensiones políticas, económicas, diplomáticas y sociales de una importancia trascendental.

Por eso, en este libro reunimos a un grupo de especialistas con el objetivo de analizar la coyuntura de Caseros en toda su profundidad, intentando brindar una narrativa clara, que haga justicia a la grandiosidad del acontecimiento sin dejar de nutrirse de los más recientes aportes académicos. Plantearemos que el liderazgo de Rosas en la Confederación era de una naturaleza muy particular, producto de la situación anómala producida por la falta de desarrollo institucional a escala nacional. Comprenderemos que la inserción económica en el mercado internacional a partir de la producción agropecuaria ofrecía ya oportunidades inéditas, que despertaban en el Litoral ambiciones que chocaban de lleno con la hegemonía comercial de Buenos Aires. Aprenderemos que el combate en sí fue el fruto de un proceso de movilización militar gigantesco, de dimensiones nunca antes vistas, que logró involucrar a una enorme proporción de la población local gracias a los mecanismos desarrollados en décadas de guerras civiles y revolucionarias. Veremos, a su vez, que para llegar a la cañada de Morón el Ejército Grande tuvo que realizar primero una campaña relámpago en territorio oriental, rompiendo el sitio de Montevideo, para cruzar luego el Paraná y recorrer el norte de la provincia de Buenos Aires entre fuegos abrasadores y combates menores. Estudiaremos en detalle lo que la gran batalla tiene para enseñarnos sobre la sociedad de su época, sus tradiciones militares y sus capacidades estatales, y seguiremos a la tropa dispersa cuando se volcó sobre la ciudad de Buenos Aires, desatando un saqueo y una masacre que resultarían muy difíciles de olvidar.

Llegados a este punto, sin embargo, el lector puede preguntarse qué puede decirse de nuevo sobre una batalla ocurrida hace tanto tiempo. Con tantos miles de páginas escritas por eruditos, a lo largo de más de un siglo y medio, seguramente ya sabemos todo lo que se puede saber sobre lo que pasó en Caseros. Por eso es útil recordar que, aunque se puedan prestar a confusión, la historia y la historiografía no son la misma cosa. La historia se compone de los hechos ocurridos en el pasado. En cambio, la historiografía es a la vez el arte de escribir esa historia y la disciplina que, a través del estudio de los testimonios de época, intenta profundizar nuestro conocimiento de ese pasado en función de las preguntas del presente. Mientras que la historia se dio de una sola manera, las interpretaciones de lo que sucedió en el pasado pueden ser de lo más variadas. La historia es inmutable; la historiografía es completamente dinámica, porque evoluciona al mismo tiempo que la sociedad. Por ese motivo no ha existido, ni existe, una única interpretación de lo que significó Caseros para la Argentina y la región, sino muchas; algunas son semejantes y otras, completamente discordantes.

De esta forma, aunque sea de manera inconsciente, cada persona nacida en nuestro país tiene incorporadas ciertas nociones y puntos de vista respecto de un acontecimiento fundacional como fue Caseros. Para dar un ejemplo, una zona del Gran Buenos Aires guarda hasta el día de hoy la marca de la batalla en el nombre de uno de sus partidos y en algunas localidades: Caseros, Tres de Febrero, Palomar, Santos Lugares. Los manuales de historia del colegio la mencionaban (más) y la siguen mencionando (menos) con una carga valorativa adecuada a cada contexto histórico. Pero a un nivel fundamental, las nociones generales que posee la sociedad actual sobre Caseros son el fruto de una amalgama y superposición de las muchas interpretaciones que pensadores e historiadores realizaron acerca de la batalla y sus implicancias.

Las primeras datan de pocos días después del hecho. Y aunque no siempre, como se suele decir, “la historia la escriben los vencedores”, en este caso sí sucedió así, al menos en lo inmediato. Una de las primeras reflexiones corrió por cuenta de Juan Bautista Alberdi, quien tenía un trato fluido con Justo José de Urquiza. Exiliado en Chile, no bien se enteró del resultado de la batalla se apuró a redactar su obra más conocida, Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, donde ofrecía al bando victorioso una primera versión de lo que se transformaría en la Constitución Nacional de 1853. Las líneas que abrían la obra afirmaban:

La

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